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Cuidado con el altruismo

El altruismo es un sistema malevolente, esclavista, que considera al humano como un animal de sacrificio.

Warren Orbaugh |
13 de diciembre, 2021

La mayoría de las personas usan la palabra “altruismo” cuando quieren significar  benevolencia, cuando quieren decir: ayudar a otros sin esperar recompensa. Sin embargo este uso coloquial es en realidad un eufemismo del significado original de dicha palabra, que desinforma a quienes la usan al descontextualizarla. Spencer es el autor de este disfraz. 

Herbert Spencer, consideró que el significado original era una auténtica locura, y la diseminó como un “paquete” en el cual incluyó el significado original con la benevolencia. “Altruismo” (del latín “alter” = otro), es el nombre acuñado por el filósofo Augusto Comte en 1851, para indicar e identificar su sistema ético. Este sistema lo presentó por medio de trece conversaciones sistemáticas entre una mujer y un sacerdote de la “humanidad”, en su libro El Catecismo de la Religión Positivista. 

Se fundamenta en la premisa, ya de por sí contradictoria, de que el individuo no es dueño de su propia vida, sino que ésta les pertenece a los otros, y por tanto su deber moral es vivir para los otros: 

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“Todo cuanto tenemos pertenece a la Humanidad; porque todo nos viene de  ella –vida, fortuna, talentos, información, ternura, energía, etc. … Vivir para otros es, para todos nosotros, el eterno deber que se deduce con lógica rigurosa de este hecho indiscutible.”  [Auguste Comte, El Catecismo de la Religión Positivista, Conversación X, “Vida  Privada”.]

Así como ningún individuo, según esta ética, es dueño de sí mismo, ni de su vida, tampoco es dueño de cosa alguna. Todo a lo que tiene acceso pertenece a los otros, quienes pueden reclamarlo en cualquier momento.

La ética altruista condena toda acción que busque la satisfacción personal. Cómo insiste en que cada individuo pertenece a los demás, éste debe beneficiar a los otros en lugar de a sí mismo. De tal manera una acción es moralmente buena si beneficia a otro, pero mala si beneficia al agente: “Al complacer el más personal de nuestros actos, más allá de lo que realmente se requiere  para sostenernos, estamos cultivando, en tanto posible, el egoísmo a expensas del altruismo; ya que superamos nuestra simpatía involuntaria por todo aquel que en el momento necesita comida.” Idem. 

El altruismo no se puede practicar consistentemente. La exigencia altruista es una contradicción que sólo puede conducir a la muerte del individuo que quiere ser moral según este código. Pero si quiere vivir, un auténtico altruista se sentirá siempre culpable cada vez que coma, pues siempre habrá otro que necesite el bocado de comida que se lleva a la boca. Y no sirve de mucho tratar de zafarse de esta inconsistencia, afirmando que uno debe reservar para sí, sólo lo mínimo necesario para poder seguir sirviendo a los otros. 

¿Cuánto es lo mínimo necesario? ¿Por qué las necesidades del otro son más importantes que las propias? 

El altruismo exige que uno considere la vida del otro como un valor, pero la propia no; exige que uno considere el beneficio del otro como un valor, pero el propio no. ¿Pero, cómo puede una persona que no se valora a sí misma, valorar a otro? 

El altruismo no es una ética que permite que uno sea benevolente. No se trata de que uno ayude a otro cuando y si uno puede. Lo que exige, es que uno subordine sus propios intereses a los intereses de otros. Como obligación moral, los otros deben tener el primer lugar en la vida de uno. Pero, si es deber de uno, dar a otro que lo necesite, hasta el último centavo que uno tenga, porque se le debe, porque le pertenece, entonces ¿cómo puede haber caridad o gentileza?

Es imposible. Lo que uno le entrega al otro no es por empatía, generosidad o benevolencia, sino que por deber moral. Y el otro puede exigir de uno hasta el último centavo. Y si uno no satisface las demandas de los otros, uno debe considerarse culpable de no actuar moralmente. 

Este sistema ético considera que ningún individuo tiene derecho a existir para sí  mismo, ni derecho a buscar su propia felicidad, ni derecho a su propiedad, ni derecho a actuar libremente según lo que haya legítimamente elegido hacer. El individuo sólo tiene el deber de servir a otros.

El altruismo considera a los humanos como cosas, que deben sacrificarse en beneficio de los demás:

 “La idea de derecho debe desaparecer de lo político, así como la idea de causa del  dominio de la filosofía… El positivismo nunca admite nada más que deberes, de todos para con todos. Para su persistente punto de vista social no puede tolerar la noción de derecho, basada constantemente en el individualismo. Nacemos cargados de obligaciones de todo tipo, para con nuestros predecesores, nuestros sucesores, y nuestros contemporáneos.

Posteriormente estas obligaciones sólo crecen o se acumulan antes de que podamos repagar algún servicio. ¿En qué fundamento humano podría entonces apoyarse la idea de derecho, cuando razonablemente debería implicar algún rendimiento previo? Cualesquiera que sean nuestros. esfuerzos, la vida más larga, bien empleada, jamás nos permitiría pagar sino una parte imperceptible de todo lo que hemos recibido…Todo derecho humano es tan absurdo, como inmoral.” [Auguste Comte, El Catecismo de la Religión Positivista, Conversación XI, “Vida Pública”.]

