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El conflicto entre Rusia y Ucrania

Esperemos que este conflicto no siga creciendo más. Que los líderes mundiales logren encontrarle la salida.

Salvador Paiz |
02 de marzo, 2022

La historia del siglo XXI acaba de dar un giro inesperado con el estallido de un conflicto bélico que afecta a todo el mundo. Me refiero al ataque de Rusia hacia Ucrania.

Las tensiones entre Ucrania y Rusia han existido desde hace ya varias décadas. Incluso en 1932, en ese entonces la Unión Soviética, fue autora del “Holomodor”, el genocidio ucraniano, en el que provocó una terrible hambruna que devastó a todo el territorio de Ucrania. Durante muchos años, Ucrania ha añorado la independencia y soberanía de Rusia, y la consiguió en 1991. Su ubicación geográfica la convierte en parte de la última barrera entre la Unión Europea y Rusia, léase una posición geoestratégica. De hecho, por Ucrania transita el 85 por ciento de todo el gas que exporta Rusia hacia Europa. Todo esto, entre otras cosas, convierte a Ucrania en un país importante para la economía de Europa.

No hay una explicación concisa de porqué Putin inició estos enfrentamientos. Sus propias declaraciones han variado a lo largo de los últimos días. Analistas políticos aducen que las causas de todo esto pueden ser una o más de las siguientes razones: ideología, etnia, territorial, su preocupación por la posible entrada de Ucrania a la OTAN, etcétera. Independientemente de las razones, la guerra nunca es la salida. Para mí, las guerras representan una enorme pérdida de energía, recursos y, lo más triste, vidas humanas. Y todo eso, ¿para qué? ¿para redibujar fronteras? ¿para ganar poder? ¿para acrecentar el ego de un dictador de turno? ¿satisfacer los intereses económicos del complejo militar industrial y de su lobby insaciable?

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Ray Dalio, inversionista y analista, escribió el libro “Principios para enfrentarse al nuevo orden mundial”. En él analiza la geopolítica y su evolución a lo largo de los años. Según explica, en la historia post segunda guerra mundial, nuestro mundo ha vivido en cierta atmósfera de tranquilidad relativa, bajo un esquema de poder unipolar. Las guerras, que sí las ha habido, han sido producto del lobby industrial militar, bajo pretextos "artificiales" (por no decir inventados y hasta de operaciones de falsa bandera, como sucedió en Irak y recientemente en Ucrania).

Justamente para prevenir otra crisis como la de la segunda guerra mundial, se crearon instituciones de índole internacional. Se establecieron mecanismos pacíficos para evitar conflictos bélicos y el sufrimiento de naciones enteras. Una de estas organizaciones es Naciones Unidas. Vladimir Putin, pudo haber optado por un mecanismo pacífico para resolver sus pretensiones, pero decidió tomar las armas. Por su parte, ayer, en la Asamblea General de Naciones Unidas fue aprobada una resolución de condena contra la invasión rusa de Ucrania, con un voto mayoritario de 141 de 193 Estados miembros.

En el contexto de un mundo que transiciona de ser unipolar a multipolar (con el asenso de potencias como China y quizás Rusia) y con un contexto de economías sobre apalancadas post-COVID (particularmente la de Estados Unidos), hoy se pone a prueba el diseño de la gobernanza global a través de las Naciones Unidas. ¿Será capaz de asumir el histórico rol para el cual fue diseñada? Esperemos que este conflicto no siga creciendo más. Que los líderes mundiales logren encontrarle la salida. Es desgarrador ver las imágenes de dolor y tormento provenientes de Ucrania.

Los costos directos de las guerras son evidentes y dramáticos, tanto en vidas humanas como en sufrimiento. Adicionalmente, se le suman costos colaterales al distraer nuestras energías colectivas de otras crisis urgentes y prioritarias. Me refiero a crisis como el cambio climático, el declive global de la democracia como mecanismo de gobernanza pacífica con sus respectivos pesos y contrapesos de una república, desplazamientos migratorios masivos, el narcotráfico y sus negocios aledaños (como la trata de personas), entre muchísimas cosas más. Ojalá este conflicto llegue a su fin, por el bien de la humanidad.

www.salvadorpaiz.com

El conflicto entre Rusia y Ucrania

Esperemos que este conflicto no siga creciendo más. Que los líderes mundiales logren encontrarle la salida.

