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El porqué del narcotráfico

Betty Marroquin
25 de noviembre, 2021

Según parece, poco después que entró el país en la “era democrática” se hizo un pacto con los narcos para no entrarle a la Franja Transversal del Norte. Desde entonces, esa zona fue zona de trasiego ya que Guatemala había erradicado su producción de drogas. Estas venían, y siguen viniendo, de Sudamérica en ruta a Miami o a otros Estados de la Unión Americana.

Durante el mandato del todopoderoso ex Embajador Todd Robinson, o sea, bajo las narices de él que se cree semidios, pulularon las narco-guerrillas en el altiplano, ya no sólo en la zona de la Franja. El ahora jefe de INL (la oficina que entre otros temas combate la narcoactividad) fue quién permitió todo eso.

Helen Mack y sus huestes infernales han impedido usando sus conectes en Washington, que el Ejército tenga la capacidad de entrar a pelear contra esto y lograron desde los tiempos de Oscar Berger y Eduardo Stein dejar toda la Franja Transversal y el corredor de la droga libre para los narcos. Redujo el Ejército de 47 mil a 11 mil efectivos. Hoy en día son más o menos 20 mil efectivos ya que han aumentado levemente porque los gobiernos de Otto Pérez y Jimmy Morales. El armamento que tienen es antiguo, mientras que las narco-guerrillas tienen armas modernas del más alto calibre.

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Guatemala ha cumplido a la fecha con todas las extradiciones solicitadas. Sin embargo, hemos visto una y otra vez que los Estados Unidos liberan a los capos de la droga y a los políticos acusados de lavado de dinero y otros activos, los dejan con el dinero mal habido, les dan residencia o ciudadanía con la excusa de ser “colaboradores” de las autoridades estadounidenses. El mensaje para los criminales es pues que “el crímen si paga”.

Nos ofuscamos y vociferamos que Guatemala es un “narco-estado” pero cada vez vemos más y más que el continente entero, exceptuando Canadá, es un “narco-continente”. Entonces vengo y pregunto, cuál es la razón, qué está en la raíz de existencia del narcotráfico. La respuesta es obvia.

Las metanfetaminas, los opioides, la cocaína, la heroína y otras drogas existen porque hay gente que las consume. Sin consumidores no hay producción. Sin consumidores no hay dinero que mueva esa producción. Sin consumidores no tienen razón de existir.

¿Y qué hace el país número 1 en consumo de todas esas cosas? Casi nada, o sólo en apariencia.

El consumo de drogas sigue creciendo. Cada vez son más los jóvenes que las quieren y las demandan.

Holanda despenalizó las drogas y es hoy fabricante de muchas drogas sintéticas. De sus 17 millones de habitantes aproximadamente, mueren menos de 300 de sobredosis al año.  En Estados Unidos muere un promedio de 227 personas a diario por sobredosis de drogas.

Es pues fácil ver donde radica el problema. Si se acaba la demanda, se acaba la oferta.

Salta a la vista que estamos enfrascados en una guerra con el narco que es una farsa. Los gobiernos locales y extranjeros están en contubernio con grupos del narcotráfico en pugna y dependiendo de quién esté en el poder, sea local que nacional o en el exterior, será el grupo que se vea beneficiado.  El narcotráfico es el único que se atreve ahora a financiar campañas políticas, ya que los empresarios tienen miedo luego de los “mea culpas”.  Urge que sea diferenciado el financiamiento electoral lícito del ilícito para que en las elecciones 2022 haya una competencia justa y limpia. De no hacerlo el gran ganador será la mafia.

Y para mientras, pagamos todos los consumidores y no consumidores locales por la violencia que generan, las imposiciones que soportamos de los hipócritas que dicen combatirlos, en vez de cobrar impuestos y legalizar la producción como se hizo con el licor cuando era la droga del momento. Pérez Molina quiso hacerlo y el gobierno de Obama se lo prohibió. Mafia, mafia.

