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Agradecimiento: el antídoto perfecto

Carolina Castellanos
06 de marzo, 2020

Hace unos días vi una entrevista en Fox and Friends, canal de noticias “gringo”.  Me encanta porque es totalmente republicano.  El entrevistado fue Daniel di Martino, un patojo venezolano que huyó de la tiranía destructiva de Maduro y sus secuaces y ahora vive libre, con infinitas oportunidades a su alcance, en Estados Unidos.

Uno de los periodistas que lo entrevistó le preguntó cómo se podía contrarrestar el movimiento socialista, especialmente en los jóvenes. Di Martino, sin ni siquiera pensarlo, respondió: “enseñándoles a ser agradecidos”.  Agregó: “el agradecimiento es la herramienta para combatir el socialismo porque es el opuesto a la envidia”. ¡Brillante!

Me sorprendió lo sencillo y espontáneo de su respuesta.  Esto no significa que sea fácil, menos aún si no se hizo con los niños desde pequeños.  A los jóvenes, rebeldes por naturaleza, es más difícil, mas no imposible.

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La mayoría de los que luchamos por la libertad (incluido usted que amablemente lee este artículo), nos hemos esforzado en resaltar los beneficios económicos que tiene el sistema capitalista, republicano (tres poderes del Estado, independientes uno del otro) y democrático.  Resaltamos la creación de empleos, el crecimiento del PIB (todo lo que producimos como país), disminución de la pobreza, etc.  

Vanessa Vallejo, columnista de PanAm Post, publicó un artículo el pasado 2 de marzo titulado “La tonta derecha latinoamericana: un mea culpa necesario” (https://es.panampost.com/vanessa-araujo/2020/03/02/la-tonta-derecha-latinoamericana-un-mea-culpa-necesario/).  En su artículo, Vallejo resalta la necesidad de apelar a la cultura, no a la economía, para ganar las batallas.  “Los socialistas no entienden nada de economía pero nos ganan en el tema cultural”. Estoy uniendo esto con el título de mi artículo y pienso: ¿el ser agradecido es un tema cultural?   Pienso que, en parte, sí lo es. No siempre educamos para ser agradecidos por todo. Por el contrario, el chapín responde “allí, pasándola”, cuando se le pregunta cómo está. “Halando la carreta” es otra de las favoritas. 

Nos quejamos por todo (yo me incluyo), especialmente el tráfico.  Este desorden en las calles, culpa de quienes no respetan las leyes de tránsito y por el exceso de carros en la calle, se ha vuelto un viacrucis diario y la excusa perfecta para seguir quejándonos.  Pero, debemos agradecer que en Guatemala tenemos la opción de comprar casi cualquier carro que existe, de acuerdo a nuestras posibilidades económicas. Es por esto que el tráfico nos cambió nuestro estilo de vida y el tema de conversación.

Es cultural, y en eso nos ganan.  Esto no excluye a los chairos chapines. ¡Tampoco son agradecidos! Pero en el resto de temas culturales, sí que saben hacerlo.  Con ello se han ganado la atracción de los jóvenes, idealistas, rebeldes y con ganas de cambiar el mundo. La música y las artes se han vuelto medios para expresar sus ideas y, consecuentemente, muchos de nuestros artistas creen en el socialismo, percibido como esa ilusa forma de tener un mundo mejor.

El lenguaje “inclusivo” de “ellos y ellas” ha destruido el idioma español.  La Real Academia Española, quien es la autoridad mundial en esto, ya dijo que es incorrecto.  Lejos de promover que se hable correctamente, escuchamos a políticos, académicos y personas “comunes” utilizarlo para ser “políticamente correctos”.  Esto lo explica bien Vallejo en su artículo.

¿Dónde hemos dejado el agradecimiento?  En el baúl de los recuerdos. Nos quejamos del gobierno (el que sea), con razón o no, y se nos olvida agradecer que tuvimos la oportunidad de elegirlo libremente.  Nos quejamos de la burocracia (justificadamente) pero no agradecemos que, aunque engorroso y tortuoso, tenemos instituciones de gobierno que sostienen la democracia y el sistema republicano, básico  y esencial para vivir en libertad, proteger nuestra vida y nuestra propiedad. La mayoría de guatemaltecos tenemos empleo, formal o informal, y no agradecemos esa oportunidad, cuando la alternativa sería que estuviéramos buscando comida en los basureros, como sucede en Venezuela.

Al final del día, se trata de vivir mejor en un país libre, con oportunidades.  Los chairos, incluidos los que están buscando acabar con nuestra República (me refiero a la corte de constitucionalidad), han salido a la luz pública gracias a que tenemos libertad de expresión, que es la más básica e todas las libertades. 

Sencillo, sí; difícil y complejo, mucho. Pero no imposible. Empieza por usted y por mí.  

