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Bicentenario, ¿nada que celebrar?

Redacción
14 de septiembre, 2021

Nos acercamos a los 200 años de independencia en Guatemala en un momento en el cuál la polarización esta álgida y la legitimidad de nuestras instituciones esta débil. Ambos factores, unidos a un aumento elevado de casos de COVID-19, contribuyeron a que el gobierno decidiera clausurar las celebraciones que tenía planificadas y para lo cual se iban a destinar millones de quetzales. En muchos otros países del mundo, la independencia es motivo de celebración y orgullo, mientras que aquí se está consolidando la idea que no hay nada que celebrar.

No puedo negarlo, comparto en parte la idea que el bicentenario no necesariamente tiene que ser motivo de celebración sino de conmemoración. Hace unas semanas tenía una discusión acerca de qué cosas nos hacen sentirnos orgullosos de nuestro país. En otros países han tenido éxitos de todo tipo, sociales, económicos, políticos, deportivos, empresariales, culturales y muchos más que presumen constantemente a nivel mundial y que dentro de sus países provocan que los ciudadanos se sientan orgullosos. ¿Cuáles éxitos hemos tenido como país de los cuáles nos sentimos orgullosos?

No pienso contestar yo esa pregunta, creo que todos debemos hacer esa reflexión personalmente. Lo que si creo que es que una vez la hagan, se darán cuenta que hace falta mucho por trabajar dentro de nuestro país. Tenemos que ver al futuro con optimismo y con dedicación para buscar esos éxitos que nos permitirán sentirnos orgullosos de vivir en Guatemala. Estos éxitos como ya mencionaba, pueden ser en muchos sentidos: mejorar indicadores sociales y económicos, mejorar la calidad de la administración pública, ser más productivos y competitivos, mejorar la calidad del deporte, invertir en el arte o muchas otras más que se nos puedan ocurrir.

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No creo que tampoco tengamos nada de que sentirnos orgullosos. Mirar nuestro país de esa forma tampoco va a solucionar los problemas que nos aquejan. Como siempre me gusta recalcar, ver los problemas cualquiera lo puede hacer, proponer soluciones no se atreven muchos y menos actuar para alcanzar esas soluciones. Esperemos que la conmemoración del bicentenario no se convierta en un evento de repartimiento de culpas, porque caer en esa trampa no nos llevará hacia un mejor país.

Nos acercamos al bicentenario con muchos más retos de los que creíamos. Pero eso solo nos exige ser aún mejores personas, mejores profesionales, mejores académicos y mejores líderes. Que nadie les diga de qué se deben sentir orgullosos y de qué no. Que el bicentenario sea un momento de reflexión y por qué no, un momento también de celebración de aquello que nos une como guatemaltecos, reconociendo que aún nos falta un largo camino por recorrer. Ser independiente no es suficiente, hay que ponernos a trabajar.

Bicentenario, ¿nada que celebrar?

Redacción
14 de septiembre, 2021

Nos acercamos a los 200 años de independencia en Guatemala en un momento en el cuál la polarización esta álgida y la legitimidad de nuestras instituciones esta débil. Ambos factores, unidos a un aumento elevado de casos de COVID-19, contribuyeron a que el gobierno decidiera clausurar las celebraciones que tenía planificadas y para lo cual se iban a destinar millones de quetzales. En muchos otros países del mundo, la independencia es motivo de celebración y orgullo, mientras que aquí se está consolidando la idea que no hay nada que celebrar.

No puedo negarlo, comparto en parte la idea que el bicentenario no necesariamente tiene que ser motivo de celebración sino de conmemoración. Hace unas semanas tenía una discusión acerca de qué cosas nos hacen sentirnos orgullosos de nuestro país. En otros países han tenido éxitos de todo tipo, sociales, económicos, políticos, deportivos, empresariales, culturales y muchos más que presumen constantemente a nivel mundial y que dentro de sus países provocan que los ciudadanos se sientan orgullosos. ¿Cuáles éxitos hemos tenido como país de los cuáles nos sentimos orgullosos?

No pienso contestar yo esa pregunta, creo que todos debemos hacer esa reflexión personalmente. Lo que si creo que es que una vez la hagan, se darán cuenta que hace falta mucho por trabajar dentro de nuestro país. Tenemos que ver al futuro con optimismo y con dedicación para buscar esos éxitos que nos permitirán sentirnos orgullosos de vivir en Guatemala. Estos éxitos como ya mencionaba, pueden ser en muchos sentidos: mejorar indicadores sociales y económicos, mejorar la calidad de la administración pública, ser más productivos y competitivos, mejorar la calidad del deporte, invertir en el arte o muchas otras más que se nos puedan ocurrir.

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No creo que tampoco tengamos nada de que sentirnos orgullosos. Mirar nuestro país de esa forma tampoco va a solucionar los problemas que nos aquejan. Como siempre me gusta recalcar, ver los problemas cualquiera lo puede hacer, proponer soluciones no se atreven muchos y menos actuar para alcanzar esas soluciones. Esperemos que la conmemoración del bicentenario no se convierta en un evento de repartimiento de culpas, porque caer en esa trampa no nos llevará hacia un mejor país.

Nos acercamos al bicentenario con muchos más retos de los que creíamos. Pero eso solo nos exige ser aún mejores personas, mejores profesionales, mejores académicos y mejores líderes. Que nadie les diga de qué se deben sentir orgullosos y de qué no. Que el bicentenario sea un momento de reflexión y por qué no, un momento también de celebración de aquello que nos une como guatemaltecos, reconociendo que aún nos falta un largo camino por recorrer. Ser independiente no es suficiente, hay que ponernos a trabajar.