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Esa nefasta oposición

Estoy convencida que sí hay muy buenos, de pronto muchos, pero el sistema electoral (la LEPP tambén es nefasta) y la configuración y organización de este monstruo gigantesco llamado gobierno, nos convierte en oposición.

.
Carolina Castellanos |
08 de abril, 2023

El proceso electoral en cualquier país destapa todo tipo de emociones, no siempre positivas. El deseo insaciable de ganar, cueste lo que cueste, conduce a actuar desafiando la ley, la ética, la moral y todo lo correcto. 

En muchos casos, el motor que empuja estas acciones es la necesidad de pagar las deudas adquiridas, no siempre monetarias. En otros casos, el ansía de poder es incuantificable. Por supuesto, “salir de pobre” suele ser el principal. El nombre del juego es dinero, siempre o casi siempre. 

Es aquí cuando surge la oposición. Todos los candidatos a cualquier cargo son oposición de los demás. Unos más fuertes que otros, con más influencia en grupos estratégicos o con más dinero, todos se oponen a los otros. 

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Me llamó la atención un anuncio reciente del ex Presidente Donald Trump. Entre otros mensajes dice, en relación a la oposición, lo siguiente: “ellos no van por mi, van por ustedes”. Si lo vemos fríamente, tiene razón. Todos, incluido él, van por nuestro voto. Pero, ¿qué más puede haber detrás de esto, sea quien sea?

Van por nuestra aprobación. Es algo sumamente importante pues de ello dependerá la obtención de la suficiente cantidad de votos. Una vez en el cargo, la presión que reciben por parte de todos los actores, sean diputados, la prensa, la oposición política, la presión extranjera, u otros, hará que respondan a la voluntad de éstos. 

De un día para el siguiente, los anteriormente mencionados nos convertimos en la voz de su conciencia, en la memoria para recordarles sus promesas y, al fallar en esto (siempre sucede), pasamos a ser esa oposición. 

No tenemos en nuestra Guatemala una educación cívica que, en vez de ser oposición, fuéramos una especie de asesoría. Somos los empresarios, emprendedores, amas de casa, trabajadores formales e informales, médicos, ingenieros y un largo etcétera, quienes sabemos qué queremos y, sobre todo, qué es lo más apremiante dentro de la lista de necesidades. 

La crítica, en su mayoría, es negativa, de quejas y ataques. Es el resultado de años de engaños, banderitas, símbolos y slogans para lograr nuestro voto. En esta época de correos electrónicos y cuentas en  redes sociales, sin nombre, cuando los ataques, chismes, falsedades y cuánta cosa, hace que sea mucho más difícil, si no imposible, conocer a la oposición de  cualquier candidato, con nombre y apellido. Los llamados trolls y otras herramientas, son utilizadas para desprestigiar y hundir a  cualquiera. Es aquí cuando la oposición es realmente nefasta. Los engaños convencen y la incrementan. 

Tenemos 23 binomios presidenciales (¡creo que esa sigue siendo la cifra!). Esto no significa que los otros 22 sean la nefasta oposición, excepto si utilizan estrategias y campañas de desprestigio y engaño. Estas acciones nos incluyen a todos. Somos rápidos para compartir  cualquier mensaje en redes sociales, sin dar un minuto de pensamiento al mensaje. Así las cosas, ha resultado sumamente fácil desprestigiar a  cualquiera. Cada reenvío de un mensaje, sin constatar su veracidad, nos convierte en esa oposición destructiva. 

Por supuesto que no hay ningún santo entre los candidatos a cualquier cargo. Pero tampoco los hay entre nosotros los electores. El candidato ideal no existe. Estoy convencida que sí hay muy buenos, de pronto muchos, pero el sistema electoral (la LEPP tambén es nefasta) y la configuración y organización de este monstruo gigantesco llamado gobierno, nos convierte en oposición. Sin embargo, no tiene que ser nefasta. ¡Con los políticos tenemos suficiente! Podemos ser constructivos y proponer, hasta el cansancio y por todas las formas de comunicación posibles. Critiquemos pero también propongamos. De pronto logramos ser una oposición constructiva. Nuestra Guate está urgida.

