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Deja este mundo un poco mejor de lo que lo encontraste

Warren Orbaugh
26 de abril, 2021

El mito de Superman cumple ochenta y tres años en junio. El héroe dotado con poderes superiores al hombre común es una constante en la cultura occidental, desde Hércules a Sigfrido, desde Orlando a Lanzarote y a Pantagruel. A pesar de que las historietas de Superman poseen características en común con una serie de otras aventuras de héroes dotados de superpoderes, en él éstos se fundan en un todo más homogéneo. Es el más antiguo del grupo, el que inspiró a los demás, el más popular, y el más claramente delineado, el que posee una personalidad más reconocible. Dentro de todos sus congéneres es el que con mayor facilidad podría aspirar al título del ‘tipo’ de superhéroe.

Fue creado por el escritor Jerry Siegel y el artista Joe Shuster. El nombre viene de la traducción de ‘Übermensch’, la designación de Nietzsche para el hombre que supera su humanidad vulgar sometida a la moral del rebaño, convirtiéndose en un librepensador, un humano noble que se sabe inocente y por tanto rechaza el pecado original, que crea sus propios valores morales, que no cree en mundos ultraterrenos y por tanto ama la vida y todo lo terreno, ama al sentido de la tierra, a lo corporal, la razón, la fuerza, el placer. Es el que se establece un propósito que le sirve de guía ordenador para su estructura jerárquica valorativa, cuya voluntad de poder le lleva a superarse y salvar cuanto obstáculo se le atraviese. El superhombre de Nietzsche es el concepto del más alto desarrollo e integración posible, de poder intelectual, fuerza de carácter y voluntad, independencia, pasión, gusto y físico.

Las ideas de Nietzsche influenciaron a los jóvenes intelectuales alemanes, quienes crearon movimientos como el ‘Wandervogel’ en 1896 –un movimiento de excursionistas para liberarse de las restricciones de la sociedad y volver a la naturaleza enfatizando la libertad, la responsabilidad personal, la integridad, y el espíritu de aventura. El movimiento naturista o nudista, por Richard Ungewitter –para buscar un desarrollo mental, moral y corporal más sano. Y el movimiento dedicado a la cultura física, por Friedrich Wilhelm Müller, mejor conocido como Eugen Sandow. Éste último movimiento se diseminó a través de revistas como “The Superman, A Monthly Magazine Devoted to Mental and Physical Culture”, editada por T.W. Standwell y publicada desde 1931. Así el término ‘Superman’ se usó para describir, durante los años veinte y treinta, a atletas de gran habilidad, principalmente a los de halterofilia. Shuster se interesó desde joven en la cultura física y admiraba a forzudos de circo como Siegmund Breitbart, Joseph Greenstein, y Louis Cyr.

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Breitbart, judío polaco, recorrió Europa y los Estados Unidos de América con el Circo Bush, donde hacía su espectáculo de fuerza. Doblaba barras de hierro alrededor de sus brazos, reventaba cadenas de hierro y doblaba y rompía por la mitad herraduras de caballo. Parte del show consistía en sostener a dos caballos que tiraban en sentido contrario, jalar con sus dientes un vagón lleno de gente y sostener pesos enormes en posición supina, como un automóvil con diez pasajeros. Durante su gira por los Estados Unidos de América en 1923, era presentado como “The Superman of the Ages” (El Superhombre de los Tiempos), lo que inspiró a Jerry Siegel y a Joe Shuster a crear al icónico superhéroe.

El uniforme de leotardo azul con calzón rojo encima y sandalias de gladiador, que luego evolucionaron a botas rojas, fue diseñado por Shuster, basado en la prenda usual de los forzudos y acróbatas de circo de la época, elegida por permitir libertad de movimientos en los actos de fuerza. La capa también era parte del atuendo de éstos, dándoles un aspecto magnífico y sublime, como el de Don Athaldo, el famoso hombre fuerte australiano que aparecía en la revista de fisicoculturismo “The Superman”. Este recurso, el uso de capas para crear el efecto dramático de majestuosidad, era bien conocido entre escultores y pintores. Un ejemplo lo vemos en la pintura de Benjamin West de 1816: Benjamin Franklin Sacando Electricidad del Cielo. 

