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El presupuesto de los infelices

Juan Diego Godoy
20 de noviembre, 2020

En un país en el que los principales problemas suelen estar aunados a la falta de inversión, planificación, robo y despilfarro, el Congreso ha aprobado un Presupuesto de la Nación para el 2021 de Q99 mil 700 millones que utilizará el 63% de los fondos para funcionamiento del Gobierno, apenas un 20% para inversión y un 15% para el pago de deuda. Esta es la cuestión: se ha aprobado un presupuesto egoísta, ignorante, cobarde, corrupto y sin visión. 

Vamos a ello.

No hay que ser experto para  notar que el gasto público del presupuesto prioriza la asignación a infraestructuras, el endeudamiento y proyectos no prioritarios y descuida a la población más vulnerables y las necesidades urgentes. Ha sido aprobado por una alianza oficialista que en sus filas tiene a perfectos impresentables y que en múltiples ocasiones ha demostrado ser sombría y actuar, como siempre, con intereses personales, guiados por el mal mayor, que es la inexistencia de partidos políticos serios, con visión, ideología, un plan a largo plazo y que desprecien el cacicazgo. 

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Pero más allá, el problema de raíz de este Presupuesto está en que el Estado es demasiado grande, inútil, caro e ineficiente, pues necesita el 63% de los fondos solo para “funcionar” y todos sabemos que ese funcionamiento en realidad no es más que el pago de salarios y bonos estúpidamente elevados para el país que somos. Es una bola de nieve que engorda y destroza todo a su paso y que nadie se atreve a derretir. 

Un país tampoco puede prosperar sin una inversión con planes a largo plazo que excedan mandatos y caras. Planes libres de protagonistas y banderas partidarias. Y un 20% no alcanza. Además, se han pedido préstamos al Fondo Monetario Internacional (FMI) por un monto de cuatrocientos veintiocho millones seiscientos mil y otro crédito de veinte millones de dólares al Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento. El país sigue endeudándose irresponsablemente porque los gobiernos de turno trabajan bajo una visión mediocre, ese “me endeudo porque otro lo pagará”. Es la olla de cangrejos en su máxima expresión. 

Entre las asignaciones polémicas destacan —y conste que son muchas— la de los Q100 millones  para construir un edificio para el Congreso. De nada sirve un edificio nuevo si es para albergar a la misma clase de escoria que ocupa la mayoría de los curules del Congreso. También destaca la reducción de Q20 millones al presupuesto de la Procuraduría de los Derechos Humanos. Si bien es cierto que esta es una institución con muchas fallas, más allá del dinero que no se le ha asignado, el tema de fondo es que esta reducción no es más que una venganza de la alianza oficialista en el marco de la polémica discusión para la aprobación de las reformas a la Ley de Acceso a la Información Pública, que los diputados pretenden debilitar con burocracia y politiqueo. Es un atentado a la libertad de expresión. Además, sorprende la designación de Q13 millones para el Parlamento Centroamericano (Parlacen), una institución que el presidente utilizó como gancho para ganar votos, en esa época en la que mentir está permitido, y que dijo que iba a abandonar. Así como cuando dijo que iba a cerrar la SAAS. Mentira tras mentira. 

Hay que ser desalmado, hay que tener el corazón frío y hay que ser un idiota para burlarse de un pueblo que sufre, para reírse de un país miserable y para robarle al que menos tiene. Pero nosotros no somos ni una de esas tres. Somos corazones ardientes, almas presentes e inteligentes, lo suficiente como para identificar a un ladrón con corbata y pin dorado. Aquí el Congreso y el oficialismo nos están robando, aquí el Congreso y el oficialismo están jugando con la pobreza y la miseria. El enemigo es el mismo, solo actualiza su horrenda cara. Suele sentarse en algún curul del Congreso, un espacio en los Tribunales y con la misma frecuencia que una novela de ficción, también ha llegado a colocarse la banda presidencial. 

Pero rápido olvidan que en el 44 nuestros abuelos los vencieron. Que en el 85 lo hicieron nuestros padres. Y qué en 2015 lo hicimos nosotros y ahora lo haremos también. Nosotros salimos a la calle para enviarlos a ellos a la cárcel. Nosotros sostenemos al país y ellos son nuestros empleados. Y al mal empleado se le despide, y si roba, se le castiga. 

Por eso la ola de reclamos en redes sociales y por eso la ola de reclamos que espero llegue a las calles. Porque en este país uno de cada dos niños sufre de desnutrición y el 59 % de la población vive debajo del umbral de la pobreza. Aliento a todos los que leen esto a manifestarse, guardando las medidas de seguridad y precaución a raíz de la pandemia por el coronavirus, este sábado 21 de noviembre al mejor estilo de 2015. ¡Artistas, activistas, estudiantes, ricos, pobres! Todos. En la Ciudad de Guatemala, en Cobán, en Xela. En donde haya calle y plaza, ahí debemos estar. Porque la indignación no conoce barreras. Es dinero suyo, mío. ¡De todos!

