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Cuba y la angustia de la libertad

Jose Azel
20 de abril, 2021

No, no es un error de imprenta. Yo no quería que el título fuera la angustia “por” la libertad.

El cientista social Erich Fromm, en un trabajo pionero de 1941 sobre sicología social, “El miedo a la libertad”, explora nuestra relación con la libertad, y en particular las consecuencias personales de su ausencia bajo un gobierno autoritario. Fromm  examina cómo, cuando nos liberamos de la autoridad, quedamos a veces con sentimientos de confusión.

Las percepciones ofrecidas por los cientistas sociales en este campo son importantes para comprender los retos de la adaptación de aquellos que han sido privados de libertades individuales por décadas, y los retos enfrentados por las sociedades post-totalitarias.

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Post-totalitarismo no implica democracia. En jerga académica, post-totalitarismo remite no solamente a un período después del gobierno totalitario. Es una categoría política para regímenes que todavía buscan control sobre su ciudadanía después de haber perdido su legitimidad adquirida por ideología oficial o liderazgo carismático. En este sentido Cuba, con una ideología desacreditada y un liderazgo histórico de edad avanzada, puede entrar pronto en una etapa post-totalitaria. 

El totalitarismo procura control total de los dominios políticos, económicos y sociales. Las opciones son eliminadas. Para aquellos no acostumbrados a ejercer las libertades, e inexpertos en el saber escoger, una sobrecarga de opciones a menudo lleva a pobres decisiones cuando de repente enfrentan el estímulo externo de la plétora de decisiones posibles en las sociedades libres. Estudios de economía y marketing corroboran la idea de los efectos paralizantes y creadores de ansiedad al tener demasiadas opciones.

Para muchos cubanos emigrados recientes la exposición inicial a las muchas opciones y decisiones requeridas por una sociedad libre repercute en niveles incrementados de ansiedad y desesperanza. Esas condiciones se observan también en sociedades post-totalitarias.

Tras el colapso de la Unión Soviética, numerosos estudios han documentado este fenómeno del miedo a la libertad. Cuando los recuerdos de la represión comunista se desvanecían en los países del antiguo bloque soviético, algunos ansiaban la percibida simplicidad del régimen comunista.

El trabajo de Fromm diferencia entre “libertad de” (libertad negativa) y “libertad para” (libertad positiva). En el contexto político, la libertad negativa remite a libertad de la opresión institucional. La libertad positiva se refiere a desarrollar el potencial de cada persona.

Una vez libres de la opresión, debemos aprender a hacer selecciones responsables. Es decidiendo como demostramos quiénes somos y qué nos interesa. La emigración cubana da fe de que sin posibilidad de escoger la vida es casi insoportable. Esto es lo que yo llamo la angustia de la libertad.

Fromm sugiere que cuando las naciones escapan del gobierno totalitario (cuando experimentan libertad negativa) son propensas a entregarse al gobierno autoritario, a reemplazar una tiranía por otra. Alega que tales sociedades están predispuestas a reemplazar el viejo orden totalitario con un régimen autoritario como manera de lidiar con las decisiones abrumadoras de la libertad para elegir.

Las naciones post-totalitarias a menudo escogen un nuevo régimen autoritario, que tendrá una apariencia externa diferente, pero realizará la misma función de eliminar la ansiedad y la incertidumbre de tener que escoger libremente. En base a esto, algunos manifiestan que la democracia no es tan deseable para Cuba, y proponen gobiernos iluminados o despotismo benevolente. La legitimación del régimen de Castro bajo la nueva política EEUU-Cuba ofrece un sutil ejemplo de este enfoque.

Como categoría política, el post-totalitarismo es incompatible con los derechos políticos. Y esos derechos son fundamentales, porque sin derechos políticos la ciudadanía no puede reivindicar ningún derecho. Sin derechos políticos, los derechos económicos carecen de base y no son derechos, sino permisos que pueden ser revocados. Entonces, el apoyo a un régimen post-totalitario no democrático implica respaldo a su orden ilegítimo.

El remedio para los efectos de la ansiedad de ser libre de escoger no es alguna forma de totalitarismo-light.  El antídoto es una ciudadanía conocedora de, y libre para ejercitar, sus derechos políticos y económicos.

Gobiernos democráticos y mercados libres son los únicos sistemas diseñados para asegurar la participación ciudadana en asuntos políticos y económicos. Y es esa participación la que nos enseña a apreciar la diversidad, a dar la bienvenida a los retos de nuestras decisiones, y a transformar la angustia de la libertad en amor a la libertad.

El Dr. José Azel es Investigador Senior en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami, y autor del libro Mañana in Cuba.