La insignia sobre el pecho tiene sus antecedentes en los trajes de algunos forzudos como Louis Cyr y los hermanos Saxon, pero sobretodo en los de los salvavidas de los balnearios. Era un símbolo que los identificaba como aquellas personas facultadas para rescatarlo a uno en caso fuera necesario. El emblema original de Superman, era un blasón, o escudo raso amarillo con una ‘S’ roja en el centro. Pronto pasó a ser un escudo triangular invertido amarillo con una ‘S’ roja. Max Fleischer, quien hizo la primera serie animada del superhéroe en 1941, lo cambió dándole la forma de diamante negro con orilla amarilla y ‘S’ roja. Siegel y Shuster adoptaron el nuevo diseño pero manteniendo el fondo amarillo, la orilla y la ‘S’ rojas.

Jack Liebowitz, el editor de las publicaciones DC, lo expuso de esta manera:

“Jerry y Joe querían algo que fuera amigable y a la vez poderoso. Tomar al forzudo de circo y combinarlo con colores brillantes tenía sentido. La capa le proveyó de movimiento y majestuosidad. El escudo, autoridad.”

Superman-Clark Kent, apareció por primera vez en la edición de junio de 1938 de Action Comics. Al principio, los poderes de este inmigrante del planeta Krypton (oculto, en griego), consistían sólo en poder saltar por encima de un edificio de veinte pisos, levantar grandes pesos –como un automóvil, correr más rápido que una locomotora, y su piel era penetrable sólo por una bomba explosiva. Así empezó la carrera de “Superman, un portento físico, una maravilla mental, destinado a rehacer el destino del mundo”, como pone el final de este primer número. Aquí no volaba ni tenía super-sentidos. Pero, como sabemos, pronto los escritores lo fueron haciendo más poderoso, al grado de que ahora vuela, puede ver a través de objetos sólidos, tiene super-aliento con el que es capaz de congelar cosas, dispara rayos de calor desde sus ojos, es más rápido que la luz y es prácticamente indestructible, pues puede sobrevivir a una explosión nuclear. 

Dado que el alienígena es tan poderoso, ¿qué lo conecta con nosotros? ¿Por qué podemos identificarnos de alguna manera con él? ¿Qué lo hace humano?

Lo que lo humaniza es que sin importar que tan poderoso sea, necesita usar su buen juicio para resolver problemas morales que no son del todo diferentes de los tuyos o los míos. Como tú y yo, es un agente moral, tiene la habilidad de pensar y deliberar sobre sus acciones y sobre los actos de otros en términos de lo que es correcto y lo que no lo es. Como agente moral puede hacer elecciones morales o inmorales, y por tanto, puede ser elogiado o culpado a la luz de aquellas decisiones, a diferencia de seres amorales como un león, un águila o una serpiente. Clark Kent se nos presenta como una buena persona, porque él, más que ningún otro, por su gran poder, podría elegir usarlo para mal en lugar de para el bien. Tiene sentido elogiarlo por su decisión de usarlo, basado en su comprensión de lo correcto e incorrecto, para ser un héroe, en lugar de usarlo para dominar al mundo.

Ahora, ¿cuál es el código moral del “gran boy scout azul”?

El término “gran boy scout azul”, usado numerosas veces en forma peyorativa para referirse a Superman, seguramente debido a la degeneración de valores en nuestra era postmodernista, captura muy bien la teoría ética por la que él rige sus acciones. El juramento scout compromete al joven explorador, por su honor, a obedecer la Ley del Scout, a hacer lo mejor por su patria, a ayudar a otros siempre, a mantenerse físicamente fuerte, mentalmente alerta, y moralmente recto. La Ley del Scout reza: El scout es confiable, leal, servicial, amigable, cortés, benevolente, obediente, alegre, ahorrativo, valiente, limpio, y respetuoso. Esta ética que le concede a Superman responsabilidades al mismo tiempo que le indica cómo desarrollarse mejor es lo que se conoce como ética de virtudes.

