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El valor de visitar a un viejo amigo

La experiencia de la pandemia ha demostrado y comprobado la importancia de la presencialidad, compartir con el par sentado a la diestra tiene un efecto inconmensurable, la convivencia enseña más que un contenido compartido.

Diana Brown |
08 de marzo, 2022

Visitar a un viejo amigo es un placer sin igual. Se comparten experiencias, pensamientos, aventuras, discusiones, momentos de silencio, momentos de cuestionamiento, pero siempre, siempre, es un gozo.

No necesariamente el amigo viejo fuera una persona; ese amigo viejo, y no porque tiene muchos años de existencia que se le otorga la cualidad de viejo, es porque forma parte del proceso de crecimiento propio, e inició su convivencia en nuestro pasado, por ello ese amigo viejo: puede ser un libro. Un tomo no verbal, silencioso al oído, pero recio en el alma, en espera de una nueva conversación, nuevas perspectivas, y nuevos entretejidos con otros amigos, más recientes, pero no por ello, más valiosos, pero si, su combinación, de más visión.

El amigo viejo, es un amigo vivo en la persona, y ahora si, por ser viejo, puede haber perdido actualidad; conceptos innovadores reemplazan los preceptos iniciales, toman preeminencia en el pensamiento, y se continua el proceso de mayéutica, las preguntas sin cesar, proceso dialéctico de búsqueda que idealmente, conduce al encuentro de las respuestas y la consecuente continuación de crecimiento.   

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Todo esto pasa por la mente al iniciar esta visita, y así fue al abrirle la puerta al viejo amigo, la portada del libro, El valor de educar, del filósofo y pedagogo español, Fernando Savater. Manual para un educador, o padre de familia, o quien quiere ampliar su conocimiento, que propone, y comparte, pensamientos en una conversación escrita que provoca un intercambio mental en la examinación del proceso educativo, propio y el sistemático, en el hogar, en el aula, o en al ambiente laboral.

Pequeño tomo de apenas 222 paginas, hasta con letra grande, que contiene contemplaciones de cómo se ha educado, y cómo se debe educar, enriquecido con referencias a amigos viejos suyos, que luego se vuelven amigos del nuevo lector.

Comparte propuestas válidas, aún en época pandémica de la educación a distancia, hibrida, o a través de la conectividad en diversos tipos de medios virtuales. La educación es el proceso de la perfectibilidad humana; cada hombre merece llegar a ser sabio por medio del conocimiento; la educación es el empeño más humano de todos; y con un puntual comentario del autor: la educación es un tema demasiado serio para estar en manos de políticos, es de interés público.

El hecho de enseñar a nuestros semejantes y de aprender de nuestros semejantes es más importante para el establecimiento de nuestra humanidad que cualquiera de los conocimientos concretos que se perpetúan o transmiten.”  La experiencia de la pandemia ha demostrado y comprobado la importancia de la presencialidad, compartir con el par sentado a la diestra tiene un efecto inconmensurable, la convivencia enseña más que un contenido compartido. No se le resta la importancia de la continuidad del proceso educativo académico durante los momentos jamás contemplados de los pasados dos años, y el desarrollo de una socialización virtual proveyó una relativa continuidad en el aprendizaje, en lo que se esperaba pacientemente, un nuevo proceso educativo, que combinara lo esencial con lo novedoso, en un avance necesario con la inclusión de otros medios.

El amigo viejo continua: “El primer objetivo de la educación es hacernos conscientes de la realidad de nuestros semejantes.” Se comentó recién sobre ser ciudadano global; en 1991 cuando salió este tomo a la vida literaria, ni la remota posibilidad de la pandemia existía en nuestro imaginario. Ahora es intrínseca parte de la historia colectiva, la realidad de nuestros semejantes, la realidad propia, de retos y respuestas mundiales, compartiendo temores y victorias. Este compartir es base de una innovadora socialización, en múltiples planos y accesos, en una realidad en aumento, ya con la perspectiva y la apertura a cualquier eventualidad, ahora más que nunca afianzado que lo único constante es el cambio.

Se contempla ¿Qué es el tiempo dentro del marco de la educación?  No la asignatura de historia, ni el relato de guerras, conquistas, desarrollo de naciones y demás. No; el autor comparte el concepto de que la percepción del tiempo, del ahora, nos permite gozar del presente, por contemplar el progreso en el mismo con la referencia del pasado; ubica.

¿Cuál es la diferencia entre instrucción y educación? ¿Cuáles son las capacidades abiertas y cerradas?  La educación como se conceptualiza responde al perfeccionamiento de la persona, con la meta de que ésta piense, tome decisiones, busque información, se relacione plenamente, puede trabajar en equipo, con capacidad de abstracción, pensamiento critico y discernimiento, profundizando en estas capacidades abiertas. ¿Suena familiar? Ahora se denominan las destrezas suaves, o destrezas del siglo veintiuno. Lo mismo y no lo mismo. Esa discusión se tuvo ahora con el viejo amigo, cotejando conceptos, ideas, y dinámicas. “Concierto de complicidades irremediables.”

Las visitas a los viejos amigos abren ventanas a nuevos escenarios durante la conversación de lo que fue, lo que es, y lo que puede ser.

¡La educación es prioridad nacional!

