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Los buenos y los malos

Carolina Castellanos
23 de julio, 2021

“La dualidad de ángeles y demonios parte de un principio fundamental: el bien existe primero y el mal es la ausencia o la negación del mismo”.

(Tomado de, un artículo de Alejandro Ortiz publicado el 26 de junio de 2020, Prensa Libre)

“Los buenos somos estéticamente superiores” dijo @robertomoralesoficial en un video que me llegó por casualidad. Lamentablemente no encontré su cuenta de twitter para ver qué más dice. Su argumento se basa al comparar las ciudades bajo regímenes socialistas versus las de libre mercado, capitalismo o como quiera llamarlo. Comparaba los edificios, las calles, las condiciones de las viviendas, etc. Al ver esto, con las excepciones del caso, queda muy claro, dice él, que los buenos ¡somos estéticamente superiores!

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Tuve una buena conversación con un gran amigo al respecto de la posibilidad de la coexistencia entre el sistema capitalista, de libre mercado y el socialista, basado en la premisa de la igualdad económica de todos. Es claro que mi pensamiento está totalmente centrado en la libertad que todos tenemos de ser y hacer todo aquello que queremos, bajo un sistema que premia lo bueno y castiga lo malo que, generalmente, está legislado como ilegal. En cada caso, uno asume las consecuencias de sus actos, sean buenos o malos.

Mi argumento es la imposibilidad de la existencia de un sistema centralizado que controle todo lo que se produce y empuje a todos a ser “iguales” por medio de la coerción y el despojo de los bienes de quienes tienen “más” para repartirlos entre los que tienen “menos”. Considero que es imposible pues va en contra de la naturaleza humana. La gran mayoría de nosotros queremos ser mejores en todo, sea económica, intelectual, culturalmente o de cualquier otra índole. Hay una satisfacción innata cuando se logra obtener un título educativo, un mayor salario, un mejor trabajo, una creencia religiosa más firme, etc.

Dijo @robertomoralesoficial que la forma de actuar del lado malo y oscuro del espectro es promovido por la envidia, el odio, el robo, el resentmiento, la desigualdad ante la ley igualar la desigualdad, la violencia y la aplicación del sistema por la fuerza. Hemos visto esto cuando el lado oscuro logra obtener la presidencia de un país. El caso más reciente es Perú. Las acusaciones de papeletas falsas, malos conteos y demás se repiten, como sucedió en Estados Unidos y en tantos otros países. Una vez instalado todo lo anterior, es demasiado difícil regresar a la vida en libertad, con acceso ilimitado a productos y servicios y a hacer lo que nos plazca, nuevamente, asumiendo las consecuencias, sean ésts positivas o negativas.

Hay una equivocada creencia que es el gobierno el que debe hacer ese trabajo de repartir cosas, de financiarlo todo, de resolver hasta el último problema de nuestro país. Hemos visto fracasar esas exigencias una y otra vez. Ningún gobierno, mucho menos bajo nuestro sistema que está diseñado para fallar y robar, tiene la capacidad de hacerlo, pero considero que tampoco tiene la obligación. “El que mucho abarca poco aprieta” dice el viejo refrán. Al querer resolverlo todo descuida lo básico y fundamental: vida, propiedad y libertad.

Elegimos cada cuatro años a las autoridades centrales del Ejecutivo, a los diputados y a los alcaldes. De allí se vienen en cascada infinidad de contrataciones que van desde los Ministros de Estado, Secretarios, Gobernadores y Directores de cuanta oficina se ha creado a lo largo de los años. Tenemos un gobierno gigante que reparte los limitados recursos entre tanta oficina que hace imposible que éstas cumplan a cabalidad con su mandato pues el dinero nunca será suficiente.

Vivimos en un país cuyo sistema es una mezcla entre el libre mercado y el socialismo. Un gobierno enorme, impuestos excesivos para sostenerlo, exceso de leyes que buscan controlar todo, infinidad de cargos burocráticos que pretenden dirigir, cada vez más, nuestras vidas, tiene más tintes socialistas de lo que quisiéramos pensar. Aún asi, podemos iniciar nuestros emprendimientos en libertad, aunque las “mil vueltas” para hacerlo promueven la informalidad que, al final, resultan siendo los negocios  más libres.

Sabemos que, en medio de nuestros muchos problemas, carencias y dificultades, los motores que mueven nuestra Guate son trabajo, ahorro, esfuerzo y respeto, todo con un beneficio social: la sana convivencia, el logro de metas individuales y la vida en libertad.

Habiendo hecho este breve análisis comparativo de ambos sistemas, ¿estamos dispuestos a permitir que un grupúsculo que busca su propio beneficio, bloqueando carreteras, robando energía, corrompiendo funcionarios, queriendo imponer sus agendas por la fuerza, nos quite todo lo que tenemos? La lucha tiene que ser constante, a todo nivel, con familia, trabajo, amigos y, fundamentalmente, con los niños y jóvenes, dentro y fuera del sistema educativo.

El lado oscuro ya lo hace. ¿Y nosotros?

