Guatemala se enfrenta a una tercer ola de contagios del COVID19, con un nuevo incremento de casos que se da previo a la Semana Santa, tiempo que muchos van a aprovechar para vacacionar, a sabiendas que la pandemia este muy lejos de ser controlada y mucho menos de erradicarse.
Con lo anterior, sin restricciones generales como las que vimos el año pasado, ahora podemos decir que la responsabilidad recae en la población, así que queda en cuidarse así mismos y a los demás.
El lavado de manos continuo, el distanciamiento social y uso de mascarilla, en tiempos como estos son claves.
Por motivos de trabajo, he visitado la Costa Sur y he observado un verdadero relajamiento en las medidas de bioseguridad. Las personas no llevan sus mascarillas, el distanciamiento social ya no es algo que se considere en muchos comercios y no digamos la higiene de la manos que dudo muchos sigan al pie de la letra.
Esto sin lugar a dudas, nos llevó a esta tercera ola que se agravará sin lugar a dudas después de la semana mayor;una semana que será al parecer de viajes al interior y no dudo en ver para el lunes de pascua la tradicional fotografía de los medios en las playas de nuestro país que serán abarrotadas por cientos y no “cien” personas.
Con todas mis fuerzas espero equivocarme y que esto sea sólo un pensamiento pesimista que pasa por mi mente, y que todos seamos conscientes y sobre todo tomemos con verdadera responsabilidad el riesgo que conlleva no tener las medidas adecuadas que se implementan para la contención del COVID-19.
Esta condición que ahora vemos presenta como siempre un desafío para los ciudadanos comunes, y ahora depende de nosotros cuidarnos y cuidar a los nuestros, y no olvidar que esta enfermedad sigue siendo una pandemia y más para los países pobres en donde la vacuna va avanzando pero a pasos demasiado lento.
La vacunación va lenta y con pocas dosis para la cantidad de habitantes que somos. Hasta el 27 de marzo, por ejemplo un total de 91,918 personas habían recibido la primera dosis de la vacuna, eso comparado con los más de 17 millones de habitantes, implica todo un reto.
Todo esto nos deja una pauta que no tendremos una solución pronta como en otros países que van a una velocidad de admiración y que buscan darle las mejores opciones de salud a sus habitantes. Eso no pasa aquí, porque seguimos en espera de mayor cantidad de vacunas que nos permita un respiro de la pandemia.
El panorama por supuesto es complicado, puesto que con las medidas dejadas en manos de la población, los cuidados pueden y son cosa del pasado para muchos que se resisten a ver el lado crítico de la enfermedad.
Por eso, ante la gran responsabilidad que tenemos todos, solo queda pedirle a usted lector, que de forma consciente sea responsable, que nos quedemos en casa, que mantengamos distanciamiento social, que utilicemos mascarilla y el lavado de manos, pasos que son importantes para cambiar el rumbo de la tercera ola de la Covid-19.
Guatemala se enfrenta a una tercer ola de contagios del COVID19, con un nuevo incremento de casos que se da previo a la Semana Santa, tiempo que muchos van a aprovechar para vacacionar, a sabiendas que la pandemia este muy lejos de ser controlada y mucho menos de erradicarse.
Con lo anterior, sin restricciones generales como las que vimos el año pasado, ahora podemos decir que la responsabilidad recae en la población, así que queda en cuidarse así mismos y a los demás.
El lavado de manos continuo, el distanciamiento social y uso de mascarilla, en tiempos como estos son claves.
Por motivos de trabajo, he visitado la Costa Sur y he observado un verdadero relajamiento en las medidas de bioseguridad. Las personas no llevan sus mascarillas, el distanciamiento social ya no es algo que se considere en muchos comercios y no digamos la higiene de la manos que dudo muchos sigan al pie de la letra.
Esto sin lugar a dudas, nos llevó a esta tercera ola que se agravará sin lugar a dudas después de la semana mayor;una semana que será al parecer de viajes al interior y no dudo en ver para el lunes de pascua la tradicional fotografía de los medios en las playas de nuestro país que serán abarrotadas por cientos y no “cien” personas.
Con todas mis fuerzas espero equivocarme y que esto sea sólo un pensamiento pesimista que pasa por mi mente, y que todos seamos conscientes y sobre todo tomemos con verdadera responsabilidad el riesgo que conlleva no tener las medidas adecuadas que se implementan para la contención del COVID-19.
Esta condición que ahora vemos presenta como siempre un desafío para los ciudadanos comunes, y ahora depende de nosotros cuidarnos y cuidar a los nuestros, y no olvidar que esta enfermedad sigue siendo una pandemia y más para los países pobres en donde la vacuna va avanzando pero a pasos demasiado lento.
La vacunación va lenta y con pocas dosis para la cantidad de habitantes que somos. Hasta el 27 de marzo, por ejemplo un total de 91,918 personas habían recibido la primera dosis de la vacuna, eso comparado con los más de 17 millones de habitantes, implica todo un reto.
Todo esto nos deja una pauta que no tendremos una solución pronta como en otros países que van a una velocidad de admiración y que buscan darle las mejores opciones de salud a sus habitantes. Eso no pasa aquí, porque seguimos en espera de mayor cantidad de vacunas que nos permita un respiro de la pandemia.
El panorama por supuesto es complicado, puesto que con las medidas dejadas en manos de la población, los cuidados pueden y son cosa del pasado para muchos que se resisten a ver el lado crítico de la enfermedad.
Por eso, ante la gran responsabilidad que tenemos todos, solo queda pedirle a usted lector, que de forma consciente sea responsable, que nos quedemos en casa, que mantengamos distanciamiento social, que utilicemos mascarilla y el lavado de manos, pasos que son importantes para cambiar el rumbo de la tercera ola de la Covid-19.