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Es un error capital llegar a conclusiones antes de tener todos los datos relevanes o cómo no interpretar a Kant

El dato relevante que usualmente les falta para sacar sus conclusiones cuando leen y critican al autor de una teoría, sea filosófica o política, es la identificación del significado que dicho autor da a las palabras que utiliza.

Warren Orbaugh |
13 de junio, 2022

«Es un error capital llegar a conclusiones antes de tener todos los datos relevantes. Inconscientemente uno empieza a torcer los hechos para que se adapten a las teorías, en lugar de que las teorías se adapten a los hechos». Así le dice Sherlock Holmes a Watson en Un Escándalo en Bohemia. Es por mucho mi frase favorita de Sir Arthur Conan Doyle, el creador de dichos personajes. Es tan importante esta recomendación para pensar objetivamente que la repite en varias novelas: «Es una grave equivocación aceptar teorías antes de disponer de todos los elementos de juicio, porque así es como se lo tuerce en un solo sentido» – Un Estudio en Escarlata; «De todos modos, es un error construir hipótesis adelantándose a los hechos. Sin darnos cuenta, terminamos retorciéndolos para que encajen en nuestra teoría» – Su Última Reverencia; «Es de la mayor importancia no dejar que nuestro juicio se vea influido por cuestiones personales» – El Signo de los Cuatro.

A lo largo de años he visto amigos y académicos cometiendo este error infinidad de veces. El dato relevante que usualmente les falta para sacar sus conclusiones cuando leen y critican al autor de una teoría, sea filosófica o política, es la identificación del significado que dicho autor da a las palabras que utiliza. Es decir, no son capaces de establecer lo que el pensador determina con sus términos. Invariablemente sustituyen los términos del autor con los suyos propios.

Un caso paradigmático es la impresión que causa en los no objetivistas el uso del término “altruismo” por Ayn Rand. Ella significa con este término lo que su acuñador, Augusto comte, significó:

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«El principio básico del altruismo es que el hombre no tiene derecho a existir para su propio fin, que el servicio a los otros es la única justificación de su existencia, y que el auto sacrificio es su deber moral, virtud y valor.» [“Fe y Fuerza: Los Destructores del Mundo Moderno,” Filosofía, ¿quién la necesita?, 74.]

Para los no objetivistas “altruismo” significa “benevolencia”. Así que cuando Rand condena la moral altruista ellos leen que ella condena la benevolencia y este juicio nubla su razonamiento, de manera que todo lo demás lo juzgan bajo ese sesgo. No hace diferencia que Rand advierta: «No confundas altruismo con generosidad, benevolencia o respeto por los derechos de otros.» [Ibid.] Ellos no le creen y hasta se embarcan en la discusión del término alegando que “altruismo” no significa lo que Rand dice. ¡Craso error!

Es bien sabido que Ayn Rand considera que Kant es el responsable por el estado lamentable de la filosofía de hoy, que su influencia ha casi destruido por completo los logros del Renacimiento, salvado la moral del altruismo y anulado a la razón:

«[Kant] no atacó a la razón – solamente construyó una versión de lo que es razón que hizo ver al misticismo como simple sentido común racional por comparación. Él no negó la validez de la razón – solamente afirmó que la razón es “limitada”, que nos conduce a contradicciones imposibles, que todo lo que percibimos es una ilusión y que nunca podemos percibir la realidad o las “cosas como son”. El alegó, en efecto, que las cosas que percibimos no son reales, porque las percibimos.» [“Fe y Fuerza: Los Destructores del Mundo Moderno,” Filosofía, ¿quién la necesita?, 61.]

Pero lo que Kant afirma no significa lo que Rand le atribuye. ¿Qué explica la malinterpretación de Rand?

 El término “metafísica”.

Para Rand el término “metafísica” significa todo fenómeno natural, es decir, todo evento que existe sin la participación humana:

«Uso la palabra “metafísica” para significar: aquello que pertenece a la realidad, a la naturaleza de las cosas, a la existencia.» [“La Ética Objetivista”, La Virtud del Egoísmo, pb 14.]

 Y, «Todo fenómeno natural, es decir, todo evento que ocurre sin la participación humana es lo metafísicamente dado, y no pudo haber ocurrido de forma diferente o dejar de ocurrir; …» [“Lo Metafísico versus lo Hecho por el Hombre,” Filosofía, ¿quién la necesita?, 33.]

