Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

El desarrollo de Guatemala es cuestión de voluntad política

Guatemala no debe adoptar las medidas que toman los países ya desarrollados, sino seguir el ejemplo histórico que dejaron cuando estaban todavía en el proceso de desarrollo.

Desarrollo Económico
Nicholas Virzi |
05 de diciembre, 2022

Las previsiones económicas mundiales no son las mejores, pero la resiliencia económica que hemos mostrado como país una y otra vez nos va ayudar a resistir la desaceleración económica que empezamos a ver este año y lo que se prevé para 2023.

Repasemos los datos para poner en evidencia nuestra resiliencia económica. En 2020, nuestra contracción económica debido a los confinamientos que ocurrieron a nivel mundial fue la menor de toda la región: -1.5% versus -4% para Costa Rica, -6.7% para República Dominicana, -8% para El Salvador y Honduras, y un increíble casi -18% para Panamá.

Guatemala tuvo el mejor crecimiento económico en la región Centroamericana en el periodo de 2019 a 2021, pero no por mucho y fue lejos de lo que necesitamos como país. La previsión para 2022 es que vamos a cerrar el año entre 3.5% y 4% crecimiento anual en el PIB, y para los próximos 5 años la previsión de crecimiento económico está en línea con nuestro promedio en los últimos 30 años, 3.5% anual. La previsión de crecimiento a futuro para Guatemala está por encima de lo que se proyecta para Costa Rica, El Salvador, incluso México.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Por supuesto, deberíamos como país aspirar a crecer el PIB por arriba del 5%, como lo hacíamos en los años sesenta y setenta. Sin embargo, por en la coyuntura que estamos, deberíamos de reconocer el desempeño económico que hemos tenido como país. La estabilidad en nuestro crecimiento no es todo, dista de serlo, pero es una base sólida para apostar por lo que debería de ser nuestra meta, un crecimiento económico arriba del 5% para los próximos 50 años.

Asimismo, aunque la inflación importada ha subido nuestra tasa de inflación arriba del 9%, aun tenemos la menor tasa de inflación de los países no dolarizados de la región. El Banguat estima que cerca del 70% de la inflación atípica que sufrimos es importada. Los expertos encuestados en el último mes por el Banguat siguen confiando que, para finales de 2023, las expectativas de inflación se situarán dentro del rango de inflación meta del Banguat, abajo del 6%.

Esto demuestra nuestra credibilidad en materia de política monetaria. La inflación que sufrimos como país hoy, que siempre es un impuesto a los más necesitados, es y será transitoria. Las políticas monetarias, crediticias y cambiarias del Banguat no nos llevarán a la hiperinflación, como ha pasado en Latinoamérica en años anteriores, y pasa hoy en algunos países. Esto se debería de tomar en cuenta al momento de fijar el salario mínimo del país. Cualquier ajuste debería de estar basado en las expectativas de inflación pronosticadas por los expertos economistas del país, no en datos transitorios que provienen de la inflación importada.

Guatemala destaca por su estabilidad macroeconómica. Esto se debe a su política monetaria sana y su política fiscal históricamente disciplinada, en términos relativos por supuesto. No hay ninguna razón por la que Guatemala no debería de apostar por cero déficit fiscal, y cero endeudamiento público.

Tratemos de cerrar el año enfatizando lo positivo, sin perder de vista lo negativo. Según el Foro Económico Mundial, Guatemala está en los mejores 15 países en solidez bancaria y estabilidad financiera. Guatemala debería de seguir en esta línea. Según Heritage Foundation, Guatemala tiene mejores notas en sanidad fiscal que México, Chile, Uruguay, Costa Rica, incluso mejores notas que Canadá y Estados Unidos. Esto se debe a que Guatemala no es, en términos relativos, un país altamente endeudado. Debemos seguir en esa línea, reduciendo el gasto público y la deuda pública, que disparó durante la crisis económica causada por los confinamientos durante la pandemia.

¿Qué debemos hacer como país?