La ética de virtudes o aretaica (del griego arete: excelencia o virtud), aparece por primera vez en las obras de los antiguos filósofos griegos, como Aristóteles (384-322), sigue con Cicerón en Roma, luego con Tomás de Aquino en le Edad Media, reaparece en la Ilustración con filósofos como David Hume y Benjamín Franklin y ha tenido un renacimiento entre filósofos contemporáneos, como Michael Stocker, Philippa Foot, y Ayn Rand entre otros. Esta ética discute la naturaleza y definición de las virtudes y de cómo se adquieren, como se aplican en distintos contextos, enfatizando las virtudes mentales y de carácter. Esta teoría propone que debemos tratar de ser cierto tipo de persona mediante la práctica habitual de las virtudes y al serlo actuaremos bien. 

De acuerdo a la ética aristotélica de virtudes, el humano debe perseguir su ‘eudamonía’ o florecimiento personal. Florecemos cuando llegamos a ser la mejor versión que podemos ser de nosotros mismos, o en otras palabras, cuando seamos excelentes animales racionales. Comprende esto actuar en nuestro interés propio buscando nuestro desarrollo personal por medio de la práctica de las virtudes de la ética personal y desarrollando nuestra responsabilidad cívica por medio de la práctica de las virtudes de la ética social o política. Requiere cuidarse uno mismo manteniendo nuestra salud, recursos y estimulación intelectual por un lado, y por el otro, preocuparnos por los pares o amistades cívicas para vivir en concordia. Superman es virtuoso. Es una persona responsable. Es honorable. Se ocupa en hacerse la mejor versión de sí mismo que puede mientras mejora el estado de la humanidad. Superman es pues, magnánimo.

Según nos dice Aristóteles, la magnanimidad (megalopsychia, grandeza y elevación del ánimo) es la corona de las virtudes, pues no se puede ser magnánimo sin poseerlas todas. Es la disposición del ánimo a ser moralmente excelente. El magnánimo es un hombre de honor. Tiene por objeto de su ejercicio las cosas grandes realizadas conforme a la recta razón:

“…La magnanimidad implica grandeza, justamente como la belleza implica un cuerpo bien desarrollado: es decir, la gente delgada puede ser pulcra y bien proporcionada, pero no bella. [Aquí Aristóteles habla de la belleza de los atletas.]

…Así el hombre magnánimo tiene la actitud correcta con respecto al honor y al deshonor. Efectivamente es aparente aun sin argumentación que la persona magnánima se preocupa por el honor, porque es el honor por encima de todo lo que reclama como es debido y merecido.

…Así, el hombre verdaderamente magnánimo debe ser bueno. Pareciera ser que el hombre magnánimo se caracteriza por la grandeza en toda virtud.

…Así la magnanimidad parece ser un tipo de corona de las virtudes, porque les da realce y nunca se da sin ellas. Esto hace que sea difícil ser verdaderamente magnánimo, porque es imposible sin excelencia total. [Aristóteles se refiere a ‘nobleza’, en griego kalokagathia, ‘belleza y excelencia’, excelencia física y moral.]

…Otra característica del hombre magnánimo es que él nunca, o sólo de mala gana, pide algo, mientras que está deseoso de ayudar a otros.”

[Aristotle. Ethics. Penguin Classics. Great Britain, 153-157.]

Sí, Superman es magnánimo. Es excelente, físicamente bien desarrollado, super inteligente, noble y bondadoso. Pero como los problemas que enfrenta no son sólo de esfuerzo físico sino que de razonamiento práctico, no difiere tanto de nosotros. Por eso mismo es que es un ejemplo de lo que podemos ser –a nuestro nivel. Nos inspira a superarnos, a buscar la excelencia, a ser lo mejor que podamos ser. Y a hacer lo que dijo ese gran scout –aunque no particularmente grande ni azul, Sir Robert Baden Powell:

“Deja este mundo un poco mejor de lo que lo encontraste.”

