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¿Libertad o muerte?

María Dolores Arias
27 de mayo, 2020

La amenaza, por parte del gobierno, de aumentar las restricciones a la libertad de acción de los ciudadanos los enfrenta al dilema de cumplir con la ley o cumplir con su moral. La amenaza de “arresto domiciliario” que implica el “cierre del país” pone en una grave disyuntiva a los ciudadanos que buscan sobrevivir con las restricciones ya impuestas.

Frédéric Bastiat, en La ley, afirma que “ninguna sociedad puede existir, si no impera en algún grado el respeto a las leyes; pero es el caso que lo que da más seguridad para que sean respetadas las leyes, es que sean respetables. Cuando la ley y la moral se encuentran en contradicción, el ciudadano se encuentra en la cruel disyuntiva de perder la noción de lo moral o de perder el respeto a la ley, dos desgracias tan grandes una como la otra y entre las cuales es difícil elegir.”

Si estamos claros que no podemos enterrar los pies en el jardín y esperar que absorbamos los nutrientes para sobrevivir entonces estamos de acuerdo que la vida humana no se sustenta sola, que debemos cooperar e intercambiar, bienes y servicios, para conseguir nuestros objetivos. Es decir; debemos actuar para conseguir nuestro sustento, lo que nuestras abuelas llamaban, ganarse el pan diario. En pocas palabras, actuar para ganarse la vida.

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Ahora bien, si debemos actuar para ganarnos el sustento ¿qué hacer ante el aumento de las restricciones? Muchos han cambiado el giro de su negocio, otros se han adaptado con operaciones al mínimo, otros están consumiendo sus ahorros, cada uno ha buscado la mejor manera, acorde a su mejor juicio, la forma de seguir sosteniendo su vida, aun a pesar de las restricciones.

Desafortunadamente, en países como el nuestro, donde hemos creado tan poca riqueza, es difícil tener mucho margen de operación, ya que hay quienes viven con lo que generan en el día a día. Aclaro que no es por falta de laboriosidad o productividad esta carencia, sino por los incentivos perversos y los obstáculos propios de un sistema benefactor-mercantilista.

La amenaza de restringir en su totalidad la libertad de acción de los ciudadanos, para muchos es una condena a muerte. Lamentablemente, el COVID-19 ha cobrado la vida de varias personas, nunca sabremos con certeza si la causa fue la enfermedad, el deficiente sistema de salud que complica al personal médico su trabajo, el autoritarismo gubernamental en cuanto a los tratamientos a seguir o una mezcla de todos.

Lo que sabemos es que las muertes económicas, atribuibles a las decisiones políticas a causa del COVID-19, se cuentan por millares. Miles de personas han perdido sus empleos, otros miles han dejado de percibir ingresos de sus negocios formales o informales y han cerrado, otros han reducido sus operaciones y personal.

Historias como hogares donde la carga del sustento queda en un solo miembro de la familia cuando anteriormente eran varios los que aportaban, cabezas de familia desesperados por las deudas que aumentan sin posibilidad de ingresos, padres decidiendo entre la leche del niño o las tortillas del día, empeñando o vendiendo lo poco que tienen, son historias, desgraciadamente, cada vez más comunes.

¿En qué momento nos convertimos en ciudadanos amenazados por actuar para ganarnos la vida honradamente? ¿En qué momento los políticos se convirtieron en los amos de los ciudadanos? ¿En qué momento dejamos de soñar con un mundo mejor para solo sobrevivir? ¿Cómo llegamos a esto?

La vida necesita de acción, para actuar necesitamos ser libres, por consiguiente, si quiere vivir, debe ser libre. La amenaza de “cierre del país” es una restricción a la libertad de acción que, en última instancia, en este contexto parece más una condena a muerte.  ¿Está dispuesto a llegar a la disyuntiva de libertad o muerte?

@Md30

Facebook.com/Mda30 

¿Libertad o muerte?

María Dolores Arias
27 de mayo, 2020

La amenaza, por parte del gobierno, de aumentar las restricciones a la libertad de acción de los ciudadanos los enfrenta al dilema de cumplir con la ley o cumplir con su moral. La amenaza de “arresto domiciliario” que implica el “cierre del país” pone en una grave disyuntiva a los ciudadanos que buscan sobrevivir con las restricciones ya impuestas.

Frédéric Bastiat, en La ley, afirma que “ninguna sociedad puede existir, si no impera en algún grado el respeto a las leyes; pero es el caso que lo que da más seguridad para que sean respetadas las leyes, es que sean respetables. Cuando la ley y la moral se encuentran en contradicción, el ciudadano se encuentra en la cruel disyuntiva de perder la noción de lo moral o de perder el respeto a la ley, dos desgracias tan grandes una como la otra y entre las cuales es difícil elegir.”

Si estamos claros que no podemos enterrar los pies en el jardín y esperar que absorbamos los nutrientes para sobrevivir entonces estamos de acuerdo que la vida humana no se sustenta sola, que debemos cooperar e intercambiar, bienes y servicios, para conseguir nuestros objetivos. Es decir; debemos actuar para conseguir nuestro sustento, lo que nuestras abuelas llamaban, ganarse el pan diario. En pocas palabras, actuar para ganarse la vida.

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Ahora bien, si debemos actuar para ganarnos el sustento ¿qué hacer ante el aumento de las restricciones? Muchos han cambiado el giro de su negocio, otros se han adaptado con operaciones al mínimo, otros están consumiendo sus ahorros, cada uno ha buscado la mejor manera, acorde a su mejor juicio, la forma de seguir sosteniendo su vida, aun a pesar de las restricciones.

Desafortunadamente, en países como el nuestro, donde hemos creado tan poca riqueza, es difícil tener mucho margen de operación, ya que hay quienes viven con lo que generan en el día a día. Aclaro que no es por falta de laboriosidad o productividad esta carencia, sino por los incentivos perversos y los obstáculos propios de un sistema benefactor-mercantilista.

La amenaza de restringir en su totalidad la libertad de acción de los ciudadanos, para muchos es una condena a muerte. Lamentablemente, el COVID-19 ha cobrado la vida de varias personas, nunca sabremos con certeza si la causa fue la enfermedad, el deficiente sistema de salud que complica al personal médico su trabajo, el autoritarismo gubernamental en cuanto a los tratamientos a seguir o una mezcla de todos.

Lo que sabemos es que las muertes económicas, atribuibles a las decisiones políticas a causa del COVID-19, se cuentan por millares. Miles de personas han perdido sus empleos, otros miles han dejado de percibir ingresos de sus negocios formales o informales y han cerrado, otros han reducido sus operaciones y personal.

Historias como hogares donde la carga del sustento queda en un solo miembro de la familia cuando anteriormente eran varios los que aportaban, cabezas de familia desesperados por las deudas que aumentan sin posibilidad de ingresos, padres decidiendo entre la leche del niño o las tortillas del día, empeñando o vendiendo lo poco que tienen, son historias, desgraciadamente, cada vez más comunes.

¿En qué momento nos convertimos en ciudadanos amenazados por actuar para ganarnos la vida honradamente? ¿En qué momento los políticos se convirtieron en los amos de los ciudadanos? ¿En qué momento dejamos de soñar con un mundo mejor para solo sobrevivir? ¿Cómo llegamos a esto?

La vida necesita de acción, para actuar necesitamos ser libres, por consiguiente, si quiere vivir, debe ser libre. La amenaza de “cierre del país” es una restricción a la libertad de acción que, en última instancia, en este contexto parece más una condena a muerte.  ¿Está dispuesto a llegar a la disyuntiva de libertad o muerte?

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