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“En mi gobierno”

¿Y si, en vez de reclamar la propiedad del gobierno, se enfocaran en lo más importante y dijeran, aunque brevemente, cómo lo van a resolver o, aunque sea, mejorar? 

.
Carolina Castellanos |
19 de mayo, 2023

Empecemos por el principio: el gobierno no le pertenece a quien gane las elecciones y tampoco a todo su equipo de burócratas. Se los entregamos con nuestro voto para que hagan el mejor uso de la estructura que lo conforma. Una vez en el poder, el candidato ganador actúa como si fuera el capataz de su finca.

“En mi gobierno” es la frase con que inician casi todos los discursos los veintitrés candidatos a la presidencia. Es un mensaje claro y directo que se sienten ya “sentados en la guayaba”. Tal parece que no hay otra frase que utilizar para demostrar poder y autoridad a los votantes. Uno de los tantos dijo “tenemos algotras iniciativas”. Mejor hubiera utilizado la frase trillada y desgastada que encabeza este artículo.

¿Y si, en vez de reclamar la propiedad del gobierno, se enfocaran en lo más importante y dijeran, aunque brevemente, cómo lo van a resolver o, aunque sea, mejorar? 

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Ofrecer es gratis. Decir que van a resolverlo todo es demagogia. La RAE define este término como “degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder”. ¿Le suena familiar? 

Cumplir lo que ofrecen requiere de conocimiento, estrategia y un equipo conformado por conocedores de los diferentes temas medulares. En los mítines políticos no hay tiempo de hablarlo todo, pero sí de esbozar algunas ideas básicas que nos orienten hacia la ejecución planificada, una vez en el poder. Me da la impresión que hay muy poco de esto.  

Pavel Ramírez de Cartagena, en su artículo “The back office” publicado en Linkedin, habla de “la era de la obsolescencia acelerada”. Pareciera que estuviera refiriéndose a nuestros candidatos quienes, sin excepción, utilizan los mensajes reciclados, copiados, modificados y sí, obsoletos. Dice Ramírez de Cartagena que debemos temer a la obsolescencia, pero no hay nada nuevo en el horizonte, lamentablemente.

El gobierno nos pertenece a todos, no al ganador, quien está limitado a dirigir y ejecutar con el dinero que nosotros le damos. O sea, el gobierno es de los tributarios. También se ha vuelto propiedad de la cooperación internacional, lo que es patético pues cada dólar, euro u otro, viene con instrucciones en inglés, o en cualquier otro idioma. Reza el dicho “quien paga la música escoge la canción”. O sea, “mi gobierno” no pertenece a los políticos, aunque así lo crean y afirmen.

Seguiremos escuchando los planes que cada candidato tiene para “su” gobierno. Que no nos extrañe, pues, por qué se apropian de todo lo que pueden. Llegan reclamando propiedad; salen siendo propietarios de mucho.

Las necesidades son las mismas e ilimitadas, cada vez más precarias y sin planes específicos para resolverlas. Iremos a votar por quien nos parezca “el menos peor” o “el más atinado” entre la oferta que hay.

La pregunta permanente en la mayoría de las conversaciones familiares, entre amigos o en el trabajo es “¿por quién votar”? Mi opinión es que elija a quien tenga los planes, estrategias y visión más aterrizados y realistasen lo que a usted le importa. Lo demás “llegará por añadidura”.

“En mi gobierno”

¿Y si, en vez de reclamar la propiedad del gobierno, se enfocaran en lo más importante y dijeran, aunque brevemente, cómo lo van a resolver o, aunque sea, mejorar? 

Carolina Castellanos |
19 de mayo, 2023
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Empecemos por el principio: el gobierno no le pertenece a quien gane las elecciones y tampoco a todo su equipo de burócratas. Se los entregamos con nuestro voto para que hagan el mejor uso de la estructura que lo conforma. Una vez en el poder, el candidato ganador actúa como si fuera el capataz de su finca.

“En mi gobierno” es la frase con que inician casi todos los discursos los veintitrés candidatos a la presidencia. Es un mensaje claro y directo que se sienten ya “sentados en la guayaba”. Tal parece que no hay otra frase que utilizar para demostrar poder y autoridad a los votantes. Uno de los tantos dijo “tenemos algotras iniciativas”. Mejor hubiera utilizado la frase trillada y desgastada que encabeza este artículo.

¿Y si, en vez de reclamar la propiedad del gobierno, se enfocaran en lo más importante y dijeran, aunque brevemente, cómo lo van a resolver o, aunque sea, mejorar? 

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Cumplir lo que ofrecen requiere de conocimiento, estrategia y un equipo conformado por conocedores de los diferentes temas medulares. En los mítines políticos no hay tiempo de hablarlo todo, pero sí de esbozar algunas ideas básicas que nos orienten hacia la ejecución planificada, una vez en el poder. Me da la impresión que hay muy poco de esto.  

Pavel Ramírez de Cartagena, en su artículo “The back office” publicado en Linkedin, habla de “la era de la obsolescencia acelerada”. Pareciera que estuviera refiriéndose a nuestros candidatos quienes, sin excepción, utilizan los mensajes reciclados, copiados, modificados y sí, obsoletos. Dice Ramírez de Cartagena que debemos temer a la obsolescencia, pero no hay nada nuevo en el horizonte, lamentablemente.

El gobierno nos pertenece a todos, no al ganador, quien está limitado a dirigir y ejecutar con el dinero que nosotros le damos. O sea, el gobierno es de los tributarios. También se ha vuelto propiedad de la cooperación internacional, lo que es patético pues cada dólar, euro u otro, viene con instrucciones en inglés, o en cualquier otro idioma. Reza el dicho “quien paga la música escoge la canción”. O sea, “mi gobierno” no pertenece a los políticos, aunque así lo crean y afirmen.

Seguiremos escuchando los planes que cada candidato tiene para “su” gobierno. Que no nos extrañe, pues, por qué se apropian de todo lo que pueden. Llegan reclamando propiedad; salen siendo propietarios de mucho.

Las necesidades son las mismas e ilimitadas, cada vez más precarias y sin planes específicos para resolverlas. Iremos a votar por quien nos parezca “el menos peor” o “el más atinado” entre la oferta que hay.

La pregunta permanente en la mayoría de las conversaciones familiares, entre amigos o en el trabajo es “¿por quién votar”? Mi opinión es que elija a quien tenga los planes, estrategias y visión más aterrizados y realistasen lo que a usted le importa. Lo demás “llegará por añadidura”.