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No a la unanimidad

Jose Azel
11 de mayo, 2021

“La hora de la unanimidad” es el título de un valiente artículo en defensa de la libertad de expresión publicado por Luis Aguilar León en Cuba en 1960. Resultó ser la última defensa de la libertad de expresión en la Cuba de Castro. Dos días después de la publicación del artículo, el periódico fue confiscado y el profesor Aguilar obligado a abandonar Cuba. 

En su profético escrito Lundi -como le llamaban sus amigos- nos recuerda que la tolerancia de ideas es esencial para el avance de objetivos nobles, y alerta sobre una impenetrable unanimidad totalitaria  en Cuba. Cuando surge la unanimidad de opiniones no hay voces discrepantes, ni posibilidades de crítica o de refutaciones públicas.

Lundi advierte de una unanimidad que silenciará las voces de libertad. Avisa que la unanimidad totalitaria es peor que la censura. “La censura nos obliga a callar nuestra verdad; la unanimidad nos fuerza a repetir la mentira de otros”. 

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Poco después del aviso de Lundi fue promulgada la política de sanciones económicas de EEUU hacia Cuba, cuando el Presidente John F Kennedy emitió una orden ejecutiva en respuesta a las expropiaciones de activos americanos sin compensación por parte del gobierno de Cuba. Casi seis décadas después el conflicto permanece sin resolverse y ese tema todavía domina la retórica alrededor de las relaciones EEUU-Cuba.

Hoy la unanimidad totalitaria en Cuba prohíbe una prensa libre, y nada en la nueva política EEUU-Cuba defiende una prensa libre en Cuba. La administración promueve un levantamiento incondicional del embargo, y los que estamos comprometidos con los ideales de libertad somos etiquetados como intransigentes por no apoyar el nuevo camino de reconciliación con el régimen.

El presidente Obama cree que la diplomacia y el incremento del comercio deberían ser las nuevas luces orientadoras. El nuevo enfoque en las relaciones EEUU-Cuba deja claro que la libertad del pueblo cubano ya no es el objetivo primario o la brújula moral de la administración. La consecuencia natural es la legitimación, y quizás la perpetuación, de la tiranía cubana. La unanimidad totalitaria permanecería intacta.

Muy bien: veamos si podemos superar nuestras diferencias. La administración y quienes le apoyan no le piden al gobierno cubano que cambie sus métodos. Concuerdan con el General Castro en que a Cuba no se le debe exigir que abrace valores democráticos ni que cambie su estructura de partido político único o su sistema de economía centralmente planificada. Yo discrepo.

Pero ambas partes coincidimos en que los cubanos deben decidir su propio futuro, y apoyamos ideas que busquen mejorar el bienestar del pueblo cubano.

Coincidimos también en que la información es un bien de elevado valor económico que mejora nuestras vidas. La información crea valor, y juega un papel clave en la toma de decisiones y el desarrollo económico. Un bien maravilloso que no merma cuando se utiliza, y no quita nada a nadie. Obviamente no hay mejor vía de mejorar el bienestar del pueblo cubano que mejorando su acceso a la información.

Entonces, en beneficio de la discusión, propongo un compromiso de acuerdo que mejorará el bienestar del pueblo cubano: ofrecer el levantamiento del embargo a cambio de una prensa totalmente independiente y libre en Cuba y acceso a internet sin censura.

Atención: no se le pide al General Castro que dimita o cambie el sistema político y económico escogido. Nada se le exige a Cuba. Además, serían invertidos millones en la infraestructura para una prensa libre, y miles de nuevos trabajos se crearían en concordancia con los objetivos pretendidos por la nueva política.

¿Qué mejor vía para ayudar a los cubanos a decidir su futuro que una prensa libre? ¿Bajo que brújula moral puede alguien exigir tolerancia y prensa libre en un punto cardinal, y dejar de exigirlo en otro?

Si, ya lo se, el General Castro nunca permitiría una prensa libre. ¿Y dicen que el intransigente soy yo?

Esta es precisamente la pregunta planteada por el Profesor Aguilar en su histórico artículo: “¿O es que para defender la justicia de nuestra causa hay que hacer causa común con la injusticia de los métodos totalitarios?”   

Sería mucho más hermoso y digno, escribió Lundi, ofrecer el ejemplo de un pueblo que se apresta a defender su libertad sin menoscabar la libertad de nadie.

El Dr. José Azel es Investigador Senior en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami, y autor del libro Mañana in Cuba.

