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El exilio histórico cubano

Somos una generación de cubanoamericanos que ha luchado valientemente defendiendo la libertad, tanto en nuestra patria adoptiva como en nuestro lugar de nacimiento.

Jose Azel |
06 de junio, 2022

Nos llaman "los históricos", y nunca estoy seguro de si esa etiqueta es deferente o peyorativa. Somos la generación de exiliados cubanos que presenció la creación del estado totalitario de Cuba a partir de 1959 y contempló la devastación sociopolítica de la nación.

Somos la generación de héroes, ya envejecidos, de la resistencia urbana cubana de los años 60, de la invasión de Bahía de Cochinos, del levantamiento en las montañas del Escambray, del éxodo de Pedro Pan y de la guerra de Vietnam. Somos una generación de cubanoamericanos que ha luchado valientemente defendiendo la libertad, tanto en nuestra patria adoptiva como en nuestro lugar de nacimiento. Los más jóvenes de nuestra generación contamos ahora con más de 70 años, y necesariamente hemos pasado la responsabilidad y el honor de defender la libertad a una nueva generación.

Somos una generación que enfrentó sola aquella marea y se negó a saludar al régimen totalitario emergente en nuestra patria. Sin embargo, hoy en día a veces se nos ridiculiza como viejos intransigentes que se niegan a ver una nueva realidad que, según algunos, exige acomodarse al régimen cubano. Persistimos en una intransigencia solitaria que recuerda aquella famosa imagen de 1936, del único hombre en la multitud que rechazó reverenciar a Hitler con el saludo nazi.

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Insto al lector a que busque esta icónica fotografía. Es una imagen de cientos de trabajadores de astilleros en Hamburgo, Alemania, prometiendo alianza al Führer con los brazos derechos extendidos en el saludo nazi. Si se observa con atención, se puede ver a un hombre (justo a la derecha del centro) que mantiene los brazos cruzados sobre el pecho, a pesar de estar rodeado de compatriotas hechizados por el fanatismo nazi. Sólo él se negó a saludar y, en retrospectiva, es el único que está del lado correcto de la historia. Nosotros, exiliados históricos cubanos, también hemos estado del lado correcto de la historia.

La identidad del hombre que se negó a saludar a Hitler no se conoce con certeza, pero se cree que fue August Landmesser, quien se había afiliado al Partido Nazi en 1931, y al comprometerse con la judía Irma Eckler cuatro años más tarde, fue expulsado del partido. Al no querer renunciar a su relación, Landmesser fue encarcelado y después reclutado para el servicio militar penal. En 1944 murió en combate en Croacia. Su esposa Irma fue detenida por la Gestapo y recluida en varios campos de concentración. Se cree que fue una de las 14,000 personas asesinadas en el Centro de Eutanasia de Bernburg en 1942. Fue una historia de amor sin final hollywoodiense.

Traigo a colación esta imagen para resaltar la audacia y el valor de los exiliados cubanos históricos, que vieron lo que otros no vieron. Al igual que los que rodeaban a Landmesser en la foto, los que nos rodeaban en los primeros días de la Revolución Cubana estaban trágicamente equivocados. Los exiliados cubanos históricos rechazaron el régimen cubano cuando otros lo abrazaron. Como el hombre que se negó a saludar, nos resistimos al totalitarismo frente a la histeria de las masas.

Los exiliados cubanos históricos superaron sus miedos, soportaron el desprecio y experimentaron la separación de la familia y los amigos. Somos una generación de guerreros felices que nunca renunció al sueño de libertad para nuestra patria.

De acuerdo, aún no hemos logrado llevar la libertad a Cuba. Pero hemos logrado transmitir admirablemente el amor a la patria —tanto a Estados Unidos como a Cuba— a nuestros hijos y nietos. Ellos heredan nuestra lucha con una comprensión innata de la libertad. Nuestros hijos y nietos comprenden el libre flujo de información, la libertad económica, los derechos humanos, la libertad política, la transparencia, la libertad de expresión y el empoderamiento del individuo como una forma de vida.