El valor de visitar a un viejo amigo

La experiencia de la pandemia ha demostrado y comprobado la importancia de la presencialidad, compartir con el par sentado a la diestra tiene un efecto inconmensurable, la convivencia enseña más que un contenido compartido.

Diana Brown |
08 de marzo, 2022

Visitar a un viejo amigo es un placer sin igual. Se comparten experiencias, pensamientos, aventuras, discusiones, momentos de silencio, momentos de cuestionamiento, pero siempre, siempre, es un gozo.

No necesariamente el amigo viejo fuera una persona; ese amigo viejo, y no porque tiene muchos años de existencia que se le otorga la cualidad de viejo, es porque forma parte del proceso de crecimiento propio, e inició su convivencia en nuestro pasado, por ello ese amigo viejo: puede ser un libro. Un tomo no verbal, silencioso al oído, pero recio en el alma, en espera de una nueva conversación, nuevas perspectivas, y nuevos entretejidos con otros amigos, más recientes, pero no por ello, más valiosos, pero si, su combinación, de más visión.

El amigo viejo, es un amigo vivo en la persona, y ahora si, por ser viejo, puede haber perdido actualidad; conceptos innovadores reemplazan los preceptos iniciales, toman preeminencia en el pensamiento, y se continua el proceso de mayéutica, las preguntas sin cesar, proceso dialéctico de búsqueda que idealmente, conduce al encuentro de las respuestas y la consecuente continuación de crecimiento.   

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Todo esto pasa por la mente al iniciar esta visita, y así fue al abrirle la puerta al viejo amigo, la portada del libro, El valor de educar, del filósofo y pedagogo español, Fernando Savater. Manual para un educador, o padre de familia, o quien quiere ampliar su conocimiento, que propone, y comparte, pensamientos en una conversación escrita que provoca un intercambio mental en la examinación del proceso educativo, propio y el sistemático, en el hogar, en el aula, o en al ambiente laboral.

Pequeño tomo de apenas 222 paginas, hasta con letra grande, que contiene contemplaciones de cómo se ha educado, y cómo se debe educar, enriquecido con referencias a amigos viejos suyos, que luego se vuelven amigos del nuevo lector.

Comparte propuestas válidas, aún en época pandémica de la educación a distancia, hibrida, o a través de la conectividad en diversos tipos de medios virtuales. La educación es el proceso de la perfectibilidad humana; cada hombre merece llegar a ser sabio por medio del conocimiento; la educación es el empeño más humano de todos; y con un puntual comentario del autor: la educación es un tema demasiado serio para estar en manos de políticos, es de interés público.

El hecho de enseñar a nuestros semejantes y de aprender de nuestros semejantes es más importante para el establecimiento de nuestra humanidad que cualquiera de los conocimientos concretos que se perpetúan o transmiten.”  La experiencia de la pandemia ha demostrado y comprobado la importancia de la presencialidad, compartir con el par sentado a la diestra tiene un efecto inconmensurable, la convivencia enseña más que un contenido compartido. No se le resta la importancia de la continuidad del proceso educativo académico durante los momentos jamás contemplados de los pasados dos años, y el desarrollo de una socialización virtual proveyó una relativa continuidad en el aprendizaje, en lo que se esperaba pacientemente, un nuevo proceso educativo, que combinara lo esencial con lo novedoso, en un avance necesario con la inclusión de otros medios.

El amigo viejo continua: “El primer objetivo de la educación es hacernos conscientes de la realidad de nuestros semejantes.” Se comentó recién sobre ser ciudadano global; en 1991 cuando salió este tomo a la vida literaria, ni la remota posibilidad de la pandemia existía en nuestro imaginario. Ahora es intrínseca parte de la historia colectiva, la realidad de nuestros semejantes, la realidad propia, de retos y respuestas mundiales, compartiendo temores y victorias. Este compartir es base de una innovadora socialización, en múltiples planos y accesos, en una realidad en aumento, ya con la perspectiva y la apertura a cualquier eventualidad, ahora más que nunca afianzado que lo único constante es el cambio.

Se contempla ¿Qué es el tiempo dentro del marco de la educación?  No la asignatura de historia, ni el relato de guerras, conquistas, desarrollo de naciones y demás. No; el autor comparte el concepto de que la percepción del tiempo, del ahora, nos permite gozar del presente, por contemplar el progreso en el mismo con la referencia del pasado; ubica.

¿Cuál es la diferencia entre instrucción y educación? ¿Cuáles son las capacidades abiertas y cerradas?  La educación como se conceptualiza responde al perfeccionamiento de la persona, con la meta de que ésta piense, tome decisiones, busque información, se relacione plenamente, puede trabajar en equipo, con capacidad de abstracción, pensamiento critico y discernimiento, profundizando en estas capacidades abiertas. ¿Suena familiar? Ahora se denominan las destrezas suaves, o destrezas del siglo veintiuno. Lo mismo y no lo mismo. Esa discusión se tuvo ahora con el viejo amigo, cotejando conceptos, ideas, y dinámicas. “Concierto de complicidades irremediables.”

Las visitas a los viejos amigos abren ventanas a nuevos escenarios durante la conversación de lo que fue, lo que es, y lo que puede ser.

¡La educación es prioridad nacional!