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Estimado Lector:

Por la dignidad humana de cada persona se legitima que hasta por una única persona se limite el poder de todo el Estado, no pudiendo el gobierno usar su poder para violar los derechos fundamentales ni de un solo individuo.

Dignidad Humana
Enrique Búcaro Batres |
23 de noviembre, 2022

Hoy es imprescindible retomar, al menos, las ideas básicas en torno a temas como el del valor de la dignidad humana, dado que es preocupante que se han puesto en marcha ideas que en el fondo encierran la búsqueda de la primacía de las relaciones de poder por sobre las relaciones de derecho. Una verdadera y civilizada sociedad se fundamenta en las relaciones de derecho y no de poder, puesto que hace propia la idea del respeto a todas las personas y, como mínimo, a sus derechos fundamentales. En la base de ese respeto está la dignidad humana, entendida como la característica de cada ser humano de ser único e irrepetible. Es esta cualidad de único e irrepetible lo que fundamenta y legitima el reconocimiento de los derechos fundamentales y la limitación de poder a quienes lo ostentan, principalmente a quienes conforman el sector público. Esto es vital porque el goce y ejercicio de los derechos fundamentales da cabida al desarrollo de cada persona.

El valor de la dignidad sustenta todas las ideas de que el individuo importa, aún frente a la sociedad en su totalidad. Por la dignidad humana de cada persona se legitima que hasta por una única persona se limite el poder de todo el Estado, no pudiendo el gobierno usar su poder para violar los derechos fundamentales ni de un solo individuo. Eso sí, es este valor el que permite y obliga a que ese mismo Estado utilice sus recursos para brindar justicia y desarrollo para todos en equidad.

También es importante advertir que este valor no se limita a ser únicamente base para derechos y constituye también base para las obligaciones fraternas y de respeto a los demás. Por ejemplo, si como sociedad decidimos reconocer el derecho a la vida es obligación protegerla, en la complejidad de todos sus aspectos, esa es la obligación de todos; si reconocemos el derecho a la propiedad privada como un derecho fundamental, es imprescindible que no se toleren ni una sola de las invasiones a tierras, ni un solo asalto, ni un solo robo. Si reconocemos la educación como un derecho básico, esta debe ser formativa, enfocada en la historia, en la realidad pero también en el futuro de nuestro país, incentivando y promoviendo lo que nos hace ser guatemaltecos y nos hará mejores, buscando abrir espacios para brindar más educación, por ejemplo, de carácter técnico y práctico profesional.

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Por último, es importante mencionar en esta breve y limitada reflexión un aspecto muy importante del valor de la dignidad, y es que por esa dignidad, hemos de advertir como sociedad, las condiciones necesarias para que todos tengan acceso a oportunidades aprovechables reales. Este aspecto muchas veces se limita a la discusión de temas como la pobreza y sus efectos, pero es un error limitarlo de esa forma. Nuestra sociedad debe discutir la legítima necesidad de crear oportunidades reales y aprovechables para aquellos que conforman también la clase media, media-alta y alta de la sociedad, por ejemplo, también siendo importante crear las condiciones necesarias para que el empresario emprenda, invierta, compita y genere riqueza, siendo esta discusión tan importante como aquella respecto de encontrar la forma de darle oportunidades aprovechables reales al más desfavorecido de nuestro país.

En la dignidad no hay excepciones, no hay sumas y restas, es la idea de que todos sin excepción son igualmente dignos, únicos e irremplazables, y como sociedad debemos procurar trabajar todos para garantizar los derechos fundamentales y, aunque sea, un mínimo

Estimado Lector:

Por la dignidad humana de cada persona se legitima que hasta por una única persona se limite el poder de todo el Estado, no pudiendo el gobierno usar su poder para violar los derechos fundamentales ni de un solo individuo.

Enrique Búcaro Batres |
23 de noviembre, 2022
Dignidad Humana

Hoy es imprescindible retomar, al menos, las ideas básicas en torno a temas como el del valor de la dignidad humana, dado que es preocupante que se han puesto en marcha ideas que en el fondo encierran la búsqueda de la primacía de las relaciones de poder por sobre las relaciones de derecho. Una verdadera y civilizada sociedad se fundamenta en las relaciones de derecho y no de poder, puesto que hace propia la idea del respeto a todas las personas y, como mínimo, a sus derechos fundamentales. En la base de ese respeto está la dignidad humana, entendida como la característica de cada ser humano de ser único e irrepetible. Es esta cualidad de único e irrepetible lo que fundamenta y legitima el reconocimiento de los derechos fundamentales y la limitación de poder a quienes lo ostentan, principalmente a quienes conforman el sector público. Esto es vital porque el goce y ejercicio de los derechos fundamentales da cabida al desarrollo de cada persona.

El valor de la dignidad sustenta todas las ideas de que el individuo importa, aún frente a la sociedad en su totalidad. Por la dignidad humana de cada persona se legitima que hasta por una única persona se limite el poder de todo el Estado, no pudiendo el gobierno usar su poder para violar los derechos fundamentales ni de un solo individuo. Eso sí, es este valor el que permite y obliga a que ese mismo Estado utilice sus recursos para brindar justicia y desarrollo para todos en equidad.

También es importante advertir que este valor no se limita a ser únicamente base para derechos y constituye también base para las obligaciones fraternas y de respeto a los demás. Por ejemplo, si como sociedad decidimos reconocer el derecho a la vida es obligación protegerla, en la complejidad de todos sus aspectos, esa es la obligación de todos; si reconocemos el derecho a la propiedad privada como un derecho fundamental, es imprescindible que no se toleren ni una sola de las invasiones a tierras, ni un solo asalto, ni un solo robo. Si reconocemos la educación como un derecho básico, esta debe ser formativa, enfocada en la historia, en la realidad pero también en el futuro de nuestro país, incentivando y promoviendo lo que nos hace ser guatemaltecos y nos hará mejores, buscando abrir espacios para brindar más educación, por ejemplo, de carácter técnico y práctico profesional.

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Por último, es importante mencionar en esta breve y limitada reflexión un aspecto muy importante del valor de la dignidad, y es que por esa dignidad, hemos de advertir como sociedad, las condiciones necesarias para que todos tengan acceso a oportunidades aprovechables reales. Este aspecto muchas veces se limita a la discusión de temas como la pobreza y sus efectos, pero es un error limitarlo de esa forma. Nuestra sociedad debe discutir la legítima necesidad de crear oportunidades reales y aprovechables para aquellos que conforman también la clase media, media-alta y alta de la sociedad, por ejemplo, también siendo importante crear las condiciones necesarias para que el empresario emprenda, invierta, compita y genere riqueza, siendo esta discusión tan importante como aquella respecto de encontrar la forma de darle oportunidades aprovechables reales al más desfavorecido de nuestro país.

En la dignidad no hay excepciones, no hay sumas y restas, es la idea de que todos sin excepción son igualmente dignos, únicos e irremplazables, y como sociedad debemos procurar trabajar todos para garantizar los derechos fundamentales y, aunque sea, un mínimo