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¿Qué necesita Guatemala de Estados Unidos?

Redacción
01 de junio, 2021

Por qué la vicepresidenta Kamala Harris va a Guatemala y México en su primer viaje oficial

Si la ayuda de Estados Unidos a Guatemala no se enfoca en mejorar materialmente la vida de los guatemaltecos de forma masiva y rápida, estaremos ante una situación muy similar o peor en los próximos años. Ante la inminente visita de Kamala Harris es importante discutir cuál debería ser el enfoque de la ayuda de Estados Unidos a Guatemala. Los tres asuntos principales que le interesan al gobierno estadounidense son: la migración, el narcotráfico y la corrupción. Últimamente, se le ha dado el enfoque a la corrupción como una de las causas principales de los dos fenómenos anteriores y muy posiblemente este vaya a ser el objetivo fundamental de la ayuda en los próximos años. ¿Es esta apuesta la correcta?

Devarajan & Khemani, en una publicación titulada “If Politics is the Problem, How Can External Actors be Part of the Solution?1” explican que la ayuda internacional ha pasado por una serie de etapas. La primera de ellas enfatizó la necesidad de solucionar las fallas de mercado a través de la asistencia técnica y financiera de países desarrollados hacia subdesarrollados para la generación principalmente de proyectos de infraestructura. Sin embargo, al ver que dichos proyectos no se lograban concretar o no eran exitosos, producto de los incentivos que poseen los gobiernos y la captura de dichos proyectos por parte de los políticos, los países desarrollados se dieron cuenta que el problema no era uno solo las fallas de mercado sino también las fallas de gobierno. 

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Esto dio lugar al nacimiento de la “era de las reformas estructurales” o popularmente conocidas como las “reformas neoliberales”, desde finales de los 80s hasta principios de los 2000, fomentadas principalmente por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Estas reforma se centraban en donar o prestar recursos a cambio de los que los gobiernos implementaran una serie de reformas que permitieran mayor libertad económica. Dichas reformas iban desde la eliminación de barreras arancelarias hasta la privatización de ciertos servicios que proveían los gobiernos. No obstante, este enfoque se enfrentó nuevamente a problemas similares, los políticos implementaban temporalmente las reformas o simplemente nunca las hacían.

Esta curva de aprendizaje ha llevado a los gobiernos de países desarrollados a migrar hacia un nuevo enfoque de “construcción de instituciones” o de “political engagement” en el cuál se privilegia la participación ciudadana en la selección y sanción de sus líderes políticos. Esta teoría asevera que las instituciones políticas son el resultado de la capacidad de los ciudadanos de elegir y sancionar a sus políticos dependiendo de su capacidad de brindar servicios públicos. Para ello, se necesita de transparencia que permita informar a los ciudadanos de las decisiones que se toman en el ámbito público y de involucramiento ciudadano que permita tomar acciones con respecto a esa información. Dichas acciones pueden ir desde votar por determinados candidatos sobre otros hasta la propia participación política de los ciudadanos a cargos de elección popular.

Esta última teoría ha sido la que más preeminencia ha tenido en los últimos años. Estados Unidos, como muchos otros países desarrollados han enfocado su ayuda no solo en el fortalecimiento de las capacidades técnicas de las instituciones, sino que también en el fortalecimiento de la ciudadanía (representada en ONGs) para que las personas sean capaces de fiscalizar y sancionar el actuar público. Esta forma de abordar el problema del desarrollo se ha mezclado principalmente con la identificación de la corrupción como la causa de esa desvinculación entre los intereses de los ciudadanos y los incentivos de los políticos.

Sin embargo, esta teoría puede no ser suficiente para mitigar los principales problemas que nos unen como países. Ese fortalecimiento institucional y ciudadano puede que este mal enfocado o que no sea suficiente para generar instituciones que permitan un mejor desarrollo económico, político y/o social. Puede estar mal enfocado por una mala comprensión de las causas y las consecuencias de la corrupción en nuestro país y puede no ser suficiente ya que este enfoque da por el hecho que la construcción de nuevas instituciones serán buenas instituciones. Además, este proceso puede que sea tardado con muy pocos beneficios materiales palpables en el corto y mediano plazo, lo cuál podría provocar que se deje de apoyar dicho enfoque en el momento en el que más se necesite. 

Una última vía de acción podría ser tratar a Guatemala como a cualquier otro país desarrollado, negociando e invirtiendo en proyectos económicos que vayan más allá de construcción de infraestructura. Las personas migran, se involucran en narcotráfico o son incapaces de fiscalizar a sus políticos principalmente por la ausencia de recursos materiales. Siempre que irse a Estados Unidos represente una mejora material sustancial que supere por mucho los riesgos de salir del país, seguramente la migración seguirá creciendo. Mientras que los guatemaltecos no posean un empleo estable y bien remunerado y tengan una red de soporte, la tentación del dinero fácil siempre existirá. Si los ciudadanos no poseen las herramientas educacionales o financieros para hacerle frente a la corrupción, difícilmente lograremos romper con ese equilibrio.

1. Institutions, Governance and the Control of Corruption (International Economic Association Series) (p. 239). Springer International Publishing. Edición de Kindle.

