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Brasil: Una tormenta anunciada

El mundo condenó enérgicamente lo ocurrido en Brasil,  la democracia garantiza el derecho a la libertad y la libertad de expresión, pero también exige que las personas respeten las instituciones…

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Melanie Müllers |
10 de enero, 2023

Las imágenes en Brasil hablaron por sí solas, una turba, impulsada por una ciega exaltación de destrucción, destruyó la sede central del gobierno, el Congreso y la Corte Suprema el domingo pasado. El suelo en los pasillos y las oficinas estaban llenas de pruebas de los destrozos, los muebles estaban hechos pedazos, adentro de los edificios se encontraban documentos, obras de arte y esculturas de gran valor histórico que fueron vilmente arrancadas de las paredes. Los daños materiales realmente no se podrán estimar. Tampoco lo será el daño que los hechos del domingo pasado le hicieron a la sociedad y a la democracia en Brasil.

A diferencia de los disturbios y violencia en el Capitolio en Washington hace casi aproximadamente dos años, cuando los extremistas partidarios del presidente Donald Trump, después de tener una derrota electoral, ingresaron en el edificio del parlamento y tuvieron un enfrentamiento armado, en Brasil fueron pocas personas las que estaban en los edificios del gobierno y gracias a Dios no hubo muertos. Y algo más que diferencia a lo que pasó en Brasil de lo que pasó en Washington: Casi nadie lo en Brasil se sorprendió de que se pudiera llegar a este nivel las protestas, lo que pasó en Brasil el domingo pasado fue una tormenta con anunciada.

La sublevación de los simpatizantes radicales y violentos del expresidente Jair Bolsonaro ya se habían pronunciado abiertamente una semana después a la derrota electoral de Bolsonaro. Los manifestantes bloquearon caminos y comenzaron a reunirse frente a las instalaciones militares del país, donde, argumentando un “supuesto” fraude electoral, solicitaron la intervención del ejército para poder impedir la toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva, quien derrotó por poco a Bolsonaro en la segunda vuelta. Durante semanas, los manifestantes resistieron frente a las instalaciones del ejército, donde fueron soportados silenciosamente por la dirección del ejército. Jair Bolsonaro también se pronunció siempre acerca de la importancia de manifestaciones legítimas, pacíficas y democráticas. Los simpatizantes armaron campamentos bien equipados, cuya financiación ahora será objeto de investigaciones durante algún tiempo hasta que se logre esclarecer.

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Según marca el protocolo, el presidente saliente es el encargado de pasar la banda a su sucesor, pero Bolsonaro, quien no reconoció su derrota en las urnas, decidió no participar en los actos de investidura y viajó a Estados Unidos sin mencionar fecha oficial de vuelta. Lula da Silva, el primero de enero, asumió con un grupo de personas que simbolizaron la riqueza y la diversidad del pueblo brasileño.

Pero luego los partidarios radicales de Bolsonaro iniciaron otro ataque, se organizaron para hacer viajes en autobús por todo el país para invitar a participar en una gran manifestación contra el nuevo gobierno. Los viajes para participar en la manifestación en autobús se ofrecieron de forma gratuita en todas las redes sociales. Más de cien autobuses se dirigieron a la capital durante el fin de semana pasado.

Más de 3,000 manifestantes se lograron reunir  en la sede del gobierno e hicieron destrozos, el presidente Lula da Silva, decidió delegar las tareas de seguridad en la capital directamente al gobierno por decreto y se activó la intervención federal, la cual es una instancia que prevé en su artículo 34 de la Constitución ante una situación de conflicto o en caso de una invasión exterior. La intervención federal estará vigente hasta fines de enero, con el voto en contra de ocho legisladores que responden a Jair Bolsonaro.

El mundo condenó enérgicamente lo ocurrido en Brasil,  la democracia garantiza el derecho a la libertad y la libertad de expresión, pero también exige que las personas respeten las instituciones que se han creado para fortalecer la democracia.

 

El contenido en la sección de Opinión es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la postura o la línea editorial de República.

