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Volver a errar

Salvador Paiz
12 de agosto, 2021

Nicaragua es un país que mantengo cerca de mi corazón. Mi familia materna es Nica, y durante muchos años pasé escuchando sus lamentos por haber sido desterrada de su país. Tristemente Nicaragua vuelve a convertirse en escenario de un fuerte conflicto político. A tan solo tres meses de las elecciones presidenciales, el futuro de su ciudadanía está en riesgo. 

Justamente hace una semana fue arrestada Berenice Quezada, candidata a la vicepresidencia del partido político Alianza Ciudadanos por la Libertad (CxL), un partido que se opone al régimen de Daniel Ortega. Ella es tan solo una de los más de 30 detenidos políticos por el gobierno de turno. Desde hace dos meses, autoridades nicaragüenses han aprehendido a aspirantes a la presidencia y vicepresidencia, opositores del partido de turno y otras miembros de sociedad civil (periodistas, líderes campesinos, un ex canciller, ex vicecancilleres, empresarios, líderes de ONG, hasta líderes sandinistas históricos) por supuesta traición a la patria. 

Pero eso no es todo, el gobierno de Ortega también se ha dedicado a intimidar a entidades como la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES) y la Fundación “Violeta Barrios de Chamorro”, acusándolos maliciosamente de delitos como lavado de dinero y de haber recibido recursos de fuentes extranjeras para cometer actos ilícitos.

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A todas luces, las acciones de Ortega y la primera dama son maniobras “autocráticas” que atentan contra la democracia de este país, su desarrollo y su crecimiento económico. Desde 2007 Ortega y sus simpatizantes han trabajado minuciosamente para llegar a donde están. Poco a poco Ortega fue erosionando los pesos y contra pesos de la república, lo cual incluyó una reforma constitucional que eliminó los límites de reelección para mandatos sucesivos en Nicaragua. Fue tomando control de las distintas instituciones de su país, para acaparar un poder hegemónico. Al final de cuentas, esta elección es crucial y, con ella, afirmaría su postura como dictador. 

Por años escuché a colegas empresarios decir que “había que invertir en Nicaragua”. Decían que en Nicaragua existía un ambiente muy favorable para lo negocios y una oficina de atracción de inversiones muy complaciente. Sin embargo, mi familia materna perdió todos sus negocios en la última revolución Sandinista de Ortega, así que mi experiencia me orientaba a aconsejar prudencia. Siento decir que hoy, los comportamientos antidemocráticos exhibidos, me dan la razón. Ahora el capital, como presa desesperada, busca como huir de la trampa.

El uso de las instituciones del Estado para lograr el control político del país, el uso de lawfare, etcétera, han dejado de ser la excepción y se convierten la regla en nuestra región. Ojo pues eso puede generar mucha mayor inestabilidad y, por ende, fugas de capitales y de talento humano a través de migración irregular. En todo esto, tampoco podemos olvidar que el capital fluye hacia donde las condiciones lo atraen. Locos debemos estar los que seguimos invirtiendo en la región, a pesar del entorno político.  

El pueblo Nica cayó, no una sino dos veces, en el mismo engaño. Lo curioso de esta segunda vez era el convencimiento que “esta vez sería diferente”. Me solidarizo con los hermanos nicas, lamento el sufrimiento y angustia que se encuentran hoy viviendo. Los animo a no desvanecer. Pareciera ser que el voto nulo pareciera ser la única y última opción digna que les queda. En esenfcia, les han arrebatado las opciones para elegir en democracia.

Ciertamente los acontecimientos de Nicaragua traen grandes lecciones para nuestro país y para toda la región. Los nicas cayeron por segunda vez en la misma trampa y cometieron el mismo error, pero sería totalmente aberrante (y el colmo de colmos) de parte de todos nosotros el no aprender de ese doble error. No aprovechar estas lecciones, confirmaría que los seres humanos somos un animal que no aprende de sus errores.  En palabras de Arturo Adasme Vasquez, “el hombre inteligente aprende de sus propios errores, el sabio aprende de los errores de los demás”. 

www.salvadorpaiz.com 

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Salvador Paiz
12 de agosto, 2021

Nicaragua es un país que mantengo cerca de mi corazón. Mi familia materna es Nica, y durante muchos años pasé escuchando sus lamentos por haber sido desterrada de su país. Tristemente Nicaragua vuelve a convertirse en escenario de un fuerte conflicto político. A tan solo tres meses de las elecciones presidenciales, el futuro de su ciudadanía está en riesgo. 

