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Hoy es viernes (y el cuerpo no lo supo)

Carolina Castellanos
10 de abril, 2020

Y como quien no quiere la cosa, ya llevamos cuatro semanas de cuarentena.  Lo que pareció una locura estar encerrados por las primeras dos semanas anunciadas, hoy es un recuerdo.  Luego vinieron otras dos semanas unidas con el toque de queda.  Y como todo, ya pasaron.  Ahora vendrán tiempos nuevos, plagados de incertidumbre en el trabajo, en los estudios, en la vida cotidiana y en todo.  

El mundo cambió de un día para el siguiente. Dicen que adquirir un hábito toma de 21 a 28 días.  Tuvimos que aprender a lavarnos las manos y empezar a practicarlo en los siguientes 5 minutos. También cambiamos la forma de hacer limpieza y tuvimos que salir corriendo a comprar desinfectantes, alcohol en gel, detergentes, jabones y, aunque siga sin comprenderlo, papel higiénico.  

Reconfiguramos nuestras relaciones de todo tipo. Los chapines padecemos de “reunionitis” pero pienso que es la forma que tenemos de mantener contacto con otros. No hay nada como reunirse a tomar café, a desayunar o almorzar, sea por trabajo, amistad, amor o lo que sea.  

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Al inicio de esta pandemia recurrimos a las redes sociales como nunca.  Leí una nota donde decían que whatsapp se usaba cinco veces más que antes, Facebook creo que 3 o 4 veces, etc.  Ante la imposibilidad de vernos, la tecnología fue nuestra salvación y nuestro mejor aliado.

Ahora, esta forma de comunicación será la norma, no la excepción, durante tres, cuatro o más meses.  La “reunionitis” tendrá que ser por zoom o cualquiera otra de esas buenas plataformas.  Y seremos más eficientes pues no usaremos tiempo para preguntar por la familia, por el perro, para conversar sobre el clima y cualquier otro tema.

Los estudios han cambiado también.  Buena parte de ir al colegio y a la universidad es la construcción de amistades, muchas de las cuales se vuelven permanentes.  El reto ahora es mantener las que tenemos y construir nuevas por medios electrónicos.

Puede usted agregar a esto los otros cambios que ya se dieron, de un solo, sin haber tenido el tiempo de adaptarnos. ¡Ni siquiera tuvimos tiempo para quejarnos y resistirnos al cambio! De pronto este es un buen aprendizaje.  A empujones y a la fuerza, nos adaptamos sin chistar pues nuestra vida depende de ello.

¿Qué hemos aprendido? Cada uno tendremos nuestras lecciones pero en general creo que mostramos nuestra capacidad de adaptación, de cambiar nuestros hábitos, de aceptar, aunque sea con resignación, que nuestra vida no será igual. Si pensamos un poco más, nos daremos cuenta que cambiaron nuestras prioridades, redefinimos lo más importante y vimos que somos capaces de abandonar aquellas cosas, ideas y costumbres con las que creímos que nunca podríamos vivir sin ellas, buenas o malas.

Ya es viernes ¡y el cuerpo no lo supo! Los días han sido más o menos iguales pues no tenemos la agenda en la mano llena de compromisos y actividades.  Regresaremos a trabajar el lunes (ojalá) y empezaremos de nuevo con el día a día que hemos extrañado, pero de forma diferente.  

Al final de todo esto, ¿somos mejores personas que antes?  Quiero pensar que sí. Somos más solidarios y conscientes que dependemos unos de otros más allá de lo que hubiésemos creído. ¡Regresemos a trabajar con todo! Guatemala nos necesita más que nunca.

Hoy es viernes (y el cuerpo no lo supo)

Carolina Castellanos
10 de abril, 2020

Y como quien no quiere la cosa, ya llevamos cuatro semanas de cuarentena.  Lo que pareció una locura estar encerrados por las primeras dos semanas anunciadas, hoy es un recuerdo.  Luego vinieron otras dos semanas unidas con el toque de queda.  Y como todo, ya pasaron.  Ahora vendrán tiempos nuevos, plagados de incertidumbre en el trabajo, en los estudios, en la vida cotidiana y en todo.  

El mundo cambió de un día para el siguiente. Dicen que adquirir un hábito toma de 21 a 28 días.  Tuvimos que aprender a lavarnos las manos y empezar a practicarlo en los siguientes 5 minutos. También cambiamos la forma de hacer limpieza y tuvimos que salir corriendo a comprar desinfectantes, alcohol en gel, detergentes, jabones y, aunque siga sin comprenderlo, papel higiénico.  

Reconfiguramos nuestras relaciones de todo tipo. Los chapines padecemos de “reunionitis” pero pienso que es la forma que tenemos de mantener contacto con otros. No hay nada como reunirse a tomar café, a desayunar o almorzar, sea por trabajo, amistad, amor o lo que sea.  

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Al inicio de esta pandemia recurrimos a las redes sociales como nunca.  Leí una nota donde decían que whatsapp se usaba cinco veces más que antes, Facebook creo que 3 o 4 veces, etc.  Ante la imposibilidad de vernos, la tecnología fue nuestra salvación y nuestro mejor aliado.

Ahora, esta forma de comunicación será la norma, no la excepción, durante tres, cuatro o más meses.  La “reunionitis” tendrá que ser por zoom o cualquiera otra de esas buenas plataformas.  Y seremos más eficientes pues no usaremos tiempo para preguntar por la familia, por el perro, para conversar sobre el clima y cualquier otro tema.

Los estudios han cambiado también.  Buena parte de ir al colegio y a la universidad es la construcción de amistades, muchas de las cuales se vuelven permanentes.  El reto ahora es mantener las que tenemos y construir nuevas por medios electrónicos.

Puede usted agregar a esto los otros cambios que ya se dieron, de un solo, sin haber tenido el tiempo de adaptarnos. ¡Ni siquiera tuvimos tiempo para quejarnos y resistirnos al cambio! De pronto este es un buen aprendizaje.  A empujones y a la fuerza, nos adaptamos sin chistar pues nuestra vida depende de ello.

¿Qué hemos aprendido? Cada uno tendremos nuestras lecciones pero en general creo que mostramos nuestra capacidad de adaptación, de cambiar nuestros hábitos, de aceptar, aunque sea con resignación, que nuestra vida no será igual. Si pensamos un poco más, nos daremos cuenta que cambiaron nuestras prioridades, redefinimos lo más importante y vimos que somos capaces de abandonar aquellas cosas, ideas y costumbres con las que creímos que nunca podríamos vivir sin ellas, buenas o malas.

Ya es viernes ¡y el cuerpo no lo supo! Los días han sido más o menos iguales pues no tenemos la agenda en la mano llena de compromisos y actividades.  Regresaremos a trabajar el lunes (ojalá) y empezaremos de nuevo con el día a día que hemos extrañado, pero de forma diferente.  

Al final de todo esto, ¿somos mejores personas que antes?  Quiero pensar que sí. Somos más solidarios y conscientes que dependemos unos de otros más allá de lo que hubiésemos creído. ¡Regresemos a trabajar con todo! Guatemala nos necesita más que nunca.