Si en casa de herrero, cuchillo de palo, entonces en país de cultura, ministerio ausente. El dicho se hace realidad aquí, en este país en el que la riqueza cultural ha sido abandonada, ignorada y despreciada por los gobiernos de turno, al menos desde la llegada de la democracia. Y es que todo el abandono confluye en un solo lugar: el Ministerio de Cultura y Deportes que hace una semana cumplió 35 años desde su creación (Decreto Ley No. 25-86,) en 1986. Son 35 años de asaltar el patrimonio desde el Estado y dejar el arte, la música y el deporte a la suerte de aquellos lo suficientemente locos como para querer dedicarse a tan loable oficio en un país que los ignora y les roba. Y aunque no todo ha sido malo, la columna de los aplausos para esta institución prefiero dejarla para otro día, porque hoy por hoy, lo malo opaca a lo bueno.
Vamos a ello.
Hace el mismo daño quien usurpa que quien se deja usurpar. En este ministerio, los casos de corrupción sobran, como el caso de la contratación millonaria de la Constructora Sol para el mantenimiento de canchas deportivas en el Campo Marte y el barrio Gerona, o la compra de seis mil raciones de comida por Q347 mil para los 37 Juegos Escolares que nunca se celebraron. Además, el maltrato a las pocas instituciones deportivas y culturales también es cosa de todos los días. ¿Recuerdan el torneo de motocross en 2014 autorizado por el exministro Carlos Batzín en las instalaciones del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias (https://www.prensalibre.com/ guatemala/comunitario/teatro-nacional-motocicletas-patrimonio-cultural-carlos
batzin-0-1157884341/) que, hasta la fecha, continúa en un estado lamentable? El ministerio también ha tenido dirigentes que no han hecho más que calentar la silla y aprovecharse del poco interés de la población y del Gobierno de turno en el ministerio para beneficiarse y saquearlo. Por ejemplo, el pago de sobornos y los contratos extendidos a familiares por parte del exministro Suchité Vargas (https://www.prensalibre.com/guatemala/justicia/corrupcion-procesan-a-14-
personas-por-compras-y-contratos-anomalos-en-el-ministerio-de-cultura-breaking/) o la fiesta privada organizada por el exministro Chea Urruela (quien fracasó rotundamente en las elecciones presidenciales de 2019) para sus familiares en 2016 (https://www.guatevision.com/historico/ ministro-usa-el-palacio-nacional-para-una-fiesta-familiar). Y hay muchos casos más.
Una búsqueda rápida por los pocos periódicos serios de este país da cuenta de que el Ministerio de Cultura y Deportes ha sido un comodín para los gobiernos de turno. Allí se pagan favores, se llenan cupos, se tapan promesas de campaña. Es el “ministerio desagüe” —junto con el de Desarrollo Social— porque al Estado no le importa la Cultura y no le importa el Deporte. Los deportistas y artistas que han triunfado en este país lo han hecho sin ayuda, sumidos en el abandono institucional, a puro sudor y lágrimas —demasiadas— propias. Prueba de ello está en las paupérrimas condiciones en las que se encuentran las escuelas de arte y música del país (https://elperiodico.com.gt/cultura/2021/01/20/escuelas-de-arte-en-la-mira-del-ministerio-de
cultura/), como la Escuela Nacional de Arte Dramático “Carlos Figueroa Juárez”, la Escuela de Danza “Marcelle Bonge de Devaux”, la Escuela Nacional de Artes Plásticas “Rafael Rodríguez Padilla”, el Conservatorio Nacional de Música “Germán Alcántara” y el emblemático Centro Cultural “Miguel Ángel Asturias”.
Es culpa del Estado, claro. Pero también es culpa nuestra. Se puede culpar al Estado solo después de haber pasado por un autoexamen honesto. Y sí: somos responsables por permitir que por este ministerio hay desfilado una serie de impresentables y por quedarnos de brazos cruzados sin exigir que con nuestros impuestos se invierta en arte, en música, en teatro y en deporte —no solo en el fracasado fútbol nacional—, pues junto con la educación, son las vías más efectivas para erradicar la violencia, educar a la sociedad y elevar el valor de un país que tiene una riqueza cultural desbordante, pero silenciada a golpes de corrupción. Cada uno de nosotros, dentro de nuestras responsabilidades personales y profesionales tiene el deber de velar por la Cultura y el Deporte. Por ejemplo, desde el periodismo tenemos que informar con más contenido y calidad a la población sobre estos temas; contar las historias culturales y deportivas que no se cuentan, denunciar los abusos que no salen a la luz y presionar y fiscalizar a los funcionarios públicos que llegan al Palacio Nacional a dormir, festejar y cobrar jugosos salarios.