Los buenos y los malos

Carolina Castellanos
23 de julio, 2021

“La dualidad de ángeles y demonios parte de un principio fundamental: el bien existe primero y el mal es la ausencia o la negación del mismo”.

(Tomado de, un artículo de Alejandro Ortiz publicado el 26 de junio de 2020, Prensa Libre)

“Los buenos somos estéticamente superiores” dijo @robertomoralesoficial en un video que me llegó por casualidad. Lamentablemente no encontré su cuenta de twitter para ver qué más dice. Su argumento se basa al comparar las ciudades bajo regímenes socialistas versus las de libre mercado, capitalismo o como quiera llamarlo. Comparaba los edificios, las calles, las condiciones de las viviendas, etc. Al ver esto, con las excepciones del caso, queda muy claro, dice él, que los buenos ¡somos estéticamente superiores!

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Tuve una buena conversación con un gran amigo al respecto de la posibilidad de la coexistencia entre el sistema capitalista, de libre mercado y el socialista, basado en la premisa de la igualdad económica de todos. Es claro que mi pensamiento está totalmente centrado en la libertad que todos tenemos de ser y hacer todo aquello que queremos, bajo un sistema que premia lo bueno y castiga lo malo que, generalmente, está legislado como ilegal. En cada caso, uno asume las consecuencias de sus actos, sean buenos o malos.

Mi argumento es la imposibilidad de la existencia de un sistema centralizado que controle todo lo que se produce y empuje a todos a ser “iguales” por medio de la coerción y el despojo de los bienes de quienes tienen “más” para repartirlos entre los que tienen “menos”. Considero que es imposible pues va en contra de la naturaleza humana. La gran mayoría de nosotros queremos ser mejores en todo, sea económica, intelectual, culturalmente o de cualquier otra índole. Hay una satisfacción innata cuando se logra obtener un título educativo, un mayor salario, un mejor trabajo, una creencia religiosa más firme, etc.

Dijo @robertomoralesoficial que la forma de actuar del lado malo y oscuro del espectro es promovido por la envidia, el odio, el robo, el resentmiento, la desigualdad ante la ley igualar la desigualdad, la violencia y la aplicación del sistema por la fuerza. Hemos visto esto cuando el lado oscuro logra obtener la presidencia de un país. El caso más reciente es Perú. Las acusaciones de papeletas falsas, malos conteos y demás se repiten, como sucedió en Estados Unidos y en tantos otros países. Una vez instalado todo lo anterior, es demasiado difícil regresar a la vida en libertad, con acceso ilimitado a productos y servicios y a hacer lo que nos plazca, nuevamente, asumiendo las consecuencias, sean ésts positivas o negativas.

Hay una equivocada creencia que es el gobierno el que debe hacer ese trabajo de repartir cosas, de financiarlo todo, de resolver hasta el último problema de nuestro país. Hemos visto fracasar esas exigencias una y otra vez. Ningún gobierno, mucho menos bajo nuestro sistema que está diseñado para fallar y robar, tiene la capacidad de hacerlo, pero considero que tampoco tiene la obligación. “El que mucho abarca poco aprieta” dice el viejo refrán. Al querer resolverlo todo descuida lo básico y fundamental: vida, propiedad y libertad.

Elegimos cada cuatro años a las autoridades centrales del Ejecutivo, a los diputados y a los alcaldes. De allí se vienen en cascada infinidad de contrataciones que van desde los Ministros de Estado, Secretarios, Gobernadores y Directores de cuanta oficina se ha creado a lo largo de los años. Tenemos un gobierno gigante que reparte los limitados recursos entre tanta oficina que hace imposible que éstas cumplan a cabalidad con su mandato pues el dinero nunca será suficiente.

Vivimos en un país cuyo sistema es una mezcla entre el libre mercado y el socialismo. Un gobierno enorme, impuestos excesivos para sostenerlo, exceso de leyes que buscan controlar todo, infinidad de cargos burocráticos que pretenden dirigir, cada vez más, nuestras vidas, tiene más tintes socialistas de lo que quisiéramos pensar. Aún asi, podemos iniciar nuestros emprendimientos en libertad, aunque las “mil vueltas” para hacerlo promueven la informalidad que, al final, resultan siendo los negocios  más libres.

Sabemos que, en medio de nuestros muchos problemas, carencias y dificultades, los motores que mueven nuestra Guate son trabajo, ahorro, esfuerzo y respeto, todo con un beneficio social: la sana convivencia, el logro de metas individuales y la vida en libertad.

Habiendo hecho este breve análisis comparativo de ambos sistemas, ¿estamos dispuestos a permitir que un grupúsculo que busca su propio beneficio, bloqueando carreteras, robando energía, corrompiendo funcionarios, queriendo imponer sus agendas por la fuerza, nos quite todo lo que tenemos? La lucha tiene que ser constante, a todo nivel, con familia, trabajo, amigos y, fundamentalmente, con los niños y jóvenes, dentro y fuera del sistema educativo.

El lado oscuro ya lo hace. ¿Y nosotros?