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Un Óscar® a la farsa

Carolina Castellanos
14 de febrero, 2020


Esta semana se llevó a cabo la glamorosa entrega anual de los premios Oscar ® a los grandes personajes de la pantalla grande. Muchos de los allí presentes se han vueltoparte de nuestra vida pues los vemos actuar con maestría o los seguimos en redes sociales.  El gran Oscar ®, el último de la noche, fue entregado al mejor actor, Joaquín Phoenix. Comparto el criterio pues, si bien la película en sí sentí que le faltó algo, la actuación de este actor es realmente extraordinaria. 

Pero, llegó el momento del discurso. El actor se refirió a lo que llamó “temas desagradables”, como la desigualdad de género, el racismo, el rechazo a la comunidad LGBT, feminismo e indígenas.  Es la clásica agenda de izquierda que existe solo porque genera dinero a quienes la promueven. No estoy negando el rechazo y la discriminación que sí son una realidad. Es esa agenda política la que genera lástima en muchos y es usada para ser “incluyente” y así no ser tildado de homofóbico o quién sabe qué. 

Los actores han aprovechado esos “momentos bajo el sol” para impulsar esas agendas. O son muy ingenuos o de verdad creen que ganarán más seguidores. El efecto ha sido opuesto. Las redes sociales se han llenado de comentarios en contra de la politización de los premios a lo mejor de la Academia. Sucedió lo mismo en la entrega de los Globos de Oro. 

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Si quisieran ser consecuentes, podrían empezar por decir que el “gran Óscar” (el reservado para final de la noche) sea entregado a una mujer. También pueden promover que se les pague igual a las mujeres que a los hombres. Hablar del tema para ser “incluyentes” (término adoptado por la izquierda), no resuelve. 

Me parece incongruente que personajes como ellos adopten esos discursos vacíos, propagados por la izquierda.  Ellos se han bañado en dinero y gloria gracias al capitalismo. Vemos a actores y directores cubanos que han logrado llegar a las alturas fuera de Cuba. Con esto no pretendo negar la existencia de rechazo a quienes aún son considerados “diferentes”. A lo que me opongo con todo es a esa necesidad de etiquetarlos, diferenciarlos y pedir privilegios (leyes u otro), especiales para esos grupos. 

¿Por qué la necedad de diferenciarlos? Es sencillo de explicar. La diferenciación, las etiquetas, generan división en la sociedad. Esta es LA estrategia principal de la izquierda. Como reza el antiguo dicho: “divide y vencerás”. Las etiquetas aumentan esa diferenciación pero, más allá de eso, causan el rechazo de muchos. Esto ayuda en LA agenda política pues ahora se victimizan. Este es el pase de entrada a los grandes financistas. 

La farsa es enorme, digna de un premio de la Academia. Pero no les importa pues el dinero que apoya la politización de esos temas es inagotable. Si de verdad se usara para disminuir el rechazo a quienes son considerados “diferentes”, ya no habría discriminación. No es así; cada vez es peor. Es un círculo vicioso: más divisionismo y más etiquetas generan más rechazo y discriminación. Esto genera la “necesidad” de más recursos para seguir haciendo lo mismo: creando división y rechazo y obteniendo privilegios. 

¿Quién decide a quiénes rechazar? Cada uno de nosotroscuando caemos en ese juego. El llamado es a aceptar a cada quien como es y exigir que no sean privilegiados con leyes, reglamentos ni nada. El reconocimiento social se gana con trabajo, honestidad y un buen vivir sin hacerle daño a nadie más y ayudando a quienes de verdad lo necesitan.  

Un Óscar® a la farsa

Carolina Castellanos
14 de febrero, 2020


Esta semana se llevó a cabo la glamorosa entrega anual de los premios Oscar ® a los grandes personajes de la pantalla grande. Muchos de los allí presentes se han vueltoparte de nuestra vida pues los vemos actuar con maestría o los seguimos en redes sociales.  El gran Oscar ®, el último de la noche, fue entregado al mejor actor, Joaquín Phoenix. Comparto el criterio pues, si bien la película en sí sentí que le faltó algo, la actuación de este actor es realmente extraordinaria. 

Pero, llegó el momento del discurso. El actor se refirió a lo que llamó “temas desagradables”, como la desigualdad de género, el racismo, el rechazo a la comunidad LGBT, feminismo e indígenas.  Es la clásica agenda de izquierda que existe solo porque genera dinero a quienes la promueven. No estoy negando el rechazo y la discriminación que sí son una realidad. Es esa agenda política la que genera lástima en muchos y es usada para ser “incluyente” y así no ser tildado de homofóbico o quién sabe qué. 

Los actores han aprovechado esos “momentos bajo el sol” para impulsar esas agendas. O son muy ingenuos o de verdad creen que ganarán más seguidores. El efecto ha sido opuesto. Las redes sociales se han llenado de comentarios en contra de la politización de los premios a lo mejor de la Academia. Sucedió lo mismo en la entrega de los Globos de Oro. 

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Si quisieran ser consecuentes, podrían empezar por decir que el “gran Óscar” (el reservado para final de la noche) sea entregado a una mujer. También pueden promover que se les pague igual a las mujeres que a los hombres. Hablar del tema para ser “incluyentes” (término adoptado por la izquierda), no resuelve. 

Me parece incongruente que personajes como ellos adopten esos discursos vacíos, propagados por la izquierda.  Ellos se han bañado en dinero y gloria gracias al capitalismo. Vemos a actores y directores cubanos que han logrado llegar a las alturas fuera de Cuba. Con esto no pretendo negar la existencia de rechazo a quienes aún son considerados “diferentes”. A lo que me opongo con todo es a esa necesidad de etiquetarlos, diferenciarlos y pedir privilegios (leyes u otro), especiales para esos grupos. 

¿Por qué la necedad de diferenciarlos? Es sencillo de explicar. La diferenciación, las etiquetas, generan división en la sociedad. Esta es LA estrategia principal de la izquierda. Como reza el antiguo dicho: “divide y vencerás”. Las etiquetas aumentan esa diferenciación pero, más allá de eso, causan el rechazo de muchos. Esto ayuda en LA agenda política pues ahora se victimizan. Este es el pase de entrada a los grandes financistas. 

La farsa es enorme, digna de un premio de la Academia. Pero no les importa pues el dinero que apoya la politización de esos temas es inagotable. Si de verdad se usara para disminuir el rechazo a quienes son considerados “diferentes”, ya no habría discriminación. No es así; cada vez es peor. Es un círculo vicioso: más divisionismo y más etiquetas generan más rechazo y discriminación. Esto genera la “necesidad” de más recursos para seguir haciendo lo mismo: creando división y rechazo y obteniendo privilegios. 

¿Quién decide a quiénes rechazar? Cada uno de nosotroscuando caemos en ese juego. El llamado es a aceptar a cada quien como es y exigir que no sean privilegiados con leyes, reglamentos ni nada. El reconocimiento social se gana con trabajo, honestidad y un buen vivir sin hacerle daño a nadie más y ayudando a quienes de verdad lo necesitan.