Esa nefasta oposición

Estoy convencida que sí hay muy buenos, de pronto muchos, pero el sistema electoral (la LEPP tambén es nefasta) y la configuración y organización de este monstruo gigantesco llamado gobierno, nos convierte en oposición.

Carolina Castellanos |
08 de abril, 2023
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El proceso electoral en cualquier país destapa todo tipo de emociones, no siempre positivas. El deseo insaciable de ganar, cueste lo que cueste, conduce a actuar desafiando la ley, la ética, la moral y todo lo correcto. 

En muchos casos, el motor que empuja estas acciones es la necesidad de pagar las deudas adquiridas, no siempre monetarias. En otros casos, el ansía de poder es incuantificable. Por supuesto, “salir de pobre” suele ser el principal. El nombre del juego es dinero, siempre o casi siempre. 

Es aquí cuando surge la oposición. Todos los candidatos a cualquier cargo son oposición de los demás. Unos más fuertes que otros, con más influencia en grupos estratégicos o con más dinero, todos se oponen a los otros. 

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Me llamó la atención un anuncio reciente del ex Presidente Donald Trump. Entre otros mensajes dice, en relación a la oposición, lo siguiente: “ellos no van por mi, van por ustedes”. Si lo vemos fríamente, tiene razón. Todos, incluido él, van por nuestro voto. Pero, ¿qué más puede haber detrás de esto, sea quien sea?

Van por nuestra aprobación. Es algo sumamente importante pues de ello dependerá la obtención de la suficiente cantidad de votos. Una vez en el cargo, la presión que reciben por parte de todos los actores, sean diputados, la prensa, la oposición política, la presión extranjera, u otros, hará que respondan a la voluntad de éstos. 

De un día para el siguiente, los anteriormente mencionados nos convertimos en la voz de su conciencia, en la memoria para recordarles sus promesas y, al fallar en esto (siempre sucede), pasamos a ser esa oposición. 

No tenemos en nuestra Guatemala una educación cívica que, en vez de ser oposición, fuéramos una especie de asesoría. Somos los empresarios, emprendedores, amas de casa, trabajadores formales e informales, médicos, ingenieros y un largo etcétera, quienes sabemos qué queremos y, sobre todo, qué es lo más apremiante dentro de la lista de necesidades. 

La crítica, en su mayoría, es negativa, de quejas y ataques. Es el resultado de años de engaños, banderitas, símbolos y slogans para lograr nuestro voto. En esta época de correos electrónicos y cuentas en  redes sociales, sin nombre, cuando los ataques, chismes, falsedades y cuánta cosa, hace que sea mucho más difícil, si no imposible, conocer a la oposición de  cualquier candidato, con nombre y apellido. Los llamados trolls y otras herramientas, son utilizadas para desprestigiar y hundir a  cualquiera. Es aquí cuando la oposición es realmente nefasta. Los engaños convencen y la incrementan. 

Tenemos 23 binomios presidenciales (¡creo que esa sigue siendo la cifra!). Esto no significa que los otros 22 sean la nefasta oposición, excepto si utilizan estrategias y campañas de desprestigio y engaño. Estas acciones nos incluyen a todos. Somos rápidos para compartir  cualquier mensaje en redes sociales, sin dar un minuto de pensamiento al mensaje. Así las cosas, ha resultado sumamente fácil desprestigiar a  cualquiera. Cada reenvío de un mensaje, sin constatar su veracidad, nos convierte en esa oposición destructiva. 

Por supuesto que no hay ningún santo entre los candidatos a cualquier cargo. Pero tampoco los hay entre nosotros los electores. El candidato ideal no existe. Estoy convencida que sí hay muy buenos, de pronto muchos, pero el sistema electoral (la LEPP tambén es nefasta) y la configuración y organización de este monstruo gigantesco llamado gobierno, nos convierte en oposición. Sin embargo, no tiene que ser nefasta. ¡Con los políticos tenemos suficiente! Podemos ser constructivos y proponer, hasta el cansancio y por todas las formas de comunicación posibles. Critiquemos pero también propongamos. De pronto logramos ser una oposición constructiva. Nuestra Guate está urgida.