Para empezar, congelar los impuestos, gasto público y el salario mínimo, en los niveles actuales, por los próximos 10 años. Asimismo, deberíamos de adoptar como país una estrategia basada en el crecimiento económico, sin los adjetivos usuales que siempre agrega la ONU y otras entidades internacionales.

Los países que más han incrementado su PIB per cápita en los últimos 60 años, son aquellos países que lograron crecer su PIB al ritmo de 5% anual, y su industria a ese mismo ritmo o incluso un ritmo mayor.  Por eso, se debe priorizar el crecimiento económico, como lo han hecho países como China, Corea del Sur, y los famosos Tigres Asiáticos. Varios empezaron con menos que Guatemala. Es cuestión de voluntad política, de dejar que la iniciativa privada se desprenda, sin intromisiones innecesarias el Estado.

Antes de que se hablara de desarrollo humano, los expertos hacían referencia a países industrializados y no industrializados. Tenemos que regresar a ese enfoque y el gobierno de Guatemala debería de promover todo lo que facilita la industrialización.

Podemos hablar de las 6 I´s del desarrollo:

  1. Instituciones: imperio de la ley, certeza jurídica y derechos de propiedad
  2. Industrialización: crecer la economía y la industria arriba del 5% anual
  3. Inversión: promover el clima de inversión en el país, y llevar la IED a 2.5% del PIB
  4. Infraestructura: urge mejorar la infraestructura vial y portuaria del país
    1. Guatemala tiene apenas un metro de red vial por habitante
    2. 8 veces menos que Costa Rica, y 4 veces menos que Panamá y Nicaragua
    3. En Guatemala el transporte vial se mueve a 37 km por hora, versus 90 en EEUU
  5. Investigación: es clave para la innovación y el aumento en productividad
  6. Integración: clave para las economías de escala industrial en la región

¿Qué debemos dejar de hacer?

Para optimizar nuestro potencial de desarrollo, es preciso que como país dejemos de tolerar la falta de imperio de la ley y certeza jurídica para la inversión, tanto nacional como internacional.

Deberíamos de adoptar una política de cero tolerancia a los ataques a la propiedad privada que solo ahuyenta la inversión en el interior del país, reduce la creación de riqueza, de empleo, de esperanza en nuestra población. 

Guatemala no debe adoptar las medidas que toman los países ya desarrollados, sino seguir el ejemplo histórico que dejaron cuando estaban todavía en el proceso de desarrollo. Lo que promueven los países desarrollados para Guatemala, por ejemplo, en materia de derechos laborales sería desastroso para Guatemala en la etapa de desarrollo que se encuentra. Puntualmente, Guatemala debería de dejar de ajustar su Salario Mínimo por la inflación, tomando en cuenta que nuestro Salario Mínimo ya está dentro de los más altos de toda Latinoamérica.

Deberíamos como país dejar de crecer el tamaño fiscal del Estado, porque eso no nos ha llevado al desarrollo, pero si ha facilitado el crecimiento de la corrupción estructural en el Estado, mientras el control de la corrupción y la efectividad de gobierno ha disminuido marcadamente en los últimos 15 años, según datos del Banco Mundial. Esto lo advirtió el sector privado organizado hace décadas. Fue la voz líder en el tema, insistiendo en contra de las posiciones de todos los expertos internacionales. A final de cuentas, ganaron los estadistas, y creció la corrupción.

¿Cuál debería de ser el rol del Estado en el desarrollo?

Quitarse del camino. Las cosas que el sector privado necesita del Estado son pocas, pero cruciales. La clave es que entendamos como país el rol del Estado subsidiario. El Estado no debería de hacer lo que la iniciativa privada puede hacer. El rol del Estado es potenciar el mercado, no desplazarlo.

En primer lugar, se debe mantener la estabilidad macroeconómica del país, que deriva de la disciplina fiscal y monetaria que tradicionalmente hemos tenido. Se debe seguir respetando la independencia del Banco Central, para mantener nuestra solidez financiera, monetaria y cambiaria. Por su cuenta, el Banco Central debería de seguir fijando las políticas monetarias, crediticias y cambiarias con base a criterios técnicos, alejados de consideraciones políticas.

