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El rol de la comunidad internacional en la fragilidad estatal de Guatemala

Nicholas Virzi
07 de mayo, 2021

Es irónico el rol que juegan entidades internacionales en ciertos rubros como los reclamos grupales, el fraccionamiento de las élites y la seguridad que figuran entre los rubros que más contribuyen a la mala calificación de Guatemala en materia de fragilidad estatal.

Este artículo continúa el artículo sobre la fragilidad del Estado guatemalteco publicado el 30 de abril, 2021. Así como se hizo en ese artículo, en el presente se discutirán las calificaciones de Guatemala en el Índice de Estados Frágiles (IEF) publicado por el Fund For Peace (Fondo por la Paz, FFP por sus siglas en inglés).

El FP construye el IEF con base a factores clasificados según varios factores, que son:

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  • Cohesión: Seguridad, Élites divididas, Reclamaciones grupales
  • Economía: Declive económico, Desigualdad económica, Fuga humana
  • Política: Legitimidad estatal, Servicios públicos, Derechos humanos e imperio de la ley
  • Social: Presiones demográficas, Refugiados y Desplazados, Intervención externa. 

Los reclamos grupales, la desigualdad económica, la fuga humana, el fraccionamiento de las élites y la seguridad, en ese orden, figuran entre los factores donde Guatemala saca sus peores puntos. Esto se puede visualizar en la tabla 1.

Tabla 1: Peores Calificaciones para Guatemala

En reclamos grupales no ha de sorprender que Guatemala obtiene pésima nota, de 9.4 sobre 10. En este rubro se consideran una lista de factores asociados con países posconflicto, además de temas relacionados con la marginación de etnias, la falta de inclusión política, etc. 

En materia de desigualdad, Guatemala saca una nota de 7.2. Según la CIA, Guatemala es el decimoctavo país más desigual del mundo, y tiene un Producto Interno Bruto per Cápita (PPC) de $8,637. Sin embargo, Panamá es el decimosexto país más desigual en el mundo, pero tiene un PPC de $31,459. La tabla 2 muestra los datos del ranking de la CIA y el PPC que reporta para los países de Centroamérica para el año 2020.

Tabla 2: Fragilidad del Estado, Desigualdad e Ingresos per cápita

En materia de Fuga Humana, Guatemala vuelve a reportar una nota de 7.2. Según el FFP, el indicador de fuga humana considera el impacto económico del desplazamiento humano como lo sería la fuga cerebral o emigración de trabajadores por razones económicas o políticas. El FFP indica que esto puede implicar la emigración voluntaria de la clase media, particularmente de los segmentos económicamente productivos de la población, como empresarios, o trabajadores calificados como médicos, debido a la expectativa de mejores oportunidades en el exterior. Esto no pasa en Guatemala, por lo general. Una preocupación específica del FFP es el impacto económico que el desplazamiento puede causar en una economía a través de la pérdida de mano de obra profesional productiva y calificada. Esto tampoco pasa en Guatemala, donde la gran parte de los emigrantes que salen del país son de la clase trabajadora no calificada.

En comparación con su ranking general en el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, destaca que en el rubro que considera la calidad y facilidad de obtener  capital técnico e intelectual, y en la cantidad y calidad de las capacitaciones que las empresas le dan a su personal, Guatemala regularmente califica mucho mejor que su calificación global.

En Guatemala, no hay problema de fuga profesional: Los profesionales y la clase media por lo general no huyen del país. Los políticos tampoco.  Sin embargo, si hay una gran cantidad de guatemaltecos de la clase trabajadora no calificada que sale del país en busca de mejores oportunidades económicas. Esta es la gente que manda remesas a Guatemala, un factor considerado por el FPP en la calificación del rubro Fuga Humana.

En materia de Élites Divididas, Guatemala saca una nota de 7.1. En este rubro se considera la fragmentación de las instituciones estatales según divisiones étnicas, de clase, etc.. Seguramente, Guatemala es un país que tiene mucho por donde avanzar en materia de exclusión étnica. 

