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¿Espera que hable? No Mr. Bond, ¡Espero que muera!

Warren Orbaugh
11 de octubre, 2021

Recientemente se estrenó la última película de James Bond: Sin Tiempo para Morir. No voy a comentar sobre esta película, pues no deseo arruinársela a nadie dando detalles que reduzcan el impacto de sus sorpresas. Lo que si deseo hacer, y me parece pertinente para disfrutar más de los filmes y novelas de Bond, es analizar al comandante de la Naval Británica y proponer por qué causa tal fascinación entre el público.

El famoso diálogo entre Goldfinger y el comandante Bond, «¿Espera que hable?» «No, mr. Bond, ¡espero que muera!», enfatiza el hecho de que para James Bond, la muerte está siempre a la vuelta de la esquina. En tanto está en una misión, el 007 enfrenta constantemente la posibilidad de su propia muerte. Es consciente, continuamente, de que puede morir en cualquier momento, y que no hay forma de escapar a esta realidad.

Mientras que la situación de Bond puede ser ligeramente diferente a la del individuo común y corriente, su encuentro constante con la posibilidad de su propia muerte resalta un hecho que todos debemos encarar – como humanos somos todos mortales. Puede que no estemos forzados a afrontar esta dura realidad diariamente como Bond, pero el hecho de que es una realidad inescapable de la vida persiste.

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Entonces, ante esta realidad, la pregunta es ¿cómo debemos entender la vida? ¿Cómo debemos vivir? Los filósofos Existencialistas exploraron esta cuestión. Martin Heidegger en su libro Ser y Tiempo destaca el hecho de que los humanos experimentamos la muerte como una constante posibilidad, y la llama un estado de “ser-hacia-la muerte”. Ya sea que lo admitamos o no, vivimos nuestras vidas como “hacia-la muerte” todos los días, acercándonos cada día al momento en que ya no existiremos más. Y como ateos, Heidegger, Nietzsche y Sartre, sostienen que no hay una vida después de la muerte, así que la muerte es el final.

En la novela Vive y deja Morir, Bond hace eco de la noción de Heidegger de ser-hacia-la muerte cuando piensa, «No hay nada que hacer al respecto. Empiezas a morir en el momento en que naces. La totalidad de la vida es atravesar el paquete con la muerte».

En la novela y película El Mundo no es Suficiente, Bond nos da un indicio de cómo enfrenta esta situación. Elektra al ver el hombro herido de James dice: «Pobre hombro, se ve que es doloroso… ¿Qué haces para sobrevivir?» Y uno se pregunta esto también. ¿Cómo puede dejar atrás todo el dolor, las injusticias en el mundo, la pérdida de seres queridos, y seguir adelante? James responde a la pregunta de esta manera: «Disfruto de la extraordinaria belleza». ¡Brillante! Bond sobrevive al abrazar el placer sensual y el ámbito estético de la existencia. Bond deriva placer en detalles como preparar sus propios martinis y nombrarlos con nombres de mujeres, ordenar los mejores vinos, el mejor caviar, las mejores comidas, y seducir a las más bellas mujeres. 

Nietzsche afirma que es responsabilidad de cada uno de nosotros determinar nuestros propios valores, nuestro propio propósito y significado en la vida. Debemos encontrar el medio de hacer nuestras vidas auténticamente propias, y darles nuestro propio propósito individual. Esto quiere decir que en vez de buscar que creer y como vivir, en las normas sociales, tendencias del momento y moda, y perdernos en la plebe, debemos tener el coraje de tomar la responsabilidad de hacer algo de nosotros mismos, y ser suficientemente creativos para determinar nuestra razón individual para vivir. La persona que es suficientemente fuerte para hacer esto es aquella a quien Nietzsche llama un “superhombre” (Übermensch). Lo más importante en la vida, dice Nietzsche, es darle “estilo y clase” a la propia existencia – encontrar el modo de que nuestra vida se conforme a un “plan estético” de nuestra propia creación. 

Bond se eleva por encima de lo vulgar convirtiéndose en un burgués aristócrata, en el sentido correcto del término. Su hedonismo es consistente con la proclama de Zarathustra que dice: «Lo mejor me pertenece y es mío; y si no nos es dado, lo tomamos: ¡la mejor comida, el cielo más límpido, los pensamientos más robustos, las mujeres más hermosas!». 

El hedonismo de Bond es totalmente disciplinado. Consiste en un fino balance entre el dolor y el placer. No se entrega a placeres gastronómicos y sensuales como fin en sí mismos y ciertamente no se achica ante el sufrimiento. Más bien, combina el placer y el dolor para enriquecer su vida, para intensificar la calidad de sus experiencias. Su gusto es controlado: el banquete de los sentidos es un premio por el peligroso trabajo que hace en nombre de un mundo libre.

