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La visita de Kamala Harris: el manejo mediático de una crisis que no se quiere resolver.

Nicholas Virzi
04 de junio, 2021

No se puede esperar mucho de la visita de la vicepresidente de EEUU Kamala Harris a Guatemala. Eventualmente, será calificada como un enorme fracaso, porque no podrá ser otra cosa. La cruda realidad es que EEUU no logrará mayor cosa en materia de reducción de la inmigración ilegal en EEUU, por más bulla que le harán los medios locales e internacionales serviles al partido Demócrata en EEUU. 

¿Cómo sabemos? Para empezar, el gobierno de EEUU no ha puesto ni metas ni métricas contra las cuales se pudiera medir su desempeño en esta materia. El gobierno de EEUU dice que quiere reducir la inmigración ilegal, pero la falta de explicitación de las metas es una clara señal que al gobierno de EEUU no le importa el éxito, sino la narrativa.

El gobierno de Biden en EEUU tiene una ventaja con respecto a su antecesor. Cualquier narrativa mediática que quiere promover el gobierno actual ya la tienen ganada. Tanto los medios nacionales como internacionales (y locales en Guatemala) encubrirán todos los fracasos de la Administración Biden. Eso ya es obvio, especialmente en el tema migratorio. Mientras bajo Trump los medios fabricaron una gran indignación sobre la “crisis migratoria” y los “niños en jaulas”, etc., los medios han sido muy cuidadosos en evitar el uso esas frases para describir lo que pasa en la frontera de EEUU. En 2021, los medios niegan que hay crisis migratoria bajo Biden,  cuando enfatizaban el tema bajo Trump. 

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El fracaso de no poder reducir la inmigración ilegal en EEUU no implica que los Demócratas fracasarán al largo plazo, sobre todo si se toma un punto de vista electoral a lo interno de EEUU. A pesar de lo que dicen, no les interesa a los Demócratas frenar la inmigración ilegal en EEUU. El declarado compromiso del gobierno Demócrata en EEUU de frenar la inmigración ilegal simplemente no es creíble. La realidad es que los Demócratas perciben que se benefician de la misma. Habría que recordar que fue la inmigración ilegal que cambió la demografía electoral en California, dándoles a los Demócratas mayores ventajas en el Congreso de EEUU y en el Colegio Electoral de EEUU, cosa muy relevante para la elección de presidentes en EEUU. 

La representación en el Colegio Electoral, la institución que elige al presidente directamente al presidente de EEUU, se basa en la población de los estados. Para este efecto, no importa si la población está artificialmente aumentada por la presencia de personas cuya presencia en el país es ilegal. Esto, a todas luces, constituye un fraude electoral, pero la Constitución de EEUU lo permite. Por lo tanto, no es algo que los Demócratas van a querer parar, no cuando pueden comprar votos de las familias de los migrantes con la asistencia social del Estado Benefactor. Su intención es precisamente esa, conseguir más dependientes del Estado Benefactor, para conseguir más votos.

Lo que hicieron los Demócratas en California, lo quieren hacer con Texas y Florida, dos estados claves de EEUU para la victoria de cualquier candidato presidencial, pero especialmente para los Republicanos. Es su meta de largo plazo. 

En el corto plazo, sin embargo, los Demócratas son más cautelosos. Entienden que les presenta riesgos electorales el surgimiento de inmigrantes ilegales, y los privilegios especiales otorgados a ellos en cuanto a excepciones sobre sus pruebas de salud y su libertad de movimiento, en medio de una pandemia donde las autoridades en EEUU les han quitado a los ciudadanos Americanos sus más básicos y más consagrados derechos. El trato preferencial a los inmigrantes ilegales, que pueden entrar y circular por el país sin los controles aplicados a los ciudadanos es un tema potencialmente explosivo. Es por eso que los Demócratas fingen querer controlar la inmigración ilegal en EEUU, en el corto plazo.

Otros temas electorales relacionados preocupan a los Demócratas en el corto plazo. Están en pleno proceso de desplazamiento de la comunidad afroamericana en EEUU. Están sustituyendo a los negros como la minoría de mayor enfoque para el Estado Benefactor en EEUU, pero no quieren que los negros se den cuenta que los latinos, no los negros, serán en el futuro sus principales clientes. No obstante, la política de identidad racial/étnica que los Demócratas han levantado para atacar a cualquiera que cuestione la racionalidad de abrir el país a extranjeros tiene sus límites. Ya voces dentro de la comunidad negra empiezan a cuestionar esta tendencia. Esto explica la cautela inicial de los Demócratas en la materia migratoria, y su apego nominal a la narrativa de que quieren controlar el flujo de inmigración ilegal en EEUU.