También se consideran factores como los riesgos asociados con la participación política y el estancamiento entre las élites gobernantes. En Guatemala la participación política no conlleva mayores riesgos, aunque muchos medios así quisieran que se creyera. Guatemala si sufre de un estancamiento entre las élites gobernantes, que no logran conducir el país hacia el ideal de una república con plena libertad e igualdad de oportunidades. Esto lamentablemente presenta obstáculos para el crecimiento económico y desarrollo del país, lo cual incide en la falta de oportunidades, que a su vez influye en varios rubros del IEF donde Guatemala califica mal. 

También se considera el uso de retórica política nacionalista por parte de las élites gobernantes, en términos de nacionalismo xenofóbico. Lo que busca el FFP es si se corre peligro de una limpieza étnica, o guerra religiosa. Esto no pasa en Guatemala. 

El FPP considera también la ausencia de un liderazgo legítimo ampliamente aceptado como representante de toda la ciudadanía. Guatemala está mal en este aspecto, por el rechazo generalizado de la corrupción percibida en su aparato estatal. No obstante, Guatemala ha avanzado en su proceso de consolidación democrática desde 1996, sin tener una elección cuyos resultados fuesen cuestionados como ilegítimos, como ha ocurrido en EEUU en sus últimas dos elecciones de 2016 y 2020.

El rubro de Élites Divididas también considera la representatividad de las fuerzas armadas y la reconciliación política. No ha de sorprender que Guatemala califica mal en ambos aspectos. El ejército de Guatemala es una de las pocas instituciones públicas del país que cuenta con profesionales capaces y bien entrenados, pero no es representativo de la población en general. Sus elementos provienen de las clases no privilegiadas, mientras las clases privilegiadas huyen del servicio militar.  

En materia de reconciliación política, Guatemala no ha podido avanzar; reina en el país un debate polémico sobre los roles respectivos de las fuerzas armadas y la guerra marxista durante el Conflicto Armado Interno (CAI). Esta polémica, irónicamente, ha sido alimentada por organizaciones y entidades internacionales que se dedican a mantener el debate al centro del discurso político. En el Siglo XXI, innovaron la narrativa de que en Guatemala hubo genocidio, una narrativa que no dominaba durante el mismo CAI. Esto sin duda ha polarizado el país, pero no deja de ser una polémica impuesta en Guatemala. Incluso EEUU ha llegado al punto de apoyar el discurso polémico a favor de los grupos simpatizantes con la guerrilla cuando su eliminación fue su primera prioridad durante la Guerra Fría.  

El rubro de Élites Divididas también considera el factor de identidad nacional. Se pregunta si ¿existe un sentido de identidad nacional?¿hay llamados al separatismo? Es curioso que en Guatemala si existe un fuerte sentido de identidad nacional entre muchos segmentos de la población, pero menos entre aquellos que se alinean con las organizaciones internacionales como la misma FPP.  Prevalece una lamentable tendencia entre intelectuales del país de despreciar a Guatemala por completo. Algunos niegan que Guatemala siquiera es un país, y reclaman por todo tipo de intervención extranjera en Guatemala, cosa que empeoraría la calificación de Guatemala en el IEF. 

En materia de Seguridad, Guatemala reporta una nota de 7.1. En este rubro se consideran las amenazas a la seguridad de un Estado, como ataques y muertes relacionadas con movimientos rebeldes, golpes de estado o terrorismo. También se consideran factores como el crimen organizado y los homicidios, y la confianza percibida de los ciudadanos en la seguridad nacional. Asimismo, se considera si existen grupos paramilitares que aterrorizan a los opositores políticos. En Guatemala, el Estado nominalmente tiene monopolio del uso legítimo de la fuerza. Pese a los mejores esfuerzos de ciertos medios, la violencia política no es mayor problema en Guatemala; eso ha sido uno de sus grandes avances desde el CAI. El FPP considera la relación entre el aparato de seguridad estatal y la población.  Pese a ciertas mejoras en la calidad institucional de la policía, falta mucho para que sea un cuerpo profesional, respetado por gran parte de la población. El caso contrario sería el ejército de Guatemala, cuyo rechazo por las organizaciones internacionales no es ampliamente compartido por la población guatemalteca.  