Nuestras autoridades nos deben una institución eficaz, profesional, seria y digna. De lo contrario, pasarán otros 35 años con un ministerio con más penas que glorias. @jdgodoy95 / @jdgodoyes / Únete al chat para recibir La Columna Semanal y el Informe Godoy: https://chat.whatsapp.com/L19b5HubJvhGgtnUfWvHsP
Si en casa de herrero, cuchillo de palo, entonces en país de cultura, ministerio ausente. El dicho se hace realidad aquí, en este país en el que la riqueza cultural ha sido abandonada, ignorada y despreciada por los gobiernos de turno, al menos desde la llegada de la democracia. Y es que todo el abandono confluye en un solo lugar: el Ministerio de Cultura y Deportes que hace una semana cumplió 35 años desde su creación (Decreto Ley No. 25-86,) en 1986. Son 35 años de asaltar el patrimonio desde el Estado y dejar el arte, la música y el deporte a la suerte de aquellos lo suficientemente locos como para querer dedicarse a tan loable oficio en un país que los ignora y les roba. Y aunque no todo ha sido malo, la columna de los aplausos para esta institución prefiero dejarla para otro día, porque hoy por hoy, lo malo opaca a lo bueno.
Vamos a ello.
Hace el mismo daño quien usurpa que quien se deja usurpar. En este ministerio, los casos de corrupción sobran, como el caso de la contratación millonaria de la Constructora Sol para el mantenimiento de canchas deportivas en el Campo Marte y el barrio Gerona, o la compra de seis mil raciones de comida por Q347 mil para los 37 Juegos Escolares que nunca se celebraron. Además, el maltrato a las pocas instituciones deportivas y culturales también es cosa de todos los días. ¿Recuerdan el torneo de motocross en 2014 autorizado por el exministro Carlos Batzín en las instalaciones del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias (https://www.prensalibre.com/ guatemala/comunitario/teatro-nacional-motocicletas-patrimonio-cultural-carlos
batzin-0-1157884341/) que, hasta la fecha, continúa en un estado lamentable? El ministerio también ha tenido dirigentes que no han hecho más que calentar la silla y aprovecharse del poco interés de la población y del Gobierno de turno en el ministerio para beneficiarse y saquearlo. Por ejemplo, el pago de sobornos y los contratos extendidos a familiares por parte del exministro Suchité Vargas (https://www.prensalibre.com/guatemala/justicia/corrupcion-procesan-a-14-
personas-por-compras-y-contratos-anomalos-en-el-ministerio-de-cultura-breaking/) o la fiesta privada organizada por el exministro Chea Urruela (quien fracasó rotundamente en las elecciones presidenciales de 2019) para sus familiares en 2016 (https://www.guatevision.com/historico/ ministro-usa-el-palacio-nacional-para-una-fiesta-familiar). Y hay muchos casos más.
Una búsqueda rápida por los pocos periódicos serios de este país da cuenta de que el Ministerio de Cultura y Deportes ha sido un comodín para los gobiernos de turno. Allí se pagan favores, se llenan cupos, se tapan promesas de campaña. Es el “ministerio desagüe” —junto con el de Desarrollo Social— porque al Estado no le importa la Cultura y no le importa el Deporte. Los deportistas y artistas que han triunfado en este país lo han hecho sin ayuda, sumidos en el abandono institucional, a puro sudor y lágrimas —demasiadas— propias. Prueba de ello está en las paupérrimas condiciones en las que se encuentran las escuelas de arte y música del país (https://elperiodico.com.gt/cultura/2021/01/20/escuelas-de-arte-en-la-mira-del-ministerio-de
cultura/), como la Escuela Nacional de Arte Dramático “Carlos Figueroa Juárez”, la Escuela de Danza “Marcelle Bonge de Devaux”, la Escuela Nacional de Artes Plásticas “Rafael Rodríguez Padilla”, el Conservatorio Nacional de Música “Germán Alcántara” y el emblemático Centro Cultural “Miguel Ángel Asturias”.
Es culpa del Estado, claro. Pero también es culpa nuestra. Se puede culpar al Estado solo después de haber pasado por un autoexamen honesto. Y sí: somos responsables por permitir que por este ministerio hay desfilado una serie de impresentables y por quedarnos de brazos cruzados sin exigir que con nuestros impuestos se invierta en arte, en música, en teatro y en deporte —no solo en el fracasado fútbol nacional—, pues junto con la educación, son las vías más efectivas para erradicar la violencia, educar a la sociedad y elevar el valor de un país que tiene una riqueza cultural desbordante, pero silenciada a golpes de corrupción. Cada uno de nosotros, dentro de nuestras responsabilidades personales y profesionales tiene el deber de velar por la Cultura y el Deporte. Por ejemplo, desde el periodismo tenemos que informar con más contenido y calidad a la población sobre estos temas; contar las historias culturales y deportivas que no se cuentan, denunciar los abusos que no salen a la luz y presionar y fiscalizar a los funcionarios públicos que llegan al Palacio Nacional a dormir, festejar y cobrar jugosos salarios.
Nuestras autoridades nos deben una institución eficaz, profesional, seria y digna. De lo contrario, pasarán otros 35 años con un ministerio con más penas que glorias. @jdgodoy95 / @jdgodoyes / Únete al chat para recibir La Columna Semanal y el Informe Godoy: https://chat.whatsapp.com/L19b5HubJvhGgtnUfWvHsP