Los Demócratas entienden que tienen que adoptar esta postura pública, porque no quieren perder su base de votantes más fuertes, los afroamericanos. Los afroamericanos empiezan a cuestionar la preferencia por los inmigrantes, cuando ellos han sido los más fieles votantes del partido Demócrata en las últimas décadas. A pesar que los Demócratas son el partido de la KKK, los linchamientos de negros, el racismo estructural, y la segregación racial, y que Joe Biden mismo tiene hartas conexiones con todo eso a lo largo de su carrera política, los Demócratas han logrado comprar el voto negro con la asistencia social desde la presidencia de Lyndon Johnson. La diferencia es que ahora los afroamericanos se encuentran en competencia con extranjeros por la atención del Estado federal, cuando consideran que son ellos los que tienen los más válidos reclamos de deuda moral de parte del Estado en EEUU. Por eso, la prudencia les obliga a los Demócratas adoptar la postura de querer frenar la inmigración ilegal en EEUU.

Todo lo anterior para explicar la política externa en EEUU y su relación con la política migratoria de EEUU. Pasemos a analizar brevemente la política exterior de EEUU en temas migratorios. Puede caber poca duda que los grupos locales con los que se ha casado en las últimas décadas el Departamento de Estado de EEUU no comparten su visión o sus metas oficiales. Los grupos favorecidos por la diplomacia Americana simplemente no tienen ninguna admiración por EEUU. Se oponen a su modelo, sus principios liberales (si es que aun los tiene), y, especialmente, a su intento de frenar la migración. Los amigos de la foto de la Embajada de EEUU en Guatemala sencillamente ven a cualquier medida razonable de control fronteriza como una violación a los presuntos derechos de extranjeros de llegar a otros países y exigir derechos que no tienen. Estos grupos suelen criticar el sistema de asilo en EEUU, sin hacer mención alguna al abuso masivo de ese sistema, que nunca fue diseñado para inmigrantes económicos. Este abuso masivo al sistema de asilo fue admitido por el analista de CNN, Fareed Zakaria, un marcado oponente a Donald Trump. No obstante, sigue siendo el discurso dominante de parte de los dizques aliados de EEUU identificados por su mismo Departamento de Estado. 

En conclusión, la inmigración ilegal en EEUU no va a parar porque el gobierno de EEUU no la quiere parar. Si la debiese de parar es tema de otro artículo.  Lo evidente es que la visita de la vicepresidente de EEUU a Guatemala no tendrá éxito concreto, porque así mismo lo quiere el gobierno que representa la señora Harris.  

La visita de Kamala Harris: el manejo mediático de una crisis que no se quiere resolver.

Nicholas Virzi
04 de junio, 2021

No se puede esperar mucho de la visita de la vicepresidente de EEUU Kamala Harris a Guatemala. Eventualmente, será calificada como un enorme fracaso, porque no podrá ser otra cosa. La cruda realidad es que EEUU no logrará mayor cosa en materia de reducción de la inmigración ilegal en EEUU, por más bulla que le harán los medios locales e internacionales serviles al partido Demócrata en EEUU. 

¿Cómo sabemos? Para empezar, el gobierno de EEUU no ha puesto ni metas ni métricas contra las cuales se pudiera medir su desempeño en esta materia. El gobierno de EEUU dice que quiere reducir la inmigración ilegal, pero la falta de explicitación de las metas es una clara señal que al gobierno de EEUU no le importa el éxito, sino la narrativa.

El gobierno de Biden en EEUU tiene una ventaja con respecto a su antecesor. Cualquier narrativa mediática que quiere promover el gobierno actual ya la tienen ganada. Tanto los medios nacionales como internacionales (y locales en Guatemala) encubrirán todos los fracasos de la Administración Biden. Eso ya es obvio, especialmente en el tema migratorio. Mientras bajo Trump los medios fabricaron una gran indignación sobre la “crisis migratoria” y los “niños en jaulas”, etc., los medios han sido muy cuidadosos en evitar el uso esas frases para describir lo que pasa en la frontera de EEUU. En 2021, los medios niegan que hay crisis migratoria bajo Biden,  cuando enfatizaban el tema bajo Trump. 

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El fracaso de no poder reducir la inmigración ilegal en EEUU no implica que los Demócratas fracasarán al largo plazo, sobre todo si se toma un punto de vista electoral a lo interno de EEUU. A pesar de lo que dicen, no les interesa a los Demócratas frenar la inmigración ilegal en EEUU. El declarado compromiso del gobierno Demócrata en EEUU de frenar la inmigración ilegal simplemente no es creíble. La realidad es que los Demócratas perciben que se benefician de la misma. Habría que recordar que fue la inmigración ilegal que cambió la demografía electoral en California, dándoles a los Demócratas mayores ventajas en el Congreso de EEUU y en el Colegio Electoral de EEUU, cosa muy relevante para la elección de presidentes en EEUU. 