Sin embargo, la tasa de homicidios sigue siendo alta, aunque ha mejorado sustancialmente desde 2009. En el interior, ocurren invasiones violentas de propiedad privada y proyectos estratégicos de inversión. El FPP considera la pregunta: ¿Está el gobierno lidiando bien con alguna situación de insurgencia o seguridad? La respuesta es claramente no. La violencia contra ciudadanos y la propiedad privada ocurre más por falta de voluntad política de parte de la clase gobernante. Irónicamente, esto se debe, en parte, a su temor de ser señalados por represión de parte de la comunidad internacional. Esto constituye un gran problema dado que el FPP también considera si hay movimientos violentos operando en el país y si controlan algún territorio. Este es el caso del movimiento CODECA, que opera con impunidad hurtando un recurso estratégico, la energía eléctrica, aterrorizando la población local en el proceso con total impunidad.  

Observaciones finales: 

Es irónico el rol que juegan entidades internacionales en ciertos rubros como los reclamos grupales, el fraccionamiento de las élites y la seguridad que figuran entre los rubros que más contribuyen a la mala calificación de Guatemala en materia de fragilidad estatal. Los reclamos grupales son sostenidos en gran parte por la “cooperación internacional”. El retraso en la reconciliación política que incide en el fraccionamiento de las élites también es alimentado por la comunidad internacional que quiere imponer una narrativa sobre el Conflicto Armado Interno a la población guatemalteca que conoce mejor lo que realmente fueron las consecuencias del levantamiento de armas por parte de una guerrilla marxista violenta, también promovida desde afuera. Asimismo, la comunidad internacional influye para que el Estado guatemalteco no cumpla su función primordial de usar su monopolio del uso legítimo de la fuerza para imponer orden y paz. Todo esto incide en otros rubros ecónomicos, políticos y sociales que empeoran la calificación de Guatemala en el Índice de Estados Frágiles. Aunque la responsabilidad de las fallas estatales es de la clase gobernante guatemalteca, no deja de ser importante reflexionar si la comunidad internacional en verdad ayuda a Guatemala con lo que denomina “asistencia”.

El rol de la comunidad internacional en la fragilidad estatal de Guatemala

Nicholas Virzi
07 de mayo, 2021

Es irónico el rol que juegan entidades internacionales en ciertos rubros como los reclamos grupales, el fraccionamiento de las élites y la seguridad que figuran entre los rubros que más contribuyen a la mala calificación de Guatemala en materia de fragilidad estatal.

Este artículo continúa el artículo sobre la fragilidad del Estado guatemalteco publicado el 30 de abril, 2021. Así como se hizo en ese artículo, en el presente se discutirán las calificaciones de Guatemala en el Índice de Estados Frágiles (IEF) publicado por el Fund For Peace (Fondo por la Paz, FFP por sus siglas en inglés).

El FP construye el IEF con base a factores clasificados según varios factores, que son:

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  • Economía: Declive económico, Desigualdad económica, Fuga humana
  • Política: Legitimidad estatal, Servicios públicos, Derechos humanos e imperio de la ley
  • Social: Presiones demográficas, Refugiados y Desplazados, Intervención externa. 

Los reclamos grupales, la desigualdad económica, la fuga humana, el fraccionamiento de las élites y la seguridad, en ese orden, figuran entre los factores donde Guatemala saca sus peores puntos. Esto se puede visualizar en la tabla 1.

Tabla 1: Peores Calificaciones para Guatemala

En reclamos grupales no ha de sorprender que Guatemala obtiene pésima nota, de 9.4 sobre 10. En este rubro se consideran una lista de factores asociados con países posconflicto, además de temas relacionados con la marginación de etnias, la falta de inclusión política, etc. 

En materia de desigualdad, Guatemala saca una nota de 7.2. Según la CIA, Guatemala es el decimoctavo país más desigual del mundo, y tiene un Producto Interno Bruto per Cápita (PPC) de $8,637. Sin embargo, Panamá es el decimosexto país más desigual en el mundo, pero tiene un PPC de $31,459. La tabla 2 muestra los datos del ranking de la CIA y el PPC que reporta para los países de Centroamérica para el año 2020.