Justamente hace una semana fue arrestada Berenice Quezada, candidata a la vicepresidencia del partido político Alianza Ciudadanos por la Libertad (CxL), un partido que se opone al régimen de Daniel Ortega. Ella es tan solo una de los más de 30 detenidos políticos por el gobierno de turno. Desde hace dos meses, autoridades nicaragüenses han aprehendido a aspirantes a la presidencia y vicepresidencia, opositores del partido de turno y otras miembros de sociedad civil (periodistas, líderes campesinos, un ex canciller, ex vicecancilleres, empresarios, líderes de ONG, hasta líderes sandinistas históricos) por supuesta traición a la patria. 

Pero eso no es todo, el gobierno de Ortega también se ha dedicado a intimidar a entidades como la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES) y la Fundación “Violeta Barrios de Chamorro”, acusándolos maliciosamente de delitos como lavado de dinero y de haber recibido recursos de fuentes extranjeras para cometer actos ilícitos.

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A todas luces, las acciones de Ortega y la primera dama son maniobras “autocráticas” que atentan contra la democracia de este país, su desarrollo y su crecimiento económico. Desde 2007 Ortega y sus simpatizantes han trabajado minuciosamente para llegar a donde están. Poco a poco Ortega fue erosionando los pesos y contra pesos de la república, lo cual incluyó una reforma constitucional que eliminó los límites de reelección para mandatos sucesivos en Nicaragua. Fue tomando control de las distintas instituciones de su país, para acaparar un poder hegemónico. Al final de cuentas, esta elección es crucial y, con ella, afirmaría su postura como dictador. 

Por años escuché a colegas empresarios decir que “había que invertir en Nicaragua”. Decían que en Nicaragua existía un ambiente muy favorable para lo negocios y una oficina de atracción de inversiones muy complaciente. Sin embargo, mi familia materna perdió todos sus negocios en la última revolución Sandinista de Ortega, así que mi experiencia me orientaba a aconsejar prudencia. Siento decir que hoy, los comportamientos antidemocráticos exhibidos, me dan la razón. Ahora el capital, como presa desesperada, busca como huir de la trampa.

El uso de las instituciones del Estado para lograr el control político del país, el uso de lawfare, etcétera, han dejado de ser la excepción y se convierten la regla en nuestra región. Ojo pues eso puede generar mucha mayor inestabilidad y, por ende, fugas de capitales y de talento humano a través de migración irregular. En todo esto, tampoco podemos olvidar que el capital fluye hacia donde las condiciones lo atraen. Locos debemos estar los que seguimos invirtiendo en la región, a pesar del entorno político.  

El pueblo Nica cayó, no una sino dos veces, en el mismo engaño. Lo curioso de esta segunda vez era el convencimiento que “esta vez sería diferente”. Me solidarizo con los hermanos nicas, lamento el sufrimiento y angustia que se encuentran hoy viviendo. Los animo a no desvanecer. Pareciera ser que el voto nulo pareciera ser la única y última opción digna que les queda. En esenfcia, les han arrebatado las opciones para elegir en democracia.

Ciertamente los acontecimientos de Nicaragua traen grandes lecciones para nuestro país y para toda la región. Los nicas cayeron por segunda vez en la misma trampa y cometieron el mismo error, pero sería totalmente aberrante (y el colmo de colmos) de parte de todos nosotros el no aprender de ese doble error. No aprovechar estas lecciones, confirmaría que los seres humanos somos un animal que no aprende de sus errores.  En palabras de Arturo Adasme Vasquez, “el hombre inteligente aprende de sus propios errores, el sabio aprende de los errores de los demás”. 

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