No es por que ciento cincuenta mil personas alrededor del mundo se conectaron aquel sábado 10 de abril de 2021 para verlo cantar, a través de sus pantallas y seguramente en sus casas, rodeado de cinco mil velas, mientras rompía el récord como el artista con el concierto transmitido por streaming más visto de la historia. No es por que la plataforma colapsara por la cantidad de visitas, ni porque al momento de anunciar el concierto los veinticinco mil boletos se agotaran en seis horas. Tampoco es por la sorprendente y necesaria compañía de aquellos músicos que hacen realidad sus canciones ni el impecable trabajo de los ochenta productores, cineastas, decoradores y técnicos que lo hicieron posible. Quizás ni siquiera es por la historia y el sentimiento detrás del escenario de este concierto histórico y que, décadas antes, también fue el lugar donde grabó su primer videoclip oficial —de la canción Por qué es tan cruel el amor— ni por que todo sucediera en esa ciudad colonial y en ese departamento, que fue el que lo vio nacer.
Sí, el concierto “Hecho A La Antigua” es, sin duda, un hito en su carrera. Y sí, de cierta manera Ricardo Arjona comprobó el sábado —sin que tuviera la necesidad de hacerlo, pero habiéndolo dejado muy claro— que es uno de los artistas más grandes en su género musical, en su país y en la región. Sí, sí y sí. Pero en Arjona hay algo mucho más grande y fuerte que comprobar hitos y hacer historia, o acaparar miradas y acumular premios.
Su récord y trofeo por el que será recordado y aplaudido siempre, es el de sembrar unidad en un país tan dividido. Por crear espacios para soñar en una realidad que nos ha obligado a mantener los ojos demasiado abiertos. Por transmitir mensajes con esa originalidad y creatividad que vibran en cada una de sus historias. Por ser quien es, a lo mejor sin haberlo querido, para miles de personas que, sin conocerle del todo —y que no llegarán a conocerlo jamás— bajan la guardia y admiten su vulnerabilidad humana en los tres minutos que dura alguna de sus canciones.
Arjona brilla, pero no por cinco mil velas en uno de los sitios más emblemáticos de una ciudad que es Patrimonio Cultural de la Humanidad y en una tierra tan mística, rica y diversa como Guatemala. El logro no está allí, porque con ese escenario brilla cualquiera. Brilla Arjona porque ha sabido jugar con las fibras más puras de la música que están hechas del mismo material que las fibras más sensibles de los corazones humanos y brilla también porque comprende y demuestra que el arte es verdadero Arte solo cuando sirve para servir.
@jdgodoyes
No es por que ciento cincuenta mil personas alrededor del mundo se conectaron aquel sábado 10 de abril de 2021 para verlo cantar, a través de sus pantallas y seguramente en sus casas, rodeado de cinco mil velas, mientras rompía el récord como el artista con el concierto transmitido por streaming más visto de la historia. No es por que la plataforma colapsara por la cantidad de visitas, ni porque al momento de anunciar el concierto los veinticinco mil boletos se agotaran en seis horas. Tampoco es por la sorprendente y necesaria compañía de aquellos músicos que hacen realidad sus canciones ni el impecable trabajo de los ochenta productores, cineastas, decoradores y técnicos que lo hicieron posible. Quizás ni siquiera es por la historia y el sentimiento detrás del escenario de este concierto histórico y que, décadas antes, también fue el lugar donde grabó su primer videoclip oficial —de la canción Por qué es tan cruel el amor— ni por que todo sucediera en esa ciudad colonial y en ese departamento, que fue el que lo vio nacer.
Sí, el concierto “Hecho A La Antigua” es, sin duda, un hito en su carrera. Y sí, de cierta manera Ricardo Arjona comprobó el sábado —sin que tuviera la necesidad de hacerlo, pero habiéndolo dejado muy claro— que es uno de los artistas más grandes en su género musical, en su país y en la región. Sí, sí y sí. Pero en Arjona hay algo mucho más grande y fuerte que comprobar hitos y hacer historia, o acaparar miradas y acumular premios.
Su récord y trofeo por el que será recordado y aplaudido siempre, es el de sembrar unidad en un país tan dividido. Por crear espacios para soñar en una realidad que nos ha obligado a mantener los ojos demasiado abiertos. Por transmitir mensajes con esa originalidad y creatividad que vibran en cada una de sus historias. Por ser quien es, a lo mejor sin haberlo querido, para miles de personas que, sin conocerle del todo —y que no llegarán a conocerlo jamás— bajan la guardia y admiten su vulnerabilidad humana en los tres minutos que dura alguna de sus canciones.
Arjona brilla, pero no por cinco mil velas en uno de los sitios más emblemáticos de una ciudad que es Patrimonio Cultural de la Humanidad y en una tierra tan mística, rica y diversa como Guatemala. El logro no está allí, porque con ese escenario brilla cualquiera. Brilla Arjona porque ha sabido jugar con las fibras más puras de la música que están hechas del mismo material que las fibras más sensibles de los corazones humanos y brilla también porque comprende y demuestra que el arte es verdadero Arte solo cuando sirve para servir.
@jdgodoyes