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¿Un Plan Marshall para Centroamérica?

Nicholas Virzi
09 de abril, 2021

“Trabajando de la mano con la iniciativa privada se podrán generar los millones de puestos de empleo a futuro que serán necesarios para detener la emigración ilegal hacia EEUU.”

Mucha atención se pone sobre lo que podrían ser los cambios en la política exterior de EEUU con respecto a nuestra región, dada la venida de la Administración Biden. Sin embargo, el énfasis que la política exterior de la Administración Biden pone a Centroamérica no es algo nuevo para EEUU. Centroamérica y el Caribe siempre ha sido una región de interés primordial para EEUU. Desde la declaración de la Doctrina Monroe en 1822, EEUU ha adoptado una postura prepotente que la situación política de la región es asunto exclusivamente suyo. Con o sin razón, desde entonces EEUU se ha preocupado por mantener la ausencia significativa de otras potencias en la región que considera como su “patio trasero”.

No obstante los méritos y logros del esfuerzo anticomunista internacional de EEUU durante la Guerra Fría, la carga y visión global de EEUU, contrastada por la siempre inescapable escasez de recursos, no permitieron que EEUU atendiera a todas las regiones del mundo por igual. Irónicamente, la región que EEUU más descuidó fue su propia esfera de influencia, Centroamérica y el Caribe. 

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Preocupándose más por la prosperidad y seguridad de Europa y Japón que ocurrió bajo su ocupación militar, EEUU invirtió $13 millardos en los años cuarenta en Europa bajo el Plan Marshall, pero mucho menos en Centroamérica, donde la guerra fría entre las superpotencias se tornó caliente entre sus respectivos aliados. Si bien los países europeos se habían acostumbrado a la defensa americana, pareciendo más pasajeros libres que buenos aliados, en nuestra región, en Guatemala en particular, el pasajero libre fue EEUU.  

Al ver que guerrillas marxistas intentaban tomar el poder político violentamente por toda la región, EEUU dependió de sus aliados regionales para contener el comunismo en las Américas. EEUU entrenó a las fuerzas militares de la región para que se encargaran del combate frontal que EEUU mismo esquivó. Distintos países tuvieron diferentes grados de éxito en la lucha contra el comunismo, pero ninguno más que Guatemala. 

En Nicaragua, su ejército poco profesional cayó ante una exitosa guerrilla sandinista. En algunos momentos parecía que lo mismo podría pasar en El Salvador. De esa cuenta, EEUU mandó millardos de dólares en inversión militar a El Salvador, donde la guerrilla sin embargo logró controlar gran parte de su territorio. Guatemala, por su parte, contaba con un ejército que logró siempre mantener la superioridad militar sobre la guerrilla. 

Esto a pesar del hecho que EEUU le había cortado la asistencia militar a Guatemala, alegando abusos de derechos humanos bajo la Doctrina Carter. Abandonado y aislado por su principal “aliado”, el ejército guatemalteco nunca cedió control de ninguna parte de su territorio. Una vez derrotó la guerrilla, el gobierno militar de facto de Guatemala emprendió la transición democrática guatemalteca. Aunque falta muchísimo, poco a poco la democracia guatemalteca se ha venido consolidando desde entonces. El sistema político y la economía guatemalteca muestran estabilidad, lo cual representa beneficios externos para EEUU también. Hoy por hoy, Guatemala sigue siendo el país más importante de la región para EEUU.

Para EEUU, el fin de la Guerra Fría no acabó con las amenazas a su seguridad.  Las nuevas amenazas a la seguridad de EEUU presentes en nuestra región incluyen el narcotráfico, el terrorismo y la emigración ilegal, tres temas no necesariamente independientes entre si. Para hacerle frente a estas nuevas amenazas, EEUU sigue necesitando de la cooperación de sus aliados en la región, particularmente en Guatemala, donde la memoria de cómo EEUU trató a su mejor aliado durante y después del conflicto armado interno no ha caducado. Declaraciones recientes del Director Senior del Consejo de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental Juan González que la migración ilegal es culpa de la élite depredadora de la región no ayudan en mitigar la desconfianza latente en las intenciones de EEUU.

En vez de dirigir críticas a sectores que siempre han mostrado afinidad por EEUU, EEUU haría bien en reconocer la importancia de la región para sus propios intereses, y de que seguirá necesitando la cooperación de los sectores privados de la región para cumplir con sus propias metas. Más allá de declaraciones y comunicados, EEUU aun no muestra que está tomando en serio los retos y las oportunidades presentes en Centroamérica. Por ejemplo, hoy EEUU ofrece $4 millardos en ayuda externa a los tres países del Triángulo Norte, El Salvador, Honduras y Guatemala. Dejando de lado el tema de si la ayuda externa realmente ayuda, esto es mucho menos de los $13 millardos que invirtió bajo el Plan Marshall en Europa. Ajustados por la inflación histórica desde 1945 a 2021, los $13 millardos del Plan Marshall hoy tendrían un valor de $189 millardos, una cantidad mucho mayor que el producto interno bruto conjunto del Triángulo Norte entero.  

Si EEUU quiere mandar un mensaje claro de que esta vez será un buen aliado para con los países de la región, debería de pensar en aumentar sus niveles de inversión en la región por un factor de diez o veinte. El enfoque de la inversión debería de ser en fortalecer los sistemas de seguridad en la región y en potenciar la economía de mercado, no en las organizaciones no gubernamentales que siempre persiguen la ayuda externa que las sostienen. Las ONGs no son fuentes de empleo. Trabajando de la mano con la iniciativa privada se podrán generar los millones de puestos de empleo a futuro que serán necesarios para detener la emigración ilegal hacia EEUU. 

