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La deshonestidad socialista, 4a parte

Warren Orbaugh
15 de noviembre, 2021

En mi entrega anterior indiqué que, la deshonestidad es crear una supuesta realidad que reemplaza la que a uno no le gusta. 

La deshonestidad es construir otro hecho para reemplazar el hecho actual. Cuando uno deliberadamente no mira algo que a uno le disgusta, y uno hace o finge algo irreal para reemplazarlo, entonces, la acción es específicamente deshonesta. Fingir, falsificar la realidad es un acto fútil, inútil, porque no crea un universo alternativo en el cual, los deseos del deshonesto de alterar ciertos hechos, milagrosamente se cumplirán. Sólo aquello que existe puede tener un efecto florecedor en una persona, sólo lo que es real puede ser valioso para alguien. Por eso el socialismo que finge una realidad que no existe no es un valor para nadie. Excepto para aquellos que pretenden usarlo como un medio para llegar a convertirse en la “clase regente” – los nuevos reyes y señores feudales de la era moderna.

Los socialistas para usar a las personas como medios para sus propios fines sustituyen una ética prudencial – cuyo propósito es servir de guía al individuo para que su conducta se oriente a conseguir una buena vida, prosperar, florecer – por una ética de abnegación – cuyo propósito es el sacrificio espontáneo, voluntario, de los propios intereses, deseos e incluso de la misma vida en favor de otros o de todos. Fingen que lo bueno es esta ética patológica, malsana, que establece inmediatamente que la persona no es un fin en sí misma, sino un objeto para ser usada por otros, y que Augusto Comte denominó “altruismo”. 

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Lo que quieren destruir los socialistas es al Capitalismo, por ser éste un sistema político que reconoce y protege los derechos individuales, que reconoce que cada persona es un fin en sí misma y no un objeto para ser usado o sacrificado  por otros, cualesquiera que sean los motivos aludidos; que tiene derecho de vivir su vida como prefiera; que tiene derecho a disponer libremente de sus posesiones como mejor le convenga; que tiene derecho a pensar lo que desee y emitir libremente su opinión, al estar protegido por un sistema de leyes que amparan sus libertades, leyes generales, universales y objetivas, que no obedecen a ningún interés particular, sino que sirven como las reglas de juego para que cada quien pueda florecer en la sociedad sin ser sujeto de coerción arbitraria por individuo alguno.

Indiqué cómo han tratado de destruir la lógica epistémica, esperando convencer a todo el mundo, que el concepto de mujer no es una unidad mental sintética que integra diversidad de entes de la realidad, conforme a sus características comunes – que es su denominador conceptual común – omitiendo sus diferentes medidas particulares, sino que producto de la descripción de lo que una persona siente o piensa que ella es. Así si un hombre “siente o piensa” que es mujer, entonces lo es, afirman estos deshonestos y quieren que todo el mundo acepte su declaración como verdadera y finjan que en realidad lo es y acepten que atletas hombres, que se autodenominan mujeres, pueden competir en las categorías femeninas, entrar a los vestidores y baños para mujeres. Y la consecuencia de este disparate es facilitar el camino a depravados que violan niñas en los sanitarios para mujeres, y a abusivos que lastiman a mujeres en deportes de contacto. Pero al igual que un alfeñique que se pone implantes para parecer forzudo no puede “mágicamente” levantar grandes pesos pues sigue siendo un hombre débil, estos transgéneros no pueden “mágicamente” hacer lo que hace una auténtica mujer pues siguen siendo hombres. Pero para los socialistas, el punto no es si la transformación es real o no, sino destruir la sensatez del hombre común y enfrentarlo (creando un conflicto) con aquellos que persisten en mantener la cordura. Tampoco les importan a los socialistas los derechos de las personas, y en lugar de defender los derechos de las mujeres, presionan para privilegiar a los desadaptados. Y en esta confrontación social, entre deshonestos y sensatos, si alguien osa denunciar esta injusticia, esta farsa, los socialistas, que son totalmente intolerantes, cual fanáticos religiosos, lo atacan con falacias ad hominem, lo persiguen y presionan para perjudicarlo, si es posible para que lo despidan de su trabajo, y conseguir que no lo contraten más. Acusan al honesto de “homofóbico”, “racista”, supremacista blanco”, “fascista”, etcétera, para así evitar una discusión razonable, una discusión de ideas que saben que perderían.