En temas fiscales, el Estado debería de priorizar la consolidación fiscal, congelando si no reduciendo el gasto público a los niveles prepandemia, tomando en cuenta la necesidad de aumentar la calidad del gasto público.  Asimismo, el gobierno central debería de priorizar la reducción de la informalidad económica, ya que son las empresas formales que representan el 84% de los ingresos tributarios. Pocos saben que los ingresos por concepto de impuestos corporativos en Guatemala son más altos, en términos porcentuales del PIB, que en Dinamarca, Suiza, Suecia, el Reino Unido, Francia, España, Alemania y EEUU. Esto según los últimos datos reportados por el FMI.

Debemos seguir promoviendo nuestra marca-país, el comercio y Guatemala como destino para la IED. Más que el Nearshoring, nos debemos apalancar del Friendshoring. Con miras hacia EEUU, Guatemala no solo está cerca, es un país aliado, de los pocos que le quedan en nuestra región.

A nivel micro, el gobierno debería de hacer todo lo posible para mejorar el clima de negocios, agilizando la apertura y el cierre de negocios, la contratación y despido, la entrada y salida de la IED. Geográficamente, Guatemala está perfectamente posicionada para ser el nuevo foco de inversión, negocios y comercio en todo el mundo. Es solo cuestión de voluntad política.

Para optimizar el tremendo potencial económico, comercial y financiero de nuestro país, es preciso que el gobierno agilice el comercio, comenzando con aduanas. Asimismo, deberíamos de mejorar nuestros indicadores internacionales de gobernanza, sobre todo en materia de imperio de la ley, control de corrupción, estabilidad política y efectividad de gobierno.

Estos son problemas que se vienen arrastrando. Pero si el sector público trabaja de la mano con el sector privado, lo logramos, en tiempo real, para beneficio de todos los guatemaltecos.

El desarrollo de Guatemala es cuestión de voluntad política

Guatemala no debe adoptar las medidas que toman los países ya desarrollados, sino seguir el ejemplo histórico que dejaron cuando estaban todavía en el proceso de desarrollo.

Nicholas Virzi |
05 de diciembre, 2022
Desarrollo Económico

Las previsiones económicas mundiales no son las mejores, pero la resiliencia económica que hemos mostrado como país una y otra vez nos va ayudar a resistir la desaceleración económica que empezamos a ver este año y lo que se prevé para 2023.

Repasemos los datos para poner en evidencia nuestra resiliencia económica. En 2020, nuestra contracción económica debido a los confinamientos que ocurrieron a nivel mundial fue la menor de toda la región: -1.5% versus -4% para Costa Rica, -6.7% para República Dominicana, -8% para El Salvador y Honduras, y un increíble casi -18% para Panamá.

Guatemala tuvo el mejor crecimiento económico en la región Centroamericana en el periodo de 2019 a 2021, pero no por mucho y fue lejos de lo que necesitamos como país. La previsión para 2022 es que vamos a cerrar el año entre 3.5% y 4% crecimiento anual en el PIB, y para los próximos 5 años la previsión de crecimiento económico está en línea con nuestro promedio en los últimos 30 años, 3.5% anual. La previsión de crecimiento a futuro para Guatemala está por encima de lo que se proyecta para Costa Rica, El Salvador, incluso México.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Por supuesto, deberíamos como país aspirar a crecer el PIB por arriba del 5%, como lo hacíamos en los años sesenta y setenta. Sin embargo, por en la coyuntura que estamos, deberíamos de reconocer el desempeño económico que hemos tenido como país. La estabilidad en nuestro crecimiento no es todo, dista de serlo, pero es una base sólida para apostar por lo que debería de ser nuestra meta, un crecimiento económico arriba del 5% para los próximos 50 años.