Sus tácticas de lucha por la libertad serán diferentes a las nuestras, pero estamos pasando la antorcha a una generación que valora la libertad como un logro filosófico y moral.

Es una generación que no se dejará seducir por el hechizo del fanatismo comunista y que, como nosotros, y como el hombre de la foto, se negará a saludar los dogmas totalitarios

El exilio histórico cubano

Somos una generación de cubanoamericanos que ha luchado valientemente defendiendo la libertad, tanto en nuestra patria adoptiva como en nuestro lugar de nacimiento.

Jose Azel |
06 de junio, 2022

Nos llaman "los históricos", y nunca estoy seguro de si esa etiqueta es deferente o peyorativa. Somos la generación de exiliados cubanos que presenció la creación del estado totalitario de Cuba a partir de 1959 y contempló la devastación sociopolítica de la nación.

Somos la generación de héroes, ya envejecidos, de la resistencia urbana cubana de los años 60, de la invasión de Bahía de Cochinos, del levantamiento en las montañas del Escambray, del éxodo de Pedro Pan y de la guerra de Vietnam. Somos una generación de cubanoamericanos que ha luchado valientemente defendiendo la libertad, tanto en nuestra patria adoptiva como en nuestro lugar de nacimiento. Los más jóvenes de nuestra generación contamos ahora con más de 70 años, y necesariamente hemos pasado la responsabilidad y el honor de defender la libertad a una nueva generación.

Somos una generación que enfrentó sola aquella marea y se negó a saludar al régimen totalitario emergente en nuestra patria. Sin embargo, hoy en día a veces se nos ridiculiza como viejos intransigentes que se niegan a ver una nueva realidad que, según algunos, exige acomodarse al régimen cubano. Persistimos en una intransigencia solitaria que recuerda aquella famosa imagen de 1936, del único hombre en la multitud que rechazó reverenciar a Hitler con el saludo nazi.

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La identidad del hombre que se negó a saludar a Hitler no se conoce con certeza, pero se cree que fue August Landmesser, quien se había afiliado al Partido Nazi en 1931, y al comprometerse con la judía Irma Eckler cuatro años más tarde, fue expulsado del partido. Al no querer renunciar a su relación, Landmesser fue encarcelado y después reclutado para el servicio militar penal. En 1944 murió en combate en Croacia. Su esposa Irma fue detenida por la Gestapo y recluida en varios campos de concentración. Se cree que fue una de las 14,000 personas asesinadas en el Centro de Eutanasia de Bernburg en 1942. Fue una historia de amor sin final hollywoodiense.

Traigo a colación esta imagen para resaltar la audacia y el valor de los exiliados cubanos históricos, que vieron lo que otros no vieron. Al igual que los que rodeaban a Landmesser en la foto, los que nos rodeaban en los primeros días de la Revolución Cubana estaban trágicamente equivocados. Los exiliados cubanos históricos rechazaron el régimen cubano cuando otros lo abrazaron. Como el hombre que se negó a saludar, nos resistimos al totalitarismo frente a la histeria de las masas.

Los exiliados cubanos históricos superaron sus miedos, soportaron el desprecio y experimentaron la separación de la familia y los amigos. Somos una generación de guerreros felices que nunca renunció al sueño de libertad para nuestra patria.

De acuerdo, aún no hemos logrado llevar la libertad a Cuba. Pero hemos logrado transmitir admirablemente el amor a la patria —tanto a Estados Unidos como a Cuba— a nuestros hijos y nietos. Ellos heredan nuestra lucha con una comprensión innata de la libertad. Nuestros hijos y nietos comprenden el libre flujo de información, la libertad económica, los derechos humanos, la libertad política, la transparencia, la libertad de expresión y el empoderamiento del individuo como una forma de vida.

Sus tácticas de lucha por la libertad serán diferentes a las nuestras, pero estamos pasando la antorcha a una generación que valora la libertad como un logro filosófico y moral.

Es una generación que no se dejará seducir por el hechizo del fanatismo comunista y que, como nosotros, y como el hombre de la foto, se negará a saludar los dogmas totalitarios