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#LibertadParaProducir con responsabilidad

María Dolores Arias
06 de mayo, 2020

Es importante que entendamos que como ciudadanos lo que necesitamos es Libertad para producir, que no es lo mismo que permisos gubernamentales para poder actuar.  La prosperidad de un país y, por ende, de sus ciudadanos, se mide por la libertad para decidir el curso de su vida y cómo crear riqueza sin la amenaza de coacción arbitraria.

La pandemia del Covid19 ha puesto de manifiesto, lo frágil que puede ser el derecho a la vida, la libertad y propiedad. La aparente seguridad que brinda un “salvador” de los problemas que nos aquejan hace que muchos estén dispuestos a ceder su libertad o propiedad.

En el contexto de esta pandemia, la incertidumbre sobre la cura para este virus genera miedo, eso es normal en los seres humanos, lo que nos diferencia es cómo lo enfrentamos.  El miedo, transformado en terror o pánico, es el estado emocional propicio para políticos con ansias de expoliación legal de riqueza y de poder. El intervencionismo se convierte entonces en el “deber” de todo político que se precie de serlo. Los pocos que se oponen son visto como insensatos, traidores del pueblo o vendidos.

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Ludwig von Mises en Gobierno Omnipotente afirma que “El estatismo aparece en dos formas: socialismo o intervencionismo. Ambos tienen en común el fin de subordinar incondicionalmente el individuo al Estado, al aparato social de compulsión y coerción”.

El estado es una institución humana creada para protegernos de los criminales, protegernos de aquellos que violan nuestra vida, propiedad y libertad; posee el monopolio de usar la fuerza para este propósito, por tal motivo debemos limitar ese poder.  

Este principio básico se olvida en situaciones como la que actualmente vivimos y en lugar de conceder poderes específicos ante una amenaza, los poderes que obtienen son amplios.

Poderes tan amplios que pueden decretar criminales ciertas actividades económicas, el desplazamiento de ciertos individuos y el consumo de bebidas alcohólicas en ciertos días u horas, pero no en otras. También pueden disponer de su patrimonio al adquirir créditos y autorizar ampliaciones presupuestarias que usted deberá pagar.  Las decisiones gubernamentales han variado acorde al grado de intervención que le permiten las leyes de su país a cada gobierno.

Sin embargo, ha pensado ¿qué pondría existir otra forma de afrontar esta situación? ¿Es posible menos intervencionismo del gobierno? ¿Ha considerado que el cierre de la economía o su restricción al máximo no es la única solución? ¿Qué podemos aprender de casos como el de Taiwán o Suecia?

Quienes aman, y por consiguiente valoran, la libertad, saben muy bien que no se puede hablar de ella en solitario, saben muy bien que su eterna compañera es la responsabilidad. Que libertad sin responsabilidad no es posible, que libertinaje no es libertad. Que la responsabilidad es asumir las consecuencias, buenas o malas, de nuestras decisiones en libertad.

Por lo que libertad para producir implica, necesariamente, responsabilidad. Debemos poner mucho cuidado que, en nuestro afán de poder sustentar nuestra vida, abrir nuestras empresas o negocios cedamos a los permisos estatales en lugar de recuperar nuestra libertad.

Recuerde que el estatismo a través del intervencionismo “asigna al Estado la tarea de guiar a sus ciudadanos y de mantenerlos bajo su tutela. Se propone restringir la libertad de acción del individuo. Pretende plasmar su destino y reserva toda iniciativa únicamente al gobierno” L. von Mises

El dilema será si ante la desesperación ¿cederemos al intervencionismo o reclamaremos nuestro derecho a la #LibertadParaProducir con responsabilidad?

@Md30

Facebook.com/Mda30

#LibertadParaProducir con responsabilidad

María Dolores Arias
06 de mayo, 2020

Es importante que entendamos que como ciudadanos lo que necesitamos es Libertad para producir, que no es lo mismo que permisos gubernamentales para poder actuar.  La prosperidad de un país y, por ende, de sus ciudadanos, se mide por la libertad para decidir el curso de su vida y cómo crear riqueza sin la amenaza de coacción arbitraria.

La pandemia del Covid19 ha puesto de manifiesto, lo frágil que puede ser el derecho a la vida, la libertad y propiedad. La aparente seguridad que brinda un “salvador” de los problemas que nos aquejan hace que muchos estén dispuestos a ceder su libertad o propiedad.

En el contexto de esta pandemia, la incertidumbre sobre la cura para este virus genera miedo, eso es normal en los seres humanos, lo que nos diferencia es cómo lo enfrentamos.  El miedo, transformado en terror o pánico, es el estado emocional propicio para políticos con ansias de expoliación legal de riqueza y de poder. El intervencionismo se convierte entonces en el “deber” de todo político que se precie de serlo. Los pocos que se oponen son visto como insensatos, traidores del pueblo o vendidos.

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Ludwig von Mises en Gobierno Omnipotente afirma que “El estatismo aparece en dos formas: socialismo o intervencionismo. Ambos tienen en común el fin de subordinar incondicionalmente el individuo al Estado, al aparato social de compulsión y coerción”.

El estado es una institución humana creada para protegernos de los criminales, protegernos de aquellos que violan nuestra vida, propiedad y libertad; posee el monopolio de usar la fuerza para este propósito, por tal motivo debemos limitar ese poder.  

Este principio básico se olvida en situaciones como la que actualmente vivimos y en lugar de conceder poderes específicos ante una amenaza, los poderes que obtienen son amplios.

Poderes tan amplios que pueden decretar criminales ciertas actividades económicas, el desplazamiento de ciertos individuos y el consumo de bebidas alcohólicas en ciertos días u horas, pero no en otras. También pueden disponer de su patrimonio al adquirir créditos y autorizar ampliaciones presupuestarias que usted deberá pagar.  Las decisiones gubernamentales han variado acorde al grado de intervención que le permiten las leyes de su país a cada gobierno.

Sin embargo, ha pensado ¿qué pondría existir otra forma de afrontar esta situación? ¿Es posible menos intervencionismo del gobierno? ¿Ha considerado que el cierre de la economía o su restricción al máximo no es la única solución? ¿Qué podemos aprender de casos como el de Taiwán o Suecia?

Quienes aman, y por consiguiente valoran, la libertad, saben muy bien que no se puede hablar de ella en solitario, saben muy bien que su eterna compañera es la responsabilidad. Que libertad sin responsabilidad no es posible, que libertinaje no es libertad. Que la responsabilidad es asumir las consecuencias, buenas o malas, de nuestras decisiones en libertad.

Por lo que libertad para producir implica, necesariamente, responsabilidad. Debemos poner mucho cuidado que, en nuestro afán de poder sustentar nuestra vida, abrir nuestras empresas o negocios cedamos a los permisos estatales en lugar de recuperar nuestra libertad.

Recuerde que el estatismo a través del intervencionismo “asigna al Estado la tarea de guiar a sus ciudadanos y de mantenerlos bajo su tutela. Se propone restringir la libertad de acción del individuo. Pretende plasmar su destino y reserva toda iniciativa únicamente al gobierno” L. von Mises

El dilema será si ante la desesperación ¿cederemos al intervencionismo o reclamaremos nuestro derecho a la #LibertadParaProducir con responsabilidad?

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