Deja este mundo un poco mejor de lo que lo encontraste

Warren Orbaugh
26 de abril, 2021

El mito de Superman cumple ochenta y tres años en junio. El héroe dotado con poderes superiores al hombre común es una constante en la cultura occidental, desde Hércules a Sigfrido, desde Orlando a Lanzarote y a Pantagruel. A pesar de que las historietas de Superman poseen características en común con una serie de otras aventuras de héroes dotados de superpoderes, en él éstos se fundan en un todo más homogéneo. Es el más antiguo del grupo, el que inspiró a los demás, el más popular, y el más claramente delineado, el que posee una personalidad más reconocible. Dentro de todos sus congéneres es el que con mayor facilidad podría aspirar al título del ‘tipo’ de superhéroe.

Fue creado por el escritor Jerry Siegel y el artista Joe Shuster. El nombre viene de la traducción de ‘Übermensch’, la designación de Nietzsche para el hombre que supera su humanidad vulgar sometida a la moral del rebaño, convirtiéndose en un librepensador, un humano noble que se sabe inocente y por tanto rechaza el pecado original, que crea sus propios valores morales, que no cree en mundos ultraterrenos y por tanto ama la vida y todo lo terreno, ama al sentido de la tierra, a lo corporal, la razón, la fuerza, el placer. Es el que se establece un propósito que le sirve de guía ordenador para su estructura jerárquica valorativa, cuya voluntad de poder le lleva a superarse y salvar cuanto obstáculo se le atraviese. El superhombre de Nietzsche es el concepto del más alto desarrollo e integración posible, de poder intelectual, fuerza de carácter y voluntad, independencia, pasión, gusto y físico.

Las ideas de Nietzsche influenciaron a los jóvenes intelectuales alemanes, quienes crearon movimientos como el ‘Wandervogel’ en 1896 –un movimiento de excursionistas para liberarse de las restricciones de la sociedad y volver a la naturaleza enfatizando la libertad, la responsabilidad personal, la integridad, y el espíritu de aventura. El movimiento naturista o nudista, por Richard Ungewitter –para buscar un desarrollo mental, moral y corporal más sano. Y el movimiento dedicado a la cultura física, por Friedrich Wilhelm Müller, mejor conocido como Eugen Sandow. Éste último movimiento se diseminó a través de revistas como “The Superman, A Monthly Magazine Devoted to Mental and Physical Culture”, editada por T.W. Standwell y publicada desde 1931. Así el término ‘Superman’ se usó para describir, durante los años veinte y treinta, a atletas de gran habilidad, principalmente a los de halterofilia. Shuster se interesó desde joven en la cultura física y admiraba a forzudos de circo como Siegmund Breitbart, Joseph Greenstein, y Louis Cyr.

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Breitbart, judío polaco, recorrió Europa y los Estados Unidos de América con el Circo Bush, donde hacía su espectáculo de fuerza. Doblaba barras de hierro alrededor de sus brazos, reventaba cadenas de hierro y doblaba y rompía por la mitad herraduras de caballo. Parte del show consistía en sostener a dos caballos que tiraban en sentido contrario, jalar con sus dientes un vagón lleno de gente y sostener pesos enormes en posición supina, como un automóvil con diez pasajeros. Durante su gira por los Estados Unidos de América en 1923, era presentado como “The Superman of the Ages” (El Superhombre de los Tiempos), lo que inspiró a Jerry Siegel y a Joe Shuster a crear al icónico superhéroe.

El uniforme de leotardo azul con calzón rojo encima y sandalias de gladiador, que luego evolucionaron a botas rojas, fue diseñado por Shuster, basado en la prenda usual de los forzudos y acróbatas de circo de la época, elegida por permitir libertad de movimientos en los actos de fuerza. La capa también era parte del atuendo de éstos, dándoles un aspecto magnífico y sublime, como el de Don Athaldo, el famoso hombre fuerte australiano que aparecía en la revista de fisicoculturismo “The Superman”. Este recurso, el uso de capas para crear el efecto dramático de majestuosidad, era bien conocido entre escultores y pintores. Un ejemplo lo vemos en la pintura de Benjamin West de 1816: Benjamin Franklin Sacando Electricidad del Cielo. 

