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Reflexiones electorales

María Dolores Arias
19 de junio, 2019

Las reflexiones electorales de Maria Dolores Arias.

Después de la jornada electoral, el domingo pasado, en la cual se decidió cuáles binomios presidenciales pasaban a segunda vuelta, quiénes llegaban al Congreso, al Parlamento Centroamericano, Parlacen, y a las alcaldías.  Hay mucho que analizar y reflexionar al respecto.

Primero, las consecuencias de una mala ley como la Ley Electoral y de Partidos Políticos, LEPP, las padecimos durante todo el proceso de esta primera vuelta. La incertidumbre, la judicialización de la política, la arbitrariedad e intentos dictatoriales fueron algunas de las situaciones que vivimos.

Segundo, el voto nulo generó mucho debate, por un lado se trataba el tema de si éste beneficiaría la candidatura presidencial de Sandra Torres, si lo más razonable era votar nulo ante la calidad de candidatos, si serviría de algo votar nulo en la papeleta del Parlacen. Nuevamente la falta de certeza sirvió de combustible a las especulaciones, los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, TSE, días antes de las elecciones emitieron un comunicado donde intentaron explicar cómo se asignarían los puestos así como la repetición de elecciones, intento poco fructífero dejando al votante válidamente confundido.

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El experimento de votar nulo en la papeleta de diputados al Parlacen, en la que muchos votantes expresaron su descontento, de forma clara y algunos creativa, fue un ejercicio interesante ya que, con el 99% de la mesas procesadas, obtuvo la más alta votación con poco más del 20% de los votos, seguido de los votos en blanco con poco más del 13%; entre los dos obtuvieron casi un 34%.  Mientras que la UNE, el partido que más votos obtuvo fue del 12.5%, si consideramos el total de los votos válidamente emitidos.

Si bien es cierto, el voto nulo no obtuvo el 51% de los votos para que se repitiera la elección, sí obtuvo la mayor cantidad de votos. ¿Se imagina si los votos nulos y en blanco se tomaran en cuenta para repartir las curules y dejar vacíos esos espacios? ¿O repetir las elecciones con nuevos candidatos sólo para los espacios no asignados?

Es claro que la solución a esto, en lugar del inalcanzable 51% de votos nulos, es la votación uninominal directa; es decir, se vota directamente por el diputado y ganan quiénes obtengan más votos.

Tercero, la deuda política; no me refiero a la que pagaremos los tributarios a los dueños de los partidos por cada voto válido que hayan recibido, sino a la de todos los politiqueros y funcionarios hacia el ciudadano.  

Empezando por aquéllos diputados que impulsaron y aprobaron las reformas a la LEPP que si las calificamos de nefastas sería piropo. Y qué decir de los magistrados y jueces de las cortes, que salvo honrosas excepciones, se prestaron o como mínimo colaboraron para la incertidumbre jurídica en el proceso eleccionario con decisiones que rayaron en lo arbitrario.

El intento de coartar la libertad de expresión por parte de los magistrados del TSE con acuerdos que en lugar de aclarar dudas enrarecían más el ambiente, como aquélla que pretendía regular los debates, foros y entrevistas a candidatos; o la prohibición de tenencia de celulares durante el escrutinio. Este último logró su cometido debido a la autocensura de muchos ciudadanos en las mesas de votación al momento del escrutinio.

Y si a esto le sumamos el cambio del sistema informático, cuya razón aún no ha sido explicada, que no mejoró al que ya existía y que pareciera  se retrocedió en el manejo ágil de la información. Considero que los políticos y burócratas le quedaron debiendo a los ciudadanos que ejercieron su derecho al voto, a los integrantes de los centros de votaciones, a los voluntarios y a todos aquéllos que hicieron su parte para llevar a cabo este proceso en paz y vigilante.

En mi siguiente artículo, les hablaré sobre la integración del Congreso y las votaciones presidenciales. Mientras tanto, las elecciones no han terminado ya que en agosto tocará decidir quién ejercerá el poder desde el Ejecutivo, por lo que me pregunto si seguiremos en la contención de daños en lugar de la construcción de un país republicano.