Tabla 2: Fragilidad del Estado, Desigualdad e Ingresos per cápita

En materia de Fuga Humana, Guatemala vuelve a reportar una nota de 7.2. Según el FFP, el indicador de fuga humana considera el impacto económico del desplazamiento humano como lo sería la fuga cerebral o emigración de trabajadores por razones económicas o políticas. El FFP indica que esto puede implicar la emigración voluntaria de la clase media, particularmente de los segmentos económicamente productivos de la población, como empresarios, o trabajadores calificados como médicos, debido a la expectativa de mejores oportunidades en el exterior. Esto no pasa en Guatemala, por lo general. Una preocupación específica del FFP es el impacto económico que el desplazamiento puede causar en una economía a través de la pérdida de mano de obra profesional productiva y calificada. Esto tampoco pasa en Guatemala, donde la gran parte de los emigrantes que salen del país son de la clase trabajadora no calificada.

En comparación con su ranking general en el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, destaca que en el rubro que considera la calidad y facilidad de obtener  capital técnico e intelectual, y en la cantidad y calidad de las capacitaciones que las empresas le dan a su personal, Guatemala regularmente califica mucho mejor que su calificación global.

En Guatemala, no hay problema de fuga profesional: Los profesionales y la clase media por lo general no huyen del país. Los políticos tampoco.  Sin embargo, si hay una gran cantidad de guatemaltecos de la clase trabajadora no calificada que sale del país en busca de mejores oportunidades económicas. Esta es la gente que manda remesas a Guatemala, un factor considerado por el FPP en la calificación del rubro Fuga Humana.

En materia de Élites Divididas, Guatemala saca una nota de 7.1. En este rubro se considera la fragmentación de las instituciones estatales según divisiones étnicas, de clase, etc.. Seguramente, Guatemala es un país que tiene mucho por donde avanzar en materia de exclusión étnica. 

También se consideran factores como los riesgos asociados con la participación política y el estancamiento entre las élites gobernantes. En Guatemala la participación política no conlleva mayores riesgos, aunque muchos medios así quisieran que se creyera. Guatemala si sufre de un estancamiento entre las élites gobernantes, que no logran conducir el país hacia el ideal de una república con plena libertad e igualdad de oportunidades. Esto lamentablemente presenta obstáculos para el crecimiento económico y desarrollo del país, lo cual incide en la falta de oportunidades, que a su vez influye en varios rubros del IEF donde Guatemala califica mal. 

También se considera el uso de retórica política nacionalista por parte de las élites gobernantes, en términos de nacionalismo xenofóbico. Lo que busca el FFP es si se corre peligro de una limpieza étnica, o guerra religiosa. Esto no pasa en Guatemala. 

El FPP considera también la ausencia de un liderazgo legítimo ampliamente aceptado como representante de toda la ciudadanía. Guatemala está mal en este aspecto, por el rechazo generalizado de la corrupción percibida en su aparato estatal. No obstante, Guatemala ha avanzado en su proceso de consolidación democrática desde 1996, sin tener una elección cuyos resultados fuesen cuestionados como ilegítimos, como ha ocurrido en EEUU en sus últimas dos elecciones de 2016 y 2020.

El rubro de Élites Divididas también considera la representatividad de las fuerzas armadas y la reconciliación política. No ha de sorprender que Guatemala califica mal en ambos aspectos. El ejército de Guatemala es una de las pocas instituciones públicas del país que cuenta con profesionales capaces y bien entrenados, pero no es representativo de la población en general. Sus elementos provienen de las clases no privilegiadas, mientras las clases privilegiadas huyen del servicio militar.  

En materia de reconciliación política, Guatemala no ha podido avanzar; reina en el país un debate polémico sobre los roles respectivos de las fuerzas armadas y la guerra marxista durante el Conflicto Armado Interno (CAI). Esta polémica, irónicamente, ha sido alimentada por organizaciones y entidades internacionales que se dedican a mantener el debate al centro del discurso político. En el Siglo XXI, innovaron la narrativa de que en Guatemala hubo genocidio, una narrativa que no dominaba durante el mismo CAI. Esto sin duda ha polarizado el país, pero no deja de ser una polémica impuesta en Guatemala. Incluso EEUU ha llegado al punto de apoyar el discurso polémico a favor de los grupos simpatizantes con la guerrilla cuando su eliminación fue su primera prioridad durante la Guerra Fría.  

