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Guatemala, ¿A las puertas de un “Bukelazo”?

Redacción
04 de mayo, 2021

Lo ocurrido en El Salvador esta semana recién pasada ha prendido las alertas en muchos países de la región, entre ellos Estados Unidos y Guatemala. Muchos advirtieron el peligro de una figura como Bukele hace ya mucho tiempo mientras que otros que lo idolatraban hasta ahora que se están dando cuenta del daño que puede causar un populista en el poder. Al final, tarde o temprano, gran parte de los guatemaltecos se están dando cuenta que la amenaza populista vive latente en nuestros países, esperando pacientemente para manifestarse. 

¿Qué lecciones podemos aprender del surgimiento de Bukele para evitar que aparezca una figura similar en Guatemala? Para responder tan importante pregunta primero debemos analizar si Guatemala comparte ciertas condiciones que permitieron el ascenso de Bukele en El Salvador. 

El sistema político salvadoreño había estado dominado durante décadas por dos partidos políticos que se habían alternado en el poder constantemente. Sin embargo, el deterioro de sus élites partidarias y las constantes acusaciones de corrupción provocaron que surgiera una masa crítica de votantes en el medio de ambos partidos que sirvió como base para la consolidación de Bukele. 

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En Guatemala hemos carecido de partidos políticos institucionalizados y a pesar de que muchos de ellos grandes partidos (incluidos aquellos que han gobernado) han desaparecido, algunos partidos que han sido acusados de corrupción han crecido en representantes. Una parte significativa de los dirigentes de dos de los partidos con mayor cantidad de representantes en el Congreso han sido acusados de corrupción y narcotráfico. En Guatemala esa masa crítica no suele ser tan homogénea y se dispersa entre varios partidos. 

El sistema electoral salvadoreño permitió concentrar una gran cantidad de representantes de un solo partido político en la Asamblea Legislativa. A pesar de tener representación proporcional de minorías, el tamaño pequeño de las circunscripciones electorales ha permitido que se formen mayorías significativas en su órgano de representación. Además, las elecciones a medio término permitieron a Bukele posicionarse mejor dentro del gobierno para pedir a los votantes mayor apoyo. 

En Guatemala el sistema electoral ha provocado una fragmentación partidaria elevada. Existe una gran cantidad de partidos políticos representados en el legislativo y en cada elección aparecen decenas de partidos nuevos compitiendo mientras que otra gran cantidad de partidos desaparecen. El sistema privilegia la creación de nuevos partidos que buscan representación en distritos grandes mientras que los partidos existentes suelen sufrir un desgaste significativo que les impide crecer constantemente. 

Otro aspecto importante es el apoyo a la democracia por parte de los ciudadanos. Este desencanto por la política se manifiesta también en el respaldo de la ciudadanía por la democracia. Según la encuesta de Latinobarómetro, en el 2018 el 54% de la población salvadoreña le daba igual vivir en una democracia que en una dictadura. De igual manera sólo el 11% estaba satisfecho o muy satisfecho con la democracia del país.

En Guatemala, si bien los números son alarmantes, no se asemejan tanto a El Salvador. En nuestro país un 38% de la población encuestada está de acuerdo con que da igual un régimen democrático que uno no democrático. La satisfacción de la democracia supera el 18% contrario al 11% de El Salvador. Sin embargo, en apoyo a la democracia ambos países son similares, con una aprobación menor al 28% para ambos países. 

Por último, el surgimiento de Bukele surgió en gran parte gracias al uso de la tecnología y las redes sociales. La penetración de internet en El Salvador llega al 55% de la población mientras que en Guatemala permanece en un 37%. Esto es importante ya que para lograr la consolidación de un candidato populista se necesita de información y coordinación, elementos que están muy poco desarrollados en nuestro país.

A pesar de estas pequeñas diferencias que al final terminan pesando, aún existen ciertos parámetros que nos permiten comparar ambas situaciones. Por un lado, el desencanto hacia la política tradicional es una realidad en nuestro país y cada día crece el malestar ciudadano con respecto a los políticos. Esta es una de las principales condiciones que permiten el surgimiento de un populista. 

Por otro lado, los fenómenos políticos suelen ser contagiosos y más en regiones como la nuestra en la que los países comparten características culturales, sociales, económicas y políticas muy similares. No se puede negar que cuando un mal surge en algún país determinado este suele ser bastante contagioso, como ha probado serlo el socialismo del siglo XXI. 

Finalmente, nuestro sistema electoral y político ha sido incapaz de resolver los puntos de presión a los que ha sido sometida nuestra institucionalidad. Mientras la corrupción siga siendo la regla y no la excepción en gran parte de nuestras instituciones, la presión seguirá acumulándose y el camino para un populista será cada vez más fácil. 