Para Kant el término “metafísica” se refiere a los pretendidos conocimientos racionales sobre Dios, la libertad (libre albedrío), el alma y la inmortalidad de ésta. En La Crítica a la Razón Pura Kant concluye que la razón pura tiene un límite: sólo puede formar conocimiento a partir de la evidencia de los sentidos. Por tanto, los pretendidos conocimientos racionales sobre Dios, libre albedrío y el alma, pertenecientes a la metafísica, son rechazados por Kant por carecer de evidencia sensorial o intuición fenomenal que los sustente y se trata solamente de “conocimiento ilusorio o vacío”:

«Habiendo presentado los más claros argumentos, sería absurdo para nosotros esperar que podamos saber más de cualquier objeto, que aquello que pertenece a la posible experiencia de éste, o asegurar hasta el más mínimo átomo de conocimiento sobre algo no supuesto ser objeto de la experiencia posible, que habría de determinarlo de acuerdo con la constitución que tiene en sí mismo.» [“Conclusión,” Prolegómeno a Toda Metafísica Futura, pb 77.]

Entonces, ¿qué entiende Rand al leer que Kant afirma que la razón es limitada y por tanto no puede conocer lo metafísico? Al sustituir el término de Kant por el suyo propio se entiende que Kant dice que la razón no puede conocer la realidad. ¡Craso error! A la luz de tal conclusión todo lo que Kant diga se verá sesgado por ese prejuicio.

Poco importa ya que Kant diga: «El entendimiento no puede percibir y los sentidos no pueden pensar cosa alguna. Solamente cuando se unen, resulta el conocimiento», lo que no es muy diferente de lo que dice Rand cuando afirma que «la razón es la facultad que identifica e integra el material proveído por los sentidos del hombre».

Poco importa que Kant diga: «En tanto yo digo, que cosas como objetos de nuestros sentidos existiendo fuera de nosotros son dados, pero que no sabemos nada de lo que puedan ser en sí mismos, conociendo sólo sus apariencias, es decir, las representaciones que causan en nosotros al afectar nuestros sentidos. Consecuentemente concedo desde ya que hay cuerpos sin nosotros, es decir, cosas que, aunque completamente desconocidas para nosotros en cuanto lo que son en sí mismas, nosotros sin embargo conocemos por las representaciones que su influencia en nuestra sensibilidad ejerce en nosotros, y que llamamos cuerpos, un término que significa meramente la apariencia de la cosa que es desconocida para nosotros, pero no por eso menos actual.» [“Observación II,” Prolegómeno a Toda Metafísica Futura, pb 31.] No es significativo que Kant afirme que lo que él llama noumenal o cosas en sí no es una realidad paralela, sino que es la causa de la realidad percibida o fenómeno, Rand lo interpreta como que lo que dice es que percibimos ilusiones y no la realidad.

Poco importa que Kant no sea un realista ingenuo. Que no sostenga que la percepción es un retrato del objeto fuera de nosotros, como creía Aristóteles o Locke. Que no manifieste que lo percibido corresponde con el noumeno o cosa en sí, sino que es la forma en que la cosa afecta nuestra sensibilidad. Que diga que tanto la cosa en sí o noumeno como la forma en que lo percibimos o como se nos aparece son dados por la naturaleza – la existencia de cosas. Ni que Harry Binswanger y Rand declaren lo mismo. En How We Know, Binswanger explica que en la percepción, tanto la forma – como se percibe el objeto –, y el objeto – lo que se percibe –, son hechos dados metafísicamente (en términos Objetivistas, por la naturaleza) y los sentidos son como el nivel de mercurio en un termómetro que nos indica el cambio de temperatura, nos hace conscientes de un aspecto de la realidad, pero no se parece en nada a la temperatura: «El trabajo del sistema sensorial no es producir una imagen que “se vea como” el objeto. La tarea del sistema perceptual es detectar y hacernos conscientes de cosas, en una forma específica. Notemos que el nivel de mercurio en un termómetro no se “parece” a la temperatura – sea lo que eso signifique.» [“Three General Conceptions of Consciousness,” How We Know, 91.]  Esa “forma específica” es lo que Kant llama fenómeno. Nada de eso importa porque ya Rand decidió que Kant afirma que no podemos percibir la realidad sino sólo ilusiones.

Para evitar llegar a conclusiones erradas por sustituir nuestros términos por los términos del autor que analicemos y evitar así malentendidos, no está de sobra atender la recomendación que da Mortimer Adler en su obra Cómo leer un libro, donde indica la importancia de tratar de comprender los términos del autor que uno lee y, sobre todo, de no sustituir sus términos con los propios.

