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Asalto a la Cultura: el ministerio desagüe

Juan Diego Godoy
27 de enero, 2021

Si en casa de herrero, cuchillo de palo, entonces en país de cultura, ministerio ausente. El dicho  se hace realidad aquí, en este país en el que la riqueza cultural ha sido abandonada, ignorada y  despreciada por los gobiernos de turno, al menos desde la llegada de la democracia. Y es que  todo el abandono confluye en un solo lugar: el Ministerio de Cultura y Deportes que hace una  semana cumplió 35 años desde su creación (Decreto Ley No. 25-86,) en 1986. Son 35 años de  asaltar el patrimonio desde el Estado y dejar el arte, la música y el deporte a la suerte de aquellos  lo suficientemente locos como para querer dedicarse a tan loable oficio en un país que los ignora  y les roba. Y aunque no todo ha sido malo, la columna de los aplausos para esta institución  prefiero dejarla para otro día, porque hoy por hoy, lo malo opaca a lo bueno. 

Vamos a ello. 

Hace el mismo daño quien usurpa que quien se deja usurpar. En este ministerio, los casos de  corrupción sobran, como el caso de la contratación millonaria de la Constructora Sol para el  mantenimiento de canchas deportivas en el Campo Marte y el barrio Gerona, o la compra de seis  mil raciones de comida por Q347 mil para los 37 Juegos Escolares que nunca se celebraron.  Además, el maltrato a las pocas instituciones deportivas y culturales también es cosa de todos  los días. ¿Recuerdan el torneo de motocross en 2014 autorizado por el exministro Carlos Batzín  en las instalaciones del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias (https://www.prensalibre.com/ guatemala/comunitario/teatro-nacional-motocicletas-patrimonio-cultural-carlos 

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

batzin-0-1157884341/) que, hasta la fecha, continúa en un estado lamentable? El ministerio  también ha tenido dirigentes que no han hecho más que calentar la silla y aprovecharse del poco  interés de la población y del Gobierno de turno en el ministerio para beneficiarse y saquearlo. Por  ejemplo, el pago de sobornos y los contratos extendidos a familiares por parte del exministro  Suchité Vargas (https://www.prensalibre.com/guatemala/justicia/corrupcion-procesan-a-14- 

personas-por-compras-y-contratos-anomalos-en-el-ministerio-de-cultura-breaking/) o la fiesta  privada organizada por el exministro Chea Urruela (quien fracasó rotundamente en las elecciones  presidenciales de 2019) para sus familiares en 2016 (https://www.guatevision.com/historico/ ministro-usa-el-palacio-nacional-para-una-fiesta-familiar). Y hay muchos casos más.  

Una búsqueda rápida por los pocos periódicos serios de este país da cuenta de que el Ministerio  de Cultura y Deportes ha sido un comodín para los gobiernos de turno. Allí se pagan favores, se  llenan cupos, se tapan promesas de campaña. Es el “ministerio desagüe” —junto con el de  Desarrollo Social— porque al Estado no le importa la Cultura y no le importa el Deporte. Los  deportistas y artistas que han triunfado en este país lo han hecho sin ayuda, sumidos en el  abandono institucional, a puro sudor y lágrimas —demasiadas— propias. Prueba de ello está en  las paupérrimas condiciones en las que se encuentran las escuelas de arte y música del país  (https://elperiodico.com.gt/cultura/2021/01/20/escuelas-de-arte-en-la-mira-del-ministerio-de 

cultura/), como la Escuela Nacional de Arte Dramático “Carlos Figueroa Juárez”, la Escuela de  Danza “Marcelle Bonge de Devaux”, la Escuela Nacional de Artes Plásticas “Rafael Rodríguez  Padilla”, el Conservatorio Nacional de Música “Germán Alcántara” y el emblemático Centro  Cultural “Miguel Ángel Asturias”.  

Es culpa del Estado, claro. Pero también es culpa nuestra. Se puede culpar al Estado solo  después de haber pasado por un autoexamen honesto. Y sí: somos responsables por permitir  que por este ministerio hay desfilado una serie de impresentables y por quedarnos de brazos  cruzados sin exigir que con nuestros impuestos se invierta en arte, en música, en teatro y en  deporte —no solo en el fracasado fútbol nacional—, pues junto con la educación, son las vías  más efectivas para erradicar la violencia, educar a la sociedad y elevar el valor de un país que  tiene una riqueza cultural desbordante, pero silenciada a golpes de corrupción. Cada uno de  nosotros, dentro de nuestras responsabilidades personales y profesionales tiene el deber de velar  por la Cultura y el Deporte. Por ejemplo, desde el periodismo tenemos que informar con más  contenido y calidad a la población sobre estos temas; contar las historias culturales y deportivas  que no se cuentan, denunciar los abusos que no salen a la luz y presionar y fiscalizar a los  funcionarios públicos que llegan al Palacio Nacional a dormir, festejar y cobrar jugosos salarios. 