Asimismo, aunque la inflación importada ha subido nuestra tasa de inflación arriba del 9%, aun tenemos la menor tasa de inflación de los países no dolarizados de la región. El Banguat estima que cerca del 70% de la inflación atípica que sufrimos es importada. Los expertos encuestados en el último mes por el Banguat siguen confiando que, para finales de 2023, las expectativas de inflación se situarán dentro del rango de inflación meta del Banguat, abajo del 6%.

Esto demuestra nuestra credibilidad en materia de política monetaria. La inflación que sufrimos como país hoy, que siempre es un impuesto a los más necesitados, es y será transitoria. Las políticas monetarias, crediticias y cambiarias del Banguat no nos llevarán a la hiperinflación, como ha pasado en Latinoamérica en años anteriores, y pasa hoy en algunos países. Esto se debería de tomar en cuenta al momento de fijar el salario mínimo del país. Cualquier ajuste debería de estar basado en las expectativas de inflación pronosticadas por los expertos economistas del país, no en datos transitorios que provienen de la inflación importada.

Guatemala destaca por su estabilidad macroeconómica. Esto se debe a su política monetaria sana y su política fiscal históricamente disciplinada, en términos relativos por supuesto. No hay ninguna razón por la que Guatemala no debería de apostar por cero déficit fiscal, y cero endeudamiento público.

Tratemos de cerrar el año enfatizando lo positivo, sin perder de vista lo negativo. Según el Foro Económico Mundial, Guatemala está en los mejores 15 países en solidez bancaria y estabilidad financiera. Guatemala debería de seguir en esta línea. Según Heritage Foundation, Guatemala tiene mejores notas en sanidad fiscal que México, Chile, Uruguay, Costa Rica, incluso mejores notas que Canadá y Estados Unidos. Esto se debe a que Guatemala no es, en términos relativos, un país altamente endeudado. Debemos seguir en esa línea, reduciendo el gasto público y la deuda pública, que disparó durante la crisis económica causada por los confinamientos durante la pandemia.

¿Qué debemos hacer como país?

Para empezar, congelar los impuestos, gasto público y el salario mínimo, en los niveles actuales, por los próximos 10 años. Asimismo, deberíamos de adoptar como país una estrategia basada en el crecimiento económico, sin los adjetivos usuales que siempre agrega la ONU y otras entidades internacionales.

Los países que más han incrementado su PIB per cápita en los últimos 60 años, son aquellos países que lograron crecer su PIB al ritmo de 5% anual, y su industria a ese mismo ritmo o incluso un ritmo mayor.  Por eso, se debe priorizar el crecimiento económico, como lo han hecho países como China, Corea del Sur, y los famosos Tigres Asiáticos. Varios empezaron con menos que Guatemala. Es cuestión de voluntad política, de dejar que la iniciativa privada se desprenda, sin intromisiones innecesarias el Estado.

Antes de que se hablara de desarrollo humano, los expertos hacían referencia a países industrializados y no industrializados. Tenemos que regresar a ese enfoque y el gobierno de Guatemala debería de promover todo lo que facilita la industrialización.

Podemos hablar de las 6 I´s del desarrollo:

  1. Instituciones: imperio de la ley, certeza jurídica y derechos de propiedad
  2. Industrialización: crecer la economía y la industria arriba del 5% anual
  3. Inversión: promover el clima de inversión en el país, y llevar la IED a 2.5% del PIB
  4. Infraestructura: urge mejorar la infraestructura vial y portuaria del país
    1. Guatemala tiene apenas un metro de red vial por habitante
    2. 8 veces menos que Costa Rica, y 4 veces menos que Panamá y Nicaragua
    3. En Guatemala el transporte vial se mueve a 37 km por hora, versus 90 en EEUU
  5. Investigación: es clave para la innovación y el aumento en productividad
  6. Integración: clave para las economías de escala industrial en la región

¿Qué debemos dejar de hacer?

Para optimizar nuestro potencial de desarrollo, es preciso que como país dejemos de tolerar la falta de imperio de la ley y certeza jurídica para la inversión, tanto nacional como internacional.