 

Es un error capital llegar a conclusiones antes de tener todos los datos relevanes o cómo no interpretar a Kant

El dato relevante que usualmente les falta para sacar sus conclusiones cuando leen y critican al autor de una teoría, sea filosófica o política, es la identificación del significado que dicho autor da a las palabras que utiliza.

Warren Orbaugh |
13 de junio, 2022

«Es un error capital llegar a conclusiones antes de tener todos los datos relevantes. Inconscientemente uno empieza a torcer los hechos para que se adapten a las teorías, en lugar de que las teorías se adapten a los hechos». Así le dice Sherlock Holmes a Watson en Un Escándalo en Bohemia. Es por mucho mi frase favorita de Sir Arthur Conan Doyle, el creador de dichos personajes. Es tan importante esta recomendación para pensar objetivamente que la repite en varias novelas: «Es una grave equivocación aceptar teorías antes de disponer de todos los elementos de juicio, porque así es como se lo tuerce en un solo sentido» – Un Estudio en Escarlata; «De todos modos, es un error construir hipótesis adelantándose a los hechos. Sin darnos cuenta, terminamos retorciéndolos para que encajen en nuestra teoría» – Su Última Reverencia; «Es de la mayor importancia no dejar que nuestro juicio se vea influido por cuestiones personales» – El Signo de los Cuatro.

A lo largo de años he visto amigos y académicos cometiendo este error infinidad de veces. El dato relevante que usualmente les falta para sacar sus conclusiones cuando leen y critican al autor de una teoría, sea filosófica o política, es la identificación del significado que dicho autor da a las palabras que utiliza. Es decir, no son capaces de establecer lo que el pensador determina con sus términos. Invariablemente sustituyen los términos del autor con los suyos propios.

Un caso paradigmático es la impresión que causa en los no objetivistas el uso del término “altruismo” por Ayn Rand. Ella significa con este término lo que su acuñador, Augusto comte, significó:

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«El principio básico del altruismo es que el hombre no tiene derecho a existir para su propio fin, que el servicio a los otros es la única justificación de su existencia, y que el auto sacrificio es su deber moral, virtud y valor.» [“Fe y Fuerza: Los Destructores del Mundo Moderno,” Filosofía, ¿quién la necesita?, 74.]

Para los no objetivistas “altruismo” significa “benevolencia”. Así que cuando Rand condena la moral altruista ellos leen que ella condena la benevolencia y este juicio nubla su razonamiento, de manera que todo lo demás lo juzgan bajo ese sesgo. No hace diferencia que Rand advierta: «No confundas altruismo con generosidad, benevolencia o respeto por los derechos de otros.» [Ibid.] Ellos no le creen y hasta se embarcan en la discusión del término alegando que “altruismo” no significa lo que Rand dice. ¡Craso error!

Es bien sabido que Ayn Rand considera que Kant es el responsable por el estado lamentable de la filosofía de hoy, que su influencia ha casi destruido por completo los logros del Renacimiento, salvado la moral del altruismo y anulado a la razón:

«[Kant] no atacó a la razón – solamente construyó una versión de lo que es razón que hizo ver al misticismo como simple sentido común racional por comparación. Él no negó la validez de la razón – solamente afirmó que la razón es “limitada”, que nos conduce a contradicciones imposibles, que todo lo que percibimos es una ilusión y que nunca podemos percibir la realidad o las “cosas como son”. El alegó, en efecto, que las cosas que percibimos no son reales, porque las percibimos.» [“Fe y Fuerza: Los Destructores del Mundo Moderno,” Filosofía, ¿quién la necesita?, 61.]

Pero lo que Kant afirma no significa lo que Rand le atribuye. ¿Qué explica la malinterpretación de Rand?

 El término “metafísica”.

Para Rand el término “metafísica” significa todo fenómeno natural, es decir, todo evento que existe sin la participación humana:

«Uso la palabra “metafísica” para significar: aquello que pertenece a la realidad, a la naturaleza de las cosas, a la existencia.» [“La Ética Objetivista”, La Virtud del Egoísmo, pb 14.]

 Y, «Todo fenómeno natural, es decir, todo evento que ocurre sin la participación humana es lo metafísicamente dado, y no pudo haber ocurrido de forma diferente o dejar de ocurrir; …» [“Lo Metafísico versus lo Hecho por el Hombre,” Filosofía, ¿quién la necesita?, 33.]