El rubro de Élites Divididas también considera el factor de identidad nacional. Se pregunta si ¿existe un sentido de identidad nacional?¿hay llamados al separatismo? Es curioso que en Guatemala si existe un fuerte sentido de identidad nacional entre muchos segmentos de la población, pero menos entre aquellos que se alinean con las organizaciones internacionales como la misma FPP.  Prevalece una lamentable tendencia entre intelectuales del país de despreciar a Guatemala por completo. Algunos niegan que Guatemala siquiera es un país, y reclaman por todo tipo de intervención extranjera en Guatemala, cosa que empeoraría la calificación de Guatemala en el IEF. 

En materia de Seguridad, Guatemala reporta una nota de 7.1. En este rubro se consideran las amenazas a la seguridad de un Estado, como ataques y muertes relacionadas con movimientos rebeldes, golpes de estado o terrorismo. También se consideran factores como el crimen organizado y los homicidios, y la confianza percibida de los ciudadanos en la seguridad nacional. Asimismo, se considera si existen grupos paramilitares que aterrorizan a los opositores políticos. En Guatemala, el Estado nominalmente tiene monopolio del uso legítimo de la fuerza. Pese a los mejores esfuerzos de ciertos medios, la violencia política no es mayor problema en Guatemala; eso ha sido uno de sus grandes avances desde el CAI. El FPP considera la relación entre el aparato de seguridad estatal y la población.  Pese a ciertas mejoras en la calidad institucional de la policía, falta mucho para que sea un cuerpo profesional, respetado por gran parte de la población. El caso contrario sería el ejército de Guatemala, cuyo rechazo por las organizaciones internacionales no es ampliamente compartido por la población guatemalteca.  

Sin embargo, la tasa de homicidios sigue siendo alta, aunque ha mejorado sustancialmente desde 2009. En el interior, ocurren invasiones violentas de propiedad privada y proyectos estratégicos de inversión. El FPP considera la pregunta: ¿Está el gobierno lidiando bien con alguna situación de insurgencia o seguridad? La respuesta es claramente no. La violencia contra ciudadanos y la propiedad privada ocurre más por falta de voluntad política de parte de la clase gobernante. Irónicamente, esto se debe, en parte, a su temor de ser señalados por represión de parte de la comunidad internacional. Esto constituye un gran problema dado que el FPP también considera si hay movimientos violentos operando en el país y si controlan algún territorio. Este es el caso del movimiento CODECA, que opera con impunidad hurtando un recurso estratégico, la energía eléctrica, aterrorizando la población local en el proceso con total impunidad.  

Observaciones finales: 

Es irónico el rol que juegan entidades internacionales en ciertos rubros como los reclamos grupales, el fraccionamiento de las élites y la seguridad que figuran entre los rubros que más contribuyen a la mala calificación de Guatemala en materia de fragilidad estatal. Los reclamos grupales son sostenidos en gran parte por la “cooperación internacional”. El retraso en la reconciliación política que incide en el fraccionamiento de las élites también es alimentado por la comunidad internacional que quiere imponer una narrativa sobre el Conflicto Armado Interno a la población guatemalteca que conoce mejor lo que realmente fueron las consecuencias del levantamiento de armas por parte de una guerrilla marxista violenta, también promovida desde afuera. Asimismo, la comunidad internacional influye para que el Estado guatemalteco no cumpla su función primordial de usar su monopolio del uso legítimo de la fuerza para imponer orden y paz. Todo esto incide en otros rubros ecónomicos, políticos y sociales que empeoran la calificación de Guatemala en el Índice de Estados Frágiles. Aunque la responsabilidad de las fallas estatales es de la clase gobernante guatemalteca, no deja de ser importante reflexionar si la comunidad internacional en verdad ayuda a Guatemala con lo que denomina “asistencia”.