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España, a la cola de recuperación en Europa.

Si la oposición no despierta y plantea un programa reformista que acabe con la sangría de deuda, la pérdida de inversión potencial y la lacra del paro, nos pasaremos otra década discutiendo si el gobierno A o B lo han hecho peor en un país donde perdemos oportunidades diarias entregados a una visión confiscatoria y extractiva de la economía.

Economía España
Daniel Lacalle |
07 de febrero, 2023

El dato de PIB de 2022 no es bueno. España sigue sin recuperar el PIB del cuarto trimestre de 2019 a pesar del mayor estímulo fiscal y monetario de la historia.

España se queda a la cola de Europa en recuperación de PIB y a la cabeza en aumento de endeudamiento.

El dato de PIB de 2022 se ha vendido como un gran éxito por encima de las previsiones. No lo es.

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Senda de recuperación (fuente: BCE)

Primero, el gobierno tenía en los presupuestos un incremento del PIB del 7% (diapositiva 10 de la presentación de octubre de 2022). De nuevo, el gobierno se equivoca de manera escandalosa en su cuadro macro.

Por otro lado, los datos del PIB del cuarto trimestre reflejan casi todas las partidas en contracción excepto un enorme aumento del gasto público.

El gasto en consumo de los hogares cae un 1,8%. La inversión (formación bruta de capital) vuelve a caer un 1,2% tras caer un 0,8% en el tercer trimestre. La demanda nacional cae un 0,9%. Adicionalmente, las exportaciones caen un 1,1% y el PIB se mantiene porque las importaciones caen más, un 4,2%.

España no crece, se endeuda. Con los datos de contabilidad nacional, España aún se queda un 1,4% por detrás del PIB del cuarto trimestre de 2019, pero con un aumento del 15% de deuda pública.

En la era Sánchez, el gobierno aumenta la deuda pública en 9,3 euros por cada euro de PIB.

La renta per cápita desde que gobierna Sánchez cae un 4%.

Con estos datos, no se puede hablar de crecimiento a un rebote de gato muerto.

España es el país que menos crecerá en el periodo 2019 a 2024 según estimaciones del BCE y del IEE. Mientras Irlanda crecerá un 38,5% en ese periodo, Malta un 14,0%, Eslovenia un 12,7%, Luxemburgo un 9,4%, Grecia un 7,7%, Países Bajos un 7,5%, Portugal un 5,6% y la media de la Unión Europea crecerá un 4,8%, España se queda en un mero 0,7% en 2024 muy por detrás de Alemania (+1,2%) o Italia (+2,2%).

Sin embargo, España registrará el mayor aumento de endeudamiento público, un 20%, muy por encima de Italia, Francia, Malta, República Checa  y el doble que la media de la UE.

Lo peor es que si gobernase otro partido, los miembros de la coalición actual estarían llenando las calles de manifestaciones.

Senda de aumento de deuda vs recuperación PIB (INE, BdE)

 

Y ese es el gran problema.

España va a terminar la era Sánchez con un lustro perdido, en el que nos hemos empobrecido y endeudado más que las economías comparables. ¿Y cuál es el plan de la oposición? No se sabe.

El gran problema al que se enfrenta España es que la próxima administración tome la equivocada decisión de apostar por un gradualismo y continuismo que dejará a España en la misma senda y sin recuperar su potencial.

España necesita reformas profundas y valientes, un programa serio de liberalización y fortaleza del sector productivo, que alivie la brutal carga fiscal impuesta y reduzca las gigantescas trabas burocráticas y fiscales al crecimiento. Pero no parece que esa vaya a ser la apuesta.

Parece que se impone una suerte de política de arreglar los destrozos cometidos sin un programa reformista y de reducción de gasto e impuestos serio. Da la sensación de que la oposición se resigna a ser el fontanero de la inundación creada por el sanchismo, una especie de contable del despropósito.

La oposición parece haber comprado la narrativa de que todo va bien y, por lo tanto, si la economía no colapsa a pesar de las subidas de impuestos, pues eso significa que el próximo gobierno no tiene que revertir las subidas anteriores. Dios mío, qué equivocación. Se va cimentando la visión de que no hay que hacer nada más que dar cara de confianza y fiarlo todo a que Europa mantenga el grifo abierto, algo que ya fracasó estrepitosamente en 2011.

Cuando se impone la narrativa de que España no tiene un problema de gasto y que, como afirman algunos, del capítulo 1 no se puede cambiar nada, del 2 no es posible, del 3 no hace falta y del cuatro no tiene impacto, entonces estamos abocados a volver a perder puestos con respecto a nuestros socios.

Si la oposición no despierta y plantea un programa reformista que acabe con la sangría de deuda, la pérdida de inversión potencial y la lacra del paro, nos pasaremos otra década discutiendo si el gobierno A o B lo han hecho peor en un país donde perdemos oportunidades diarias entregados a una visión confiscatoria y extractiva de la economía.

El agujero de deuda, el drama de las elevadísimas cifras de paro -oficial y escondido- y el atroz nivel de recuperación no se van a solucionar con caras amables, excusas tecnocráticas y apariencia de seriedad. El gradualismo nos condenará a una década pérdida tras lo que ya es un lustro despilfarrado.

No, estos datos no dan esperanza ni son positivos. Son un drama de un país que se conforma con ser el último de la clase, pero se felicita porque podría haber sido peor.

