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El caso de una disuasión nuclear ucraniana

Es importante señalar la importancia histórica de que una Rusia con armas nucleares invada a un pais vecino-hermano que renunció a las armas nucleares.

Melanie Müllers |
08 de marzo, 2022

Tras la disolución de la Unión Soviética, Ucrania carecía de dinero para mantener y utilizar armas nucleares. Pero con una economía devastada, un vecino dominante como Rusia y un poco llamando la atención mundial, algunos ucranianos estaban a favor en mantener los misiles nucleares como fuente de influencia. Aún así, después de largas negociaciones, Ucrania firmó un acuerdo en 1994 con Rusia y Estados Unidos renunciando a las armas nucleares a cambio de mil millones de dólares en ayuda, principalmente en forma de combustible de uranio ruso para sus centrales nucleares.

El pueblo ucraniano, después de haber sufrido el accidente nuclear de Chernobyl, conoce bien el peligro que pueden traer las armas nucleares. Ucrania fue un ejemplo para una zona libre de armas nucleares en Europa del Este para reducir las tensiones que habían aumentado en los últimos años entre la OTAN y Rusia por los planes de expansión de la OTAN.

En la base de misiles Pervomaysk en el sur de Ucrania, se plantaron flores de girasol en el campo, encima de los restos destruidos del misil Silo 110. Durante la Guerra Fría, la base, en medio de tierras de cultivo ucranianas hubieron más de 80 de esos silos, con 700 armas nucleares dirigidas a Estados Unidos.

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Ucrania tenía  el tercer arsenal nuclear más grande del mundo, que heredó en 1991 con el colapso de la Unión Soviética. También marcó la casi finalización de un objetivo estratégico principal de EE. UU. desde la desintegración soviética: reunir todas las armas nucleares ex soviéticas en Rusia, evitando así la proliferación de potencias nucleares.

En 1994, Rusia, Estados Unidos y el Reino Unido firmaron el “Memorándum de Budapest”. Este acuerdo requería que Ucrania, Bielorrusia y Kazajstán en acuerdos idénticos, renunciaran a las armas nucleares, pero afirmaron que todos respetarían la integridad territorial de Ucrania, se abstendrían de la acción militar, renunciarían al uso de armas nucleares contra los estados no nucleares y consultar al Consejo de Seguridad de la ONU en caso de agresión armada.

Una Rusia muy diferente firmó ese memorándum, pero al final, todo lo que el Memo de Budapest pudo hacer fue expresar la esperanza, que las Naciones Unidas pudieran intervenir si las cosas alguna vez se ponían demasiado tóxicas, como hoy. No fue diseñado para lidiar con una pandilla del Kremlin dirigida por una versión diminuta y bien afeitada de Saddam Hussein que prácticamente declaró que Ucrania es la 19° provincia de Rusia.

Ahora tenemos una situación mala, pero agregar armas nucleares a la mezcla lo empeoraría y probablemente habría resultado en una gran guerra, una guerra por las armas nucleares, como hace 15 o 20 años. A veces, no hay buenas soluciones en política exterior, solo gradaciones terribles.

Estados Unidos apoya a Ucrania, pero también señala que Ucrania no está en la OTAN y por eso no tiene garantía de respaldo militar estadounidense. Es importante señalar la importancia histórica de que una Rusia con armas nucleares invada a un pais vecino-hermano que renunció a las armas nucleares.

El enfrentamiento no tiene precedentes desde el final de la Guerra Fría, desde que John F. Kennedy y Nikita Khrushchev se miraron fijamente durante la crisis de los misiles en Cuba de 1962, la posibilidad de que las dos principales potencias nucleares del mundo usaran armas nucleares no había estado tan presente.

La crisis de Ucrania presenta un recordatorio aleccionador de que mientras existan las armas nucleares, existe una posibilidad real de que se utilicen.

