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La ley del motorista

Así funciona nuestra Guate. Nos quejamos de los motoristas, pero son un reflejo de “la ley del monte”, en la que todos hacemos lo que se nos da la gana.

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Carolina Castellanos |
14 de abril, 2023

Si usted, estimado lector, tiene vehículo y lo utiliza a diario o con frecuencia, es uno de los miles que nos toca lidiar con el tráfico. Es una de las constantes quejas, además de ser el tema de conversación en cualquier reunión. También es la excusa perfecta para hacer valer la “hora chapina”, o sea, llegar tarde a todos lados.

Los motoristas tienen su propia ley de tránsito. Ellos pueden rebasar por la derecha, aun si el espacio entre el vehículo y la banqueta es de 20 centímetros. También pueden ir en “zig-zag” para meterse entre los carros, por delante, por detrás y por donde sea. Cuando tengan propulsores de avión, rebasarán por encima.

En su ley, los conductores de vehículos son los culpables, siempre. Aún si es obvia la infracción cometida por el motorista, el conductor del vehículo será el responsable. De la nada surgen cinco o diez motoristas que le darán la razón a su “compadre”, sin importar si es culpable o inocente. Así las cosas, el conductor del vehículo tendrá que pagar cualquier daño a la moto, además de su propio vehículo. Por supuesto, el costo de la reparación será como si la moto dañada fuera una “Harley”.

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Así funciona nuestra Guate. Nos quejamos de los motoristas, pero son un reflejo de “la ley del monte”, en la que todos hacemos lo que se nos da la gana. La principal causa de esto es la ausencia de un sistema de justicia pronta y cumplida. O sea, que se haga valer la ley tal cual está escrita y de forma eficiente y rápida.

En el caso de los motoristas, la ley de tránsito es la que debe prevalecer. Los PMT (policía municipal de tránsito) son los responsables de imponer multas ante cualquier infracción.  Para todo lo demás, está el Organismo Judicial, entidad ineficiente, lenta, burocrática y copada por sindicalistas que solo quieren prebendas y su salario. Estando sindicalizada casi la totalidad de los trabajadores del OJ, es prácticamente imposible despedirlos. Para demostrar que corrompieron o infringieron algún reglamento, hay que mover cielo y tierra durante años. 

Con frecuencia escribo sobre el tema de la justicia lenta, ineficiente y corrupta. En mi opinión, es sumamente difícil vivir en paz y desarrollarnos como país si no hay consecuencias legales para los infractores. Así como los motoristas que manejan de forma desordenada, así funciona la burocracia completa.

Estamos en plena campaña electoral. Los candidatos a los diferentes cargos están ofreciendo la “Harley” para todos. Pero, con tantas deficiencias a lo largo y ancho de las necesidades de los chapines, chocaremos la súper moto en el primer zig-zag. No pueden ofrecer lo que definitivamente no podrán cumplir. 

Quisiera escuchar a alguien que se enfoque en lo importante y que mencione acciones concretas que hará para resolverlo. Lamentablemente, los discursos de campaña parecen un canasto de loros: mucha habladuría y cero acciones concretas. Es más importante ganar que cumplir.

La ley del motorista

Así funciona nuestra Guate. Nos quejamos de los motoristas, pero son un reflejo de “la ley del monte”, en la que todos hacemos lo que se nos da la gana.

Carolina Castellanos |
14 de abril, 2023
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Si usted, estimado lector, tiene vehículo y lo utiliza a diario o con frecuencia, es uno de los miles que nos toca lidiar con el tráfico. Es una de las constantes quejas, además de ser el tema de conversación en cualquier reunión. También es la excusa perfecta para hacer valer la “hora chapina”, o sea, llegar tarde a todos lados.

Los motoristas tienen su propia ley de tránsito. Ellos pueden rebasar por la derecha, aun si el espacio entre el vehículo y la banqueta es de 20 centímetros. También pueden ir en “zig-zag” para meterse entre los carros, por delante, por detrás y por donde sea. Cuando tengan propulsores de avión, rebasarán por encima.

En su ley, los conductores de vehículos son los culpables, siempre. Aún si es obvia la infracción cometida por el motorista, el conductor del vehículo será el responsable. De la nada surgen cinco o diez motoristas que le darán la razón a su “compadre”, sin importar si es culpable o inocente. Así las cosas, el conductor del vehículo tendrá que pagar cualquier daño a la moto, además de su propio vehículo. Por supuesto, el costo de la reparación será como si la moto dañada fuera una “Harley”.

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En el caso de los motoristas, la ley de tránsito es la que debe prevalecer. Los PMT (policía municipal de tránsito) son los responsables de imponer multas ante cualquier infracción.  Para todo lo demás, está el Organismo Judicial, entidad ineficiente, lenta, burocrática y copada por sindicalistas que solo quieren prebendas y su salario. Estando sindicalizada casi la totalidad de los trabajadores del OJ, es prácticamente imposible despedirlos. Para demostrar que corrompieron o infringieron algún reglamento, hay que mover cielo y tierra durante años. 

Con frecuencia escribo sobre el tema de la justicia lenta, ineficiente y corrupta. En mi opinión, es sumamente difícil vivir en paz y desarrollarnos como país si no hay consecuencias legales para los infractores. Así como los motoristas que manejan de forma desordenada, así funciona la burocracia completa.

Estamos en plena campaña electoral. Los candidatos a los diferentes cargos están ofreciendo la “Harley” para todos. Pero, con tantas deficiencias a lo largo y ancho de las necesidades de los chapines, chocaremos la súper moto en el primer zig-zag. No pueden ofrecer lo que definitivamente no podrán cumplir. 

Quisiera escuchar a alguien que se enfoque en lo importante y que mencione acciones concretas que hará para resolverlo. Lamentablemente, los discursos de campaña parecen un canasto de loros: mucha habladuría y cero acciones concretas. Es más importante ganar que cumplir.