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“¡Qué paren el mundo que me quiero bajar!”

Carolina Castellanos
28 de mayo, 2021

(Frase atribuida a Mafalda pero desmentido por Quino en una entrevista hecha en “La W” en 2,012.)

Basta con leer los titulares en los medios de comunicación de Guatemala y del mundo para desear que hubiera posibilidad de vivir en otro planeta para empezar de nuevo. El deseo aumenta cuando leemos comentarios por demás despreciables en las redes sociales. A muchos se les olvidó que la libertad de expresión implica que muchas veces no estaremos de acurdo con opiniones respecto a la mayoría de temas en discusión. Como consecuencia del desacuerdo, aquellos que se creen dueños de la verdad aniquilan al “disidente”. Tal parece que regresamos a la época del oscurantismo.

Me ha decepcionado aún más leer noticias como que UNICEF, organización que se supone aboga por la niñez en el mundo, inicia su camino hacia la aprobación del aborto.

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Otra reciente es que las ganadoras de una competencia deportiva en un centro educativo en Estados Unidos son mujeres transgénero (eran hombres), cuando la constitución física y estructura óseo esquelética de un hombre es muy diferente a la de una mujer, y se mantiene aún después de haber cambiado de sexo. Esto le ha vedado oportunidades de obtener becas deportivas a muchas mujeres en Estados Unidos.

Parecieran eventos aislados pero, lamentablemente, no lo son. Responden a una agenda mundial que está acabando con los valores y la forma de vida que ha prevalecido pormuchos siglos a lo largo y ancho de nuestro planeta. 

Esta agenda, que inició con las enseñanzas de Karl Marx, se limitaba al sistema económico. Naturalmente, afectaba a toda la población al coartar sus libertades, su forma de vida, sus creencias, etc. Todo evoluciona y ahora se ha extendido para destruir los valores, la vida, la educación, la expresión del pensamiento y la libertad misma.

¿Por qué ha logrado penetrar tanto en las sociedades actuales? Pienso que un factor es la conversión de muchosmedios de comunicación hacia esta ideología. Transmiten las noticias de una forma particular que induce al pensamiento de izquierda. La lucha de clases, los “ricos”, la demonización de los empresarios, y la generalización de que, porque hay unos corruptos, todos lo son. Esto sucede alrededor del mundo. Es más, la influencia de los medios extranjeros incide mucho más que los medios locales.

Los gobiernos de los países que luchan por la hegemonía mundial también ejercen su influencia, con más fuerza que todo lo demás. Lo estamos viviendo ahora con el de Estados Unidos, clara y abiertamente inclinado a la izquierda, ejerciendo su dominio sobre los países que hemos recibido su ayuda, que siempre llega condicionada. Adicionalmente, alimenta a las oenegés que, por dinero, pregonan el discurso de quien los financia.

Las redes sociales son el mecanismo más eficiente para divulgar ideas, especialmente el “lenguaje inclusivo”. Las redes que usamos todo el tiempo, como Facebook y Twitter, cancelan las cuentas de quienes “se atreven” a publicar mensajes, pruebas, discursos, publicaciones y lo que sea, en contra de los pregoneros de izquierda. Ni los atrevidos ni los dueños de las redes se dan por vencidos. ¡Es una batalla campal cibernética!

Educación, deportes, noticias, películas, redes sociales, todos están respondiendo a la “corrección política” para evitar ataques, desprestigio, críticas, etc. ¿Dónde ha quedado la lucha por lo bueno, lo valioso, lo que genera paz y convivencia?

Como no nos podemos bajar del mundo para vivir en otro planeta, nos toca resolver. Si usted y yo nos mantenemos en la lucha en nuestro metro cuadrado de influencia, se nos quitarán las ganas de bajarnos del mundo. 

“¡Qué paren el mundo que me quiero bajar!”

Carolina Castellanos
28 de mayo, 2021

(Frase atribuida a Mafalda pero desmentido por Quino en una entrevista hecha en “La W” en 2,012.)

Basta con leer los titulares en los medios de comunicación de Guatemala y del mundo para desear que hubiera posibilidad de vivir en otro planeta para empezar de nuevo. El deseo aumenta cuando leemos comentarios por demás despreciables en las redes sociales. A muchos se les olvidó que la libertad de expresión implica que muchas veces no estaremos de acurdo con opiniones respecto a la mayoría de temas en discusión. Como consecuencia del desacuerdo, aquellos que se creen dueños de la verdad aniquilan al “disidente”. Tal parece que regresamos a la época del oscurantismo.

Me ha decepcionado aún más leer noticias como que UNICEF, organización que se supone aboga por la niñez en el mundo, inicia su camino hacia la aprobación del aborto.

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Otra reciente es que las ganadoras de una competencia deportiva en un centro educativo en Estados Unidos son mujeres transgénero (eran hombres), cuando la constitución física y estructura óseo esquelética de un hombre es muy diferente a la de una mujer, y se mantiene aún después de haber cambiado de sexo. Esto le ha vedado oportunidades de obtener becas deportivas a muchas mujeres en Estados Unidos.

Parecieran eventos aislados pero, lamentablemente, no lo son. Responden a una agenda mundial que está acabando con los valores y la forma de vida que ha prevalecido pormuchos siglos a lo largo y ancho de nuestro planeta. 

Esta agenda, que inició con las enseñanzas de Karl Marx, se limitaba al sistema económico. Naturalmente, afectaba a toda la población al coartar sus libertades, su forma de vida, sus creencias, etc. Todo evoluciona y ahora se ha extendido para destruir los valores, la vida, la educación, la expresión del pensamiento y la libertad misma.

¿Por qué ha logrado penetrar tanto en las sociedades actuales? Pienso que un factor es la conversión de muchosmedios de comunicación hacia esta ideología. Transmiten las noticias de una forma particular que induce al pensamiento de izquierda. La lucha de clases, los “ricos”, la demonización de los empresarios, y la generalización de que, porque hay unos corruptos, todos lo son. Esto sucede alrededor del mundo. Es más, la influencia de los medios extranjeros incide mucho más que los medios locales.

Los gobiernos de los países que luchan por la hegemonía mundial también ejercen su influencia, con más fuerza que todo lo demás. Lo estamos viviendo ahora con el de Estados Unidos, clara y abiertamente inclinado a la izquierda, ejerciendo su dominio sobre los países que hemos recibido su ayuda, que siempre llega condicionada. Adicionalmente, alimenta a las oenegés que, por dinero, pregonan el discurso de quien los financia.

Las redes sociales son el mecanismo más eficiente para divulgar ideas, especialmente el “lenguaje inclusivo”. Las redes que usamos todo el tiempo, como Facebook y Twitter, cancelan las cuentas de quienes “se atreven” a publicar mensajes, pruebas, discursos, publicaciones y lo que sea, en contra de los pregoneros de izquierda. Ni los atrevidos ni los dueños de las redes se dan por vencidos. ¡Es una batalla campal cibernética!

Educación, deportes, noticias, películas, redes sociales, todos están respondiendo a la “corrección política” para evitar ataques, desprestigio, críticas, etc. ¿Dónde ha quedado la lucha por lo bueno, lo valioso, lo que genera paz y convivencia?

Como no nos podemos bajar del mundo para vivir en otro planeta, nos toca resolver. Si usted y yo nos mantenemos en la lucha en nuestro metro cuadrado de influencia, se nos quitarán las ganas de bajarnos del mundo.