¿Qué necesita Guatemala de Estados Unidos?

Redacción
01 de junio, 2021

Por qué la vicepresidenta Kamala Harris va a Guatemala y México en su primer viaje oficial

Si la ayuda de Estados Unidos a Guatemala no se enfoca en mejorar materialmente la vida de los guatemaltecos de forma masiva y rápida, estaremos ante una situación muy similar o peor en los próximos años. Ante la inminente visita de Kamala Harris es importante discutir cuál debería ser el enfoque de la ayuda de Estados Unidos a Guatemala. Los tres asuntos principales que le interesan al gobierno estadounidense son: la migración, el narcotráfico y la corrupción. Últimamente, se le ha dado el enfoque a la corrupción como una de las causas principales de los dos fenómenos anteriores y muy posiblemente este vaya a ser el objetivo fundamental de la ayuda en los próximos años. ¿Es esta apuesta la correcta?

Devarajan & Khemani, en una publicación titulada “If Politics is the Problem, How Can External Actors be Part of the Solution?1” explican que la ayuda internacional ha pasado por una serie de etapas. La primera de ellas enfatizó la necesidad de solucionar las fallas de mercado a través de la asistencia técnica y financiera de países desarrollados hacia subdesarrollados para la generación principalmente de proyectos de infraestructura. Sin embargo, al ver que dichos proyectos no se lograban concretar o no eran exitosos, producto de los incentivos que poseen los gobiernos y la captura de dichos proyectos por parte de los políticos, los países desarrollados se dieron cuenta que el problema no era uno solo las fallas de mercado sino también las fallas de gobierno. 

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Esto dio lugar al nacimiento de la “era de las reformas estructurales” o popularmente conocidas como las “reformas neoliberales”, desde finales de los 80s hasta principios de los 2000, fomentadas principalmente por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Estas reforma se centraban en donar o prestar recursos a cambio de los que los gobiernos implementaran una serie de reformas que permitieran mayor libertad económica. Dichas reformas iban desde la eliminación de barreras arancelarias hasta la privatización de ciertos servicios que proveían los gobiernos. No obstante, este enfoque se enfrentó nuevamente a problemas similares, los políticos implementaban temporalmente las reformas o simplemente nunca las hacían.

Esta curva de aprendizaje ha llevado a los gobiernos de países desarrollados a migrar hacia un nuevo enfoque de “construcción de instituciones” o de “political engagement” en el cuál se privilegia la participación ciudadana en la selección y sanción de sus líderes políticos. Esta teoría asevera que las instituciones políticas son el resultado de la capacidad de los ciudadanos de elegir y sancionar a sus políticos dependiendo de su capacidad de brindar servicios públicos. Para ello, se necesita de transparencia que permita informar a los ciudadanos de las decisiones que se toman en el ámbito público y de involucramiento ciudadano que permita tomar acciones con respecto a esa información. Dichas acciones pueden ir desde votar por determinados candidatos sobre otros hasta la propia participación política de los ciudadanos a cargos de elección popular.

Esta última teoría ha sido la que más preeminencia ha tenido en los últimos años. Estados Unidos, como muchos otros países desarrollados han enfocado su ayuda no solo en el fortalecimiento de las capacidades técnicas de las instituciones, sino que también en el fortalecimiento de la ciudadanía (representada en ONGs) para que las personas sean capaces de fiscalizar y sancionar el actuar público. Esta forma de abordar el problema del desarrollo se ha mezclado principalmente con la identificación de la corrupción como la causa de esa desvinculación entre los intereses de los ciudadanos y los incentivos de los políticos.

Sin embargo, esta teoría puede no ser suficiente para mitigar los principales problemas que nos unen como países. Ese fortalecimiento institucional y ciudadano puede que este mal enfocado o que no sea suficiente para generar instituciones que permitan un mejor desarrollo económico, político y/o social. Puede estar mal enfocado por una mala comprensión de las causas y las consecuencias de la corrupción en nuestro país y puede no ser suficiente ya que este enfoque da por el hecho que la construcción de nuevas instituciones serán buenas instituciones. Además, este proceso puede que sea tardado con muy pocos beneficios materiales palpables en el corto y mediano plazo, lo cuál podría provocar que se deje de apoyar dicho enfoque en el momento en el que más se necesite. 

Una última vía de acción podría ser tratar a Guatemala como a cualquier otro país desarrollado, negociando e invirtiendo en proyectos económicos que vayan más allá de construcción de infraestructura. Las personas migran, se involucran en narcotráfico o son incapaces de fiscalizar a sus políticos principalmente por la ausencia de recursos materiales. Siempre que irse a Estados Unidos represente una mejora material sustancial que supere por mucho los riesgos de salir del país, seguramente la migración seguirá creciendo. Mientras que los guatemaltecos no posean un empleo estable y bien remunerado y tengan una red de soporte, la tentación del dinero fácil siempre existirá. Si los ciudadanos no poseen las herramientas educacionales o financieros para hacerle frente a la corrupción, difícilmente lograremos romper con ese equilibrio.

1. Institutions, Governance and the Control of Corruption (International Economic Association Series) (p. 239). Springer International Publishing. Edición de Kindle.