Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

La incansable lucha por la paz

Usamos tiempo y recursos en seguir en luchas de poder, intereses personales o sectoriales e ideologías que destruyen. Tenemos que luchar por la convivencia pacífica, aceptando las diferencias culturales, socioeconómicas y de toda índole, con el único objetivo de vivir en un país con justicia, desarrollo e infinidad de oportunidades para todos.

Carolina Castellanos |
18 de marzo, 2022

Pareciera que la mayor parte del tiempo, el mundo está buscando la guerra. Llevamos casi un mes de un conflictoque ha causado demasiado daño. El incremento en el precio del petróleo ha generado una inflación creciente desde que empezó esta guerra. 

Estados Unidos ha perdido la hegemonía. Fue el país número uno en influencia en políticas y decisiones mundiales y la meca del sueño de muchos. La sola consideración de comprar petróleo a Venezuela es realmente vergonzoso. Tal parece que la “lucha” en contra del comunismo, de sistemas totalitarios que empobrecen a la población, se termina cuando el interés es económico.

La búsqueda de la paz quedó en la cola de las prioridades. Delegados de Rusia y Ucrania están conversando para llegar a un acuerdo que ponga fin a esta terrible situación.  Llevan ya varias rondas en las que cada uno plantea sus condiciones. Nunca sabremos lo que realmente sucede detrás de esas puertas en las que se discute el futuro del planeta completo.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Mientras tanto, en nuestra Guate no cesan los ataques aprovechando la impunidad que dan los personajes colocados estratégicamente en el sistema de justicia y en el Tribunal Supremo Electoral. Mientras hay asesinatos de inocentes en Ucrania, la UNE logra inscribirse como partido político a pesar de tener acusaciones de financiamiento electoral ilícito, de carecer de comité ejecutivo nacional y su dirigente con orden de arresto domiciliario. 

Esto da “risa” comparado con la guerra Ucrania-Rusia. Sin embargo, nuestro futuro seguirá plagado de pequeñas guerras que destruyen los cimientos de nuestra débil democracia. La elección del próximo Fiscal General es una de ellas. Amenaza con la continuidad de tantas batallas por tener una justicia pronta, cumplida y, sobre todo, apegada a la ley y no a los designios de quienes toman las decisiones.

Nuestras guerras no están generando cientos o miles de muertes, como sucedió durante los 36 años del conflicto armado interno. Hoy, la impunidad, el abuso del poder, la corrupción enraizada hasta en la “oficinita” pública más pequeña y lejana, son solo algunas batallas que llevan ya demasiados años. 

La injerencia de funcionarios extranjeros en el sistema de justicia, violando la Convención de Viena, se ha vuelto una guerra sin cuartel. Pasó de ser una “visita” a algún funcionario de gobierno a casi dictar órdenes con su sola presencia, como sucedió recientemente. Esto pareciera que no tiene importancia ni trascendencia, pero sí la tiene, y mucha. 

Una de las verdaderas luchas debería ser para acabar con la desnutrición. Esto requiere de miles de batallas a todo nivel, desde las madres que deben aprender a alimentar a sus hijos en medio de grandes carencias, hasta políticas públicas que sí se cumplan. No podemos tener ciudadanos útiles a sí mismos y al país cuando su capacidad de aprendizaje y razonamiento está seriamente limitada. 

Otra lucha urgente debe ser la de transformar el sistema educativo, empezando por eliminar a los sindicatos. Es fundamental actualizar el currículo nacional base para que los niños y adolescentes aprendan lo que de verdad necesitarán para ser productivos, en vez de indoctrinarlosrespecto a los “despreciables ricos” y cómo se les debe quitar su dinero.

Usamos tiempo y recursos en seguir en luchas de poder, intereses personales o sectoriales e ideologías que destruyen. Tenemos que luchar por la convivencia pacífica, aceptando las diferencias culturales, socioeconómicas y de toda índole, con el único objetivo de vivir en un país con justicia, desarrollo e infinidad de oportunidades para todos.

Se vale soñar. Es fundamental para tener la visión de un futuro próspero para todos.