Nuestras autoridades nos deben una institución eficaz, profesional, seria y digna. De lo contrario,  pasarán otros 35 años con un ministerio con más penas que glorias.  @jdgodoy95 / @jdgodoyes / Únete al chat para recibir La Columna Semanal y el Informe Godoy:  https://chat.whatsapp.com/L19b5HubJvhGgtnUfWvHsP

Asalto a la Cultura: el ministerio desagüe

Juan Diego Godoy
27 de enero, 2021

Si en casa de herrero, cuchillo de palo, entonces en país de cultura, ministerio ausente. El dicho  se hace realidad aquí, en este país en el que la riqueza cultural ha sido abandonada, ignorada y  despreciada por los gobiernos de turno, al menos desde la llegada de la democracia. Y es que  todo el abandono confluye en un solo lugar: el Ministerio de Cultura y Deportes que hace una  semana cumplió 35 años desde su creación (Decreto Ley No. 25-86,) en 1986. Son 35 años de  asaltar el patrimonio desde el Estado y dejar el arte, la música y el deporte a la suerte de aquellos  lo suficientemente locos como para querer dedicarse a tan loable oficio en un país que los ignora  y les roba. Y aunque no todo ha sido malo, la columna de los aplausos para esta institución  prefiero dejarla para otro día, porque hoy por hoy, lo malo opaca a lo bueno. 

Vamos a ello. 

Hace el mismo daño quien usurpa que quien se deja usurpar. En este ministerio, los casos de  corrupción sobran, como el caso de la contratación millonaria de la Constructora Sol para el  mantenimiento de canchas deportivas en el Campo Marte y el barrio Gerona, o la compra de seis  mil raciones de comida por Q347 mil para los 37 Juegos Escolares que nunca se celebraron.  Además, el maltrato a las pocas instituciones deportivas y culturales también es cosa de todos  los días. ¿Recuerdan el torneo de motocross en 2014 autorizado por el exministro Carlos Batzín  en las instalaciones del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias (https://www.prensalibre.com/ guatemala/comunitario/teatro-nacional-motocicletas-patrimonio-cultural-carlos 

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batzin-0-1157884341/) que, hasta la fecha, continúa en un estado lamentable? El ministerio  también ha tenido dirigentes que no han hecho más que calentar la silla y aprovecharse del poco  interés de la población y del Gobierno de turno en el ministerio para beneficiarse y saquearlo. Por  ejemplo, el pago de sobornos y los contratos extendidos a familiares por parte del exministro  Suchité Vargas (https://www.prensalibre.com/guatemala/justicia/corrupcion-procesan-a-14- 

personas-por-compras-y-contratos-anomalos-en-el-ministerio-de-cultura-breaking/) o la fiesta  privada organizada por el exministro Chea Urruela (quien fracasó rotundamente en las elecciones  presidenciales de 2019) para sus familiares en 2016 (https://www.guatevision.com/historico/ ministro-usa-el-palacio-nacional-para-una-fiesta-familiar). Y hay muchos casos más.  

Una búsqueda rápida por los pocos periódicos serios de este país da cuenta de que el Ministerio  de Cultura y Deportes ha sido un comodín para los gobiernos de turno. Allí se pagan favores, se  llenan cupos, se tapan promesas de campaña. Es el “ministerio desagüe” —junto con el de  Desarrollo Social— porque al Estado no le importa la Cultura y no le importa el Deporte. Los  deportistas y artistas que han triunfado en este país lo han hecho sin ayuda, sumidos en el  abandono institucional, a puro sudor y lágrimas —demasiadas— propias. Prueba de ello está en  las paupérrimas condiciones en las que se encuentran las escuelas de arte y música del país  (https://elperiodico.com.gt/cultura/2021/01/20/escuelas-de-arte-en-la-mira-del-ministerio-de 

cultura/), como la Escuela Nacional de Arte Dramático “Carlos Figueroa Juárez”, la Escuela de  Danza “Marcelle Bonge de Devaux”, la Escuela Nacional de Artes Plásticas “Rafael Rodríguez  Padilla”, el Conservatorio Nacional de Música “Germán Alcántara” y el emblemático Centro  Cultural “Miguel Ángel Asturias”.  

Es culpa del Estado, claro. Pero también es culpa nuestra. Se puede culpar al Estado solo  después de haber pasado por un autoexamen honesto. Y sí: somos responsables por permitir  que por este ministerio hay desfilado una serie de impresentables y por quedarnos de brazos  cruzados sin exigir que con nuestros impuestos se invierta en arte, en música, en teatro y en  deporte —no solo en el fracasado fútbol nacional—, pues junto con la educación, son las vías  más efectivas para erradicar la violencia, educar a la sociedad y elevar el valor de un país que  tiene una riqueza cultural desbordante, pero silenciada a golpes de corrupción. Cada uno de  nosotros, dentro de nuestras responsabilidades personales y profesionales tiene el deber de velar  por la Cultura y el Deporte. Por ejemplo, desde el periodismo tenemos que informar con más  contenido y calidad a la población sobre estos temas; contar las historias culturales y deportivas  que no se cuentan, denunciar los abusos que no salen a la luz y presionar y fiscalizar a los  funcionarios públicos que llegan al Palacio Nacional a dormir, festejar y cobrar jugosos salarios. 

Nuestras autoridades nos deben una institución eficaz, profesional, seria y digna. De lo contrario,  pasarán otros 35 años con un ministerio con más penas que glorias.  @jdgodoy95 / @jdgodoyes / Únete al chat para recibir La Columna Semanal y el Informe Godoy:  https://chat.whatsapp.com/L19b5HubJvhGgtnUfWvHsP