Ocurrió en julio de 2015, un año vital para el país. Yo dividía mi tiempo entre la universidad, las intensas e históricas manifestaciones en las plazas para exigir el fin de la corrupción y una nueva primavera guatemalteca —parecida a aquella por la que lucharon nuestros abuelos—, y las horas de prácticas como reportero en diversos medios de comunicación. Ese año, en esos tiempos tan convulsos, el medio digital República me ofreció un espacio como columnista. Me uní a sus filas de Opinión con “apenas” veinte años, pero mucho que decir. Y vaya que lo dije.
Las columnas fueron varias. Cientos. No podría nombrarlas una a una sin que este texto se alargare demasiado. Pero los aprendizajes fueron aún más. Miles. Tener un espacio de opinión es un privilegio pero también es una responsabilidad. No solo porque hay que alimentarlo con constancia, con veracidad, con criterio y con estilo, pero porque hay que comprender cuál es su verdadera función y honrarla. La columna de opinión no es una tarima para arrojarse flores, cumplidos y pavonearse. En absoluto. La columna de opinión es una tribuna para denunciar, para hacer pensar, para forjar criterio, para cuestionar, para aplaudir, para reprender, para reflexionar y para aprender.
Así como en 2015 República me ofreció un espacio, hoy, en 2021, y siete años después, me ha pedido que me retire de su fila de columnistas, por diferencias editoriales y motivos internos, relacionados quizás con mis labores periodísticas en otros medios nacionales e internacionales y, quizás, por mis ideas. A partir de hoy, dejo de compartir este espacio con columnistas a quienes admiro como académicos, empresarios y personas. Pero no tengo nada que reprochar. Un medio de comunicación tiene todo el derecho para sumar o restar personas de sus espacios de opinión. Esa libertad de decisión es uno de los pilares más bellos y valiosos del periodismo. Jamás me opondré a ella.
Quizás República gane mucho con mi salida. Espero que sí. Le deseo todo lo mejor al medio que me abrió las puertas al periodismo de opinión y que, también por algunos meses en 2018, fue mi escuela para desarrollar múltiples análisis y reportajes económicos y de investigación que sirvieron para formarme como el periodista que soy hoy, pero sobre todo, el periodista que aspiro ser. Un país con buenos periodistas, medios y líderes de opinión es, sin duda, un mejor país.
Pero bien dicen que si se cierra una puerta, otras más se abren. Hace unos meses, elPeriódico — un medio de comunicación que se ha labrado el respeto a nivel nacional e internacional por la calidad periodística de sus publicaciones, la diversidad en sus espacios de opinión y la relevancia continental de sus investigaciones— me abrió sus puertas. Ahora publico todos los miércoles mi columna de opinión que también locuto y envío en formato de audio a los suscriptores de Informe Godoy (pueden suscribirse aquí: https://chat.whatsapp.com/L19b5HubJvhGgtnUfWvHsP). Y es que al final, tal vez todo se reduce a esto: en esta vida hay que saber decir “muchas gracias”, “hasta luego”, y “mucho gusto”. En ese orden.