La incansable lucha por la paz

Usamos tiempo y recursos en seguir en luchas de poder, intereses personales o sectoriales e ideologías que destruyen. Tenemos que luchar por la convivencia pacífica, aceptando las diferencias culturales, socioeconómicas y de toda índole, con el único objetivo de vivir en un país con justicia, desarrollo e infinidad de oportunidades para todos.

Carolina Castellanos |
18 de marzo, 2022

Pareciera que la mayor parte del tiempo, el mundo está buscando la guerra. Llevamos casi un mes de un conflictoque ha causado demasiado daño. El incremento en el precio del petróleo ha generado una inflación creciente desde que empezó esta guerra. 

Estados Unidos ha perdido la hegemonía. Fue el país número uno en influencia en políticas y decisiones mundiales y la meca del sueño de muchos. La sola consideración de comprar petróleo a Venezuela es realmente vergonzoso. Tal parece que la “lucha” en contra del comunismo, de sistemas totalitarios que empobrecen a la población, se termina cuando el interés es económico.

La búsqueda de la paz quedó en la cola de las prioridades. Delegados de Rusia y Ucrania están conversando para llegar a un acuerdo que ponga fin a esta terrible situación.  Llevan ya varias rondas en las que cada uno plantea sus condiciones. Nunca sabremos lo que realmente sucede detrás de esas puertas en las que se discute el futuro del planeta completo.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Mientras tanto, en nuestra Guate no cesan los ataques aprovechando la impunidad que dan los personajes colocados estratégicamente en el sistema de justicia y en el Tribunal Supremo Electoral. Mientras hay asesinatos de inocentes en Ucrania, la UNE logra inscribirse como partido político a pesar de tener acusaciones de financiamiento electoral ilícito, de carecer de comité ejecutivo nacional y su dirigente con orden de arresto domiciliario. 

Esto da “risa” comparado con la guerra Ucrania-Rusia. Sin embargo, nuestro futuro seguirá plagado de pequeñas guerras que destruyen los cimientos de nuestra débil democracia. La elección del próximo Fiscal General es una de ellas. Amenaza con la continuidad de tantas batallas por tener una justicia pronta, cumplida y, sobre todo, apegada a la ley y no a los designios de quienes toman las decisiones.

Nuestras guerras no están generando cientos o miles de muertes, como sucedió durante los 36 años del conflicto armado interno. Hoy, la impunidad, el abuso del poder, la corrupción enraizada hasta en la “oficinita” pública más pequeña y lejana, son solo algunas batallas que llevan ya demasiados años. 

La injerencia de funcionarios extranjeros en el sistema de justicia, violando la Convención de Viena, se ha vuelto una guerra sin cuartel. Pasó de ser una “visita” a algún funcionario de gobierno a casi dictar órdenes con su sola presencia, como sucedió recientemente. Esto pareciera que no tiene importancia ni trascendencia, pero sí la tiene, y mucha. 

Una de las verdaderas luchas debería ser para acabar con la desnutrición. Esto requiere de miles de batallas a todo nivel, desde las madres que deben aprender a alimentar a sus hijos en medio de grandes carencias, hasta políticas públicas que sí se cumplan. No podemos tener ciudadanos útiles a sí mismos y al país cuando su capacidad de aprendizaje y razonamiento está seriamente limitada. 

Otra lucha urgente debe ser la de transformar el sistema educativo, empezando por eliminar a los sindicatos. Es fundamental actualizar el currículo nacional base para que los niños y adolescentes aprendan lo que de verdad necesitarán para ser productivos, en vez de indoctrinarlosrespecto a los “despreciables ricos” y cómo se les debe quitar su dinero.

Usamos tiempo y recursos en seguir en luchas de poder, intereses personales o sectoriales e ideologías que destruyen. Tenemos que luchar por la convivencia pacífica, aceptando las diferencias culturales, socioeconómicas y de toda índole, con el único objetivo de vivir en un país con justicia, desarrollo e infinidad de oportunidades para todos.

Se vale soñar. Es fundamental para tener la visión de un futuro próspero para todos.