 

Brasil: Una tormenta anunciada

El mundo condenó enérgicamente lo ocurrido en Brasil,  la democracia garantiza el derecho a la libertad y la libertad de expresión, pero también exige que las personas respeten las instituciones…

Melanie Müllers |
10 de enero, 2023
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Las imágenes en Brasil hablaron por sí solas, una turba, impulsada por una ciega exaltación de destrucción, destruyó la sede central del gobierno, el Congreso y la Corte Suprema el domingo pasado. El suelo en los pasillos y las oficinas estaban llenas de pruebas de los destrozos, los muebles estaban hechos pedazos, adentro de los edificios se encontraban documentos, obras de arte y esculturas de gran valor histórico que fueron vilmente arrancadas de las paredes. Los daños materiales realmente no se podrán estimar. Tampoco lo será el daño que los hechos del domingo pasado le hicieron a la sociedad y a la democracia en Brasil.

A diferencia de los disturbios y violencia en el Capitolio en Washington hace casi aproximadamente dos años, cuando los extremistas partidarios del presidente Donald Trump, después de tener una derrota electoral, ingresaron en el edificio del parlamento y tuvieron un enfrentamiento armado, en Brasil fueron pocas personas las que estaban en los edificios del gobierno y gracias a Dios no hubo muertos. Y algo más que diferencia a lo que pasó en Brasil de lo que pasó en Washington: Casi nadie lo en Brasil se sorprendió de que se pudiera llegar a este nivel las protestas, lo que pasó en Brasil el domingo pasado fue una tormenta con anunciada.

La sublevación de los simpatizantes radicales y violentos del expresidente Jair Bolsonaro ya se habían pronunciado abiertamente una semana después a la derrota electoral de Bolsonaro. Los manifestantes bloquearon caminos y comenzaron a reunirse frente a las instalaciones militares del país, donde, argumentando un “supuesto” fraude electoral, solicitaron la intervención del ejército para poder impedir la toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva, quien derrotó por poco a Bolsonaro en la segunda vuelta. Durante semanas, los manifestantes resistieron frente a las instalaciones del ejército, donde fueron soportados silenciosamente por la dirección del ejército. Jair Bolsonaro también se pronunció siempre acerca de la importancia de manifestaciones legítimas, pacíficas y democráticas. Los simpatizantes armaron campamentos bien equipados, cuya financiación ahora será objeto de investigaciones durante algún tiempo hasta que se logre esclarecer.

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Según marca el protocolo, el presidente saliente es el encargado de pasar la banda a su sucesor, pero Bolsonaro, quien no reconoció su derrota en las urnas, decidió no participar en los actos de investidura y viajó a Estados Unidos sin mencionar fecha oficial de vuelta. Lula da Silva, el primero de enero, asumió con un grupo de personas que simbolizaron la riqueza y la diversidad del pueblo brasileño.

Pero luego los partidarios radicales de Bolsonaro iniciaron otro ataque, se organizaron para hacer viajes en autobús por todo el país para invitar a participar en una gran manifestación contra el nuevo gobierno. Los viajes para participar en la manifestación en autobús se ofrecieron de forma gratuita en todas las redes sociales. Más de cien autobuses se dirigieron a la capital durante el fin de semana pasado.

Más de 3,000 manifestantes se lograron reunir  en la sede del gobierno e hicieron destrozos, el presidente Lula da Silva, decidió delegar las tareas de seguridad en la capital directamente al gobierno por decreto y se activó la intervención federal, la cual es una instancia que prevé en su artículo 34 de la Constitución ante una situación de conflicto o en caso de una invasión exterior. La intervención federal estará vigente hasta fines de enero, con el voto en contra de ocho legisladores que responden a Jair Bolsonaro.

El mundo condenó enérgicamente lo ocurrido en Brasil,  la democracia garantiza el derecho a la libertad y la libertad de expresión, pero también exige que las personas respeten las instituciones que se han creado para fortalecer la democracia.

 

El contenido en la sección de Opinión es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la postura o la línea editorial de República.