¿Cuándo se acaba una pandemia? Yo creo que todos nos hemos hecho esta pregunta en algún momento a lo largo de estos 19 meses desde el primer caso de Covid-19 en Wuhan. Esta pregunta está tomando cada vez más relevancia en la medida en la que los países avanzan con la vacunación y los casos y la mortalidad disminuyen drásticamente. Además, si no ponemos este tema en discusión, difícilmente tendremos claro el momento en el cuál debemos seguir con nuestras vidas, como ha tenido que ser en muchas otras ocasiones en la historia de la humanidad.
Antes de contestar esta pregunta, nos tenemos que cuestionar ¿Por qué este virus ocasionó una pandemia? Anteriormente ha habido otros virus, algunos más contagiosos y otros más mortales, que no han ocasionado una paralización masiva de la vida política, social y económica en el mundo. ¿Qué hizo que este virus fuera tan especial? La combinación de ambas: un virus más contagioso y con una mortalidad más significativa.
Estos dos factores han sido los que hemos tratado de combatir a lo largo de estos meses. Por un lado, se han tomado medidas restrictivas para evitar contagios masivos y por otro se han buscado medicamentos (ahora vacunas) que disminuyan la mortalidad. Las medidas restrictivas para la reducción en los contagios han probado ser una medida muy costosa y que no ha tenido resultados concluyentes, mientras que la vacunación ha sido relativamente efectiva en prevenir la mortalidad, aunque no disminuya drásticamente los contagios.
Esto nos lleva a una conclusión bastante lógica, el fin de la pandemia debe estar ligado a una reducción en la mortalidad, tomando en cuenta que difícilmente se lograrán reducir los contagios o eliminar del todo la enfermedad. Si las vacunas están cumpliendo su función, alcanzar un gran porcentaje de población vacunada debería poner fin a la pandemia.
La decisión al final será política o social, terminar con la pandemia puede ser algo que decreten los líderes políticos de nuestros países o puede ser un movimiento social más espontaneo. En lo personal creo que, vacunando a la población más vulnerable ante el virus (dígase los mayores de 50 años y aquellos que tengan comorbilidades) debería ser nuestro parámetro para regresar a la normalidad. Esto ya está ocurriendo en gran cantidad de países y Guatemala esta cada vez más cerca.
El fin de la pandemia parece lejano, pero puede estar cada vez más cerca en la medida en la que exijamos un parámetro objetivo en el cual podemos estar todos o la mayoría de acuerdo para continuar con la normalidad. Si no tenemos esta discusión estaremos ante un futuro en el que habremos aceptado la renuncia de nuestras libertades a merced de los políticos y los funcionarios.
¿Cuándo se acaba una pandemia? Yo creo que todos nos hemos hecho esta pregunta en algún momento a lo largo de estos 19 meses desde el primer caso de Covid-19 en Wuhan. Esta pregunta está tomando cada vez más relevancia en la medida en la que los países avanzan con la vacunación y los casos y la mortalidad disminuyen drásticamente. Además, si no ponemos este tema en discusión, difícilmente tendremos claro el momento en el cuál debemos seguir con nuestras vidas, como ha tenido que ser en muchas otras ocasiones en la historia de la humanidad.
Antes de contestar esta pregunta, nos tenemos que cuestionar ¿Por qué este virus ocasionó una pandemia? Anteriormente ha habido otros virus, algunos más contagiosos y otros más mortales, que no han ocasionado una paralización masiva de la vida política, social y económica en el mundo. ¿Qué hizo que este virus fuera tan especial? La combinación de ambas: un virus más contagioso y con una mortalidad más significativa.
Estos dos factores han sido los que hemos tratado de combatir a lo largo de estos meses. Por un lado, se han tomado medidas restrictivas para evitar contagios masivos y por otro se han buscado medicamentos (ahora vacunas) que disminuyan la mortalidad. Las medidas restrictivas para la reducción en los contagios han probado ser una medida muy costosa y que no ha tenido resultados concluyentes, mientras que la vacunación ha sido relativamente efectiva en prevenir la mortalidad, aunque no disminuya drásticamente los contagios.
Esto nos lleva a una conclusión bastante lógica, el fin de la pandemia debe estar ligado a una reducción en la mortalidad, tomando en cuenta que difícilmente se lograrán reducir los contagios o eliminar del todo la enfermedad. Si las vacunas están cumpliendo su función, alcanzar un gran porcentaje de población vacunada debería poner fin a la pandemia.
La decisión al final será política o social, terminar con la pandemia puede ser algo que decreten los líderes políticos de nuestros países o puede ser un movimiento social más espontaneo. En lo personal creo que, vacunando a la población más vulnerable ante el virus (dígase los mayores de 50 años y aquellos que tengan comorbilidades) debería ser nuestro parámetro para regresar a la normalidad. Esto ya está ocurriendo en gran cantidad de países y Guatemala esta cada vez más cerca.
El fin de la pandemia parece lejano, pero puede estar cada vez más cerca en la medida en la que exijamos un parámetro objetivo en el cual podemos estar todos o la mayoría de acuerdo para continuar con la normalidad. Si no tenemos esta discusión estaremos ante un futuro en el que habremos aceptado la renuncia de nuestras libertades a merced de los políticos y los funcionarios.