En su afán de distorsionar la realidad y provocar confrontación entre la población y destruir el sistema Capitalista, acusan a quienes se oponen a su iniciativa, de ser “racistas sistémicos”. Esgrimen las actitudes más racistas de las que hemos sido testigos desde 1969, exigiendo a los ciudadanos blancos que pidan perdón por ser blancos. Pretenden convencer a los niños blancos en las escuelas de que son culpables de un “pecado original racista” por ser blancos, mediante la ideología denominada “teoría racial crítica” (Critical race theory). Y cuando los padres de estos niños se oponen a que les enseñen estas mentiras a sus hijos, los socialistas insisten en que los padres no tienen nada que opinar en cuanto a la educación que se les imparte a sus criaturas. 

Ahora vemos a los socialistas que fingen ser los representantes de los “pueblos originarios” (CODECA), cuando la evidencia demuestra que no lo son, amenazando con hacer bloqueos – que violan los derechos de quienes necesitan transitar para ganarse la vida – con el propósito de combatir la corrupción – pretendiendo que finjamos que ellos no son corruptos. Protestan contra los cortes de electricidad por falta de pago y porque se la roban, argumentando que la energía eléctrica es un derecho, fingiendo que el derecho no es un principio moral que autoriza y justifica la acción del hombre según su mejor juicio para buscar sus legítimos intereses, sino que es un privilegio que se les debe dar a ellos para que dispongan a su antojo de lo que otros han producido. ¡Pretenden que finjamos que ellos tienen el derecho de violar el derecho de los demás!

También exigen que el gobierno no intervenga en El Estor, donde estos corruptos alientan las invasiones de propiedad privada y el cultivo de coca. Quieren que finjamos creer que se oponen a que funcione la minera porque según dicen, la Corte de Constitucionalidad le suspendió a ésta sus operaciones. La realidad es, sin embargo, muy distinta. La Corte de Constitucionalidad, lo que suspendió, es la licencia de explotación Fenix, la que dejó de operar desde febrero de este año al recibir la resolución de la CC. Pero la resolución no aplica a las otras dos licencias de explotación de la minera, ni a la operación de la planta procesadora. Y los socialistas, como no basan sus caprichos en la realidad, y por lo tanto, no los pueden justificar por medio de la razón, recurren siempre a la iniciación de la fuerza contra sus opositores.

EL socialismo es deshonestidad y coacción institucionalizada contra los individuos honestos.

La deshonestidad socialista, 4a parte

Warren Orbaugh
15 de noviembre, 2021

En mi entrega anterior indiqué que, la deshonestidad es crear una supuesta realidad que reemplaza la que a uno no le gusta. 

La deshonestidad es construir otro hecho para reemplazar el hecho actual. Cuando uno deliberadamente no mira algo que a uno le disgusta, y uno hace o finge algo irreal para reemplazarlo, entonces, la acción es específicamente deshonesta. Fingir, falsificar la realidad es un acto fútil, inútil, porque no crea un universo alternativo en el cual, los deseos del deshonesto de alterar ciertos hechos, milagrosamente se cumplirán. Sólo aquello que existe puede tener un efecto florecedor en una persona, sólo lo que es real puede ser valioso para alguien. Por eso el socialismo que finge una realidad que no existe no es un valor para nadie. Excepto para aquellos que pretenden usarlo como un medio para llegar a convertirse en la “clase regente” – los nuevos reyes y señores feudales de la era moderna.

Los socialistas para usar a las personas como medios para sus propios fines sustituyen una ética prudencial – cuyo propósito es servir de guía al individuo para que su conducta se oriente a conseguir una buena vida, prosperar, florecer – por una ética de abnegación – cuyo propósito es el sacrificio espontáneo, voluntario, de los propios intereses, deseos e incluso de la misma vida en favor de otros o de todos. Fingen que lo bueno es esta ética patológica, malsana, que establece inmediatamente que la persona no es un fin en sí misma, sino un objeto para ser usada por otros, y que Augusto Comte denominó “altruismo”. 

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Lo que quieren destruir los socialistas es al Capitalismo, por ser éste un sistema político que reconoce y protege los derechos individuales, que reconoce que cada persona es un fin en sí misma y no un objeto para ser usado o sacrificado  por otros, cualesquiera que sean los motivos aludidos; que tiene derecho de vivir su vida como prefiera; que tiene derecho a disponer libremente de sus posesiones como mejor le convenga; que tiene derecho a pensar lo que desee y emitir libremente su opinión, al estar protegido por un sistema de leyes que amparan sus libertades, leyes generales, universales y objetivas, que no obedecen a ningún interés particular, sino que sirven como las reglas de juego para que cada quien pueda florecer en la sociedad sin ser sujeto de coerción arbitraria por individuo alguno.