El porqué del narcotráfico

Betty Marroquin
25 de noviembre, 2021

Según parece, poco después que entró el país en la “era democrática” se hizo un pacto con los narcos para no entrarle a la Franja Transversal del Norte. Desde entonces, esa zona fue zona de trasiego ya que Guatemala había erradicado su producción de drogas. Estas venían, y siguen viniendo, de Sudamérica en ruta a Miami o a otros Estados de la Unión Americana.

Durante el mandato del todopoderoso ex Embajador Todd Robinson, o sea, bajo las narices de él que se cree semidios, pulularon las narco-guerrillas en el altiplano, ya no sólo en la zona de la Franja. El ahora jefe de INL (la oficina que entre otros temas combate la narcoactividad) fue quién permitió todo eso.

Helen Mack y sus huestes infernales han impedido usando sus conectes en Washington, que el Ejército tenga la capacidad de entrar a pelear contra esto y lograron desde los tiempos de Oscar Berger y Eduardo Stein dejar toda la Franja Transversal y el corredor de la droga libre para los narcos. Redujo el Ejército de 47 mil a 11 mil efectivos. Hoy en día son más o menos 20 mil efectivos ya que han aumentado levemente porque los gobiernos de Otto Pérez y Jimmy Morales. El armamento que tienen es antiguo, mientras que las narco-guerrillas tienen armas modernas del más alto calibre.

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Guatemala ha cumplido a la fecha con todas las extradiciones solicitadas. Sin embargo, hemos visto una y otra vez que los Estados Unidos liberan a los capos de la droga y a los políticos acusados de lavado de dinero y otros activos, los dejan con el dinero mal habido, les dan residencia o ciudadanía con la excusa de ser “colaboradores” de las autoridades estadounidenses. El mensaje para los criminales es pues que “el crímen si paga”.

Nos ofuscamos y vociferamos que Guatemala es un “narco-estado” pero cada vez vemos más y más que el continente entero, exceptuando Canadá, es un “narco-continente”. Entonces vengo y pregunto, cuál es la razón, qué está en la raíz de existencia del narcotráfico. La respuesta es obvia.

Las metanfetaminas, los opioides, la cocaína, la heroína y otras drogas existen porque hay gente que las consume. Sin consumidores no hay producción. Sin consumidores no hay dinero que mueva esa producción. Sin consumidores no tienen razón de existir.

¿Y qué hace el país número 1 en consumo de todas esas cosas? Casi nada, o sólo en apariencia.

El consumo de drogas sigue creciendo. Cada vez son más los jóvenes que las quieren y las demandan.

Holanda despenalizó las drogas y es hoy fabricante de muchas drogas sintéticas. De sus 17 millones de habitantes aproximadamente, mueren menos de 300 de sobredosis al año.  En Estados Unidos muere un promedio de 227 personas a diario por sobredosis de drogas.

Es pues fácil ver donde radica el problema. Si se acaba la demanda, se acaba la oferta.

Salta a la vista que estamos enfrascados en una guerra con el narco que es una farsa. Los gobiernos locales y extranjeros están en contubernio con grupos del narcotráfico en pugna y dependiendo de quién esté en el poder, sea local que nacional o en el exterior, será el grupo que se vea beneficiado.  El narcotráfico es el único que se atreve ahora a financiar campañas políticas, ya que los empresarios tienen miedo luego de los “mea culpas”.  Urge que sea diferenciado el financiamiento electoral lícito del ilícito para que en las elecciones 2022 haya una competencia justa y limpia. De no hacerlo el gran ganador será la mafia.

Y para mientras, pagamos todos los consumidores y no consumidores locales por la violencia que generan, las imposiciones que soportamos de los hipócritas que dicen combatirlos, en vez de cobrar impuestos y legalizar la producción como se hizo con el licor cuando era la droga del momento. Pérez Molina quiso hacerlo y el gobierno de Obama se lo prohibió. Mafia, mafia.