No a la unanimidad

Jose Azel
11 de mayo, 2021

“La hora de la unanimidad” es el título de un valiente artículo en defensa de la libertad de expresión publicado por Luis Aguilar León en Cuba en 1960. Resultó ser la última defensa de la libertad de expresión en la Cuba de Castro. Dos días después de la publicación del artículo, el periódico fue confiscado y el profesor Aguilar obligado a abandonar Cuba. 

En su profético escrito Lundi -como le llamaban sus amigos- nos recuerda que la tolerancia de ideas es esencial para el avance de objetivos nobles, y alerta sobre una impenetrable unanimidad totalitaria  en Cuba. Cuando surge la unanimidad de opiniones no hay voces discrepantes, ni posibilidades de crítica o de refutaciones públicas.

Lundi advierte de una unanimidad que silenciará las voces de libertad. Avisa que la unanimidad totalitaria es peor que la censura. “La censura nos obliga a callar nuestra verdad; la unanimidad nos fuerza a repetir la mentira de otros”. 

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Poco después del aviso de Lundi fue promulgada la política de sanciones económicas de EEUU hacia Cuba, cuando el Presidente John F Kennedy emitió una orden ejecutiva en respuesta a las expropiaciones de activos americanos sin compensación por parte del gobierno de Cuba. Casi seis décadas después el conflicto permanece sin resolverse y ese tema todavía domina la retórica alrededor de las relaciones EEUU-Cuba.

Hoy la unanimidad totalitaria en Cuba prohíbe una prensa libre, y nada en la nueva política EEUU-Cuba defiende una prensa libre en Cuba. La administración promueve un levantamiento incondicional del embargo, y los que estamos comprometidos con los ideales de libertad somos etiquetados como intransigentes por no apoyar el nuevo camino de reconciliación con el régimen.

El presidente Obama cree que la diplomacia y el incremento del comercio deberían ser las nuevas luces orientadoras. El nuevo enfoque en las relaciones EEUU-Cuba deja claro que la libertad del pueblo cubano ya no es el objetivo primario o la brújula moral de la administración. La consecuencia natural es la legitimación, y quizás la perpetuación, de la tiranía cubana. La unanimidad totalitaria permanecería intacta.

Muy bien: veamos si podemos superar nuestras diferencias. La administración y quienes le apoyan no le piden al gobierno cubano que cambie sus métodos. Concuerdan con el General Castro en que a Cuba no se le debe exigir que abrace valores democráticos ni que cambie su estructura de partido político único o su sistema de economía centralmente planificada. Yo discrepo.

Pero ambas partes coincidimos en que los cubanos deben decidir su propio futuro, y apoyamos ideas que busquen mejorar el bienestar del pueblo cubano.

Coincidimos también en que la información es un bien de elevado valor económico que mejora nuestras vidas. La información crea valor, y juega un papel clave en la toma de decisiones y el desarrollo económico. Un bien maravilloso que no merma cuando se utiliza, y no quita nada a nadie. Obviamente no hay mejor vía de mejorar el bienestar del pueblo cubano que mejorando su acceso a la información.

Entonces, en beneficio de la discusión, propongo un compromiso de acuerdo que mejorará el bienestar del pueblo cubano: ofrecer el levantamiento del embargo a cambio de una prensa totalmente independiente y libre en Cuba y acceso a internet sin censura.

Atención: no se le pide al General Castro que dimita o cambie el sistema político y económico escogido. Nada se le exige a Cuba. Además, serían invertidos millones en la infraestructura para una prensa libre, y miles de nuevos trabajos se crearían en concordancia con los objetivos pretendidos por la nueva política.

¿Qué mejor vía para ayudar a los cubanos a decidir su futuro que una prensa libre? ¿Bajo que brújula moral puede alguien exigir tolerancia y prensa libre en un punto cardinal, y dejar de exigirlo en otro?

Si, ya lo se, el General Castro nunca permitiría una prensa libre. ¿Y dicen que el intransigente soy yo?

Esta es precisamente la pregunta planteada por el Profesor Aguilar en su histórico artículo: “¿O es que para defender la justicia de nuestra causa hay que hacer causa común con la injusticia de los métodos totalitarios?”   

Sería mucho más hermoso y digno, escribió Lundi, ofrecer el ejemplo de un pueblo que se apresta a defender su libertad sin menoscabar la libertad de nadie.

El Dr. José Azel es Investigador Senior en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami, y autor del libro Mañana in Cuba.