Así inicia nuestro Himno Nacional. José Joaquín Palma, en 1879, se inspiró a lo grande al componer esta belleza. En estos días en que el espíritu independentista nos acoge a todos, recordamos los símbolos patrios, colgamos banderas en las puertas, ventanas y carros y, antes de la pandemia, solíamos ver parcial o totalmente el desfile de estudiantes que habían pasado meses practicando.
Lo que definitivamente no extrañaremos, nuevamente este año, es la infinidad de estudiantes corriendo con antorchas en las carreteras y calles principales. Además de poner en riesgo sus vidas y seguridad, causaban atascos de tráfico mientras dejaban basura y suciedad a lo largo del recorrido. El “civismo” terminaba con la primera bolsita de chuchería tirada en la calle.
“Si mañana tu suelo sagrado lo amenaza invasión extranjera…” reza el inicio de la segunda estrofa. La entonamos mientras los gobernantes de turno aceptan dádivas a cambio de imposición de normas y reglamentos. Peor aún, cientos de oenegés ultrajan la integridad del país al causar desorden y bloqueos. Reciben dinero a cambio de promover el feminismo y la agenda LGBTIQ, acusan de racismo y de discriminación a quienes no aceptamos que los grupos de presión tengan privilegios de ley. La invasión extranjera ya no se da con soldados sino con ideas que llegan acompañadas de dinero para promoverlas.
“Que tu pueblo con ánima fiera antes muerto que esclavo será…” y somos más esclavos que nunca de la corrupción sin límites que solo crece año con año sin importar quién gobierne. Un sistema de justicia igualmente corrupto, colapsado, lento e inoperante que tiene a nuestros militares en prisión por defender a Guatemala de la esclavitud de la guerrilla, a los mareros encarcelados extorsionando día con día, a los asesinos en libertad y a inocentes purgando condenas sin ni siquiera haber sido escuchados en un tribunal. Veneramos una paz que parece inalcanzable.
“Nuestros padres lucharon un día encendidos en patrio ardimiento…” y lo siguen haciendo. Hoy los “padres” son todos aquellos, como usted que amablemente está leyendo este artículo, que se levantan día con día a estudiar, trabajar, producir y llevar una vida digna. Hombres y mujeres de bien, que somos la mayoría (me incluyo, con humildad, en este grupo) contribuimos con trabajo, generación de empleos, pago de impuestos y una vida en paz, “sin esquivar la ruda pelea” para “defender nuestra tierra y hogar” de las amenazas como el acecho del socialismo que nos quitaría nuestra forma de vida en libertad.
“Y ¡ay! de aquel que con ciega locura sus colores pretenda manchar…”. ¡Vaya que han manchado sus colores! Malversación de fondos, corrupción, pago de favores políticos, abuso de autoridad, ilimitada cantidad de “asesores” a todo nivel, diputados que llegan para aprovecharse de su cargo o que pasan “sin pena ni gloria” levantando la mano cuando se les ordena, y un largo etcétera de funcionarios anquilosados y protegidos por pactos colectivos. Por supuesto, los “CODECAS” y demás oenegeros no se quedan atrás.
“¡Ojalá que remonte su vuelo, más que el cóndor y el águila real!”. Es imprescindible soñar, y sobre todo proponer soluciones, ahora más que nunca, para que se dé el cambio de rumbo hacia una mejor Guatemala. Los chapines buenos somos la abrumadora mayoría. Es momento de “remontar el vuelo … y en <nuestras> alas levantar hasta el cielo, Guatemala tu nombre inmortal”.
Así inicia nuestro Himno Nacional. José Joaquín Palma, en 1879, se inspiró a lo grande al componer esta belleza. En estos días en que el espíritu independentista nos acoge a todos, recordamos los símbolos patrios, colgamos banderas en las puertas, ventanas y carros y, antes de la pandemia, solíamos ver parcial o totalmente el desfile de estudiantes que habían pasado meses practicando.
Lo que definitivamente no extrañaremos, nuevamente este año, es la infinidad de estudiantes corriendo con antorchas en las carreteras y calles principales. Además de poner en riesgo sus vidas y seguridad, causaban atascos de tráfico mientras dejaban basura y suciedad a lo largo del recorrido. El “civismo” terminaba con la primera bolsita de chuchería tirada en la calle.
“Si mañana tu suelo sagrado lo amenaza invasión extranjera…” reza el inicio de la segunda estrofa. La entonamos mientras los gobernantes de turno aceptan dádivas a cambio de imposición de normas y reglamentos. Peor aún, cientos de oenegés ultrajan la integridad del país al causar desorden y bloqueos. Reciben dinero a cambio de promover el feminismo y la agenda LGBTIQ, acusan de racismo y de discriminación a quienes no aceptamos que los grupos de presión tengan privilegios de ley. La invasión extranjera ya no se da con soldados sino con ideas que llegan acompañadas de dinero para promoverlas.
“Que tu pueblo con ánima fiera antes muerto que esclavo será…” y somos más esclavos que nunca de la corrupción sin límites que solo crece año con año sin importar quién gobierne. Un sistema de justicia igualmente corrupto, colapsado, lento e inoperante que tiene a nuestros militares en prisión por defender a Guatemala de la esclavitud de la guerrilla, a los mareros encarcelados extorsionando día con día, a los asesinos en libertad y a inocentes purgando condenas sin ni siquiera haber sido escuchados en un tribunal. Veneramos una paz que parece inalcanzable.
“Nuestros padres lucharon un día encendidos en patrio ardimiento…” y lo siguen haciendo. Hoy los “padres” son todos aquellos, como usted que amablemente está leyendo este artículo, que se levantan día con día a estudiar, trabajar, producir y llevar una vida digna. Hombres y mujeres de bien, que somos la mayoría (me incluyo, con humildad, en este grupo) contribuimos con trabajo, generación de empleos, pago de impuestos y una vida en paz, “sin esquivar la ruda pelea” para “defender nuestra tierra y hogar” de las amenazas como el acecho del socialismo que nos quitaría nuestra forma de vida en libertad.
“Y ¡ay! de aquel que con ciega locura sus colores pretenda manchar…”. ¡Vaya que han manchado sus colores! Malversación de fondos, corrupción, pago de favores políticos, abuso de autoridad, ilimitada cantidad de “asesores” a todo nivel, diputados que llegan para aprovecharse de su cargo o que pasan “sin pena ni gloria” levantando la mano cuando se les ordena, y un largo etcétera de funcionarios anquilosados y protegidos por pactos colectivos. Por supuesto, los “CODECAS” y demás oenegeros no se quedan atrás.
“¡Ojalá que remonte su vuelo, más que el cóndor y el águila real!”. Es imprescindible soñar, y sobre todo proponer soluciones, ahora más que nunca, para que se dé el cambio de rumbo hacia una mejor Guatemala. Los chapines buenos somos la abrumadora mayoría. Es momento de “remontar el vuelo … y en <nuestras> alas levantar hasta el cielo, Guatemala tu nombre inmortal”.