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¿Cuál fue el libro más popular en Chile en estos días?

Chile inició el camino hacia un nuevo documento fundacional en un plebiscito del 2020 en el que el 78 por ciento de los ciudadanos dijeron que querían una nueva constitución y que debería ser redactada por una comisión electa.

Chile
Melanie Müllers |
06 de septiembre, 2022

R:/ Fue el borrador de la nueva Constitución, que estubo volando de los estantes mientras los chilenos se prepararon para un referéndum el pasado 4 de septiembre sobre si ese documento debía reemplazar la actual Constitución del país de la era de Pinochet.

Chile inició el camino hacia un nuevo documento fundacional en un plebiscito del 2020 en el que el 78 por ciento de los ciudadanos dijeron que querían una nueva constitución y que debería ser redactada por una comisión electa.

Los 154 delegados electos trabajaron durante más de 10 meses en el complejo proceso de proponer y aprobar cientos de artículos. La constitución, de ser aprobada, iba a reemplazar la actual Carta Magna de Chile, que fue establecida en 1980 por la dictadura de Pinochet y ha sido reformada 52 veces desde entonces.

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Se elaboró ​​un primer borrador público el 13 de mayo que proponía nuevos derechos en torno al género y el medio ambiente, una reestructuración de las instituciones de gobierno del país y un reconocimiento del carácter plurinacional de Chile. El 4 de julio, la comisión anunció su borrador finalizado, que constaba de 388 artículos.

El sesgo del nuevo documento propuesto, fue definitivamente de izquierda, lo que no sorprendió en nada, por la composición del organismo de la comisión electa en mayo del 2021. El organismo estubo conformado por delegados de izquierda y centroizquierda que trabajaron con representantes con la bandera y dándose el paquete de que estaban respondiendo a las “demandas y desigualdades” sociales en referencia a las movilizaciones masivas que comenzaron en el 2019.

Los chilenos de izquierda pensaron que eventualmente votarían a favor porque, si bien el 78 por ciento de los votantes votó a favor de la reescritura en octubre de 2020, las encuestas recientes mostraron que solo el 38 por ciento apoyaba el documento y los opositores expresaron su preocupación por las disposiciones que consideraron radicales. Lo que decidieron los votantes el pasado 4 de septiembre, fue una prueba crucial para el presidente Gabriel Boric, quien abogó por una reescritura constitucional mientras era congresista y ahora tendrá que guiar al país hacia adelante desde un voto de "rechazo".
Mientras se redactaba la constitución, los críticos advirtieron que corría el riesgo de ser demasiado ambiciosa y aspiracional.  Opinaron que era una lista de compras, con énfasis en temas que, según las encuestas, no parecían ser de gran preocupación para la mayoría de los chilenos. Chile pasó los últimos dos años redactando una nueva constitución progresista, pero el documento fue rechazado tan rotundamente por los votantes el domingo que el resultado fue claro menos de dos horas después del cierre de las urnas.
El esfuerzo por rehacer los lineamientos de gobierno de Chile surgió de una profunda crisis política. Durante décadas, Chile ha sido visto como una potencia económica y con la tan añorada  historia de éxito latinoamericana, una de cual yo también sueño para Guatemala y para mis hermanos centroamericanos. Pero como toda historia cuando es mal manejada, siempre llega un momento de replantearse y la frustración por la desigualdad y el alto costo de la atención médica, la educación y el transporte público provocaron violentas protestas en 2019 que casi acaban con el gobierno de Chile.
Quizás es momento de replantearnos, identificar claramente cuáles son los retos que tenemos planteados como país y dar una respuesta fundamentada en los “valores” que compartimos la mayoría de los guatemaltecos y que esencialmente debemos amar a nuestro país como respetar a nuestro prójimo, promover la prosperidad para todos, combatir la corrupción y defender nuestra autonomía.

¿Cuál fue el libro más popular en Chile en estos días?

Chile inició el camino hacia un nuevo documento fundacional en un plebiscito del 2020 en el que el 78 por ciento de los ciudadanos dijeron que querían una nueva constitución y que debería ser redactada por una comisión electa.

Melanie Müllers |
06 de septiembre, 2022
Chile

R:/ Fue el borrador de la nueva Constitución, que estubo volando de los estantes mientras los chilenos se prepararon para un referéndum el pasado 4 de septiembre sobre si ese documento debía reemplazar la actual Constitución del país de la era de Pinochet.

Chile inició el camino hacia un nuevo documento fundacional en un plebiscito del 2020 en el que el 78 por ciento de los ciudadanos dijeron que querían una nueva constitución y que debería ser redactada por una comisión electa.

Los 154 delegados electos trabajaron durante más de 10 meses en el complejo proceso de proponer y aprobar cientos de artículos. La constitución, de ser aprobada, iba a reemplazar la actual Carta Magna de Chile, que fue establecida en 1980 por la dictadura de Pinochet y ha sido reformada 52 veces desde entonces.

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Se elaboró ​​un primer borrador público el 13 de mayo que proponía nuevos derechos en torno al género y el medio ambiente, una reestructuración de las instituciones de gobierno del país y un reconocimiento del carácter plurinacional de Chile. El 4 de julio, la comisión anunció su borrador finalizado, que constaba de 388 artículos.

El sesgo del nuevo documento propuesto, fue definitivamente de izquierda, lo que no sorprendió en nada, por la composición del organismo de la comisión electa en mayo del 2021. El organismo estubo conformado por delegados de izquierda y centroizquierda que trabajaron con representantes con la bandera y dándose el paquete de que estaban respondiendo a las “demandas y desigualdades” sociales en referencia a las movilizaciones masivas que comenzaron en el 2019.

Los chilenos de izquierda pensaron que eventualmente votarían a favor porque, si bien el 78 por ciento de los votantes votó a favor de la reescritura en octubre de 2020, las encuestas recientes mostraron que solo el 38 por ciento apoyaba el documento y los opositores expresaron su preocupación por las disposiciones que consideraron radicales. Lo que decidieron los votantes el pasado 4 de septiembre, fue una prueba crucial para el presidente Gabriel Boric, quien abogó por una reescritura constitucional mientras era congresista y ahora tendrá que guiar al país hacia adelante desde un voto de "rechazo".
Mientras se redactaba la constitución, los críticos advirtieron que corría el riesgo de ser demasiado ambiciosa y aspiracional.  Opinaron que era una lista de compras, con énfasis en temas que, según las encuestas, no parecían ser de gran preocupación para la mayoría de los chilenos. Chile pasó los últimos dos años redactando una nueva constitución progresista, pero el documento fue rechazado tan rotundamente por los votantes el domingo que el resultado fue claro menos de dos horas después del cierre de las urnas.
El esfuerzo por rehacer los lineamientos de gobierno de Chile surgió de una profunda crisis política. Durante décadas, Chile ha sido visto como una potencia económica y con la tan añorada  historia de éxito latinoamericana, una de cual yo también sueño para Guatemala y para mis hermanos centroamericanos. Pero como toda historia cuando es mal manejada, siempre llega un momento de replantearse y la frustración por la desigualdad y el alto costo de la atención médica, la educación y el transporte público provocaron violentas protestas en 2019 que casi acaban con el gobierno de Chile.
Quizás es momento de replantearnos, identificar claramente cuáles son los retos que tenemos planteados como país y dar una respuesta fundamentada en los “valores” que compartimos la mayoría de los guatemaltecos y que esencialmente debemos amar a nuestro país como respetar a nuestro prójimo, promover la prosperidad para todos, combatir la corrupción y defender nuestra autonomía.