La insignia sobre el pecho tiene sus antecedentes en los trajes de algunos forzudos como Louis Cyr y los hermanos Saxon, pero sobretodo en los de los salvavidas de los balnearios. Era un símbolo que los identificaba como aquellas personas facultadas para rescatarlo a uno en caso fuera necesario. El emblema original de Superman, era un blasón, o escudo raso amarillo con una ‘S’ roja en el centro. Pronto pasó a ser un escudo triangular invertido amarillo con una ‘S’ roja. Max Fleischer, quien hizo la primera serie animada del superhéroe en 1941, lo cambió dándole la forma de diamante negro con orilla amarilla y ‘S’ roja. Siegel y Shuster adoptaron el nuevo diseño pero manteniendo el fondo amarillo, la orilla y la ‘S’ rojas.

Jack Liebowitz, el editor de las publicaciones DC, lo expuso de esta manera:

“Jerry y Joe querían algo que fuera amigable y a la vez poderoso. Tomar al forzudo de circo y combinarlo con colores brillantes tenía sentido. La capa le proveyó de movimiento y majestuosidad. El escudo, autoridad.”

Superman-Clark Kent, apareció por primera vez en la edición de junio de 1938 de Action Comics. Al principio, los poderes de este inmigrante del planeta Krypton (oculto, en griego), consistían sólo en poder saltar por encima de un edificio de veinte pisos, levantar grandes pesos –como un automóvil, correr más rápido que una locomotora, y su piel era penetrable sólo por una bomba explosiva. Así empezó la carrera de “Superman, un portento físico, una maravilla mental, destinado a rehacer el destino del mundo”, como pone el final de este primer número. Aquí no volaba ni tenía super-sentidos. Pero, como sabemos, pronto los escritores lo fueron haciendo más poderoso, al grado de que ahora vuela, puede ver a través de objetos sólidos, tiene super-aliento con el que es capaz de congelar cosas, dispara rayos de calor desde sus ojos, es más rápido que la luz y es prácticamente indestructible, pues puede sobrevivir a una explosión nuclear. 

Dado que el alienígena es tan poderoso, ¿qué lo conecta con nosotros? ¿Por qué podemos identificarnos de alguna manera con él? ¿Qué lo hace humano?

Lo que lo humaniza es que sin importar que tan poderoso sea, necesita usar su buen juicio para resolver problemas morales que no son del todo diferentes de los tuyos o los míos. Como tú y yo, es un agente moral, tiene la habilidad de pensar y deliberar sobre sus acciones y sobre los actos de otros en términos de lo que es correcto y lo que no lo es. Como agente moral puede hacer elecciones morales o inmorales, y por tanto, puede ser elogiado o culpado a la luz de aquellas decisiones, a diferencia de seres amorales como un león, un águila o una serpiente. Clark Kent se nos presenta como una buena persona, porque él, más que ningún otro, por su gran poder, podría elegir usarlo para mal en lugar de para el bien. Tiene sentido elogiarlo por su decisión de usarlo, basado en su comprensión de lo correcto e incorrecto, para ser un héroe, en lugar de usarlo para dominar al mundo.

Ahora, ¿cuál es el código moral del “gran boy scout azul”?

El término “gran boy scout azul”, usado numerosas veces en forma peyorativa para referirse a Superman, seguramente debido a la degeneración de valores en nuestra era postmodernista, captura muy bien la teoría ética por la que él rige sus acciones. El juramento scout compromete al joven explorador, por su honor, a obedecer la Ley del Scout, a hacer lo mejor por su patria, a ayudar a otros siempre, a mantenerse físicamente fuerte, mentalmente alerta, y moralmente recto. La Ley del Scout reza: El scout es confiable, leal, servicial, amigable, cortés, benevolente, obediente, alegre, ahorrativo, valiente, limpio, y respetuoso. Esta ética que le concede a Superman responsabilidades al mismo tiempo que le indica cómo desarrollarse mejor es lo que se conoce como ética de virtudes.

