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Deidades de estiércol

El mejor ejemplo de este tipo de gente y sus aduladores es el de Thelma Aldana, y la sarta de gente que aún tiene el tupe, o la falta de neuronas, de defenderla.  

Thelma Aldana
Betty Marroquin |
23 de junio, 2022

Cómo muchos guatemaltecos, en el 2015, yo también tenía un buen concepto de Thelma Aldana, quién era entonces Fiscal General y Jefe del Ministerio Público. La admiraba tanto que la llamé la Fiscal de Hierro.

Sin embargo, por considerarme una persona cuerda, que generalmente trato que en mi mente impere la lógica, no tiendo a endiosar a nadie. Dios es uno, los demás somos todos comunes mortales intrínsecamente falibles. Esto, que llamo sentido común, me hace comprender que gente que admiro de pronto puede tener un resbalón y cometer un error, o una falta. A diferencia del coro que, al sol de hoy, defienden y adulan a gente que resultó ser deidades de estiércol puro. 

El mejor ejemplo de este tipo de gente y sus aduladores es el de Thelma Aldana, y la sarta de gente que aún tiene el tupe, o la falta de neuronas, de defenderla.  

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Por más que alguien le resulte simpático, o se tenga muy buen concepto de la persona, no es posible que uno se niegue a admitir los errores que esa persona cometa, o las faltas graves. Robar, no tiene excusa, como tampoco lo tiene el asesinar a sangre fría, sin justificación de causa como la defensa propia. Esta señora me recuerda a las mujeres que se hacen pasar por puritanas y castas, mientras son de cascos ligeros. Luego resultan embarazadas, por arte de magia. Viene siendo lo mismo. Sólo que el embarazo de Aldana vale US$10 millones 

Aldana, con su sueldo, no podría tener cuentas en las Islas Caimanes, en Estados Unidos o en Guatemala, con los montos que tienen. Tampoco justifica la casa que compró poco después de ser nombrada Fiscal General, y que encima, mintió en su declaración patrimonial sobre la misma. Aldana posee certificados de depósito en dólares, cuentas de ahorro, monetarias, y muchas otras figuras financieras que le hacen percibir un monto mucho mayor a su sueldo de Fiscal, mensualmente. Incluso, propiedades en Maryland, Estados Unidos. 

Explicarse porqué haya gente que la defienda aún con esto, requiere entender de una buena vez que defenderla significa ser o descerebrado, o corrupto como ella, o admirador de su forma de enriquecimiento ilícito, o cómplice de ella. Por qué nadie en su sano juicio podría aplaudir que un funcionario se enriquezca ilícitamente.  

Lo mismo aplica a Juan Francisco Sandoval, que también se rasga las vestiduras proclamando su inocencia. Y no digamos a Erika Aifán, y sin duda, de Barrios, Xitumul, Gálvez y todos los fiscales, jueces y compinches de estos ampones. Ojalá los investiguen a todos. Nadie debe jamás estar por encima de la ley. Y todos debemos recordar que, entre cielo y tierra, la verdad siempre sale. 

Irónico, ella decía que no haría todo lo que ahora sabemos que ha hecho. Todos los crímenes que achacó a otros, ahora vemos con toda claridad que es ella quién los ha cometido. Así que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Me pregunto cómo se sentirán sus defensores, esos decentes que genuinamente creían en ella. 

Deidades de estiércol

El mejor ejemplo de este tipo de gente y sus aduladores es el de Thelma Aldana, y la sarta de gente que aún tiene el tupe, o la falta de neuronas, de defenderla.  

Betty Marroquin |
23 de junio, 2022
Thelma Aldana

Cómo muchos guatemaltecos, en el 2015, yo también tenía un buen concepto de Thelma Aldana, quién era entonces Fiscal General y Jefe del Ministerio Público. La admiraba tanto que la llamé la Fiscal de Hierro.

Sin embargo, por considerarme una persona cuerda, que generalmente trato que en mi mente impere la lógica, no tiendo a endiosar a nadie. Dios es uno, los demás somos todos comunes mortales intrínsecamente falibles. Esto, que llamo sentido común, me hace comprender que gente que admiro de pronto puede tener un resbalón y cometer un error, o una falta. A diferencia del coro que, al sol de hoy, defienden y adulan a gente que resultó ser deidades de estiércol puro. 

El mejor ejemplo de este tipo de gente y sus aduladores es el de Thelma Aldana, y la sarta de gente que aún tiene el tupe, o la falta de neuronas, de defenderla.  

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Por más que alguien le resulte simpático, o se tenga muy buen concepto de la persona, no es posible que uno se niegue a admitir los errores que esa persona cometa, o las faltas graves. Robar, no tiene excusa, como tampoco lo tiene el asesinar a sangre fría, sin justificación de causa como la defensa propia. Esta señora me recuerda a las mujeres que se hacen pasar por puritanas y castas, mientras son de cascos ligeros. Luego resultan embarazadas, por arte de magia. Viene siendo lo mismo. Sólo que el embarazo de Aldana vale US$10 millones 

Aldana, con su sueldo, no podría tener cuentas en las Islas Caimanes, en Estados Unidos o en Guatemala, con los montos que tienen. Tampoco justifica la casa que compró poco después de ser nombrada Fiscal General, y que encima, mintió en su declaración patrimonial sobre la misma. Aldana posee certificados de depósito en dólares, cuentas de ahorro, monetarias, y muchas otras figuras financieras que le hacen percibir un monto mucho mayor a su sueldo de Fiscal, mensualmente. Incluso, propiedades en Maryland, Estados Unidos. 

Explicarse porqué haya gente que la defienda aún con esto, requiere entender de una buena vez que defenderla significa ser o descerebrado, o corrupto como ella, o admirador de su forma de enriquecimiento ilícito, o cómplice de ella. Por qué nadie en su sano juicio podría aplaudir que un funcionario se enriquezca ilícitamente.  

Lo mismo aplica a Juan Francisco Sandoval, que también se rasga las vestiduras proclamando su inocencia. Y no digamos a Erika Aifán, y sin duda, de Barrios, Xitumul, Gálvez y todos los fiscales, jueces y compinches de estos ampones. Ojalá los investiguen a todos. Nadie debe jamás estar por encima de la ley. Y todos debemos recordar que, entre cielo y tierra, la verdad siempre sale. 

Irónico, ella decía que no haría todo lo que ahora sabemos que ha hecho. Todos los crímenes que achacó a otros, ahora vemos con toda claridad que es ella quién los ha cometido. Así que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Me pregunto cómo se sentirán sus defensores, esos decentes que genuinamente creían en ella.