Bond, cuando está en una misión, se convierte en cierto sentido, en un superhombre con recursos y poder ilimitados. Como 007 trasciende lo cotidiano y se transforma en un individuo heroico. Pero descubre que distinguir entre lo bueno y lo malo no es tan fácil. En Casino Royal tiene una crisis de conciencia. Se pregunta, que tal si en realidad no está trabajando para los buenos. ¿Cómo sabría si no esta del lado incorrecto? ¿Cómo puede estar seguro si hace algún bien para el mundo? En este punto, Bond se ha movido más allá del bien y del mal. Considera renunciar al M16. Pero un agente francés llamado Mathis aconseja a Bond: «Debes entender el mal en términos de algo personal en lugar de como un principio abstracto.» Bond reflexiona sobre esto y contempla la idea de lo que sería matar por venganza personal en lugar de por “una alta causa moral o por el bien de la patria”. Mathis le sugirió: «Rodéate de seres humanos, querido James. Es más fácil pelear por ellos que por principios». Así Bond soluciona su crisis moral y decide seguir siendo el 007. A partir de entonces lo convierte en personal y vemos en sus películas un ejemplo de Bond siendo motivado por una vendetta personal, algo que queda muy claro en Goldeneye, cuando previo a matar a Alec Trevelyan su antiguo amigo, éste le dice: «¿Por Inglaterra James?» «No», responde Bond, «por mí».

Y me parece que Bond fascina al público porque es un paradigma Existencialista. Su primera lección en ese encuentro con nuestra propia mortalidad, nuestro “ser-hacia-la muerte”, es no enfocarse en la muerte sino en que haremos de la vida. Bond nos enseña que le corresponde a cada uno, individualmente, establecer el “significado de su propia vida”, de crear sus propios valores. Bond es un ejemplo del héroe Existencialista, pues el crea el significado de su vida y sus propias razones para vivir. Hace la situación en el mundo suya, y le da a su vida “estilo y clase”. James crea el significado en su vida en la “extraordinaria belleza”, el placer sensual y la vendetta personal. James nos enseña que hay que abrazar y amar la vida, como venga, con sus placeres y sus dolores. Si tenemos la valentía y la creatividad para abrazar nuestra propia libertad, es posible apreciar nuestra vida y disfrutar el tiempo de nuestra existencia. 

Después de escapar de la muerte por un pelo, un pasaje en Casino Royal describe esta actitud existencialista de James: “Bond estaba sentado al lado de la ventana y disfrutaba el estar vivo.”

¿Espera que hable? No Mr. Bond, ¡Espero que muera!

Warren Orbaugh
11 de octubre, 2021

Recientemente se estrenó la última película de James Bond: Sin Tiempo para Morir. No voy a comentar sobre esta película, pues no deseo arruinársela a nadie dando detalles que reduzcan el impacto de sus sorpresas. Lo que si deseo hacer, y me parece pertinente para disfrutar más de los filmes y novelas de Bond, es analizar al comandante de la Naval Británica y proponer por qué causa tal fascinación entre el público.

El famoso diálogo entre Goldfinger y el comandante Bond, «¿Espera que hable?» «No, mr. Bond, ¡espero que muera!», enfatiza el hecho de que para James Bond, la muerte está siempre a la vuelta de la esquina. En tanto está en una misión, el 007 enfrenta constantemente la posibilidad de su propia muerte. Es consciente, continuamente, de que puede morir en cualquier momento, y que no hay forma de escapar a esta realidad.

Mientras que la situación de Bond puede ser ligeramente diferente a la del individuo común y corriente, su encuentro constante con la posibilidad de su propia muerte resalta un hecho que todos debemos encarar – como humanos somos todos mortales. Puede que no estemos forzados a afrontar esta dura realidad diariamente como Bond, pero el hecho de que es una realidad inescapable de la vida persiste.

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Entonces, ante esta realidad, la pregunta es ¿cómo debemos entender la vida? ¿Cómo debemos vivir? Los filósofos Existencialistas exploraron esta cuestión. Martin Heidegger en su libro Ser y Tiempo destaca el hecho de que los humanos experimentamos la muerte como una constante posibilidad, y la llama un estado de “ser-hacia-la muerte”. Ya sea que lo admitamos o no, vivimos nuestras vidas como “hacia-la muerte” todos los días, acercándonos cada día al momento en que ya no existiremos más. Y como ateos, Heidegger, Nietzsche y Sartre, sostienen que no hay una vida después de la muerte, así que la muerte es el final.

En la novela Vive y deja Morir, Bond hace eco de la noción de Heidegger de ser-hacia-la muerte cuando piensa, «No hay nada que hacer al respecto. Empiezas a morir en el momento en que naces. La totalidad de la vida es atravesar el paquete con la muerte».