La ética de virtudes o aretaica (del griego arete: excelencia o virtud), aparece por primera vez en las obras de los antiguos filósofos griegos, como Aristóteles (384-322), sigue con Cicerón en Roma, luego con Tomás de Aquino en le Edad Media, reaparece en la Ilustración con filósofos como David Hume y Benjamín Franklin y ha tenido un renacimiento entre filósofos contemporáneos, como Michael Stocker, Philippa Foot, y Ayn Rand entre otros. Esta ética discute la naturaleza y definición de las virtudes y de cómo se adquieren, como se aplican en distintos contextos, enfatizando las virtudes mentales y de carácter. Esta teoría propone que debemos tratar de ser cierto tipo de persona mediante la práctica habitual de las virtudes y al serlo actuaremos bien. 

De acuerdo a la ética aristotélica de virtudes, el humano debe perseguir su ‘eudamonía’ o florecimiento personal. Florecemos cuando llegamos a ser la mejor versión que podemos ser de nosotros mismos, o en otras palabras, cuando seamos excelentes animales racionales. Comprende esto actuar en nuestro interés propio buscando nuestro desarrollo personal por medio de la práctica de las virtudes de la ética personal y desarrollando nuestra responsabilidad cívica por medio de la práctica de las virtudes de la ética social o política. Requiere cuidarse uno mismo manteniendo nuestra salud, recursos y estimulación intelectual por un lado, y por el otro, preocuparnos por los pares o amistades cívicas para vivir en concordia. Superman es virtuoso. Es una persona responsable. Es honorable. Se ocupa en hacerse la mejor versión de sí mismo que puede mientras mejora el estado de la humanidad. Superman es pues, magnánimo.

Según nos dice Aristóteles, la magnanimidad (megalopsychia, grandeza y elevación del ánimo) es la corona de las virtudes, pues no se puede ser magnánimo sin poseerlas todas. Es la disposición del ánimo a ser moralmente excelente. El magnánimo es un hombre de honor. Tiene por objeto de su ejercicio las cosas grandes realizadas conforme a la recta razón:

“…La magnanimidad implica grandeza, justamente como la belleza implica un cuerpo bien desarrollado: es decir, la gente delgada puede ser pulcra y bien proporcionada, pero no bella. [Aquí Aristóteles habla de la belleza de los atletas.]

…Así el hombre magnánimo tiene la actitud correcta con respecto al honor y al deshonor. Efectivamente es aparente aun sin argumentación que la persona magnánima se preocupa por el honor, porque es el honor por encima de todo lo que reclama como es debido y merecido.

…Así, el hombre verdaderamente magnánimo debe ser bueno. Pareciera ser que el hombre magnánimo se caracteriza por la grandeza en toda virtud.

…Así la magnanimidad parece ser un tipo de corona de las virtudes, porque les da realce y nunca se da sin ellas. Esto hace que sea difícil ser verdaderamente magnánimo, porque es imposible sin excelencia total. [Aristóteles se refiere a ‘nobleza’, en griego kalokagathia, ‘belleza y excelencia’, excelencia física y moral.]

…Otra característica del hombre magnánimo es que él nunca, o sólo de mala gana, pide algo, mientras que está deseoso de ayudar a otros.”

[Aristotle. Ethics. Penguin Classics. Great Britain, 153-157.]

Sí, Superman es magnánimo. Es excelente, físicamente bien desarrollado, super inteligente, noble y bondadoso. Pero como los problemas que enfrenta no son sólo de esfuerzo físico sino que de razonamiento práctico, no difiere tanto de nosotros. Por eso mismo es que es un ejemplo de lo que podemos ser –a nuestro nivel. Nos inspira a superarnos, a buscar la excelencia, a ser lo mejor que podamos ser. Y a hacer lo que dijo ese gran scout –aunque no particularmente grande ni azul, Sir Robert Baden Powell:

“Deja este mundo un poco mejor de lo que lo encontraste.”