El presupuesto de los infelices

Juan Diego Godoy
20 de noviembre, 2020

En un país en el que los principales problemas suelen estar aunados a la falta de inversión, planificación, robo y despilfarro, el Congreso ha aprobado un Presupuesto de la Nación para el 2021 de Q99 mil 700 millones que utilizará el 63% de los fondos para funcionamiento del Gobierno, apenas un 20% para inversión y un 15% para el pago de deuda. Esta es la cuestión: se ha aprobado un presupuesto egoísta, ignorante, cobarde, corrupto y sin visión. 

Vamos a ello.

No hay que ser experto para  notar que el gasto público del presupuesto prioriza la asignación a infraestructuras, el endeudamiento y proyectos no prioritarios y descuida a la población más vulnerables y las necesidades urgentes. Ha sido aprobado por una alianza oficialista que en sus filas tiene a perfectos impresentables y que en múltiples ocasiones ha demostrado ser sombría y actuar, como siempre, con intereses personales, guiados por el mal mayor, que es la inexistencia de partidos políticos serios, con visión, ideología, un plan a largo plazo y que desprecien el cacicazgo. 

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Un país tampoco puede prosperar sin una inversión con planes a largo plazo que excedan mandatos y caras. Planes libres de protagonistas y banderas partidarias. Y un 20% no alcanza. Además, se han pedido préstamos al Fondo Monetario Internacional (FMI) por un monto de cuatrocientos veintiocho millones seiscientos mil y otro crédito de veinte millones de dólares al Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento. El país sigue endeudándose irresponsablemente porque los gobiernos de turno trabajan bajo una visión mediocre, ese “me endeudo porque otro lo pagará”. Es la olla de cangrejos en su máxima expresión. 

Entre las asignaciones polémicas destacan —y conste que son muchas— la de los Q100 millones  para construir un edificio para el Congreso. De nada sirve un edificio nuevo si es para albergar a la misma clase de escoria que ocupa la mayoría de los curules del Congreso. También destaca la reducción de Q20 millones al presupuesto de la Procuraduría de los Derechos Humanos. Si bien es cierto que esta es una institución con muchas fallas, más allá del dinero que no se le ha asignado, el tema de fondo es que esta reducción no es más que una venganza de la alianza oficialista en el marco de la polémica discusión para la aprobación de las reformas a la Ley de Acceso a la Información Pública, que los diputados pretenden debilitar con burocracia y politiqueo. Es un atentado a la libertad de expresión. Además, sorprende la designación de Q13 millones para el Parlamento Centroamericano (Parlacen), una institución que el presidente utilizó como gancho para ganar votos, en esa época en la que mentir está permitido, y que dijo que iba a abandonar. Así como cuando dijo que iba a cerrar la SAAS. Mentira tras mentira. 

Hay que ser desalmado, hay que tener el corazón frío y hay que ser un idiota para burlarse de un pueblo que sufre, para reírse de un país miserable y para robarle al que menos tiene. Pero nosotros no somos ni una de esas tres. Somos corazones ardientes, almas presentes e inteligentes, lo suficiente como para identificar a un ladrón con corbata y pin dorado. Aquí el Congreso y el oficialismo nos están robando, aquí el Congreso y el oficialismo están jugando con la pobreza y la miseria. El enemigo es el mismo, solo actualiza su horrenda cara. Suele sentarse en algún curul del Congreso, un espacio en los Tribunales y con la misma frecuencia que una novela de ficción, también ha llegado a colocarse la banda presidencial. 

Pero rápido olvidan que en el 44 nuestros abuelos los vencieron. Que en el 85 lo hicieron nuestros padres. Y qué en 2015 lo hicimos nosotros y ahora lo haremos también. Nosotros salimos a la calle para enviarlos a ellos a la cárcel. Nosotros sostenemos al país y ellos son nuestros empleados. Y al mal empleado se le despide, y si roba, se le castiga. 

Por eso la ola de reclamos en redes sociales y por eso la ola de reclamos que espero llegue a las calles. Porque en este país uno de cada dos niños sufre de desnutrición y el 59 % de la población vive debajo del umbral de la pobreza. Aliento a todos los que leen esto a manifestarse, guardando las medidas de seguridad y precaución a raíz de la pandemia por el coronavirus, este sábado 21 de noviembre al mejor estilo de 2015. ¡Artistas, activistas, estudiantes, ricos, pobres! Todos. En la Ciudad de Guatemala, en Cobán, en Xela. En donde haya calle y plaza, ahí debemos estar. Porque la indignación no conoce barreras. Es dinero suyo, mío. ¡De todos!