Cuba y la angustia de la libertad

Jose Azel
20 de abril, 2021

No, no es un error de imprenta. Yo no quería que el título fuera la angustia “por” la libertad.

El cientista social Erich Fromm, en un trabajo pionero de 1941 sobre sicología social, “El miedo a la libertad”, explora nuestra relación con la libertad, y en particular las consecuencias personales de su ausencia bajo un gobierno autoritario. Fromm  examina cómo, cuando nos liberamos de la autoridad, quedamos a veces con sentimientos de confusión.

Las percepciones ofrecidas por los cientistas sociales en este campo son importantes para comprender los retos de la adaptación de aquellos que han sido privados de libertades individuales por décadas, y los retos enfrentados por las sociedades post-totalitarias.

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Post-totalitarismo no implica democracia. En jerga académica, post-totalitarismo remite no solamente a un período después del gobierno totalitario. Es una categoría política para regímenes que todavía buscan control sobre su ciudadanía después de haber perdido su legitimidad adquirida por ideología oficial o liderazgo carismático. En este sentido Cuba, con una ideología desacreditada y un liderazgo histórico de edad avanzada, puede entrar pronto en una etapa post-totalitaria. 

El totalitarismo procura control total de los dominios políticos, económicos y sociales. Las opciones son eliminadas. Para aquellos no acostumbrados a ejercer las libertades, e inexpertos en el saber escoger, una sobrecarga de opciones a menudo lleva a pobres decisiones cuando de repente enfrentan el estímulo externo de la plétora de decisiones posibles en las sociedades libres. Estudios de economía y marketing corroboran la idea de los efectos paralizantes y creadores de ansiedad al tener demasiadas opciones.

Para muchos cubanos emigrados recientes la exposición inicial a las muchas opciones y decisiones requeridas por una sociedad libre repercute en niveles incrementados de ansiedad y desesperanza. Esas condiciones se observan también en sociedades post-totalitarias.

Tras el colapso de la Unión Soviética, numerosos estudios han documentado este fenómeno del miedo a la libertad. Cuando los recuerdos de la represión comunista se desvanecían en los países del antiguo bloque soviético, algunos ansiaban la percibida simplicidad del régimen comunista.

El trabajo de Fromm diferencia entre “libertad de” (libertad negativa) y “libertad para” (libertad positiva). En el contexto político, la libertad negativa remite a libertad de la opresión institucional. La libertad positiva se refiere a desarrollar el potencial de cada persona.

Una vez libres de la opresión, debemos aprender a hacer selecciones responsables. Es decidiendo como demostramos quiénes somos y qué nos interesa. La emigración cubana da fe de que sin posibilidad de escoger la vida es casi insoportable. Esto es lo que yo llamo la angustia de la libertad.

Fromm sugiere que cuando las naciones escapan del gobierno totalitario (cuando experimentan libertad negativa) son propensas a entregarse al gobierno autoritario, a reemplazar una tiranía por otra. Alega que tales sociedades están predispuestas a reemplazar el viejo orden totalitario con un régimen autoritario como manera de lidiar con las decisiones abrumadoras de la libertad para elegir.

Las naciones post-totalitarias a menudo escogen un nuevo régimen autoritario, que tendrá una apariencia externa diferente, pero realizará la misma función de eliminar la ansiedad y la incertidumbre de tener que escoger libremente. En base a esto, algunos manifiestan que la democracia no es tan deseable para Cuba, y proponen gobiernos iluminados o despotismo benevolente. La legitimación del régimen de Castro bajo la nueva política EEUU-Cuba ofrece un sutil ejemplo de este enfoque.

Como categoría política, el post-totalitarismo es incompatible con los derechos políticos. Y esos derechos son fundamentales, porque sin derechos políticos la ciudadanía no puede reivindicar ningún derecho. Sin derechos políticos, los derechos económicos carecen de base y no son derechos, sino permisos que pueden ser revocados. Entonces, el apoyo a un régimen post-totalitario no democrático implica respaldo a su orden ilegítimo.

El remedio para los efectos de la ansiedad de ser libre de escoger no es alguna forma de totalitarismo-light.  El antídoto es una ciudadanía conocedora de, y libre para ejercitar, sus derechos políticos y económicos.

Gobiernos democráticos y mercados libres son los únicos sistemas diseñados para asegurar la participación ciudadana en asuntos políticos y económicos. Y es esa participación la que nos enseña a apreciar la diversidad, a dar la bienvenida a los retos de nuestras decisiones, y a transformar la angustia de la libertad en amor a la libertad.

El Dr. José Azel es Investigador Senior en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami, y autor del libro Mañana in Cuba.