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¡Queremos trabajar!

Carolina Castellanos
03 de enero, 2020


“El mejor programa social es un empleo”. Ronald Reagan

Bueno, ya empezamos el 2,020. ¿Y ahora qué?  Seguramente nuestras mentes generaron diversidad de propósitos, empezando por bajar de peso, hacer ejercicio, ahorrar, reunirnos con más frecuencia con familiares y amigos y un largo etcétera. Sin embargo, cientos de miles de guatemaltecos están deseando conseguir trabajo. 

Como suele suceder cada cuatro años, la esperanza está puesta en el nuevo gobierno. Hemos escuchado diversidad de promesas, planes de trabajo, metas a cumplir, cambios que lograr. Sin embargo, en mi opinión, generar las condiciones para que haya inversión y, consecuentemente, tengamos muchos empleos disponibles, es lo más importante. 

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Sin trabajo es demasiado difícil vivir e imposible tener una vida digna. La economía informal es grande y, si bien genera empleos, éstos no cuentan con prestaciones, por ejemplo, acceso a atención médica. Aunque el IGSS está casi colapsado y brinda un pésimo servicio, es la única opción para la gran mayoría de guatemaltecos, siempre que trabajen en empresas formales. 

La gran pregunta: ¿sirven los programas sociales para generar empleo? Definitivamente, no. Los subsidios alivian la carga en el sentido que se paga menos de lo que costaría si no existiera tal subsidio. El problema es que, en el largo plazo, lo único que generan es un pésimo servicio y robo (“lo que no nos cuesta hagámoslo fiesta”, reza el viejo refrán). La corrupción está a la orden del día y la fiscalización de esos millones de quetzales brilla por su ausencia.

El subsidio impide competencia privada. Nadie puede igualar esos precios tan bajos. Además, para que haya inversión, debe haber igualdad de condiciones para todos. La participación del gobierno en el “negocio” rompe esa igualdad.

Por supuesto que es más costoso el servicio privado. Primero, porque no recibe subsidios. Segundo, porque el objetivo es generar utilidades para los propietarios. Lamentablemente, esto ha sido demonizado por los llamados “chairos”, o sea, los “izquierdosos” resentidos e incapaces de generar un centavo y envidiosos de otros que sí tienen esa capacidad, como las señoras de los mercados, los tenderos, hasta llegar a los grandes empresarios.

El gobierno debería dirigir esos cientos de miles de millones que ha gastado (no invertido) en subsidiar tanta cosa, para fortalecer las actividades primordiales que tiene la obligación de proveer: proteger la vida, la propiedad y la libertad de todos. Esto significa fortalecer el sistema de justicia, cambiarlo por completo si es necesario, para romper de una vez por todas con el gobierno de los jueces y con la impunidad, además de reducir significativamente la corrupción. Si la justicia es pronta y cumplida y, por supuesto, justa e imparcial, habría una lluvia de inversiones creando cualquier cantidad de empleos de todo tipo y a nivel nacional.

Tuve la oportunidad de entrevistar al Vicepresidente electo, Guillermo Castillo, hace algunas semanas (Noticiero el Vigilante). Le pregunté cómo quiere ser recordado al final de su mandato. Sin ni siquiera pensarlo, respondió: “quiero ser recordado como alguien que generó empleos”. Confiamos en que así será. Nos toca recordárselo constantemente.


¡Queremos trabajar!

Carolina Castellanos
03 de enero, 2020


“El mejor programa social es un empleo”. Ronald Reagan

Bueno, ya empezamos el 2,020. ¿Y ahora qué?  Seguramente nuestras mentes generaron diversidad de propósitos, empezando por bajar de peso, hacer ejercicio, ahorrar, reunirnos con más frecuencia con familiares y amigos y un largo etcétera. Sin embargo, cientos de miles de guatemaltecos están deseando conseguir trabajo. 

Como suele suceder cada cuatro años, la esperanza está puesta en el nuevo gobierno. Hemos escuchado diversidad de promesas, planes de trabajo, metas a cumplir, cambios que lograr. Sin embargo, en mi opinión, generar las condiciones para que haya inversión y, consecuentemente, tengamos muchos empleos disponibles, es lo más importante. 

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Sin trabajo es demasiado difícil vivir e imposible tener una vida digna. La economía informal es grande y, si bien genera empleos, éstos no cuentan con prestaciones, por ejemplo, acceso a atención médica. Aunque el IGSS está casi colapsado y brinda un pésimo servicio, es la única opción para la gran mayoría de guatemaltecos, siempre que trabajen en empresas formales. 

La gran pregunta: ¿sirven los programas sociales para generar empleo? Definitivamente, no. Los subsidios alivian la carga en el sentido que se paga menos de lo que costaría si no existiera tal subsidio. El problema es que, en el largo plazo, lo único que generan es un pésimo servicio y robo (“lo que no nos cuesta hagámoslo fiesta”, reza el viejo refrán). La corrupción está a la orden del día y la fiscalización de esos millones de quetzales brilla por su ausencia.

El subsidio impide competencia privada. Nadie puede igualar esos precios tan bajos. Además, para que haya inversión, debe haber igualdad de condiciones para todos. La participación del gobierno en el “negocio” rompe esa igualdad.

Por supuesto que es más costoso el servicio privado. Primero, porque no recibe subsidios. Segundo, porque el objetivo es generar utilidades para los propietarios. Lamentablemente, esto ha sido demonizado por los llamados “chairos”, o sea, los “izquierdosos” resentidos e incapaces de generar un centavo y envidiosos de otros que sí tienen esa capacidad, como las señoras de los mercados, los tenderos, hasta llegar a los grandes empresarios.

El gobierno debería dirigir esos cientos de miles de millones que ha gastado (no invertido) en subsidiar tanta cosa, para fortalecer las actividades primordiales que tiene la obligación de proveer: proteger la vida, la propiedad y la libertad de todos. Esto significa fortalecer el sistema de justicia, cambiarlo por completo si es necesario, para romper de una vez por todas con el gobierno de los jueces y con la impunidad, además de reducir significativamente la corrupción. Si la justicia es pronta y cumplida y, por supuesto, justa e imparcial, habría una lluvia de inversiones creando cualquier cantidad de empleos de todo tipo y a nivel nacional.

Tuve la oportunidad de entrevistar al Vicepresidente electo, Guillermo Castillo, hace algunas semanas (Noticiero el Vigilante). Le pregunté cómo quiere ser recordado al final de su mandato. Sin ni siquiera pensarlo, respondió: “quiero ser recordado como alguien que generó empleos”. Confiamos en que así será. Nos toca recordárselo constantemente.