Desde luego esta no es una teoría benevolente. No puede haber benevolencia entre los humanos a menos que respetemos a cada individuo y reconozcamos que cada uno en un fin en sí mismo con su derecho moral y político básico a existir para su propio bien, sin sacrificarse por otros, ni sacrificar a otros para sus propios fines.

Más bien, el altruismo es un sistema ético malevolente, que destruye  al humano. Para empezar, destruye su autoestima, la que se ve disminuida en toda cuestión intelectual y material. El que quiere practicar el altruismo, debe renunciar a su deseo de alcanzar sus anhelos, sus fines, de hacer algo de su vida y de ser feliz. Debe verse a sí mismo como solamente un medio para los fines de algún otro, sea éste otra persona o la totalidad de la humanidad. Y si no es un altruista consistente, se sentirá culpable y se sacrificará por los otros de vez en cuando. Esto destruye la autoestima de cualquiera. 

La ética altruista es la base de toda dictadura colectivista, donde cada individuo es  una cosa para ser usada por el estado o dictador. Y así como el individuo debe sacrificar sus posesiones materiales en bien de los otros, también debe sacrificar su integridad intelectual. 

No es aceptable para el altruista el que uno sostenga una idea propia de lo que es verdadero. Esto se considera egoísta, y se le insta a uno a aceptar la opinión de lo que los otros creen, o desean, como verdadero. Uno debe siempre estar de acuerdo con la mayoría.

De lo contrario, en la dictadura altruista, lo meten a uno en la cárcel para ser reeducado, en el mejor de los casos; o lo queman en la hoguera para purificarlo a uno, en el peor. No es casualidad que todos los dictadores que desean usar a las personas apelen siempre a motivos altruistas. Basta con examinar sus discursos para ver cuántas veces usan la palabra altruismo para justificar alguna política que pretende sacrificar a un grupo en beneficio propio y de otros. 

En conclusión, el altruismo es un sistema ético que afirma que el hombre no tiene derecho a su vida, ni a su libertad, ni a su propiedad, ni a actuar en beneficio propio, ni a buscar su propia felicidad; la única justificación para su existencia es el servicio que presta a los otros; y su virtud cardinal y deber es el auto sacrificio.

El altruismo es un sistema malevolente, esclavista, que considera al humano como un animal de sacrificio.

Cuidado con el altruismo

El altruismo es un sistema malevolente, esclavista, que considera al humano como un animal de sacrificio.

Warren Orbaugh |
13 de diciembre, 2021

La mayoría de las personas usan la palabra “altruismo” cuando quieren significar  benevolencia, cuando quieren decir: ayudar a otros sin esperar recompensa. Sin embargo este uso coloquial es en realidad un eufemismo del significado original de dicha palabra, que desinforma a quienes la usan al descontextualizarla. Spencer es el autor de este disfraz. 

Herbert Spencer, consideró que el significado original era una auténtica locura, y la diseminó como un “paquete” en el cual incluyó el significado original con la benevolencia. “Altruismo” (del latín “alter” = otro), es el nombre acuñado por el filósofo Augusto Comte en 1851, para indicar e identificar su sistema ético. Este sistema lo presentó por medio de trece conversaciones sistemáticas entre una mujer y un sacerdote de la “humanidad”, en su libro El Catecismo de la Religión Positivista. 

Se fundamenta en la premisa, ya de por sí contradictoria, de que el individuo no es dueño de su propia vida, sino que ésta les pertenece a los otros, y por tanto su deber moral es vivir para los otros: 

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“Todo cuanto tenemos pertenece a la Humanidad; porque todo nos viene de  ella –vida, fortuna, talentos, información, ternura, energía, etc. … Vivir para otros es, para todos nosotros, el eterno deber que se deduce con lógica rigurosa de este hecho indiscutible.”  [Auguste Comte, El Catecismo de la Religión Positivista, Conversación X, “Vida  Privada”.]

Así como ningún individuo, según esta ética, es dueño de sí mismo, ni de su vida, tampoco es dueño de cosa alguna. Todo a lo que tiene acceso pertenece a los otros, quienes pueden reclamarlo en cualquier momento.

La ética altruista condena toda acción que busque la satisfacción personal. Cómo insiste en que cada individuo pertenece a los demás, éste debe beneficiar a los otros en lugar de a sí mismo. De tal manera una acción es moralmente buena si beneficia a otro, pero mala si beneficia al agente: “Al complacer el más personal de nuestros actos, más allá de lo que realmente se requiere  para sostenernos, estamos cultivando, en tanto posible, el egoísmo a expensas del altruismo; ya que superamos nuestra simpatía involuntaria por todo aquel que en el momento necesita comida.” Idem. 