¿Un Plan Marshall para Centroamérica?

Nicholas Virzi
09 de abril, 2021

“Trabajando de la mano con la iniciativa privada se podrán generar los millones de puestos de empleo a futuro que serán necesarios para detener la emigración ilegal hacia EEUU.”

Mucha atención se pone sobre lo que podrían ser los cambios en la política exterior de EEUU con respecto a nuestra región, dada la venida de la Administración Biden. Sin embargo, el énfasis que la política exterior de la Administración Biden pone a Centroamérica no es algo nuevo para EEUU. Centroamérica y el Caribe siempre ha sido una región de interés primordial para EEUU. Desde la declaración de la Doctrina Monroe en 1822, EEUU ha adoptado una postura prepotente que la situación política de la región es asunto exclusivamente suyo. Con o sin razón, desde entonces EEUU se ha preocupado por mantener la ausencia significativa de otras potencias en la región que considera como su “patio trasero”.

No obstante los méritos y logros del esfuerzo anticomunista internacional de EEUU durante la Guerra Fría, la carga y visión global de EEUU, contrastada por la siempre inescapable escasez de recursos, no permitieron que EEUU atendiera a todas las regiones del mundo por igual. Irónicamente, la región que EEUU más descuidó fue su propia esfera de influencia, Centroamérica y el Caribe. 

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Preocupándose más por la prosperidad y seguridad de Europa y Japón que ocurrió bajo su ocupación militar, EEUU invirtió $13 millardos en los años cuarenta en Europa bajo el Plan Marshall, pero mucho menos en Centroamérica, donde la guerra fría entre las superpotencias se tornó caliente entre sus respectivos aliados. Si bien los países europeos se habían acostumbrado a la defensa americana, pareciendo más pasajeros libres que buenos aliados, en nuestra región, en Guatemala en particular, el pasajero libre fue EEUU.  

Al ver que guerrillas marxistas intentaban tomar el poder político violentamente por toda la región, EEUU dependió de sus aliados regionales para contener el comunismo en las Américas. EEUU entrenó a las fuerzas militares de la región para que se encargaran del combate frontal que EEUU mismo esquivó. Distintos países tuvieron diferentes grados de éxito en la lucha contra el comunismo, pero ninguno más que Guatemala. 

En Nicaragua, su ejército poco profesional cayó ante una exitosa guerrilla sandinista. En algunos momentos parecía que lo mismo podría pasar en El Salvador. De esa cuenta, EEUU mandó millardos de dólares en inversión militar a El Salvador, donde la guerrilla sin embargo logró controlar gran parte de su territorio. Guatemala, por su parte, contaba con un ejército que logró siempre mantener la superioridad militar sobre la guerrilla. 

Esto a pesar del hecho que EEUU le había cortado la asistencia militar a Guatemala, alegando abusos de derechos humanos bajo la Doctrina Carter. Abandonado y aislado por su principal “aliado”, el ejército guatemalteco nunca cedió control de ninguna parte de su territorio. Una vez derrotó la guerrilla, el gobierno militar de facto de Guatemala emprendió la transición democrática guatemalteca. Aunque falta muchísimo, poco a poco la democracia guatemalteca se ha venido consolidando desde entonces. El sistema político y la economía guatemalteca muestran estabilidad, lo cual representa beneficios externos para EEUU también. Hoy por hoy, Guatemala sigue siendo el país más importante de la región para EEUU.

Para EEUU, el fin de la Guerra Fría no acabó con las amenazas a su seguridad.  Las nuevas amenazas a la seguridad de EEUU presentes en nuestra región incluyen el narcotráfico, el terrorismo y la emigración ilegal, tres temas no necesariamente independientes entre si. Para hacerle frente a estas nuevas amenazas, EEUU sigue necesitando de la cooperación de sus aliados en la región, particularmente en Guatemala, donde la memoria de cómo EEUU trató a su mejor aliado durante y después del conflicto armado interno no ha caducado. Declaraciones recientes del Director Senior del Consejo de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental Juan González que la migración ilegal es culpa de la élite depredadora de la región no ayudan en mitigar la desconfianza latente en las intenciones de EEUU.

En vez de dirigir críticas a sectores que siempre han mostrado afinidad por EEUU, EEUU haría bien en reconocer la importancia de la región para sus propios intereses, y de que seguirá necesitando la cooperación de los sectores privados de la región para cumplir con sus propias metas. Más allá de declaraciones y comunicados, EEUU aun no muestra que está tomando en serio los retos y las oportunidades presentes en Centroamérica. Por ejemplo, hoy EEUU ofrece $4 millardos en ayuda externa a los tres países del Triángulo Norte, El Salvador, Honduras y Guatemala. Dejando de lado el tema de si la ayuda externa realmente ayuda, esto es mucho menos de los $13 millardos que invirtió bajo el Plan Marshall en Europa. Ajustados por la inflación histórica desde 1945 a 2021, los $13 millardos del Plan Marshall hoy tendrían un valor de $189 millardos, una cantidad mucho mayor que el producto interno bruto conjunto del Triángulo Norte entero.  

Si EEUU quiere mandar un mensaje claro de que esta vez será un buen aliado para con los países de la región, debería de pensar en aumentar sus niveles de inversión en la región por un factor de diez o veinte. El enfoque de la inversión debería de ser en fortalecer los sistemas de seguridad en la región y en potenciar la economía de mercado, no en las organizaciones no gubernamentales que siempre persiguen la ayuda externa que las sostienen. Las ONGs no son fuentes de empleo. Trabajando de la mano con la iniciativa privada se podrán generar los millones de puestos de empleo a futuro que serán necesarios para detener la emigración ilegal hacia EEUU.