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Política, religión y dinero

Jose Azel
20 de mayo, 2020


Todos hemos sido advertidos: la política, la religión y el dinero son temas de los que no debemos hablar con nuestros invitados. Los economistas, acatando este consejo, tratan de  explicar el desarrollo económico sin mucha referencia a la religión y no han tenido en cuenta si las creencias religiosas nos hacen más ricos o más pobres. Sin embargo,  muchas sociedades emplean considerable tiempo y dinero en prácticas religiosas. Entonces, ¿cuál es el impacto económico de nuestras prácticas religiosas?

En este vacío intelectual, los profesores Rachel M. McCleary y Robert J. Barro, en su libro La riqueza de las religiones,exploran cómo las creencias y prácticas religiosas afectan la productividad y el crecimiento económico. No les interesa la teología ni la doctrina. Su interés está en los costos y beneficios económicos de mantener ciertas creencias religiosas. Esta columna se deriva de ese enfoque.

Debido a la sensibilidad del tema, quizás sea necesario mencionar que este no es un ataque a la religión por parte de autores antirreligiosos. El profesor Barro es un economista que se describe a sí mismo como judío con más afinidad étnica que religiosa. La profesora McCleary es filósofo, metodista y religiosa, y este columnista se describe como católico no practicante.

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Aparentemente, existe una interacción bidireccional entre la religión y el crecimiento económico. La religiosidad afecta los resultados económicos, y los resultados económicos influyen en la religiosidad. Un sentido de causalidad es la hipótesis de la secularización según la cual, “el aumento de los ingresos, educación y urbanización, disminuyen la religiosidad individual y el papel de la religión en la gobernanza”. En general, el desarrollo económico disminuye la participación religiosa y las creencias.

La causalidad de sentido contrario, cómo afecta la religión los resultados económicos, se examina en los argumentos del sociólogo alemán Max Weber en su obra clásica La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Weber buscó “la influencia de ciertas ideas religiosas en el desarrollo del espíritu económico…”  Por ejemplo, se cree que el énfasis del protestantismo en la lectura individual de la Biblia ha llevado a tasas de alfabetización más altas y, por lo tanto, a promover el desarrollo económico. En la tesis de Weber, el protestantismo contribuye al desarrollo económico al promover rasgos de carácter como la ética laboral, honestidad, confianza y ahorro.

En otras palabras, los países más ricos son menos religiosos que los pobres y la religiosidad disminuye a medida que los países se hacen más ricos. Un hallazgo, complaciente para los libertarios, es que, cuando un estado patrocina una religión, el resultado es un servicio religioso deficiente, que conduce a una disminución de la participación y las creencias religiosas.

¿Cual es el impacto económico de otras religiones como el islam, el judaísmo, el hinduismo o el budismo? El tema es demasiado amplio para una columna periodística, pero algunos estudiosos han argumentado, por ejemplo, que a partir del siglo XII los países musulmanes comenzaron a declinar económicamente después de la supresión del pensamiento independiente por parte de las élites religiosas. Según este argumento, los musulmanes se enfocaron en la memorización en lugar del pensamiento crítico y el juicio independiente. Como todas las respuestas eran dadas por textos y autoridades religiosas, los musulmanes no estaban expuestos a nuevas ideas e innovaciones, un entorno intelectual no propicio para el desarrollo económico.

De manera opuesta, el argumento típico para explicar el éxito económico del judaísmo es que los judíos se volvieron educados y especializados en campos profesionales por estar sometidos a una discriminación persistente, y buscaron altos niveles de educación, dado que el capital humano es portable. Además, la prohibición religiosa en el cristianismo e islamismo de ciertas actividades económicas como los préstamos de dinero con intereses, creó una demanda de especialistas judíos en asuntos financieros.

En general, la investigación de McLarty y Barro muestra que los efectos de la religiosidad sobre el crecimiento económico son positivos. Especulan que las creencias religiosas estimulan el crecimiento porque ayudan a mantener aspectos del comportamiento individual que mejoran la productividad, como la honestidad, el ahorro y la ética laboral.

Quizás ahora sea aceptable hablar de religión con nuestros invitados.

El último libro del Dr. Azel es Libertad para novatos.