El altruismo no se puede practicar consistentemente. La exigencia altruista es una contradicción que sólo puede conducir a la muerte del individuo que quiere ser moral según este código. Pero si quiere vivir, un auténtico altruista se sentirá siempre culpable cada vez que coma, pues siempre habrá otro que necesite el bocado de comida que se lleva a la boca. Y no sirve de mucho tratar de zafarse de esta inconsistencia, afirmando que uno debe reservar para sí, sólo lo mínimo necesario para poder seguir sirviendo a los otros. 

¿Cuánto es lo mínimo necesario? ¿Por qué las necesidades del otro son más importantes que las propias? 

El altruismo exige que uno considere la vida del otro como un valor, pero la propia no; exige que uno considere el beneficio del otro como un valor, pero el propio no. ¿Pero, cómo puede una persona que no se valora a sí misma, valorar a otro? 

El altruismo no es una ética que permite que uno sea benevolente. No se trata de que uno ayude a otro cuando y si uno puede. Lo que exige, es que uno subordine sus propios intereses a los intereses de otros. Como obligación moral, los otros deben tener el primer lugar en la vida de uno. Pero, si es deber de uno, dar a otro que lo necesite, hasta el último centavo que uno tenga, porque se le debe, porque le pertenece, entonces ¿cómo puede haber caridad o gentileza?

Es imposible. Lo que uno le entrega al otro no es por empatía, generosidad o benevolencia, sino que por deber moral. Y el otro puede exigir de uno hasta el último centavo. Y si uno no satisface las demandas de los otros, uno debe considerarse culpable de no actuar moralmente. 

Este sistema ético considera que ningún individuo tiene derecho a existir para sí  mismo, ni derecho a buscar su propia felicidad, ni derecho a su propiedad, ni derecho a actuar libremente según lo que haya legítimamente elegido hacer. El individuo sólo tiene el deber de servir a otros.

El altruismo considera a los humanos como cosas, que deben sacrificarse en beneficio de los demás:

 “La idea de derecho debe desaparecer de lo político, así como la idea de causa del  dominio de la filosofía… El positivismo nunca admite nada más que deberes, de todos para con todos. Para su persistente punto de vista social no puede tolerar la noción de derecho, basada constantemente en el individualismo. Nacemos cargados de obligaciones de todo tipo, para con nuestros predecesores, nuestros sucesores, y nuestros contemporáneos.

Posteriormente estas obligaciones sólo crecen o se acumulan antes de que podamos repagar algún servicio. ¿En qué fundamento humano podría entonces apoyarse la idea de derecho, cuando razonablemente debería implicar algún rendimiento previo? Cualesquiera que sean nuestros. esfuerzos, la vida más larga, bien empleada, jamás nos permitiría pagar sino una parte imperceptible de todo lo que hemos recibido…Todo derecho humano es tan absurdo, como inmoral.” [Auguste Comte, El Catecismo de la Religión Positivista, Conversación XI, “Vida Pública”.]

Desde luego esta no es una teoría benevolente. No puede haber benevolencia entre los humanos a menos que respetemos a cada individuo y reconozcamos que cada uno en un fin en sí mismo con su derecho moral y político básico a existir para su propio bien, sin sacrificarse por otros, ni sacrificar a otros para sus propios fines.

Más bien, el altruismo es un sistema ético malevolente, que destruye  al humano. Para empezar, destruye su autoestima, la que se ve disminuida en toda cuestión intelectual y material. El que quiere practicar el altruismo, debe renunciar a su deseo de alcanzar sus anhelos, sus fines, de hacer algo de su vida y de ser feliz. Debe verse a sí mismo como solamente un medio para los fines de algún otro, sea éste otra persona o la totalidad de la humanidad. Y si no es un altruista consistente, se sentirá culpable y se sacrificará por los otros de vez en cuando. Esto destruye la autoestima de cualquiera. 

La ética altruista es la base de toda dictadura colectivista, donde cada individuo es  una cosa para ser usada por el estado o dictador. Y así como el individuo debe sacrificar sus posesiones materiales en bien de los otros, también debe sacrificar su integridad intelectual. 

No es aceptable para el altruista el que uno sostenga una idea propia de lo que es verdadero. Esto se considera egoísta, y se le insta a uno a aceptar la opinión de lo que los otros creen, o desean, como verdadero. Uno debe siempre estar de acuerdo con la mayoría.

De lo contrario, en la dictadura altruista, lo meten a uno en la cárcel para ser reeducado, en el mejor de los casos; o lo queman en la hoguera para purificarlo a uno, en el peor. No es casualidad que todos los dictadores que desean usar a las personas apelen siempre a motivos altruistas. Basta con examinar sus discursos para ver cuántas veces usan la palabra altruismo para justificar alguna política que pretende sacrificar a un grupo en beneficio propio y de otros. 

En conclusión, el altruismo es un sistema ético que afirma que el hombre no tiene derecho a su vida, ni a su libertad, ni a su propiedad, ni a actuar en beneficio propio, ni a buscar su propia felicidad; la única justificación para su existencia es el servicio que presta a los otros; y su virtud cardinal y deber es el auto sacrificio.

El altruismo es un sistema malevolente, esclavista, que considera al humano como un animal de sacrificio.