Indiqué cómo han tratado de destruir la lógica epistémica, esperando convencer a todo el mundo, que el concepto de mujer no es una unidad mental sintética que integra diversidad de entes de la realidad, conforme a sus características comunes – que es su denominador conceptual común – omitiendo sus diferentes medidas particulares, sino que producto de la descripción de lo que una persona siente o piensa que ella es. Así si un hombre “siente o piensa” que es mujer, entonces lo es, afirman estos deshonestos y quieren que todo el mundo acepte su declaración como verdadera y finjan que en realidad lo es y acepten que atletas hombres, que se autodenominan mujeres, pueden competir en las categorías femeninas, entrar a los vestidores y baños para mujeres. Y la consecuencia de este disparate es facilitar el camino a depravados que violan niñas en los sanitarios para mujeres, y a abusivos que lastiman a mujeres en deportes de contacto. Pero al igual que un alfeñique que se pone implantes para parecer forzudo no puede “mágicamente” levantar grandes pesos pues sigue siendo un hombre débil, estos transgéneros no pueden “mágicamente” hacer lo que hace una auténtica mujer pues siguen siendo hombres. Pero para los socialistas, el punto no es si la transformación es real o no, sino destruir la sensatez del hombre común y enfrentarlo (creando un conflicto) con aquellos que persisten en mantener la cordura. Tampoco les importan a los socialistas los derechos de las personas, y en lugar de defender los derechos de las mujeres, presionan para privilegiar a los desadaptados. Y en esta confrontación social, entre deshonestos y sensatos, si alguien osa denunciar esta injusticia, esta farsa, los socialistas, que son totalmente intolerantes, cual fanáticos religiosos, lo atacan con falacias ad hominem, lo persiguen y presionan para perjudicarlo, si es posible para que lo despidan de su trabajo, y conseguir que no lo contraten más. Acusan al honesto de “homofóbico”, “racista”, supremacista blanco”, “fascista”, etcétera, para así evitar una discusión razonable, una discusión de ideas que saben que perderían.

En su afán de distorsionar la realidad y provocar confrontación entre la población y destruir el sistema Capitalista, acusan a quienes se oponen a su iniciativa, de ser “racistas sistémicos”. Esgrimen las actitudes más racistas de las que hemos sido testigos desde 1969, exigiendo a los ciudadanos blancos que pidan perdón por ser blancos. Pretenden convencer a los niños blancos en las escuelas de que son culpables de un “pecado original racista” por ser blancos, mediante la ideología denominada “teoría racial crítica” (Critical race theory). Y cuando los padres de estos niños se oponen a que les enseñen estas mentiras a sus hijos, los socialistas insisten en que los padres no tienen nada que opinar en cuanto a la educación que se les imparte a sus criaturas. 

Ahora vemos a los socialistas que fingen ser los representantes de los “pueblos originarios” (CODECA), cuando la evidencia demuestra que no lo son, amenazando con hacer bloqueos – que violan los derechos de quienes necesitan transitar para ganarse la vida – con el propósito de combatir la corrupción – pretendiendo que finjamos que ellos no son corruptos. Protestan contra los cortes de electricidad por falta de pago y porque se la roban, argumentando que la energía eléctrica es un derecho, fingiendo que el derecho no es un principio moral que autoriza y justifica la acción del hombre según su mejor juicio para buscar sus legítimos intereses, sino que es un privilegio que se les debe dar a ellos para que dispongan a su antojo de lo que otros han producido. ¡Pretenden que finjamos que ellos tienen el derecho de violar el derecho de los demás!

También exigen que el gobierno no intervenga en El Estor, donde estos corruptos alientan las invasiones de propiedad privada y el cultivo de coca. Quieren que finjamos creer que se oponen a que funcione la minera porque según dicen, la Corte de Constitucionalidad le suspendió a ésta sus operaciones. La realidad es, sin embargo, muy distinta. La Corte de Constitucionalidad, lo que suspendió, es la licencia de explotación Fenix, la que dejó de operar desde febrero de este año al recibir la resolución de la CC. Pero la resolución no aplica a las otras dos licencias de explotación de la minera, ni a la operación de la planta procesadora. Y los socialistas, como no basan sus caprichos en la realidad, y por lo tanto, no los pueden justificar por medio de la razón, recurren siempre a la iniciación de la fuerza contra sus opositores.

EL socialismo es deshonestidad y coacción institucionalizada contra los individuos honestos.