Vladimir Putin marcó un giro crítico en la política rusa, hacia un régimen mucho más autoritario y represivo sin tolerancia para la oposición lo cual generó un creciente sentimiento anti-Putin de la población, especialmente entre los jóvenes.

Las posibilidades de Putin para asegurar la "estabilidad" política y control en Rusia, solo tiene dos estrategias a su disposición: La primera es asegurar su propio apoyo político, cuando el régimen se basa en el "poder de la autoridad" (basado en la legitimidad popular). La segunda es recurrir a la "autoridad del poder", lo que implica confiar en medidas represivas en lugar de estrategias constructivas y convincentes.

Desde 2018, el régimen comenzó a pasar lentamente del "poder de la autoridad" a la "autoridad del poder". La reforma constitucional con la cual, Putin desea perpetuarse en el poder hasta el 2036 aceleró drásticamente este proceso de transición. El régimen se convirtió en menos tolerante y más represivo. Entre algunos ejemplos, esta la represión contra su propio equipo y los servidores públicos, contra los activistas de la oposición, presión sin precedentes sobre los medios y periodistas, leyes represivas y la anarquía de los servicios de seguridad. De hecho, el anti-Putin, tradicionalmente etiquetado como "oposición no sistémica", ahora se ha tipificado como ilegal en Rusia.

Pero Putin, se equivocó como cualquier otro neófito dictador, el puede tener las leyes que quiera, generar miedo, pero el pueblo cada vez lo rechaza más, llegando al colmo que ahora declaró una guerra sin presedentes de “hermanos contra hermanos”.

El índice de aprobación de Putin entre los jóvenes ha alcanzado su nivel más bajo de la historia, Rusia tiene una nueva generación, una que nunca ha vivido bajo el mandato de otro presidente y no puede comparar la Rusia de Putin con la vida en la década de los 90. Esto puede explicar por qué los jóvenes han estado más involucrados que nunca en las protestas actuales, con las redes sociales como las principales plataformas de movilización.

La juventud que utiliza el internet, las redes sociales y YouTube son mucho más críticos que aquellos para quienes la televisión es la principal fuente de información. Al mismo tiempo, las redes sociales están aumentando significativamente su influencia: en los últimos años, el número de usuarios diarios de las redes sociales se ha: en 2017, el 37% de los encuestados usaban las redes sociales a diario o casi a diario en 2022 están en el 67%. No debería sorprender que el Kremlin haya aumentado su control sobre el contenido de internet y aumentado su presión sobre las empresas extranjeras.

Esta nueva generación, más crítica, más informada, más consciente, menos "servil" con Putin y más independiente en cuanto a la información, está creciendo como una amenaza para el Kremlin y para Putin personalmente, que sigue siendo de la "vieja escuela".  Como podemos ver hoy, el régimen se apoya en herramientas represivas en lugar del diálogo o en la construcción de canales de comunicación.. incluso para negociar como la “gente normal” con su país hermano, Ucrania.

Putin no es un líder que busca la consolidación, muchas de sus decisiones actuales han dividido profundamente a la sociedad rusa y ahora con la declaración de guerra quiso jugar la de “divide y vencerás” pero el mundo esta más unido que nunca con los ojos puestos en Ucrania.

Putin perdió el control de la nueva generación de  Rusia, a pesar de ejercer un control inmenso sobre lo que ven, escuchan y leen.

Es el error clásico de todo tirano: Rodéate solo de aduladores, imbéciles, simpáticos y nunca obtendrás una verificación en la realidad de tu propio eco. Eliminas a los políticos disidentes y asumes que eso significa que has eliminado la disidencia... adiós Putin.