Salvador Paiz |
02 de marzo, 2022

La historia del siglo XXI acaba de dar un giro inesperado con el estallido de un conflicto bélico que afecta a todo el mundo. Me refiero al ataque de Rusia hacia Ucrania.

Las tensiones entre Ucrania y Rusia han existido desde hace ya varias décadas. Incluso en 1932, en ese entonces la Unión Soviética, fue autora del “Holomodor”, el genocidio ucraniano, en el que provocó una terrible hambruna que devastó a todo el territorio de Ucrania. Durante muchos años, Ucrania ha añorado la independencia y soberanía de Rusia, y la consiguió en 1991. Su ubicación geográfica la convierte en parte de la última barrera entre la Unión Europea y Rusia, léase una posición geoestratégica. De hecho, por Ucrania transita el 85 por ciento de todo el gas que exporta Rusia hacia Europa. Todo esto, entre otras cosas, convierte a Ucrania en un país importante para la economía de Europa.

No hay una explicación concisa de porqué Putin inició estos enfrentamientos. Sus propias declaraciones han variado a lo largo de los últimos días. Analistas políticos aducen que las causas de todo esto pueden ser una o más de las siguientes razones: ideología, etnia, territorial, su preocupación por la posible entrada de Ucrania a la OTAN, etcétera. Independientemente de las razones, la guerra nunca es la salida. Para mí, las guerras representan una enorme pérdida de energía, recursos y, lo más triste, vidas humanas. Y todo eso, ¿para qué? ¿para redibujar fronteras? ¿para ganar poder? ¿para acrecentar el ego de un dictador de turno? ¿satisfacer los intereses económicos del complejo militar industrial y de su lobby insaciable?

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Ray Dalio, inversionista y analista, escribió el libro “Principios para enfrentarse al nuevo orden mundial”. En él analiza la geopolítica y su evolución a lo largo de los años. Según explica, en la historia post segunda guerra mundial, nuestro mundo ha vivido en cierta atmósfera de tranquilidad relativa, bajo un esquema de poder unipolar. Las guerras, que sí las ha habido, han sido producto del lobby industrial militar, bajo pretextos "artificiales" (por no decir inventados y hasta de operaciones de falsa bandera, como sucedió en Irak y recientemente en Ucrania).

Justamente para prevenir otra crisis como la de la segunda guerra mundial, se crearon instituciones de índole internacional. Se establecieron mecanismos pacíficos para evitar conflictos bélicos y el sufrimiento de naciones enteras. Una de estas organizaciones es Naciones Unidas. Vladimir Putin, pudo haber optado por un mecanismo pacífico para resolver sus pretensiones, pero decidió tomar las armas. Por su parte, ayer, en la Asamblea General de Naciones Unidas fue aprobada una resolución de condena contra la invasión rusa de Ucrania, con un voto mayoritario de 141 de 193 Estados miembros.

En el contexto de un mundo que transiciona de ser unipolar a multipolar (con el asenso de potencias como China y quizás Rusia) y con un contexto de economías sobre apalancadas post-COVID (particularmente la de Estados Unidos), hoy se pone a prueba el diseño de la gobernanza global a través de las Naciones Unidas. ¿Será capaz de asumir el histórico rol para el cual fue diseñada? Esperemos que este conflicto no siga creciendo más. Que los líderes mundiales logren encontrarle la salida. Es desgarrador ver las imágenes de dolor y tormento provenientes de Ucrania.

Los costos directos de las guerras son evidentes y dramáticos, tanto en vidas humanas como en sufrimiento. Adicionalmente, se le suman costos colaterales al distraer nuestras energías colectivas de otras crisis urgentes y prioritarias. Me refiero a crisis como el cambio climático, el declive global de la democracia como mecanismo de gobernanza pacífica con sus respectivos pesos y contrapesos de una república, desplazamientos migratorios masivos, el narcotráfico y sus negocios aledaños (como la trata de personas), entre muchísimas cosas más. Ojalá este conflicto llegue a su fin, por el bien de la humanidad.

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