Deberíamos de adoptar una política de cero tolerancia a los ataques a la propiedad privada que solo ahuyenta la inversión en el interior del país, reduce la creación de riqueza, de empleo, de esperanza en nuestra población. 

Guatemala no debe adoptar las medidas que toman los países ya desarrollados, sino seguir el ejemplo histórico que dejaron cuando estaban todavía en el proceso de desarrollo. Lo que promueven los países desarrollados para Guatemala, por ejemplo, en materia de derechos laborales sería desastroso para Guatemala en la etapa de desarrollo que se encuentra. Puntualmente, Guatemala debería de dejar de ajustar su Salario Mínimo por la inflación, tomando en cuenta que nuestro Salario Mínimo ya está dentro de los más altos de toda Latinoamérica.

Deberíamos como país dejar de crecer el tamaño fiscal del Estado, porque eso no nos ha llevado al desarrollo, pero si ha facilitado el crecimiento de la corrupción estructural en el Estado, mientras el control de la corrupción y la efectividad de gobierno ha disminuido marcadamente en los últimos 15 años, según datos del Banco Mundial. Esto lo advirtió el sector privado organizado hace décadas. Fue la voz líder en el tema, insistiendo en contra de las posiciones de todos los expertos internacionales. A final de cuentas, ganaron los estadistas, y creció la corrupción.

¿Cuál debería de ser el rol del Estado en el desarrollo?

Quitarse del camino. Las cosas que el sector privado necesita del Estado son pocas, pero cruciales. La clave es que entendamos como país el rol del Estado subsidiario. El Estado no debería de hacer lo que la iniciativa privada puede hacer. El rol del Estado es potenciar el mercado, no desplazarlo.

En primer lugar, se debe mantener la estabilidad macroeconómica del país, que deriva de la disciplina fiscal y monetaria que tradicionalmente hemos tenido. Se debe seguir respetando la independencia del Banco Central, para mantener nuestra solidez financiera, monetaria y cambiaria. Por su cuenta, el Banco Central debería de seguir fijando las políticas monetarias, crediticias y cambiarias con base a criterios técnicos, alejados de consideraciones políticas.

En temas fiscales, el Estado debería de priorizar la consolidación fiscal, congelando si no reduciendo el gasto público a los niveles prepandemia, tomando en cuenta la necesidad de aumentar la calidad del gasto público.  Asimismo, el gobierno central debería de priorizar la reducción de la informalidad económica, ya que son las empresas formales que representan el 84% de los ingresos tributarios. Pocos saben que los ingresos por concepto de impuestos corporativos en Guatemala son más altos, en términos porcentuales del PIB, que en Dinamarca, Suiza, Suecia, el Reino Unido, Francia, España, Alemania y EEUU. Esto según los últimos datos reportados por el FMI.

Debemos seguir promoviendo nuestra marca-país, el comercio y Guatemala como destino para la IED. Más que el Nearshoring, nos debemos apalancar del Friendshoring. Con miras hacia EEUU, Guatemala no solo está cerca, es un país aliado, de los pocos que le quedan en nuestra región.

A nivel micro, el gobierno debería de hacer todo lo posible para mejorar el clima de negocios, agilizando la apertura y el cierre de negocios, la contratación y despido, la entrada y salida de la IED. Geográficamente, Guatemala está perfectamente posicionada para ser el nuevo foco de inversión, negocios y comercio en todo el mundo. Es solo cuestión de voluntad política.

Para optimizar el tremendo potencial económico, comercial y financiero de nuestro país, es preciso que el gobierno agilice el comercio, comenzando con aduanas. Asimismo, deberíamos de mejorar nuestros indicadores internacionales de gobernanza, sobre todo en materia de imperio de la ley, control de corrupción, estabilidad política y efectividad de gobierno.

Estos son problemas que se vienen arrastrando. Pero si el sector público trabaja de la mano con el sector privado, lo logramos, en tiempo real, para beneficio de todos los guatemaltecos.