Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Los derechos humanos de Jordán Rodas: privilegios procurados para sus amigos y subdesarrollo inducido para el resto

Roberto Carlos Recinos-Abularach
03 de marzo, 2021

No importando su procedencia literaria o ideológica, la política ha sido planteada siempre como una lucha infinita entre fuerzas contrapuestas y, a su vez, ha sido siempre ilustrada sobre un particular eje de amigo – enemigo. Ciertamente, a estos teóricos no les falta razón, pues no somos, por naturaleza, seres dados a la construcción de utopías, sino seres dados al egoísmo, al conflicto y al desacierto. Así, pues, como hay más espacio vacío que compacto en nuestra composición material fundamental, así también hay más sombras que luces en nuestra psicología. 

En ese sentido, observamos cómo el espíritu de los tiempos –no, per se, la verdad– se apropia del imaginario y monopoliza el sentido de lo bueno, lo correcto, lo puro y lo decente, según los dictados de los poderosos de turno y lo hacen a través de historias que unos pocos cuentan y otros muchos se creen, en un determinado tiempo y lugar.  Si, por ejemplo, decimos que el tiempo es hoy y el lugar el mundo, es imposible no ver que el inconsciente colectivo ha sido capturado por la narrativa progresista (que progresa, paso a paso bien deliberado, hacia el totalitarismo secular, no hacia el bienestar de la humanidad). Si dijéramos, por otro lado, que el tiempo y lugar es la Inglaterra de 1980, diríamos que el neoliberalismo de Margaret Thatcher era el campeón de su era. Si, por último, dijésemos que el tiempo es 1920 y el sitio Rusia, veríamos que las ideas victoriosas fueron aquellas avanzadas por Marx, Lenin y Trotsky y que darían lugar al Socialismo de Estado, la Unión Soviética, Joseph Stalin y la Guerra Fría, lo cual no es poca cosa. 

El contenido de tu discurso importa. 

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Y es que quienes cuentan las historias dominan el mundo. Helo aquí, el gran poder de las ideas bien mediatizadas y su vital importancia, pues la lucha se juega, no en el tejido de la verdad misma, sino en los terrenos de tu mente más o menos hipnotizada.

¿Y Guatemala?

Volviendo a lo nuestro –a nuestro tiempo y a nuestro lugar en el mundo– vemos con horror cómo las mentiras progresistas, vestidas de buenas intenciones y grandilocuencias imposibles, han seducido con increíble facilidad (y poco fundamento) las débiles mentes del Homo sapiens posmoderno, urgido de sentido de identidad, pertenencia y algo en qué creer. 

Y Guatemala no se queda atrás. 

El hediondo teatro que montaron los casi innombrables Neto Bran y Jordán Rodas hace un par de semanas, dejó un mensaje clarísimo: si sos un emprendedor disciplinado y honesto no tenés derechos humanos, lo que tenés son obstáculos a tu derecho –ese sí—humano fundamental de desarrollarte libremente en todas las dimensiones de la vida humana. Pero, a contrario sensu, si sos un corrupto y mentiroso, tenés todos los derechos reales e inventados bajo el sol, pues sos amigo del procurador (con minúscula intencional) y de su misma indecente calaña.

Más que derechos humanos, huele a privilegios de quienes se alinean al Zeitgeist de los tiempos. Y los tiempos que corren son tiempos progres, tiempos tristes, tiempos de delirio colectivo.

Los invito a resistir. 

Ganaremos.

Los derechos humanos de Jordán Rodas: privilegios procurados para sus amigos y subdesarrollo inducido para el resto

Roberto Carlos Recinos-Abularach
03 de marzo, 2021

No importando su procedencia literaria o ideológica, la política ha sido planteada siempre como una lucha infinita entre fuerzas contrapuestas y, a su vez, ha sido siempre ilustrada sobre un particular eje de amigo – enemigo. Ciertamente, a estos teóricos no les falta razón, pues no somos, por naturaleza, seres dados a la construcción de utopías, sino seres dados al egoísmo, al conflicto y al desacierto. Así, pues, como hay más espacio vacío que compacto en nuestra composición material fundamental, así también hay más sombras que luces en nuestra psicología. 

En ese sentido, observamos cómo el espíritu de los tiempos –no, per se, la verdad– se apropia del imaginario y monopoliza el sentido de lo bueno, lo correcto, lo puro y lo decente, según los dictados de los poderosos de turno y lo hacen a través de historias que unos pocos cuentan y otros muchos se creen, en un determinado tiempo y lugar.  Si, por ejemplo, decimos que el tiempo es hoy y el lugar el mundo, es imposible no ver que el inconsciente colectivo ha sido capturado por la narrativa progresista (que progresa, paso a paso bien deliberado, hacia el totalitarismo secular, no hacia el bienestar de la humanidad). Si dijéramos, por otro lado, que el tiempo y lugar es la Inglaterra de 1980, diríamos que el neoliberalismo de Margaret Thatcher era el campeón de su era. Si, por último, dijésemos que el tiempo es 1920 y el sitio Rusia, veríamos que las ideas victoriosas fueron aquellas avanzadas por Marx, Lenin y Trotsky y que darían lugar al Socialismo de Estado, la Unión Soviética, Joseph Stalin y la Guerra Fría, lo cual no es poca cosa. 

El contenido de tu discurso importa. 

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Y es que quienes cuentan las historias dominan el mundo. Helo aquí, el gran poder de las ideas bien mediatizadas y su vital importancia, pues la lucha se juega, no en el tejido de la verdad misma, sino en los terrenos de tu mente más o menos hipnotizada.

¿Y Guatemala?

Volviendo a lo nuestro –a nuestro tiempo y a nuestro lugar en el mundo– vemos con horror cómo las mentiras progresistas, vestidas de buenas intenciones y grandilocuencias imposibles, han seducido con increíble facilidad (y poco fundamento) las débiles mentes del Homo sapiens posmoderno, urgido de sentido de identidad, pertenencia y algo en qué creer. 

Y Guatemala no se queda atrás. 

El hediondo teatro que montaron los casi innombrables Neto Bran y Jordán Rodas hace un par de semanas, dejó un mensaje clarísimo: si sos un emprendedor disciplinado y honesto no tenés derechos humanos, lo que tenés son obstáculos a tu derecho –ese sí—humano fundamental de desarrollarte libremente en todas las dimensiones de la vida humana. Pero, a contrario sensu, si sos un corrupto y mentiroso, tenés todos los derechos reales e inventados bajo el sol, pues sos amigo del procurador (con minúscula intencional) y de su misma indecente calaña.

Más que derechos humanos, huele a privilegios de quienes se alinean al Zeitgeist de los tiempos. Y los tiempos que corren son tiempos progres, tiempos tristes, tiempos de delirio colectivo.

Los invito a resistir. 

Ganaremos.