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El segundo mandato de Antonio Guterres en la ONU, su mejor apuesta

Guterres tendrá que pasar gran parte de este año y el próximo cabildeando para que algunos países adopten algunas de sus ideas, pero Guterres se enfrentará a un escenario internacional desafiante.

Melanie Müllers |
11 de enero, 2022

António Guterres inició en enero su segundo mandato de cinco años como Secretario general de las Naciones Unidas. Pasó gran parte de su primer mandato navegando por relaciones muy difíciles con la administración del expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

Los diplomáticos en Nueva York califican a Guterres como un político extremadamente inteligente pero instintivamente cauteloso. Ha tenido que acomodar a una China cada vez más influyente en el sistema de la ONU, evita ofender a Washington o Beijing se espera que sea más franco sobre estos temas en su nuevo mandato.

Guterres ha desarrollado una crítica más amplia de lo que está mal con el multilateralismo, en un informe amplio e inusualmente bien escrito, al menos para los estándares de la ONU, titulado “Nuestra agenda común” publicado en septiembre, describió el fracaso del sistema global para enfrentar desafíos como los desastres naturales, la pobreza y la violencia. La humanidad, dice, ahora se enfrenta a una elección entre "un colapso o un gran avance".

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No obstante, “Nuestra Agenda Común” ofrece un marco útil para la próxima fase de su mandato, incluida la convocatoria de una Cumbre para el Futuro en 2023 para acordar un paquete de reformas al sistema internacional. Guterres tendrá que pasar gran parte de este año y el próximo cabildeando para que algunos países adopten algunas de sus ideas, pero Guterres se enfrentará a un escenario internacional desafiante.

Su segundo mandato bien podría verse eclipsado por un mayor deterioro de las relaciones entre las principales potencias. La administración del presidente de EE.UU., Joe Biden, ha mejorado el tono de la diplomacia en la ONU después de la era Trump y trabajó con China sobre el cambio climático en Glasgow. Pero las relaciones de Estados Unidos con Rusia y China en la ONU siguen siendo conflictivas. Los funcionarios chinos y rusos parecen escépticos sobre el nivel de ambición de “Nuestra agenda común”, mientras que el equipo de Biden no parece inclinado a invertir en las instituciones internacionales, los esfuerzos de Guterres para reforzar la ONU pueden quedarse congeladas con las principales potencias.

Guterres también tendrá que atender crisis humanitarias más inmediatas, como en Afganistán, las agencias de la ONU están ahora en primera línea en los esfuerzos para evitar un desastre humanitario masivo a medida que la economía se derrumba tras el regreso al poder de los talibanes el año pasado. El secretario general ha dicho que es una utopía, imaginar que la ONU pueda resolver los problemas de Afganistán, pero dedicará esfuerzos para abordar los problemas del país.

La ONU carece de la capacidad para regular las tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial, que cambiarán la economía global y la competencia gubernamental en los próximos años.  Políticamente, a los diplomáticos en Nueva York les preocupa que Trump pueda regresar a la Casa Blanca en 2025 y comenzar a criticar nuevamente el sistema de la ONU, posiblemente con mayor determinación que en su primera presidencia. Entonces, si bien este puede no parecer el mejor momento para tratar de revitalizar las relaciones, Guterres y los miembros de la ONU no tienen nada que ganar si esperan que las condiciones mejoren.

La ONU a menudo parece ser un tema frustrante, su burocracia es vulnerable a la corrupción, su Asamblea General es un escenario frecuente de pomposidad y su Consejo de Seguridad se paraliza cuando chocan los intereses de sus miembros permanentes. Sin embargo, a pesar de todos sus defectos, la ONU sigue siendo una base indispensable para el orden mundial, en virtud de su membresía internacional, mandato amplio, estatuto legalmente vinculante y primacía sobre asuntos de paz y seguridad.

 

El segundo mandato de Antonio Guterres en la ONU, su mejor apuesta

Guterres tendrá que pasar gran parte de este año y el próximo cabildeando para que algunos países adopten algunas de sus ideas, pero Guterres se enfrentará a un escenario internacional desafiante.

Melanie Müllers |
11 de enero, 2022

António Guterres inició en enero su segundo mandato de cinco años como Secretario general de las Naciones Unidas. Pasó gran parte de su primer mandato navegando por relaciones muy difíciles con la administración del expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

Los diplomáticos en Nueva York califican a Guterres como un político extremadamente inteligente pero instintivamente cauteloso. Ha tenido que acomodar a una China cada vez más influyente en el sistema de la ONU, evita ofender a Washington o Beijing se espera que sea más franco sobre estos temas en su nuevo mandato.

Guterres ha desarrollado una crítica más amplia de lo que está mal con el multilateralismo, en un informe amplio e inusualmente bien escrito, al menos para los estándares de la ONU, titulado “Nuestra agenda común” publicado en septiembre, describió el fracaso del sistema global para enfrentar desafíos como los desastres naturales, la pobreza y la violencia. La humanidad, dice, ahora se enfrenta a una elección entre "un colapso o un gran avance".

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No obstante, “Nuestra Agenda Común” ofrece un marco útil para la próxima fase de su mandato, incluida la convocatoria de una Cumbre para el Futuro en 2023 para acordar un paquete de reformas al sistema internacional. Guterres tendrá que pasar gran parte de este año y el próximo cabildeando para que algunos países adopten algunas de sus ideas, pero Guterres se enfrentará a un escenario internacional desafiante.

Su segundo mandato bien podría verse eclipsado por un mayor deterioro de las relaciones entre las principales potencias. La administración del presidente de EE.UU., Joe Biden, ha mejorado el tono de la diplomacia en la ONU después de la era Trump y trabajó con China sobre el cambio climático en Glasgow. Pero las relaciones de Estados Unidos con Rusia y China en la ONU siguen siendo conflictivas. Los funcionarios chinos y rusos parecen escépticos sobre el nivel de ambición de “Nuestra agenda común”, mientras que el equipo de Biden no parece inclinado a invertir en las instituciones internacionales, los esfuerzos de Guterres para reforzar la ONU pueden quedarse congeladas con las principales potencias.

Guterres también tendrá que atender crisis humanitarias más inmediatas, como en Afganistán, las agencias de la ONU están ahora en primera línea en los esfuerzos para evitar un desastre humanitario masivo a medida que la economía se derrumba tras el regreso al poder de los talibanes el año pasado. El secretario general ha dicho que es una utopía, imaginar que la ONU pueda resolver los problemas de Afganistán, pero dedicará esfuerzos para abordar los problemas del país.

La ONU carece de la capacidad para regular las tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial, que cambiarán la economía global y la competencia gubernamental en los próximos años.  Políticamente, a los diplomáticos en Nueva York les preocupa que Trump pueda regresar a la Casa Blanca en 2025 y comenzar a criticar nuevamente el sistema de la ONU, posiblemente con mayor determinación que en su primera presidencia. Entonces, si bien este puede no parecer el mejor momento para tratar de revitalizar las relaciones, Guterres y los miembros de la ONU no tienen nada que ganar si esperan que las condiciones mejoren.

La ONU a menudo parece ser un tema frustrante, su burocracia es vulnerable a la corrupción, su Asamblea General es un escenario frecuente de pomposidad y su Consejo de Seguridad se paraliza cuando chocan los intereses de sus miembros permanentes. Sin embargo, a pesar de todos sus defectos, la ONU sigue siendo una base indispensable para el orden mundial, en virtud de su membresía internacional, mandato amplio, estatuto legalmente vinculante y primacía sobre asuntos de paz y seguridad.