La perspectiva de sus catastróficas consecuencias humanitarias supera con creces cualquier utilidad militar percibida y la única manera segura de prevenir su uso es a través de su completa eliminación

El caso de una disuasión nuclear ucraniana

Es importante señalar la importancia histórica de que una Rusia con armas nucleares invada a un pais vecino-hermano que renunció a las armas nucleares.

Melanie Müllers |
08 de marzo, 2022

Tras la disolución de la Unión Soviética, Ucrania carecía de dinero para mantener y utilizar armas nucleares. Pero con una economía devastada, un vecino dominante como Rusia y un poco llamando la atención mundial, algunos ucranianos estaban a favor en mantener los misiles nucleares como fuente de influencia. Aún así, después de largas negociaciones, Ucrania firmó un acuerdo en 1994 con Rusia y Estados Unidos renunciando a las armas nucleares a cambio de mil millones de dólares en ayuda, principalmente en forma de combustible de uranio ruso para sus centrales nucleares.

El pueblo ucraniano, después de haber sufrido el accidente nuclear de Chernobyl, conoce bien el peligro que pueden traer las armas nucleares. Ucrania fue un ejemplo para una zona libre de armas nucleares en Europa del Este para reducir las tensiones que habían aumentado en los últimos años entre la OTAN y Rusia por los planes de expansión de la OTAN.

En la base de misiles Pervomaysk en el sur de Ucrania, se plantaron flores de girasol en el campo, encima de los restos destruidos del misil Silo 110. Durante la Guerra Fría, la base, en medio de tierras de cultivo ucranianas hubieron más de 80 de esos silos, con 700 armas nucleares dirigidas a Estados Unidos.

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Ucrania tenía  el tercer arsenal nuclear más grande del mundo, que heredó en 1991 con el colapso de la Unión Soviética. También marcó la casi finalización de un objetivo estratégico principal de EE. UU. desde la desintegración soviética: reunir todas las armas nucleares ex soviéticas en Rusia, evitando así la proliferación de potencias nucleares.

En 1994, Rusia, Estados Unidos y el Reino Unido firmaron el “Memorándum de Budapest”. Este acuerdo requería que Ucrania, Bielorrusia y Kazajstán en acuerdos idénticos, renunciaran a las armas nucleares, pero afirmaron que todos respetarían la integridad territorial de Ucrania, se abstendrían de la acción militar, renunciarían al uso de armas nucleares contra los estados no nucleares y consultar al Consejo de Seguridad de la ONU en caso de agresión armada.

Una Rusia muy diferente firmó ese memorándum, pero al final, todo lo que el Memo de Budapest pudo hacer fue expresar la esperanza, que las Naciones Unidas pudieran intervenir si las cosas alguna vez se ponían demasiado tóxicas, como hoy. No fue diseñado para lidiar con una pandilla del Kremlin dirigida por una versión diminuta y bien afeitada de Saddam Hussein que prácticamente declaró que Ucrania es la 19° provincia de Rusia.

Ahora tenemos una situación mala, pero agregar armas nucleares a la mezcla lo empeoraría y probablemente habría resultado en una gran guerra, una guerra por las armas nucleares, como hace 15 o 20 años. A veces, no hay buenas soluciones en política exterior, solo gradaciones terribles.

Estados Unidos apoya a Ucrania, pero también señala que Ucrania no está en la OTAN y por eso no tiene garantía de respaldo militar estadounidense. Es importante señalar la importancia histórica de que una Rusia con armas nucleares invada a un pais vecino-hermano que renunció a las armas nucleares.

El enfrentamiento no tiene precedentes desde el final de la Guerra Fría, desde que John F. Kennedy y Nikita Khrushchev se miraron fijamente durante la crisis de los misiles en Cuba de 1962, la posibilidad de que las dos principales potencias nucleares del mundo usaran armas nucleares no había estado tan presente.

La crisis de Ucrania presenta un recordatorio aleccionador de que mientras existan las armas nucleares, existe una posibilidad real de que se utilicen.

La perspectiva de sus catastróficas consecuencias humanitarias supera con creces cualquier utilidad militar percibida y la única manera segura de prevenir su uso es a través de su completa eliminación