Guatemala, ¿A las puertas de un “Bukelazo”?

Redacción
04 de mayo, 2021

Lo ocurrido en El Salvador esta semana recién pasada ha prendido las alertas en muchos países de la región, entre ellos Estados Unidos y Guatemala. Muchos advirtieron el peligro de una figura como Bukele hace ya mucho tiempo mientras que otros que lo idolatraban hasta ahora que se están dando cuenta del daño que puede causar un populista en el poder. Al final, tarde o temprano, gran parte de los guatemaltecos se están dando cuenta que la amenaza populista vive latente en nuestros países, esperando pacientemente para manifestarse. 

¿Qué lecciones podemos aprender del surgimiento de Bukele para evitar que aparezca una figura similar en Guatemala? Para responder tan importante pregunta primero debemos analizar si Guatemala comparte ciertas condiciones que permitieron el ascenso de Bukele en El Salvador. 

El sistema político salvadoreño había estado dominado durante décadas por dos partidos políticos que se habían alternado en el poder constantemente. Sin embargo, el deterioro de sus élites partidarias y las constantes acusaciones de corrupción provocaron que surgiera una masa crítica de votantes en el medio de ambos partidos que sirvió como base para la consolidación de Bukele. 

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En Guatemala hemos carecido de partidos políticos institucionalizados y a pesar de que muchos de ellos grandes partidos (incluidos aquellos que han gobernado) han desaparecido, algunos partidos que han sido acusados de corrupción han crecido en representantes. Una parte significativa de los dirigentes de dos de los partidos con mayor cantidad de representantes en el Congreso han sido acusados de corrupción y narcotráfico. En Guatemala esa masa crítica no suele ser tan homogénea y se dispersa entre varios partidos. 

El sistema electoral salvadoreño permitió concentrar una gran cantidad de representantes de un solo partido político en la Asamblea Legislativa. A pesar de tener representación proporcional de minorías, el tamaño pequeño de las circunscripciones electorales ha permitido que se formen mayorías significativas en su órgano de representación. Además, las elecciones a medio término permitieron a Bukele posicionarse mejor dentro del gobierno para pedir a los votantes mayor apoyo. 

En Guatemala el sistema electoral ha provocado una fragmentación partidaria elevada. Existe una gran cantidad de partidos políticos representados en el legislativo y en cada elección aparecen decenas de partidos nuevos compitiendo mientras que otra gran cantidad de partidos desaparecen. El sistema privilegia la creación de nuevos partidos que buscan representación en distritos grandes mientras que los partidos existentes suelen sufrir un desgaste significativo que les impide crecer constantemente. 

Otro aspecto importante es el apoyo a la democracia por parte de los ciudadanos. Este desencanto por la política se manifiesta también en el respaldo de la ciudadanía por la democracia. Según la encuesta de Latinobarómetro, en el 2018 el 54% de la población salvadoreña le daba igual vivir en una democracia que en una dictadura. De igual manera sólo el 11% estaba satisfecho o muy satisfecho con la democracia del país.

En Guatemala, si bien los números son alarmantes, no se asemejan tanto a El Salvador. En nuestro país un 38% de la población encuestada está de acuerdo con que da igual un régimen democrático que uno no democrático. La satisfacción de la democracia supera el 18% contrario al 11% de El Salvador. Sin embargo, en apoyo a la democracia ambos países son similares, con una aprobación menor al 28% para ambos países. 

Por último, el surgimiento de Bukele surgió en gran parte gracias al uso de la tecnología y las redes sociales. La penetración de internet en El Salvador llega al 55% de la población mientras que en Guatemala permanece en un 37%. Esto es importante ya que para lograr la consolidación de un candidato populista se necesita de información y coordinación, elementos que están muy poco desarrollados en nuestro país.

A pesar de estas pequeñas diferencias que al final terminan pesando, aún existen ciertos parámetros que nos permiten comparar ambas situaciones. Por un lado, el desencanto hacia la política tradicional es una realidad en nuestro país y cada día crece el malestar ciudadano con respecto a los políticos. Esta es una de las principales condiciones que permiten el surgimiento de un populista. 

Por otro lado, los fenómenos políticos suelen ser contagiosos y más en regiones como la nuestra en la que los países comparten características culturales, sociales, económicas y políticas muy similares. No se puede negar que cuando un mal surge en algún país determinado este suele ser bastante contagioso, como ha probado serlo el socialismo del siglo XXI. 

Finalmente, nuestro sistema electoral y político ha sido incapaz de resolver los puntos de presión a los que ha sido sometida nuestra institucionalidad. Mientras la corrupción siga siendo la regla y no la excepción en gran parte de nuestras instituciones, la presión seguirá acumulándose y el camino para un populista será cada vez más fácil.