En la novela y película El Mundo no es Suficiente, Bond nos da un indicio de cómo enfrenta esta situación. Elektra al ver el hombro herido de James dice: «Pobre hombro, se ve que es doloroso… ¿Qué haces para sobrevivir?» Y uno se pregunta esto también. ¿Cómo puede dejar atrás todo el dolor, las injusticias en el mundo, la pérdida de seres queridos, y seguir adelante? James responde a la pregunta de esta manera: «Disfruto de la extraordinaria belleza». ¡Brillante! Bond sobrevive al abrazar el placer sensual y el ámbito estético de la existencia. Bond deriva placer en detalles como preparar sus propios martinis y nombrarlos con nombres de mujeres, ordenar los mejores vinos, el mejor caviar, las mejores comidas, y seducir a las más bellas mujeres. 

Nietzsche afirma que es responsabilidad de cada uno de nosotros determinar nuestros propios valores, nuestro propio propósito y significado en la vida. Debemos encontrar el medio de hacer nuestras vidas auténticamente propias, y darles nuestro propio propósito individual. Esto quiere decir que en vez de buscar que creer y como vivir, en las normas sociales, tendencias del momento y moda, y perdernos en la plebe, debemos tener el coraje de tomar la responsabilidad de hacer algo de nosotros mismos, y ser suficientemente creativos para determinar nuestra razón individual para vivir. La persona que es suficientemente fuerte para hacer esto es aquella a quien Nietzsche llama un “superhombre” (Übermensch). Lo más importante en la vida, dice Nietzsche, es darle “estilo y clase” a la propia existencia – encontrar el modo de que nuestra vida se conforme a un “plan estético” de nuestra propia creación. 

Bond se eleva por encima de lo vulgar convirtiéndose en un burgués aristócrata, en el sentido correcto del término. Su hedonismo es consistente con la proclama de Zarathustra que dice: «Lo mejor me pertenece y es mío; y si no nos es dado, lo tomamos: ¡la mejor comida, el cielo más límpido, los pensamientos más robustos, las mujeres más hermosas!». 

El hedonismo de Bond es totalmente disciplinado. Consiste en un fino balance entre el dolor y el placer. No se entrega a placeres gastronómicos y sensuales como fin en sí mismos y ciertamente no se achica ante el sufrimiento. Más bien, combina el placer y el dolor para enriquecer su vida, para intensificar la calidad de sus experiencias. Su gusto es controlado: el banquete de los sentidos es un premio por el peligroso trabajo que hace en nombre de un mundo libre.

Bond, cuando está en una misión, se convierte en cierto sentido, en un superhombre con recursos y poder ilimitados. Como 007 trasciende lo cotidiano y se transforma en un individuo heroico. Pero descubre que distinguir entre lo bueno y lo malo no es tan fácil. En Casino Royal tiene una crisis de conciencia. Se pregunta, que tal si en realidad no está trabajando para los buenos. ¿Cómo sabría si no esta del lado incorrecto? ¿Cómo puede estar seguro si hace algún bien para el mundo? En este punto, Bond se ha movido más allá del bien y del mal. Considera renunciar al M16. Pero un agente francés llamado Mathis aconseja a Bond: «Debes entender el mal en términos de algo personal en lugar de como un principio abstracto.» Bond reflexiona sobre esto y contempla la idea de lo que sería matar por venganza personal en lugar de por “una alta causa moral o por el bien de la patria”. Mathis le sugirió: «Rodéate de seres humanos, querido James. Es más fácil pelear por ellos que por principios». Así Bond soluciona su crisis moral y decide seguir siendo el 007. A partir de entonces lo convierte en personal y vemos en sus películas un ejemplo de Bond siendo motivado por una vendetta personal, algo que queda muy claro en Goldeneye, cuando previo a matar a Alec Trevelyan su antiguo amigo, éste le dice: «¿Por Inglaterra James?» «No», responde Bond, «por mí».

Y me parece que Bond fascina al público porque es un paradigma Existencialista. Su primera lección en ese encuentro con nuestra propia mortalidad, nuestro “ser-hacia-la muerte”, es no enfocarse en la muerte sino en que haremos de la vida. Bond nos enseña que le corresponde a cada uno, individualmente, establecer el “significado de su propia vida”, de crear sus propios valores. Bond es un ejemplo del héroe Existencialista, pues el crea el significado de su vida y sus propias razones para vivir. Hace la situación en el mundo suya, y le da a su vida “estilo y clase”. James crea el significado en su vida en la “extraordinaria belleza”, el placer sensual y la vendetta personal. James nos enseña que hay que abrazar y amar la vida, como venga, con sus placeres y sus dolores. Si tenemos la valentía y la creatividad para abrazar nuestra propia libertad, es posible apreciar nuestra vida y disfrutar el tiempo de nuestra existencia. 

Después de escapar de la muerte por un pelo, un pasaje en Casino Royal describe esta actitud existencialista de James: “Bond estaba sentado al lado de la ventana y disfrutaba el estar vivo.”