Política, religión y dinero

Jose Azel
20 de mayo, 2020


Todos hemos sido advertidos: la política, la religión y el dinero son temas de los que no debemos hablar con nuestros invitados. Los economistas, acatando este consejo, tratan de  explicar el desarrollo económico sin mucha referencia a la religión y no han tenido en cuenta si las creencias religiosas nos hacen más ricos o más pobres. Sin embargo,  muchas sociedades emplean considerable tiempo y dinero en prácticas religiosas. Entonces, ¿cuál es el impacto económico de nuestras prácticas religiosas?

En este vacío intelectual, los profesores Rachel M. McCleary y Robert J. Barro, en su libro La riqueza de las religiones,exploran cómo las creencias y prácticas religiosas afectan la productividad y el crecimiento económico. No les interesa la teología ni la doctrina. Su interés está en los costos y beneficios económicos de mantener ciertas creencias religiosas. Esta columna se deriva de ese enfoque.

Debido a la sensibilidad del tema, quizás sea necesario mencionar que este no es un ataque a la religión por parte de autores antirreligiosos. El profesor Barro es un economista que se describe a sí mismo como judío con más afinidad étnica que religiosa. La profesora McCleary es filósofo, metodista y religiosa, y este columnista se describe como católico no practicante.

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Aparentemente, existe una interacción bidireccional entre la religión y el crecimiento económico. La religiosidad afecta los resultados económicos, y los resultados económicos influyen en la religiosidad. Un sentido de causalidad es la hipótesis de la secularización según la cual, “el aumento de los ingresos, educación y urbanización, disminuyen la religiosidad individual y el papel de la religión en la gobernanza”. En general, el desarrollo económico disminuye la participación religiosa y las creencias.

La causalidad de sentido contrario, cómo afecta la religión los resultados económicos, se examina en los argumentos del sociólogo alemán Max Weber en su obra clásica La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Weber buscó “la influencia de ciertas ideas religiosas en el desarrollo del espíritu económico…”  Por ejemplo, se cree que el énfasis del protestantismo en la lectura individual de la Biblia ha llevado a tasas de alfabetización más altas y, por lo tanto, a promover el desarrollo económico. En la tesis de Weber, el protestantismo contribuye al desarrollo económico al promover rasgos de carácter como la ética laboral, honestidad, confianza y ahorro.

En otras palabras, los países más ricos son menos religiosos que los pobres y la religiosidad disminuye a medida que los países se hacen más ricos. Un hallazgo, complaciente para los libertarios, es que, cuando un estado patrocina una religión, el resultado es un servicio religioso deficiente, que conduce a una disminución de la participación y las creencias religiosas.

¿Cual es el impacto económico de otras religiones como el islam, el judaísmo, el hinduismo o el budismo? El tema es demasiado amplio para una columna periodística, pero algunos estudiosos han argumentado, por ejemplo, que a partir del siglo XII los países musulmanes comenzaron a declinar económicamente después de la supresión del pensamiento independiente por parte de las élites religiosas. Según este argumento, los musulmanes se enfocaron en la memorización en lugar del pensamiento crítico y el juicio independiente. Como todas las respuestas eran dadas por textos y autoridades religiosas, los musulmanes no estaban expuestos a nuevas ideas e innovaciones, un entorno intelectual no propicio para el desarrollo económico.

De manera opuesta, el argumento típico para explicar el éxito económico del judaísmo es que los judíos se volvieron educados y especializados en campos profesionales por estar sometidos a una discriminación persistente, y buscaron altos niveles de educación, dado que el capital humano es portable. Además, la prohibición religiosa en el cristianismo e islamismo de ciertas actividades económicas como los préstamos de dinero con intereses, creó una demanda de especialistas judíos en asuntos financieros.

En general, la investigación de McLarty y Barro muestra que los efectos de la religiosidad sobre el crecimiento económico son positivos. Especulan que las creencias religiosas estimulan el crecimiento porque ayudan a mantener aspectos del comportamiento individual que mejoran la productividad, como la honestidad, el ahorro y la ética laboral.

Quizás ahora sea aceptable hablar de religión con nuestros invitados.

El último libro del Dr. Azel es Libertad para novatos.