@Md30

Facebook.com/Mda30 

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María Dolores Arias
19 de junio, 2019

Las reflexiones electorales de Maria Dolores Arias.

Después de la jornada electoral, el domingo pasado, en la cual se decidió cuáles binomios presidenciales pasaban a segunda vuelta, quiénes llegaban al Congreso, al Parlamento Centroamericano, Parlacen, y a las alcaldías.  Hay mucho que analizar y reflexionar al respecto.

Primero, las consecuencias de una mala ley como la Ley Electoral y de Partidos Políticos, LEPP, las padecimos durante todo el proceso de esta primera vuelta. La incertidumbre, la judicialización de la política, la arbitrariedad e intentos dictatoriales fueron algunas de las situaciones que vivimos.

Segundo, el voto nulo generó mucho debate, por un lado se trataba el tema de si éste beneficiaría la candidatura presidencial de Sandra Torres, si lo más razonable era votar nulo ante la calidad de candidatos, si serviría de algo votar nulo en la papeleta del Parlacen. Nuevamente la falta de certeza sirvió de combustible a las especulaciones, los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, TSE, días antes de las elecciones emitieron un comunicado donde intentaron explicar cómo se asignarían los puestos así como la repetición de elecciones, intento poco fructífero dejando al votante válidamente confundido.

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El experimento de votar nulo en la papeleta de diputados al Parlacen, en la que muchos votantes expresaron su descontento, de forma clara y algunos creativa, fue un ejercicio interesante ya que, con el 99% de la mesas procesadas, obtuvo la más alta votación con poco más del 20% de los votos, seguido de los votos en blanco con poco más del 13%; entre los dos obtuvieron casi un 34%.  Mientras que la UNE, el partido que más votos obtuvo fue del 12.5%, si consideramos el total de los votos válidamente emitidos.

Si bien es cierto, el voto nulo no obtuvo el 51% de los votos para que se repitiera la elección, sí obtuvo la mayor cantidad de votos. ¿Se imagina si los votos nulos y en blanco se tomaran en cuenta para repartir las curules y dejar vacíos esos espacios? ¿O repetir las elecciones con nuevos candidatos sólo para los espacios no asignados?

Es claro que la solución a esto, en lugar del inalcanzable 51% de votos nulos, es la votación uninominal directa; es decir, se vota directamente por el diputado y ganan quiénes obtengan más votos.

Tercero, la deuda política; no me refiero a la que pagaremos los tributarios a los dueños de los partidos por cada voto válido que hayan recibido, sino a la de todos los politiqueros y funcionarios hacia el ciudadano.  

Empezando por aquéllos diputados que impulsaron y aprobaron las reformas a la LEPP que si las calificamos de nefastas sería piropo. Y qué decir de los magistrados y jueces de las cortes, que salvo honrosas excepciones, se prestaron o como mínimo colaboraron para la incertidumbre jurídica en el proceso eleccionario con decisiones que rayaron en lo arbitrario.

El intento de coartar la libertad de expresión por parte de los magistrados del TSE con acuerdos que en lugar de aclarar dudas enrarecían más el ambiente, como aquélla que pretendía regular los debates, foros y entrevistas a candidatos; o la prohibición de tenencia de celulares durante el escrutinio. Este último logró su cometido debido a la autocensura de muchos ciudadanos en las mesas de votación al momento del escrutinio.

Y si a esto le sumamos el cambio del sistema informático, cuya razón aún no ha sido explicada, que no mejoró al que ya existía y que pareciera  se retrocedió en el manejo ágil de la información. Considero que los políticos y burócratas le quedaron debiendo a los ciudadanos que ejercieron su derecho al voto, a los integrantes de los centros de votaciones, a los voluntarios y a todos aquéllos que hicieron su parte para llevar a cabo este proceso en paz y vigilante.

En mi siguiente artículo, les hablaré sobre la integración del Congreso y las votaciones presidenciales. Mientras tanto, las elecciones no han terminado ya que en agosto tocará decidir quién ejercerá el poder desde el Ejecutivo, por lo que me pregunto si seguiremos en la contención de daños en lugar de la construcción de un país republicano.

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