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¡Desenterremos a Cristóbal!

Carolina Castellanos
15 de octubre, 2021

Con todo el respeto que se merece el valiente y perseverante navegante español, creo que es momento de desenterrarlo. Le pediremos que “desande lo andado”. Esta vez, saldrá de Guatemala rumbo a Europa. Desembarcará en España, se subirá a un caballo y llegará a Suecia. Encontrará a un montón de “canchitos” y gritará a los cuatro vientos ¡los vengo a conquistar! ¡Este país es ahora mío! 

Hay más de 450,000 kilómetros cuadrados de extensión territorial. Casi todos tienen internet así que será muy fácil informarles que ahora soy yo, Cristóbal, quien mandará aquí. Los diez millones de habitantes me harán caso. Si alguien se rehúsa, enviaré hordas y serán sometidos. Habiendo tantos recursos en este rico país, tendré suficiente para comprar a miles de ciudadanos.

Si este imaginario relato fuera cierto, seguramente no hubieran habido estatuas derribadas, insultos llenos de odio y resentimiento, exigencias irreales e inalcanzables y, mucho menos, un retorno al pasado en el que las tierras se les devolverán a los “pueblos originarios”, cualesquiera que éstos hayan sido.

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Es muy fácil destruir cuando se está amparado detrás de una manipulación racial que se dice víctima de despojos, discriminación y odio. Si no hubiera dinero de por medio, ninguno que se dice indígena, de cualquier etnia, aceptaría pronunciar esos discursos. Esos “canchitos” nos quieren conquistar nuevamente. No entienden nada de nuestra historia y actúan simplemente porque se creen superiores y usan esa ideología destructiva llena de odio y resentimiento para empoderar a fracasados que buscan protagonismo y, sobre todo, dinero y poder.

Vemos con frecuencia a esos pseudo líderes gritar frente a las cámaras y micrófonos de los medios de comunicación. Nos acusan al resto de sus problemas y exigen que la historia retroceda empezando por devolverles lo que consideran propio.

Usted, amable lector, que trabaja, paga impuestos y genera empleos directos e indirectos, es más dueño de esta tierra chapina que aquellos que solo se quejan, reclaman, exigen y destruyen todo lo que tocan. Somos nosotros, los que trabajamos honradamente, los que merecemos vivir mejor. Son aquellos que no han tenido las oportunidades que hemos tenido nosotros, los que se merecen un trato digno, empezando por una educación que les permita crecer, emprender y vivir con dignidad. 

Las comunidades más lejanas, que no tienen acceso a casi nada, merecen la entrega total del gobierno de turno para que tengan acceso a educación, salud, carreteras, comunicación más allá de un celular y hasta de internet para que salgan de ese mundo olvidado que es la tierra fértil en la que depredan los destructores y gritones que vimos en el día de la hispanidad.

La conquista fue la excusa para volver a las andadas después de mucho tiempo de no poder hacerlo pues la pandemia dejó sin dinero a esos países “donantes”. El año pasado también hubo 12 de octubre, pero los agarró sin patrocinador. Esto es una muestra más que el objetivo de estos grupúsculos es despojar, imponer, robar y destruir. Usted y yo somos piedras en el camino y harán lo que sea: usar la ideología de izquierda para victimizarse por ser unos “pobres indígenas marginados”. 

Recordemos siempre que ese es un pequeño grupo. “Los buenos somos más” decían por allí. Indígenas, ladinos, mestizos y cualquier otra raza, etnia, origen, ciudadanía o lo que sea, seguiremos trabajando, viviendo a plenitud, sorteando obstáculos y, sobre todo, sintiéndonos orgullosos de ser chapines en alma, corazón y espíritu.

¡Desenterremos a Cristóbal!

Carolina Castellanos
15 de octubre, 2021

Con todo el respeto que se merece el valiente y perseverante navegante español, creo que es momento de desenterrarlo. Le pediremos que “desande lo andado”. Esta vez, saldrá de Guatemala rumbo a Europa. Desembarcará en España, se subirá a un caballo y llegará a Suecia. Encontrará a un montón de “canchitos” y gritará a los cuatro vientos ¡los vengo a conquistar! ¡Este país es ahora mío! 

Hay más de 450,000 kilómetros cuadrados de extensión territorial. Casi todos tienen internet así que será muy fácil informarles que ahora soy yo, Cristóbal, quien mandará aquí. Los diez millones de habitantes me harán caso. Si alguien se rehúsa, enviaré hordas y serán sometidos. Habiendo tantos recursos en este rico país, tendré suficiente para comprar a miles de ciudadanos.

Si este imaginario relato fuera cierto, seguramente no hubieran habido estatuas derribadas, insultos llenos de odio y resentimiento, exigencias irreales e inalcanzables y, mucho menos, un retorno al pasado en el que las tierras se les devolverán a los “pueblos originarios”, cualesquiera que éstos hayan sido.

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Es muy fácil destruir cuando se está amparado detrás de una manipulación racial que se dice víctima de despojos, discriminación y odio. Si no hubiera dinero de por medio, ninguno que se dice indígena, de cualquier etnia, aceptaría pronunciar esos discursos. Esos “canchitos” nos quieren conquistar nuevamente. No entienden nada de nuestra historia y actúan simplemente porque se creen superiores y usan esa ideología destructiva llena de odio y resentimiento para empoderar a fracasados que buscan protagonismo y, sobre todo, dinero y poder.

Vemos con frecuencia a esos pseudo líderes gritar frente a las cámaras y micrófonos de los medios de comunicación. Nos acusan al resto de sus problemas y exigen que la historia retroceda empezando por devolverles lo que consideran propio.

Usted, amable lector, que trabaja, paga impuestos y genera empleos directos e indirectos, es más dueño de esta tierra chapina que aquellos que solo se quejan, reclaman, exigen y destruyen todo lo que tocan. Somos nosotros, los que trabajamos honradamente, los que merecemos vivir mejor. Son aquellos que no han tenido las oportunidades que hemos tenido nosotros, los que se merecen un trato digno, empezando por una educación que les permita crecer, emprender y vivir con dignidad. 

Las comunidades más lejanas, que no tienen acceso a casi nada, merecen la entrega total del gobierno de turno para que tengan acceso a educación, salud, carreteras, comunicación más allá de un celular y hasta de internet para que salgan de ese mundo olvidado que es la tierra fértil en la que depredan los destructores y gritones que vimos en el día de la hispanidad.

La conquista fue la excusa para volver a las andadas después de mucho tiempo de no poder hacerlo pues la pandemia dejó sin dinero a esos países “donantes”. El año pasado también hubo 12 de octubre, pero los agarró sin patrocinador. Esto es una muestra más que el objetivo de estos grupúsculos es despojar, imponer, robar y destruir. Usted y yo somos piedras en el camino y harán lo que sea: usar la ideología de izquierda para victimizarse por ser unos “pobres indígenas marginados”. 

Recordemos siempre que ese es un pequeño grupo. “Los buenos somos más” decían por allí. Indígenas, ladinos, mestizos y cualquier otra raza, etnia, origen, ciudadanía o lo que sea, seguiremos trabajando, viviendo a plenitud, sorteando obstáculos y, sobre todo, sintiéndonos orgullosos de ser chapines en alma, corazón y espíritu.