España, a la cola de recuperación en Europa.

Si la oposición no despierta y plantea un programa reformista que acabe con la sangría de deuda, la pérdida de inversión potencial y la lacra del paro, nos pasaremos otra década discutiendo si el gobierno A o B lo han hecho peor en un país donde perdemos oportunidades diarias entregados a una visión confiscatoria y extractiva de la economía.

Daniel Lacalle |
07 de febrero, 2023
Economía España

El dato de PIB de 2022 no es bueno. España sigue sin recuperar el PIB del cuarto trimestre de 2019 a pesar del mayor estímulo fiscal y monetario de la historia.

España se queda a la cola de Europa en recuperación de PIB y a la cabeza en aumento de endeudamiento.

El dato de PIB de 2022 se ha vendido como un gran éxito por encima de las previsiones. No lo es.

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Senda de recuperación (fuente: BCE)

Primero, el gobierno tenía en los presupuestos un incremento del PIB del 7% (diapositiva 10 de la presentación de octubre de 2022). De nuevo, el gobierno se equivoca de manera escandalosa en su cuadro macro.

Por otro lado, los datos del PIB del cuarto trimestre reflejan casi todas las partidas en contracción excepto un enorme aumento del gasto público.

El gasto en consumo de los hogares cae un 1,8%. La inversión (formación bruta de capital) vuelve a caer un 1,2% tras caer un 0,8% en el tercer trimestre. La demanda nacional cae un 0,9%. Adicionalmente, las exportaciones caen un 1,1% y el PIB se mantiene porque las importaciones caen más, un 4,2%.

España no crece, se endeuda. Con los datos de contabilidad nacional, España aún se queda un 1,4% por detrás del PIB del cuarto trimestre de 2019, pero con un aumento del 15% de deuda pública.

En la era Sánchez, el gobierno aumenta la deuda pública en 9,3 euros por cada euro de PIB.

La renta per cápita desde que gobierna Sánchez cae un 4%.

Con estos datos, no se puede hablar de crecimiento a un rebote de gato muerto.

España es el país que menos crecerá en el periodo 2019 a 2024 según estimaciones del BCE y del IEE. Mientras Irlanda crecerá un 38,5% en ese periodo, Malta un 14,0%, Eslovenia un 12,7%, Luxemburgo un 9,4%, Grecia un 7,7%, Países Bajos un 7,5%, Portugal un 5,6% y la media de la Unión Europea crecerá un 4,8%, España se queda en un mero 0,7% en 2024 muy por detrás de Alemania (+1,2%) o Italia (+2,2%).

Sin embargo, España registrará el mayor aumento de endeudamiento público, un 20%, muy por encima de Italia, Francia, Malta, República Checa  y el doble que la media de la UE.

Lo peor es que si gobernase otro partido, los miembros de la coalición actual estarían llenando las calles de manifestaciones.

Senda de aumento de deuda vs recuperación PIB (INE, BdE)

 

Y ese es el gran problema.

España va a terminar la era Sánchez con un lustro perdido, en el que nos hemos empobrecido y endeudado más que las economías comparables. ¿Y cuál es el plan de la oposición? No se sabe.

El gran problema al que se enfrenta España es que la próxima administración tome la equivocada decisión de apostar por un gradualismo y continuismo que dejará a España en la misma senda y sin recuperar su potencial.

España necesita reformas profundas y valientes, un programa serio de liberalización y fortaleza del sector productivo, que alivie la brutal carga fiscal impuesta y reduzca las gigantescas trabas burocráticas y fiscales al crecimiento. Pero no parece que esa vaya a ser la apuesta.

Parece que se impone una suerte de política de arreglar los destrozos cometidos sin un programa reformista y de reducción de gasto e impuestos serio. Da la sensación de que la oposición se resigna a ser el fontanero de la inundación creada por el sanchismo, una especie de contable del despropósito.

La oposición parece haber comprado la narrativa de que todo va bien y, por lo tanto, si la economía no colapsa a pesar de las subidas de impuestos, pues eso significa que el próximo gobierno no tiene que revertir las subidas anteriores. Dios mío, qué equivocación. Se va cimentando la visión de que no hay que hacer nada más que dar cara de confianza y fiarlo todo a que Europa mantenga el grifo abierto, algo que ya fracasó estrepitosamente en 2011.

Cuando se impone la narrativa de que España no tiene un problema de gasto y que, como afirman algunos, del capítulo 1 no se puede cambiar nada, del 2 no es posible, del 3 no hace falta y del cuatro no tiene impacto, entonces estamos abocados a volver a perder puestos con respecto a nuestros socios.

Si la oposición no despierta y plantea un programa reformista que acabe con la sangría de deuda, la pérdida de inversión potencial y la lacra del paro, nos pasaremos otra década discutiendo si el gobierno A o B lo han hecho peor en un país donde perdemos oportunidades diarias entregados a una visión confiscatoria y extractiva de la economía.

El agujero de deuda, el drama de las elevadísimas cifras de paro -oficial y escondido- y el atroz nivel de recuperación no se van a solucionar con caras amables, excusas tecnocráticas y apariencia de seriedad. El gradualismo nos condenará a una década pérdida tras lo que ya es un lustro despilfarrado.

No, estos datos no dan esperanza ni son positivos. Son un drama de un país que se conforma con ser el último de la clase, pero se felicita porque podría haber sido peor.