La representación en el Colegio Electoral, la institución que elige al presidente directamente al presidente de EEUU, se basa en la población de los estados. Para este efecto, no importa si la población está artificialmente aumentada por la presencia de personas cuya presencia en el país es ilegal. Esto, a todas luces, constituye un fraude electoral, pero la Constitución de EEUU lo permite. Por lo tanto, no es algo que los Demócratas van a querer parar, no cuando pueden comprar votos de las familias de los migrantes con la asistencia social del Estado Benefactor. Su intención es precisamente esa, conseguir más dependientes del Estado Benefactor, para conseguir más votos.

Lo que hicieron los Demócratas en California, lo quieren hacer con Texas y Florida, dos estados claves de EEUU para la victoria de cualquier candidato presidencial, pero especialmente para los Republicanos. Es su meta de largo plazo. 

En el corto plazo, sin embargo, los Demócratas son más cautelosos. Entienden que les presenta riesgos electorales el surgimiento de inmigrantes ilegales, y los privilegios especiales otorgados a ellos en cuanto a excepciones sobre sus pruebas de salud y su libertad de movimiento, en medio de una pandemia donde las autoridades en EEUU les han quitado a los ciudadanos Americanos sus más básicos y más consagrados derechos. El trato preferencial a los inmigrantes ilegales, que pueden entrar y circular por el país sin los controles aplicados a los ciudadanos es un tema potencialmente explosivo. Es por eso que los Demócratas fingen querer controlar la inmigración ilegal en EEUU, en el corto plazo.

Otros temas electorales relacionados preocupan a los Demócratas en el corto plazo. Están en pleno proceso de desplazamiento de la comunidad afroamericana en EEUU. Están sustituyendo a los negros como la minoría de mayor enfoque para el Estado Benefactor en EEUU, pero no quieren que los negros se den cuenta que los latinos, no los negros, serán en el futuro sus principales clientes. No obstante, la política de identidad racial/étnica que los Demócratas han levantado para atacar a cualquiera que cuestione la racionalidad de abrir el país a extranjeros tiene sus límites. Ya voces dentro de la comunidad negra empiezan a cuestionar esta tendencia. Esto explica la cautela inicial de los Demócratas en la materia migratoria, y su apego nominal a la narrativa de que quieren controlar el flujo de inmigración ilegal en EEUU.

Los Demócratas entienden que tienen que adoptar esta postura pública, porque no quieren perder su base de votantes más fuertes, los afroamericanos. Los afroamericanos empiezan a cuestionar la preferencia por los inmigrantes, cuando ellos han sido los más fieles votantes del partido Demócrata en las últimas décadas. A pesar que los Demócratas son el partido de la KKK, los linchamientos de negros, el racismo estructural, y la segregación racial, y que Joe Biden mismo tiene hartas conexiones con todo eso a lo largo de su carrera política, los Demócratas han logrado comprar el voto negro con la asistencia social desde la presidencia de Lyndon Johnson. La diferencia es que ahora los afroamericanos se encuentran en competencia con extranjeros por la atención del Estado federal, cuando consideran que son ellos los que tienen los más válidos reclamos de deuda moral de parte del Estado en EEUU. Por eso, la prudencia les obliga a los Demócratas adoptar la postura de querer frenar la inmigración ilegal en EEUU.

Todo lo anterior para explicar la política externa en EEUU y su relación con la política migratoria de EEUU. Pasemos a analizar brevemente la política exterior de EEUU en temas migratorios. Puede caber poca duda que los grupos locales con los que se ha casado en las últimas décadas el Departamento de Estado de EEUU no comparten su visión o sus metas oficiales. Los grupos favorecidos por la diplomacia Americana simplemente no tienen ninguna admiración por EEUU. Se oponen a su modelo, sus principios liberales (si es que aun los tiene), y, especialmente, a su intento de frenar la migración. Los amigos de la foto de la Embajada de EEUU en Guatemala sencillamente ven a cualquier medida razonable de control fronteriza como una violación a los presuntos derechos de extranjeros de llegar a otros países y exigir derechos que no tienen. Estos grupos suelen criticar el sistema de asilo en EEUU, sin hacer mención alguna al abuso masivo de ese sistema, que nunca fue diseñado para inmigrantes económicos. Este abuso masivo al sistema de asilo fue admitido por el analista de CNN, Fareed Zakaria, un marcado oponente a Donald Trump. No obstante, sigue siendo el discurso dominante de parte de los dizques aliados de EEUU identificados por su mismo Departamento de Estado. 

En conclusión, la inmigración ilegal en EEUU no va a parar porque el gobierno de EEUU no la quiere parar. Si la debiese de parar es tema de otro artículo.  Lo evidente es que la visita de la vicepresidente de EEUU a Guatemala no tendrá éxito concreto, porque así mismo lo quiere el gobierno que representa la señora Harris.