Para Kant el término “metafísica” se refiere a los pretendidos conocimientos racionales sobre Dios, la libertad (libre albedrío), el alma y la inmortalidad de ésta. En La Crítica a la Razón Pura Kant concluye que la razón pura tiene un límite: sólo puede formar conocimiento a partir de la evidencia de los sentidos. Por tanto, los pretendidos conocimientos racionales sobre Dios, libre albedrío y el alma, pertenecientes a la metafísica, son rechazados por Kant por carecer de evidencia sensorial o intuición fenomenal que los sustente y se trata solamente de “conocimiento ilusorio o vacío”:

«Habiendo presentado los más claros argumentos, sería absurdo para nosotros esperar que podamos saber más de cualquier objeto, que aquello que pertenece a la posible experiencia de éste, o asegurar hasta el más mínimo átomo de conocimiento sobre algo no supuesto ser objeto de la experiencia posible, que habría de determinarlo de acuerdo con la constitución que tiene en sí mismo.» [“Conclusión,” Prolegómeno a Toda Metafísica Futura, pb 77.]

Entonces, ¿qué entiende Rand al leer que Kant afirma que la razón es limitada y por tanto no puede conocer lo metafísico? Al sustituir el término de Kant por el suyo propio se entiende que Kant dice que la razón no puede conocer la realidad. ¡Craso error! A la luz de tal conclusión todo lo que Kant diga se verá sesgado por ese prejuicio.

Poco importa ya que Kant diga: «El entendimiento no puede percibir y los sentidos no pueden pensar cosa alguna. Solamente cuando se unen, resulta el conocimiento», lo que no es muy diferente de lo que dice Rand cuando afirma que «la razón es la facultad que identifica e integra el material proveído por los sentidos del hombre».

Poco importa que Kant diga: «En tanto yo digo, que cosas como objetos de nuestros sentidos existiendo fuera de nosotros son dados, pero que no sabemos nada de lo que puedan ser en sí mismos, conociendo sólo sus apariencias, es decir, las representaciones que causan en nosotros al afectar nuestros sentidos. Consecuentemente concedo desde ya que hay cuerpos sin nosotros, es decir, cosas que, aunque completamente desconocidas para nosotros en cuanto lo que son en sí mismas, nosotros sin embargo conocemos por las representaciones que su influencia en nuestra sensibilidad ejerce en nosotros, y que llamamos cuerpos, un término que significa meramente la apariencia de la cosa que es desconocida para nosotros, pero no por eso menos actual.» [“Observación II,” Prolegómeno a Toda Metafísica Futura, pb 31.] No es significativo que Kant afirme que lo que él llama noumenal o cosas en sí no es una realidad paralela, sino que es la causa de la realidad percibida o fenómeno, Rand lo interpreta como que lo que dice es que percibimos ilusiones y no la realidad.

Poco importa que Kant no sea un realista ingenuo. Que no sostenga que la percepción es un retrato del objeto fuera de nosotros, como creía Aristóteles o Locke. Que no manifieste que lo percibido corresponde con el noumeno o cosa en sí, sino que es la forma en que la cosa afecta nuestra sensibilidad. Que diga que tanto la cosa en sí o noumeno como la forma en que lo percibimos o como se nos aparece son dados por la naturaleza – la existencia de cosas. Ni que Harry Binswanger y Rand declaren lo mismo. En How We Know, Binswanger explica que en la percepción, tanto la forma – como se percibe el objeto –, y el objeto – lo que se percibe –, son hechos dados metafísicamente (en términos Objetivistas, por la naturaleza) y los sentidos son como el nivel de mercurio en un termómetro que nos indica el cambio de temperatura, nos hace conscientes de un aspecto de la realidad, pero no se parece en nada a la temperatura: «El trabajo del sistema sensorial no es producir una imagen que “se vea como” el objeto. La tarea del sistema perceptual es detectar y hacernos conscientes de cosas, en una forma específica. Notemos que el nivel de mercurio en un termómetro no se “parece” a la temperatura – sea lo que eso signifique.» [“Three General Conceptions of Consciousness,” How We Know, 91.]  Esa “forma específica” es lo que Kant llama fenómeno. Nada de eso importa porque ya Rand decidió que Kant afirma que no podemos percibir la realidad sino sólo ilusiones.

Para evitar llegar a conclusiones erradas por sustituir nuestros términos por los términos del autor que analicemos y evitar así malentendidos, no está de sobra atender la recomendación que da Mortimer Adler en su obra Cómo leer un libro, donde indica la importancia de tratar de comprender los términos del autor que uno lee y, sobre todo, de no sustituir sus términos con los propios.