Agradecimiento: el antídoto perfecto

Carolina Castellanos
06 de marzo, 2020

Hace unos días vi una entrevista en Fox and Friends, canal de noticias “gringo”.  Me encanta porque es totalmente republicano.  El entrevistado fue Daniel di Martino, un patojo venezolano que huyó de la tiranía destructiva de Maduro y sus secuaces y ahora vive libre, con infinitas oportunidades a su alcance, en Estados Unidos.

Uno de los periodistas que lo entrevistó le preguntó cómo se podía contrarrestar el movimiento socialista, especialmente en los jóvenes. Di Martino, sin ni siquiera pensarlo, respondió: “enseñándoles a ser agradecidos”.  Agregó: “el agradecimiento es la herramienta para combatir el socialismo porque es el opuesto a la envidia”. ¡Brillante!

Me sorprendió lo sencillo y espontáneo de su respuesta.  Esto no significa que sea fácil, menos aún si no se hizo con los niños desde pequeños.  A los jóvenes, rebeldes por naturaleza, es más difícil, mas no imposible.

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La mayoría de los que luchamos por la libertad (incluido usted que amablemente lee este artículo), nos hemos esforzado en resaltar los beneficios económicos que tiene el sistema capitalista, republicano (tres poderes del Estado, independientes uno del otro) y democrático.  Resaltamos la creación de empleos, el crecimiento del PIB (todo lo que producimos como país), disminución de la pobreza, etc.  

Vanessa Vallejo, columnista de PanAm Post, publicó un artículo el pasado 2 de marzo titulado “La tonta derecha latinoamericana: un mea culpa necesario” (https://es.panampost.com/vanessa-araujo/2020/03/02/la-tonta-derecha-latinoamericana-un-mea-culpa-necesario/).  En su artículo, Vallejo resalta la necesidad de apelar a la cultura, no a la economía, para ganar las batallas.  “Los socialistas no entienden nada de economía pero nos ganan en el tema cultural”. Estoy uniendo esto con el título de mi artículo y pienso: ¿el ser agradecido es un tema cultural?   Pienso que, en parte, sí lo es. No siempre educamos para ser agradecidos por todo. Por el contrario, el chapín responde “allí, pasándola”, cuando se le pregunta cómo está. “Halando la carreta” es otra de las favoritas. 

Nos quejamos por todo (yo me incluyo), especialmente el tráfico.  Este desorden en las calles, culpa de quienes no respetan las leyes de tránsito y por el exceso de carros en la calle, se ha vuelto un viacrucis diario y la excusa perfecta para seguir quejándonos.  Pero, debemos agradecer que en Guatemala tenemos la opción de comprar casi cualquier carro que existe, de acuerdo a nuestras posibilidades económicas. Es por esto que el tráfico nos cambió nuestro estilo de vida y el tema de conversación.

Es cultural, y en eso nos ganan.  Esto no excluye a los chairos chapines. ¡Tampoco son agradecidos! Pero en el resto de temas culturales, sí que saben hacerlo.  Con ello se han ganado la atracción de los jóvenes, idealistas, rebeldes y con ganas de cambiar el mundo. La música y las artes se han vuelto medios para expresar sus ideas y, consecuentemente, muchos de nuestros artistas creen en el socialismo, percibido como esa ilusa forma de tener un mundo mejor.

El lenguaje “inclusivo” de “ellos y ellas” ha destruido el idioma español.  La Real Academia Española, quien es la autoridad mundial en esto, ya dijo que es incorrecto.  Lejos de promover que se hable correctamente, escuchamos a políticos, académicos y personas “comunes” utilizarlo para ser “políticamente correctos”.  Esto lo explica bien Vallejo en su artículo.

¿Dónde hemos dejado el agradecimiento?  En el baúl de los recuerdos. Nos quejamos del gobierno (el que sea), con razón o no, y se nos olvida agradecer que tuvimos la oportunidad de elegirlo libremente.  Nos quejamos de la burocracia (justificadamente) pero no agradecemos que, aunque engorroso y tortuoso, tenemos instituciones de gobierno que sostienen la democracia y el sistema republicano, básico  y esencial para vivir en libertad, proteger nuestra vida y nuestra propiedad. La mayoría de guatemaltecos tenemos empleo, formal o informal, y no agradecemos esa oportunidad, cuando la alternativa sería que estuviéramos buscando comida en los basureros, como sucede en Venezuela.

Al final del día, se trata de vivir mejor en un país libre, con oportunidades.  Los chairos, incluidos los que están buscando acabar con nuestra República (me refiero a la corte de constitucionalidad), han salido a la luz pública gracias a que tenemos libertad de expresión, que es la más básica e todas las libertades. 

Sencillo, sí; difícil y complejo, mucho. Pero no imposible. Empieza por usted y por mí.